jueves, 3 de marzo de 2016

Los caminos de la muerte

Los caminos de la muerte - Editorial del 4 de marzo de 2016
Los caminos de la vida
no son lo que yo pensaba
no son lo que yo creía
no son lo que imaginaba.
Los caminos de la vida
son muy difícil de andarlos
difícil de caminarlos
y no encuentro la salida.
El pasado viernes 26 tuve que ir, por razones laborales, a un campo que se encuentra camino a la Colonia N° 1. La vergüenza y la bronca que me generó ver el estado calamitoso en que se encuentra hizo que volviera a ir el sábado temprano, aun sabiendo que el fresco de la noche y el sol de esa mañana ya habrían bajado un poco el nivel de horror que había visto. Saqué fotos que publiqué en las redes sociales y que, rompiendo por una vez el criterio de que  Crónica le da más importancia a las palabras, publico al final del presente editorial, con el criterio de que acá sí se cumple el viejo adagio de que "una imagen vale más que mil palabras".
Les cuento, a aquellos que no lo saben, que ese camino termina en el Cementerio Israelita de la Colonia N°1, uno de los primeros de la provincia, y pasa por la puerta de la primer Sinagoga Rancho de la Argentina. Ambos, si mal no recuerdo, fueron declarados monumentos de interés municipal en la gestión 1991-1995 por Ordenanza del Municipio local, en base a un proyecto presentado por Luis "Tito" Bournissen, quién por otra parte es un apasionado de la preservación de los patrimonios culturales, siendo él mismo también descendiente directo de inmigrantes, en este caso suizo-franceses. Lo que no recuerdo exactamente, y no he tenido tiempo de comprobarlo, es si el texto incluía la obligación de preservar el camino, pero estoy casi seguro de que era así.
El cementerio está en "uso", si se me permite el término, y es un lugar sagrado porque en él se cumple el ritual bíblico de "polvo eres y en polvo te convertirás", y todos los basavilbasenses de religión judía que estamos acá, y también los que se fueron, tenemos ahí a nuestros padres y abuelos, y será también nuestra última morada, seguramente. Esa es, entonces, la primera imperdonable afrenta, ya que ni eso respetan los responsables, que más abajo detallaré.
Pero, además, hace pocos días hubo una muy promocionada reunión de la Dirección Provincial de Turismo de la Provincia, con todos los responsables del área de los Municipios entrerrianos, al que concurrieron obviamente los de nuestra ciudad, y se habló del "Circuito de las Colonias Judías", que, por supuesto, integra ese barrial horrendo. Me viene a la mente una pregunta: ¿si ese día se presentaba un contingente para visitarlo, más allá de que por ser viernes a la tarde o sábado no podrían entrar al cementerio, quién se iba a animar a llevarlos por ahí?
Y, si me lo permiten, aun sabiendo que es pesado el comentario: si el viernes moría alguien de la comunidad, ¿en qué lo iban a llevar hasta su última morada? ¿Ese iba a ser su último camino?
Conozco muy bien la historia de cómo se "mejoró" el mismo, hace más de treinta años, porque mi padre era presidente de la Comunidad en ese momento. Sé que hubo miserias desde muchos lugares, algunas bajo el argumento de que no se debía hacer ya que, indirectamente, se iban a beneficiar los que tenían campos o chacras en la zona. De todas maneras se hizo, y cada vez que pasaba lo que ahora demuestro, solo se emparchó y nunca se buscó una solución definitiva.
Seguramente cuando esta página se lea, se van a "tirar la pelota" entre el municipio, la provincia, la nación, y no faltará algún nazi que le eche la culpa al Mossad, sabiendo que igual acá nadie reacciona, como lo demuestra la actitud tomada frente al último atentado consumado en las paredes de la Sinagoga Tfilá L' Moisés y la Asociación Israelita Basavilbaso. NADIE se preocupó, por eso ahora nadie se preocupa, y luego nadie se preocupará. Porque nadie aprende de la Historia.
Voy a consultar con expertos en el tema para saber cuánto costaría entubar y mejorar el camino, para luego compararlo con algunas adscripciones de las que nos hemos enterado en los últimos días y de los haberes mensuales que conllevan. Y, para que nadie salte, no me refiero a las de los amigos de Basso, que ocupan cargos que ya existían (aunque ahora, aparentemente, hay algunos duplicados), sino a las inmoralidades de Urribarri y de su familia.
Espero que cada cual saque sus conclusiones, y, la verdad, me sentiría muy satisfecho si "alguien" me pide un espacio en Crónica para expresarse sobre este tema, así me demuestra que no solo a los muertos del cementerio les preocupa el estado del camino.
                                                  Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso


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