jueves, 25 de junio de 2015

Sin vergüenzas

Sin vergüenzas - Editorial del 26 de junio de 2015
La realidad política de Entre Ríos dio lugar en los últimos días de la pasada semana, sobre el cierre de las listas para las PASO, a actitudes que, por lo menos a mí, que soy el que firma esta página, me dieron vergüenza.
Ya algo había adelantado en mi editorial anterior, quizás premonitoriamente, y porque conozco a los protagonistas y a sus previsibles actitudes. Pero posteriormente la realidad superó largamente mis augurios, seguramente porque ni siquiera el conocimiento del panorama podría haberme indicado lo que finalmente se decidió en los escritorios de la dirigencia política provincial, sin importarles para nada lo que pensábamos, estábamos haciendo y haríamos a posteriori los militantes que sostenemos la vida de los partidos, contra viento y marea y soportando muchas veces el oprobio al que nos someten.
Otra vez, como la semana pasada, voy a empezar “por casa”, o, mejor dicho, por lo que de ella queda, ya que mejor debería haber dicho tapera. En el Congreso de la UCR de Entre Ríos al que me refería en el anterior editorial, además de haberse decidido “respetar” lo votado en Gualeguaychú respecto a que la alianza se hacía con el Pro, dejando una “puertita” abierta a otras líneas políticas, también, y con mucha vehemencia, se votó que cualquier frente que hiciera el radicalismo en la provincia debía estar encabezado, indefectiblemente, por un radical. Incluso hubo muchos dirigentes de peso que insinuaron que por encabezado debía entenderse los dos términos de la fórmula, o sea gobernador y vice e intendente y vice, reservando solo para las restantes partidos los cargos legislativos, en proporción a su caudal electoral y a su importancia como tales.
Pero así como a una semana del cierre de listas nos vimos “sorprendidos” por singularidades que parecían extraídas de una novela de García Márquez, ya que si lográramos conseguir la grabación de lo que se dijo ese día la fantasía superará largamente la de Macondo, más nos quedamos “como mudos y absortos” al ir escuchando, paso a paso, (o PASO a PASO) los cambios que se hacían desde los escritorios de Paraná y dos o tres ciudades más, que comenzaron con la quizás sana intención de unificar la fórmula para no sufrir el desgaste de las Primarias, pero que culminaron con una increíble (para mí que lo viví desde adentro) fórmula De Angeli- Godoy, no solamente encabezada por un no radical (más allá de las alguna vez manifestadas simpatías por este partido) sino secundada por alguien que dejó el partido en muy malos términos, los que nunca se aclararon convenientemente, y al que en un Congreso hace muchos años se decidió abrirle nuevamente las puertas, cosa a la que hizo caso omiso. Y acá debo hacer un “parate” para decir, porque nobleza obliga, que creo que el Cr. Juan Carlos Lucio Godoy es uno de los más importantes dirigentes que dio el radicalismo desde la vuelta de la democracia, y con quién me une una muy particular relación porque fue mi profesor en el Colegio secundario. Pero esto no significa, en primer lugar, que desconozca que no pertenece al partido, y, además, que olvide lo que mencioné hace siete días respecto a que su sector interno, o por lo menos la gente que le respondía cuando estaba militando en la UCR, fue el que con más enjundia apoyó el criterio de que la coalición no debía hacerse solo con el Pro, aduciendo, entre otras cosas, que dejábamos de lado a los sectores más progresistas de la política provincial para aliarnos con el sector más conservador.
Y quiso la casualidad, y ahora viene muy a cuento, que el fin de semana pasado me encontrara con uno de los próceres de la dirigencia entrerriana del radicalismo, el Prof. Celomar Argachá, quién me comentó que estaba escribiendo un libro sobre la historia del partido desde 1890 hasta 1914, poniendo el eje en la transformación que lo llevó de ser un partido conservador a ser uno progresista, como lo fue “hasta ayer”. Y fue él mismo quién me dijo que estábamos recorriendo, mal que nos pesara, ahora, el camino inverso. Sus dirigentes se juntaron acá con la derecha de “poncho y glifosato”.
En los hechos, después de 124 años, esta será la primera vez que la UCR no llevará un candidato propio, lo que, lógicamente, significa, tácitamente, una renuncia al poder.
Pero eso no sería quizás tan grave si no fuera porque la mayoría de los más altos referentes provinciales, casi todos ellos vehementes oradores aquél día del Congreso, han conseguido, a cambio de este renunciamiento institucional, ocupar lugares de relevancia en las listas de diputados y senadores, tanto provinciales como nacionales, por lo que en estos cuatro años en que nosotros quedaremos en orfandad total, ellos se aseguran permanencia, ingresos y un lugar de expectativa, si es que esto que ha pasado ahora no es el réquiem de la UCR y ya no habrá nada que hacer dentro de cuatro años. Y en cuanto a lo que alguna vez fue Renovación y Cambio, a la luz de algunos candidatos que están en las listas, más que réquiem deberíamos decir QEPD, RIP o Z’L.
Aunque lo que ha pasado en el orden local en la “casa del vecino” también es cuestionable, no me va a dar el espacio para analizarlo tan profundamente como lo hice con la “mía”, por lo que dejaré la cuestión para la próxima, ya que de aquí a las PASO y luego hasta las generales, habrá tiempo suficiente.
Entonces, volviendo a lo que pasó en la UCR, queda en evidencia que la supuesta autonomía que tienen los radicalismos provinciales es solo una cuestión formal, que está muy bien escrita, pero que de ahí a la realidad hay una larguísimo camino. Vuelvo a recurrir al citado Congreso de San Salvador, porque al ser la máxima instancia de decisión, lo que en él se dijo adquiere ahora suma importancia. Y justamente fue el relator de la postura que finalmente ganó, y que hoy lleva a que De Ángeli sea el candidato a gobernador, el Dr. Juan Carlos Arralde, que justamente es de San Salvador, el que dijo más de dos veces que el partido no estaba obligado a hacer lo que le decían desde el Comité Nacional. Pero, finalmente, eso fue lo que se hizo. Bastó una llamada de Sanz, seguramente influido o incitado por Mauricio Macri, y vaya uno a saber bajo qué promesa, para que se bajara Atilio Benedetti de su candidatura y que ni siquiera aceptara ser Diputado Nacional, lo que dicho sea de paso honra a su persona, y que como lógica consecuencia también se bajara mi amigo Fabián Rogel, advirtiendo que esto iba a terminar siendo una payasada con un final de libreto ya escrito.
A mí, separando o no mi carácter de analista político en este semanario que dirijo de mi condición de afiliado a la UCR, me importa poco ya si este “manejo” termina dando resultado o no. Lo que sí digo es que, a la luz de estos acontecimientos, los que me criticaron porque había aceptado integrar una fórmula en el orden local con un representante del Frente Renovador de Entre Ríos al final terminan siendo actores de reparto de una película clase “B”, cediendo el protagonismo a un sello lleno de plata pero falto de ideas. La bronca me hizo escribir esta página hoy domingo, cuando suelo hacerlo recién el miércoles, a horas del cierre de la edición. Y mientras escribo me entero que en Mendoza ganó la alianza UCR- Pro. Eso no hace más que reforzar lo que escribí más arriba. Las probabilidades de que ocurra lo mismo en Entre Ríos son muchas, seguramente. Aunque más no sea por el voto castigo. Pero en Mendoza fueron más valientes. Sostuvieron como candidato a gobernador a Alfredo Cornejo, un radical. Ahí no se dio la traspolación de la conocida frase “billetera mata galán”, y le hicieron caso a Leandro Alem. No se doblaron.
La perversión, más allá de estar presente en determinadas personas, está en el sistema. Cuando cada partido tenía sus internas, las elecciones generales tenían la finalidad de resolver quién gobierna. Ahora, con el invento de las PASO, los negocios se anticipan a la voluntad popular y generan no solo un espacio de cogobernabilidad sino que, al no ser realmente simultáneas en las veinticuatro provincias argentinas, van generando, según quién gane y quién pierda, una inducción expresa o tácita al voto. O sea, si en las primeras provincias en las que se vota gana el oficialismo, esto será usado en la publicidad oficial. En cambio, si pierden, le adjudicarán la derrota a un complot de los medios. Porque eso hacen quienes, si no pueden cambiar las circunstancias, cambian los puntos de vista.
                                         Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso
    

  

jueves, 18 de junio de 2015

Pragmatismo

Pragmatismo - Editorial del 19 de julio de 2015
Hace un tiempo expresé claramente mi opinión respecto a la teoría que habla del fin de las ideologías. Y pese a que yo sigo creyendo en el valor de las mismas, y de hecho hago profesión de fe de eso, la realidad indica que los tiempos han pasado por encima de ellas, dando como resultado procesos hegemónicos que de ninguna manera se basan en una idea básica común de la política, sino que unen pensamientos disímiles. Tan disímiles que si se los confronta a la luz de la historia en muchos casos encontraremos que ahora están juntos fusilados y fusiladores, bombarderos y bombardeados, perseguidos y perseguidores, proscriptos y proscriptores. Muchos parecían hasta ayer “Tirios y troyanos”, que es la forma habitual de citar a dos enemigos o adversarios irreconciliables. Y ya que estamos, explico que el origen de la expresión se remonta a la rivalidad entre cartagineses y romanos, dado que los primeros eran de ascendencia tiria (al ser Cartago una colonia de la ciudad fenicia de Tiro), mientras que los segundos pretendían ser de ascendencia troyana (al remontar su genealogía mítica al héroe Eneas, que habría conseguido escapar de Troya al final de la guerra del mismo nombre). De todas maneras, y como no puedo olvidarme de mi trabajo como docente de Historia, en realidad la guerra de Troya fue entre griegos y troyanos, pero la frase quedó así plasmada en la Eneida, de Virgilio, libro que por supuesto recomiendo, y se hizo “famosa”.
Volviendo a nuestro tema de hoy, intentaré desgranar en el breve espacio que tengo, que al comenzar a escribir parece enorme pero se va achicando mágicamente hasta que me quedo sin lugar para escribir todo lo que pienso, las contradicciones que me resultan difíciles de entender. Y para ello, como corresponde, comenzaré “por casa”.
En la madrugada del 15 de marzo, después de muchas horas de deliberación, la Convención Nacional de la UCR, reunida en Gualeguaychú, sancionó la propuesta de que Sanz sea precandidato a presidente en las PASO, que compartirían con el líder del PRO y Elisa Carrió. La opción que perdió la votación proponía una alianza más amplia que incluyera, entre otros, al Frente Renovador y era sustentada básicamente por Gerardo Morales y Julio Cleto Cobos.
Días más tarde, más precisamente el sábado 28 de marzo, se reunió en San Salvador el Congreso Provincial del mismo partido, y pese a que muchos de los congresales propusimos que se emitiera un documento que habilitara a ampliar en Entre Ríos el espectro a todos los partidos de la oposición que aceptaran aliarse con la UCR con miras a las PASO, esa opción perdió por 205 a 146, y los seguidores de Benedetti empezaron a festejar lo que entendieron como un triunfo, ya que, según palabras de algunos de los oradores, se “cumplía” con lo que se había decidido a nivel nacional. Lo único que se agregó fue un párrafo a mi entender “tibio” que decidía “habilitar a las autoridades del partido a acordar un frente con todas las fuerzas de la oposición”. Y eso se hizo, ¡pero dos meses después!, con un escenario electoral mucho más definido, y, a mi entender, tarde, ya que incluso traba acuerdos locales que podrían haber fortalecido al hoy llamado “Cambiemos”. Sin ir más lejos, en Basavilbaso van a ir a las PASO tres listas, cuando de haberse votado esa alternativa en el Congreso, hoy podríamos tener lista única que evitaría los enfrentamientos estériles. Yo creo mucho en las internas, pero para épocas “normales”, y no cuando hay que oponerse a regímenes hegemónicos. Debo decir que sentado al lado mío había un congresal también del Departamento Uruguay, ferviente defensor de la idea de que ahí mismo se resolviera la cuestión “abriendo el juego”, que votó junto conmigo la opción perdedora, y que hasta el último instante hizo un intento pidiendo un cuarto intermedio, al que se opuso con vehemencia Benedetti.
A ver si queda esto claro: Benedetti festejó junto a su gente que el Congreso haya votado la alianza solo con el Pro, y mi amigo votó junto conmigo la de que la alianza se amplíe casi sin límites, algo así como dice el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional, cuando expresa “asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que ‘quieran’ habitar el suelo argentino”.
Bueno. Si entendieron bien esto que yo dije, ¿cómo se explica que Benedetti haya conformado una fórmula con Fuertes esta semana y Godoy, líder del sector ideológico interno al que pertenece mi amigo citado más arriba, vaya con De Ángeli?. ¿Por qué no hicimos eso el 28 de marzo? Hoy ya estaría instalada en la gente la alternativa opositora de una manera más clara y contundente, y no como una mera especulación electoralista. Por suerte eso no se replicó en Basavilbaso, ya como todo el mundo sabe el sector identificado con Benedetti va con el Pro y el congresal que votó en contra (o sea yo) integra la fórmula con el Frente Renovador, aunque ahora en Entre Ríos no se pueda usar ese nombre. Por lo menos en nuestra pequeña aldea queda algo de coherencia.
Entonces, ya que empecé por casa, ahora voy a pasar a la del vecino, con algo que sucedió un poco más acá en el tiempo. El martes pasado (ayer para mí mientras escribo estas líneas) el gobernador de la provincia y jefe indiscutido del kirchnerismo entrerriano, “bendijo” primero desde Rosario del Tala y luego desde Concepción del Uruguay a “sus” candidatos, pidiéndole a los otros, entre ellos al Dr. Julio César Aldáz, otrora uno de sus más leales soldados y también un colaborador muy cercano, pero aparentemente ahora “caído en desgracia” a los ojos del “urribarrismo”, que, tal como le “solicitara” a Don Sergio la Presidente, y él obviamente accediera, se diera “un baño de humildad” y desistiera de participar en la interna, allanando el camino para las candidaturas de Fabián Flores, Silvio Valenzuela y la lista de concejales “oficialista”.
Más allá de que esto era impensado hace cuatro años, y de que en su momento expresé mi sorpresa en este mismo espacio por el rápido cambio (duró seis meses) de alineamiento de Flores y Valenzuela, que en mi caso me costó un “reto” que después fue convenientemente aclarado, porque acá hay libertad de prensa, según entiendo, Julio Aldáz y la gente que lo acompaña, que sé que es mucha, tiene todo el derecho del mundo de competir, si es su deseo, ya que para eso fueron creadas las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Y que no entienda el amigo lector que hay una contradicción entre lo que propuse para el radicalismo y lo que estoy proponiendo para el FpV. No. En este último está clara la intención de confrontar, mientras que en el otro hubo acuerdos superadores, aunque tardíos, en la provincia, que justamente por tardíos no llegaron a plasmarse acá.
Como sabía que iba a suceder, me queda muy poco espacio para tratar el tema nacional. Solo quiero decir que seguramente cuando esta edición de Crónica esté en la calle ya Randazzo se habrá bajado de su candidatura a Presidente, haciéndole caso a Cristina Fernández de Kirchner, que es la líder del espacio, y dejándole el camino libre a Scioli, impensado candidato de un sector con el que no “comulga” demasiado (y para eso le pusieron a Zannini de “cancerbero”). Como referencia de lo que digo, D’Elía, innegable referente del kirchnerismo de “paladar negro” alegaba que Scioli era el candidato de la embajada de Estados Unidos. Y ahora se juntó con él.
“Florencio Randazzo se parece más a un gerente de época. En los ‘90 hizo la reforma del Estado cuando estaba con Cavallo. Me pasé la vida puteando a Scioli y ahora soy consciente que es la única opción", dijo el nazi D'Elía, cuya opinión parece que pesa.
A mí particularmente me resulta ingrato lo que le hicieron a Randazzo. Hace meses que peregrina para lograr el espaldarazo, y resulta que de la noche a la mañana lo desplazan groseramente, rompiendo entendimientos por lo menos implícitos.
Esto lleva, indefectiblemente, a que si desde los gobiernos, o sea desde el oficialismo, se hace eso, con más razón la oposición, si es que pretende ocupar espacios de poder, debe dejar de lado principios que parecían irrenunciables, para imitar comportamientos y juntar sectores que eran hasta hace por más imposibles de unir que el agua y el aceite.
Para mí que a Randazzo lo “mató” esta frase: "No se hace kirchnerismo nombrando a Cristina o a Néstor, sino llevando adelante políticas kirchneristas". ¡Y no las encontró!

                                       Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 11 de junio de 2015

La sangre es la vida

La sangre es la vida - Editorial del 12 de junio de 2015
Cada semana de estas ya casi novecientas ininterrumpidas desde 1997 en que vengo escribiendo los editoriales de Crónica, se me plantea, por suerte, un dilema respecto al tema a tratar, básicamente porque tengo que intentar en primer lugar que me interese a mí, para que me motive y saque de “mis adentros” lo mejor que tenga, pero, además, y en un mismo nivel de importancia, que motive e interese a los lectores, teniendo en cuenta la heterogeneidad  que es la característica de los mismos.
Pero esta vez, aunque es de público y notorio que hay cuestiones de relevancia institucional y política sobre las que tengo opinión y participación, quise poner nuevamente sobre el tapete una cuestión que nunca termino de entender por qué necesita tanta prensa y tanta publicidad, cuando se trata de dar vida a alguien que la precisa. Sobre todo me irrita que haya tanta gente que está en condiciones de hacerlo y no lo hace, pese a que en su concepción filosófica y hasta religiosa está comprendido el concepto de ayudar al prójimo.
A esta altura, y sobre todo porque el título ya adelanta algo, el lector habrá advertido que voy a hablar acerca de la donación (o dación) de sangre, teniendo en cuenta, como disparador, que el próximo domingo se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre.
Antes que nada voy a explicar el porqué de la diferenciación que hago entre donación y dación. A mí la palabra donación me suena más a caridad, en cambio el dar es mucho más expresivo de la voluntad de servir al otro.
Hay una anécdota que ya alguna vez creo que mencioné en este espacio, contada por médicos y enfermeros del Hospital de Stanford, en Estados Unidos, quienes recuerdan el caso de una nena de nombre Liz, que padecía una enfermedad extraña a la que sólo podría sobrevivir si recibía sangre de su hermano menor, de cinco años, que había superado el mismo mal y había desarrollado anticuerpos. Con sencillez, le explicaron al chico la situación y le preguntaron si estaba dispuesto. Dijo que, si eso salvaba a su hermana, lo haría. Durante la transfusión estaban en camas paralelas. Cuando el niño vio que la cara de Liz tomaba color, preguntó: "¿En qué momento moriré?" Había imaginado que Liz recibiría toda su sangre y que él le donaba, en realidad, su propia vida.
Este hecho, rescatado por Jaume Soler y Mercé Conangla, padres de la ecología emocional (en el libro del mismo nombre), atañe a la generosidad, que el filósofo francés André Comte-Sponville considera como la virtud del don. Cuando uno da lo que necesitan aquellos a quienes conoce o ama, o con quienes comparte parentesco, nacionalidad, ideología, profesión o demás atributos, uno es solidario, señala Comte-Sponville. La solidaridad puede, incluso, hacerse notar a través de aportes, de campañas, de festivales, o puede ser guiada por conveniencias (mantener una amistad, una sociedad, una apariencia, una imagen). La generosidad es diferente. Bajo su influjo se actúa en beneficio de alguien aun sin compartir nada con él, se le hace un bien aun cuando eso pueda debilitarnos, se da (como dice un viejo proverbio árabe) antes de que se nos pida y, finalmente, se lo hace incluso sin que nadie se entere y sin ningún fin ulterior (como escuchar a un cantante, ver a una celebridad, u obtener un “bonus”). El hermano de Liz brindaba (según él creía) su vida, algo que él mismo necesitaba. Ese es el meollo de la generosidad: el prójimo; la otredad, o sea el otro como un individuo diferente, que no forma parte de la comunidad propia.
En otra página de esta misma edición mencionamos las actividades previstas en nuestra ciudad con motivo de este Día Mundial del Donante de Sangre, y que incluyen, por supuesto, una oportunidad para volver a dar aquellos que ya lo hicieron o para empezar a dar aquellos que nunca se animaron ni se les ocurrió hacerlo. Pero tengo para mí que ese lunes 15 será muy necesario como activador de la solidaridad pero, si sólo queda en eso, el efecto puede apagarse cuando esa misma campaña se cierre. Distinto será si despierta la generosidad. Cuando ésta se instala, luego no necesita campañas. No hay llamados a la generosidad, como sí los hay a la solidaridad. Tampoco al amor, sostén de la generosidad. La donación de sangre no requiere de facultades especiales; es un acto que va más allá de condiciones sociales, económicas y culturales; es una manera real, efectiva, accesible y activa de recordar que somos parte de un todo. Debería ser una muestra habitual de generosidad. La sangre es un símbolo, algo que nos es común, que todos compartimos, que circula sin barreras idiomáticas, religiosas, nacionales. Cuando la damos o donamos, sin preguntar a quién, por qué, para qué, damos o donamos, simplemente, humanidad. No hay premios por eso, no debe haberlos. "Cuando uno es generoso con la intención de recibir algo a cambio o de obtener una buena reputación o de ser aceptado, entonces no está actuando como un ser iluminado", dice el Dalai Lama. Y sugiere que, acaso, la famosa iluminación no es algo misterioso ni esotérico, que quizá sea sólo una manifestación de la generosidad.
Entre las cosas que guardo y conservo con cariño, como dice la canción, está el recuerdo del primer día en que fui a dar sangre, sin saber en qué consistía, y sin saber tampoco si me iba a doler, si me iba a desmayar  e, incluso, si debía hacerlo. Fue una noche de mi primer año de estudios universitarios, vi por televisión el llamado y, sorprendido porque era casi medianoche, llamé para ver a qué hora de la mañana tenía que ir en ayunas, según entendía hasta ese momento. Con sorpresa para mí me dijeron que era para dar ¡ya!, y se trataba de una transfusión directa a un paciente que se estaba desangrando. Ese fue mi “debut”, y desde ese día no dejé de dar sangre hasta hoy. Primero cada seis meses y luego, cuando una amiga bioquímica volvió de un Congreso y se enteró del cambio, comencé a hacerlo cada tres meses, y algunas veces, “cuando nadie se da cuenta”, cada dos o cada mes y medio. Total ya sé que a mí no me hace mal, que mi sangre no pierde calidad, y, sobre todo, que hay alguien esperándola.
Y mi alegría es mayor aún porque he logrado que dos de mis hijos comprendan la importancia que tiene este acto, y han iniciado el camino que yo algún día tendré que dejar, por imposiciones, espero, solo de edad. Estoy seguro de que así como sufriré el día que tenga que dejar de ir al colegio a dar clase, lo mismo me sucederá cuando escuche un “llamado a la solidaridad” y no pueda responder.
Es por eso que, así como más arriba hablo de que no hay premios, ni debe haberlos, y a pesar de que yo guardo con mucho cariño algunos regalos que he recibido teniendo en cuenta el sentimiento de quién me lo daba, el mayor premio que podría recibir sería ver que las nuevas instalaciones de la sección de Hemoterapia del Hospital “Sagrado Corazón de Jesús” de Basavilbaso rebalsen de gente dispuesta a dar parte de su vida en medio litro de sangre, y que lo hagan luego con habitualidad, sabiendo que eso permite al servicio tener seguridad de que el dador es sano, conocido, dispuesto y útil. Repito, como también alguna vez dije, que si se toman las precauciones necesarias uno ni siquiera se da cuenta de lo que está sucediendo. Solamente siente un pinchazo que no duele más que uno de los cortes que nos solemos hacer cotidianamente, y ve llenarse una bolsa que le dará un hálito de supervivencia a un semejante.
La intención es una fuerza poderosa. Proviene de una palabra latina que significa “tirar hacia adelante". La intención es la tendencia inicial de la mente hacia un objetivo. Es la fuerza que impregna el camino y la meta. Una historia de la tradición cristiana medieval ilustra lo que es la intención. Un viajero llegó hasta donde se realizaban unas obras de construcción y vio a dos hombres transportando piedras. Uno trabajaba con desgano. El otro lo hacía contento, entonando canciones. ¿Qué estás haciendo?, preguntó el viajero al trabajador hastiado ¿Es que no lo ves?, cargando piedras, respondió de mal humor. Se acercó entonces al otro trabajador y reiteró la pregunta: ¡Qué estás haciendo? ¡Algo fabuloso! ¡Construir una catedral!, contestó.

                                                   Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 4 de junio de 2015

#Ni una menos

#Ni una menos - Editorial del 5 de junio de 2015
Comienzo a escribir esta página a pocos minutos de la finalización, en Basavilbaso, de la marcha organizada espontáneamente (aunque esto sea un oxímoron) en contra del feminicidio, que como bien se dijo (en parte) en las palabras alusivas, Feminicidio es un neologismo que se refiere al asesinato de mujeres por razones de género, en tanto el término Femicidio es más bien político, porque es la denuncia contra la naturalización que hace la sociedad de la violencia sexista.
No puedo resistir la tentación de explicar por qué dije, más arriba, "en parte". Es que técnicamente no está bien decir asesinato. Primero porque esa figura no existe en la legislación argentina, y si la usamos es porque la copiamos de las películas yanquis, y segundo, porque decirle asesino a un feminicida es quitarle responsabilidad, ya que el concepto adecuado y exacto es homicidio (matar a un hombre en el concepto amplio de hombre), y de ahí sus derivaciones. Es parricida el que mata al padre, filicida el que mata al hijo, uxoricida el que mata a su esposa, fratricida el que mata a un hermano, magnicida el que mata a alguien importante (el homicidio de Kennedy, por ejemplo), genocida el que mata a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal, hasta llegar al tan mentado deicidio, que, paradójicamente, tantos genocidios generó.
El asesinato, en cambio, consiste en matar bajo la promesa remuneratoria o de recompensa, o en general, con el ánimo de obtener lucro de la actividad homicida. Incluso el nombre deriva de la droga "hashis", ya que para infundirse ánimos para hacer lo que no sentían debían drogarse. Y por eso se los llamó, originariamente, "hashishinos".
Ahora sí, entrando en tema, y haciendo un análisis histórico, creo que varias décadas atrás era imposible encontrar en plena calle a una pareja en trance de consumar un interminable y cinematográfico beso. Hoy, en cambio, resulta habitual pasearse frente a esos apasionamientos con la misma indiferencia con que, lamentablemente, observamos la pelea callejera de una pareja, y esto sucede a pesar del increíble crecimiento de esas desagradables reyertas públicas. Claro que el dato curioso, y condenable, es el aumento de las agresiones verbales y físicas de que son víctimas esposas, novias o compañeras, por parte de hombres cargados de iracundia.
El tema de la violencia familiar permanece, en la Argentina, cubierto por una lógica penumbra que va del temor a la vergüenza, y de la que emergen, solo ahora, algunos datos. Esos datos y las conclusiones consecuentes, tal vez permitan en un futuro próximo, encontrar la explicación que la sociedad se debe a sí misma sobre el interrogante que surge de ese autoritarismo, que solamente llama la atención cuando pasa del mundo privado al mundo público.
El tema de la violencia familiar ha resultado, ciertamente, difícil de estudiar en cualquier país: las víctimas cohabitan con sus agresores y, generalmente, tardan muchos años en hacer una denuncia, si es que alguna vez la hacen. A pesar de ese panorama, este editorial intenta indagar en el tema desde diferentes ámbitos de la realidad profesional y social del país.
En principio, desde nuestro punto de vista relacionado con el ejercicio del derecho, decimos que podemos advertir que en general se trata de situaciones familiares en las cuales se hace muy notoria una distribución desigual del poder: la mujer y los hijos, por alguna razón explícita o no, le deben obediencia al hombre, bajo la pena de ser castigados si no la cumplen. Sin embargo este tipo de autoritarismo familiar existe en muchos hogares en los que no se llega a la violencia corporal, una fórmula que sin embargo consigue  secuelas irreparables. Los abogados solemos recibir mujeres que padecen lo que en psicología se llama "síndrome de la mujer golpeada", y algunos investigadores incluyen en este síndrome a aquellas mujeres que, aunque tal vez no reciban palizas, sí viven bajo un régimen familiar autoritario. Sus maridos no les permiten trabajar o estudiar, no las dejan recibir visitas, a veces les tienen prohibido ver más o menos seguido a su familia cercana, entre otras vedas. Son mujeres que, obligadas a hacer lo que no quieren, sufren una permanente censura sobre lo que desean.
Estas situaciones son aún más difíciles de rastrear, estadísticamente, por cuanto muchísimas mujeres las registran como "normales". Al mismo tiempo, con respecto a las palizas, hay mucha más información acerca de las clases "populares", porque las mujeres de clase baja o media baja suelen hacer denuncias, a raíz, quizás, de la facilidad con que sus reyertas ganan la calle. Por el contrario, la violencia familiar en las clases altas pasa inadvertida en la mayoría de los casos.
En cuanto a las razones que justifican una menor criminalidad femenina, se adjudican a las características de las mujeres en sociedades como la nuestra y a factores fisiológicos, psicológicos y sociales que hacer disminuir la frecuencia con que ella aprieta el gatillo o blande un puñal, y la convierten, en cambio, en frecuente víctima a manos del hombre.
Las incógnitas se abren, entonces, hacia el asesino: ¿por qué matan a las mujeres? Nosotros creemos que el hombre mata a la mujer, fundamentalmente, por pasión (en este caso una pasión negativa, como los celos); en segundo término la razón es el odio, cuando por ejemplo le adjudican el fracaso o la rutina de la vida, y recién en tercer lugar estarían los motivos económicos.
Detrás de quién mata a una mujer siempre hay un cuadro de psicología criminal, un problema psiquiátrico, y a veces, como en el caso Schoklender, aún sin justificarlo, un problema de victimología, por cuanto hubo una conducta previa de la víctima que no puede dejar de tomarse en cuenta.
Una sociedad que  no ha dejado de ser machista, donde el hombre sigue viendo a la mujer como un objeto. Si  algo demuestra la supervivencia del machismo, eso es la justicia. Durante la marcha una amiga me preguntaba si en nuestra provincia existen abogados penalistas gratuitos, o sea un servicio que se preste a aquellas personas que no están en condiciones de pagar un profesional particular. Acá debo aclarar que, en principio, para hacer una denuncia no hace falta contar con asistencia letrada. En todo caso se puede recurrir a los Colegios de Abogados, que tienen un servicio de asesoramiento gratuito, o al Ministerio Público de la Defensa, en los Tribunales de Concepción del Uruguay, integrado por los comúnmente llamados Defensores de pobres, menores y ausentes. Y también a algunos abogados que, mal que le pese a nuestra economía, no cobramos por ese tipo de consultas. Luego se debe confiar en la Justicia, y acá es donde quizás radica el problema, ya que para asegurarse que la causa va a tener continuidad, que las pruebas se van a producir y que se arribará a un juicio justo y a una sentencia condenatoria, es más que necesario constituirse en querellante particular, y eso ya sí requiere, sino de un patrocinio letrado, por lo menos de un profesional que asista paso a paso el devenir del juicio. Convengamos en que los Juzgados están abarrotados de casos de este tipo, y que, además, no existe "la pasión" por resolverlos, no solamente por falta de interés político y quizás hasta social, sino también porque los marcos legales no son los adecuados, y una vez resuelta la causa no suele satisfacer a nadie.
Es por ello que si bien volví complacido de la marcha, no creo que con esto baste. En principio debo decir que me parece que le faltó la "pata" masculina, que me consta fue ofrecida. De esta manera entiendo que se propició, aún sin quererlo, la división de género. Y eso por varias razones. Primero porque no todos los hombres somos violentos, pegadores y homicidas, sino también porque la violencia de género, como se deslizó en uno de los textos leídos, también tiene a veces víctimas masculinas y victimarias femeninas. La historia policial argentina tiene casos notorios de crímenes cometidos por mujeres contra hombres, pero sin llegar tan lejos son muchos los casos que yo particularmente conozco de violencia moral o psicológica ejercida por esposas contra maridos o de novias contra novios, que también merecen ser denunciados.
Está bien, de todas maneras. La finalidad se cumplió. Quizás no fueron todos lo que tenían que ir, y quizás muchos de los que fueron luego se quedaron pegados al televisor viendo cómo Tinelli ejerce su abuso de género bajo la atenta mirada de más del 30% de la teleaudiencia. Seguramente esa sea una medida más exacta que la de estimar la concurrencia a la marcha, porque, como dijo Elie Wiesel, Nobel de la Paz 1986: "Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo".                                                  

                                 Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso