jueves, 27 de diciembre de 2012

Que parezca un accidente

Que parezca un accidente - Editorial del 28 de diciembre de 2012 Obviamente que el título de hoy está tomado del programa de Roberto Pettinato, resumen de noticias vistas con su mirada ácida e irónica. Lo particular es que su nombre se debe a que esa fue la primera frase que se le ocurrió al músico y conductor para describir la actualidad de la Argentina, así que no está mal para copiarla para la actualidad de nuestra aldea. El accidente es un acontecimiento eminentemente humano, una contrariedad de las previsiones y las expectativas. Es imprevisto en el doble sentido que tiene esta palabra: el no haber advertido el peligro y el no haber actuado preventivamente. La noción de fatalidad es, en sí misma, una teoría sobre el accidente, tal vez la peor, porque no sugiere ningún curso de acción. Y es peligrosa porque escudándose en la fatalidad, los inútiles justifican su misma inutilidad. Lo que todos sabemos, o debemos saber, es que la causa de un accidente es cualquier condición, acción u omisión, sin la cual el hecho no hubiera ocurrido. Es decir que cuando se buscan las causas de un accidente hay que tratar de hallar varias de esas causas trabajando unidos, planteándose hipótesis que respondan a los interrogantes investigativos, tales como ¿cómo? y ¿por qué? Las causas principales actúan como factores de un producto y por consiguiente la eliminación de una sola de ellas, evita el accidente y/o sus consecuencias. No se pueden eliminar los vehículos, porque eso sería ir en contra del progreso, pero sí se puedo eliminar, progresivamente, el mal uso que se hace de ellos. O el abuso. Los problemas de seguridad tienen aspectos legales, económicos y éticos así como importantes aspectos técnicos específicos. Superficialmente, al menos, esto deja un pequeño espacio para un especialista en factores humanos. No obstante, detrás de cada problema de seguridad y cada accidente existe el problema de la gente que comete errores. Así, sí hay una ciencia general de apoyo para el trabajo de seguridad que es el estudio del error humano. Esta posición consistente en no considerar como legitimo objeto de estudio los accidentes y la seguridad, deriva del hecho de que el accidente, que es un hecho concreto, visible, comprobable, es fundamentalmente, consecuencia de algo mal hecho. Así mismo, esta tendencia al estudio del error humano, en detrimento de todo el sistema y a evitar estudiar lo que son esenciales limitaciones de la persona humana, continúa actualmente. Existe la idea de que todo accidente debe rastrease hasta encontrar un error humano, aunque sea en otro nivel como en la organización o en los aparatos o equipos usados. Por ejemplo, si a un accidente es posible relacionarlo con la organización, habrá algún culpable, y así no se responsabilizará a la organización misma, a sus fines y sus objetivos. Por ejemplo, en una institución militar que utiliza el reclutamiento, se culpara al recluta, al suboficial o al oficial y no a la institución, que puede usar otra forma de organización: por ejemplo, reclutando personal profesional más capacitado. En una empresa, siempre se responsabilizará a las personas pero no al equipamiento o la organización del trabajo. Se trataría de avanzar sobre las razones de la subestimación, la sistemática postergación de la prevención y el voluntarismo con que se percibe el futuro. El funcionamiento del sistema político no favorece a los previsores, pues siempre los políticos se ven empujados, por la misma lógica del voto, a inversiones de corto plazo que puedan inaugurar durante sus mandatos, y a postergar inversiones en sustentabilidad y seguridad cuyos beneficios difusos no podrán exhibir ante los electores. Una teoría del accidente debería penetrar hasta su centro crítico y entender algo más sobre sus mecanismos, el efecto dominó, el autoestímulo de los sistemas reflejos, la deformación de la expectativa y varios otros que recién comienzan a revelarse como problemas. No sabemos si el accidente total es probable, pero la peor manera de averiguarlo sería sentándose a esperarlo. La pasada semana recordábamos que en el editorial titulado “A quien corresponda” habíamos adelantado resultados obvios, y lo único que habíamos conseguido es que algunos se “ofendieran” por la idea de que se podría inculpar a los funcionarios, responsables indirectos de estos hechos, aunque sea por omisión. Y en esa misma oportunidad hacíamos referencia al texto del art. 52 del Código Municipal de Faltas vigente, y mencionábamos algunos de los incisos, aunque sin dedicar el tiempo a su texto. Ahora lo vamos a hacer porque creemos que corresponde, y que es el momento. En efecto, ese art. 52, aún con una más que deficiente redacción, con faltas de ortografía y gravísimos errores de sintaxis, determina que serán pasibles de multa las acciones de los conductores de vehículos que signifiquen: 1) “no conservar la mano derecha, no cediendo el paso, adelantándose peligrosamente, o en lugares en que está prohibido hacerlo; 6) “desacatando ordenes de los agentes de tránsito…”; 9) “circular en ciclomotores más de dos personas”; 10) “no usar casco en ciclomotores, motocicletas, cuatriciclos, tanto el conductor como el acompañante”; 14) “circular con vehículo excediendo los límites sobre emisión de contaminantes y ruidos”. Y el art. 54 del mismo Código de Faltas (con faltas) establece que “todo conductor y/o sus acompañantes de moto vehículos y/o vehículos, que se encuentren ingiriendo bebidas alcohólicas serán sancionados con multa e inhabilitación del registro de conductor”. Hicimos esta enumeración, que a algunos quizás le parezca tediosa, para demostrar que no estamos equivocados cuando insistimos en la responsabilidad de quienes nos gobiernan, en tanto y en cuanto no cumplan con sus obligaciones de contralor. Esa idea objetiva de falta de servicios encuentra fundamento en la aplicación, por vía subsidiaria, del art. 1112 del Código Civil, que establece un régimen de responsabilidad por los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones que les están impuestas. Este precedente define claramente el factor de atribución del deber de responder por la actividad ilícita u omisión del Estado, considerando que se genera falta de servicio por el funcionamiento anormal, defectuoso o incorrecto de la Administración, ya sea por acción o por omisión, y que entendemos que se trata de una doctrina que hasta la actualidad se mantiene en los criterios que continúan aplicando nuestros tribunales. La irresponsabilidad por omisión que se desprende de aquel enunciado debe ceder en determinadas circunstancias, por ejemplo, cuando mediare desatención negligente o irregular en el actuar jurídicamente exigible a la autoridad pública, o si se acreditare que esta tenía cabal conocimiento de la existencia de concretas situaciones o hechos ilícitos dotados de clara potencialidad dañosa y, no obstante, ha descuidado la adopción de mínimos recaudos para prevenirlos o evitarlos. Cualquiera que salga, a cualquier hora del día, a recorrer las calles de Basavilbaso, encontrará la razón de estos dichos de manera palpable y notoria. Pero parece que los funcionarios públicos de nuestro pueblo han sido lectores fanáticos de Antoine de Saint-Exupéry, más precisamente de “El Principito”, por aquello de que “lo esencial es invisible a los ojos”. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 20 de diciembre de 2012

Quo vadis

Quo vadis - Editorial del 21 de diciembre de 2012 Quo vadis, es una locución latina que significa ¿a dónde vas? Pero no un “a dónde vas” de dirección o sitio determinado, sino más bien un “¿a dónde quieres llegar? Se nos ocurrió utilizarla para el tema de hoy, porque creemos que es todavía una respuesta que se nos debe, y a la que muchos se resisten a responder. Como para empezar a aclarar la cosa, la gestión de hechos políticos no se agota de ninguna manera en la militancia en un partido, y mucho menos en el hecho de hacerlo en los días que rodean a las elecciones. Y tampoco la participación de los ciudadanos termina con el voto, como quieren hacernos creer algunos, malintencionadamente. Esa es una visión reaccionaria y negativa de la democracia, más propia de regímenes totalitarios que de sistemas republicanos. El argumento de que el que piensa distinto tiene que esperar hasta las elecciones es falaz, ya que la realidad supera a los tiempos, y hay muchas cuestiones que no existían al momento del último sufragio o, simplemente, no tenían la gravedad y la importancia que luego adquirieron. Lo que nos quieren hacer creer es que porque elegimos a alguien para que sea nuestro representante, estamos obligados a aceptar todo lo que haga durante los años de gestión, sin opinar libremente y expresar nuestro disenso. Y eso sin ni siquiera entrar a discutir los porcentajes que obtuvieron los que ganaron y los que perdieron, y de dónde nace, supuestamente, el derecho de unos de hacer callar a los otros. Ni siquiera sirve la chicana de menoscabar el pensamiento con el fútil argumento de que si se presenta en una lista no lo vota nadie. ¿Y eso qué? Lo único que hace la democracia como sistema de elección es justamente eso: sistematizarla. Pero de ninguna manera elabora un listado de pensadores válidos o inválidos de acuerdo a la representación circunstancial que hayan obtenido, y que incluso no se sabe a ciencia cierta con qué metodologías. Sobran para ello los ejemplos de quienes, avalados por una avalancha de votos, se convirtieron en déspotas y silenciaron a todo el que osara manifestarse de otra manera. Sé que hay algunos críticos (¿criticones?) que son bastante reacios al momento de opinar, pero muy celosos en el de denostar los pensamientos de los demás. No hemos escuchados de ellos ideas esclarecedoras ni frases concluyentes. Es más, de muchos ni siquiera sabemos el nombre porque reniegan de él, casi siempre escudándose en anónimos. Así no son participes de ninguna acción creativa, y solamente ocupan lugares sin llenarlos. Y esto no es privativo de nuestro pequeño pueblo, sino que, potenciado, aparece también respecto a cuestiones de índole nacional. Pareciera que el mayor pecado de este siglo es pensar y decir lo que uno piensa, sobre todo si lo que dice y piensa no coincide con lo que dice y piensa el gobierno. Muchos de estos “opinólogos” rechazan la utilización de frases o textos de otros autores (que en esta página siempre han estado dentro del contexto y con la obligada cita de la fuente), cosa que suele hacer a menudo este editorialista. Y ya he explicado, casi hasta el cansancio, que lo hago porque si alguien escribió y describió muy bien un sentimiento o una acción, sería de necio no recurrir a esa opinión para hacernos entender. John Stuart Mill fue un filósofo, político y economista inglés representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo, planteamiento ético propuesto por su padrino Jeremy Bentham. Lo usamos frecuentemente en la cátedra de Economía y en la de Deontología, lo que presupone un cerebro amplio que le permitió pensar acerca de distintas cosas. De él, justamente, se nos ocurrió tomar casi un texto, muy a pesar de los que describimos en el párrafo anterior. "Si toda la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella misma lo sería si, teniendo poder bastante, impidiera que hablara la humanidad. La peculiaridad del mal que consiste en impedir la expresión de una opinión es que se comete un robo a la raza humana. Si la opinión es verdadera, se le priva de la oportunidad de cambiar el error por la verdad, y si es errónea, pierden un beneficio no menos importante: la más clara percepción y la impresión más viva de la verdad, producida por su colisión con el error”. ¡Y no es casualidad que se trate de una cita tomada de su libro “Sobre la libertad”! Sigo con un sentimiento de angustia respecto a las posibilidades de enseñar y aprender, tanto en la formalidad que da la escuela como en la informalidad que brinda la sociedad, a la luz de los comportamientos que han tenido los directamente aludidos. En uno de los casos he desistido, por el momento, de continuar la discusión. En todo caso le he brindado el espacio, justamente en la edición de hoy, a una de las personas que me expresó su coincidencia, y a quién animé a que la escribiera y la publicara. Espero, además, que sirva de aliciente para una expresión de ideas libre y con signatura. Eso era justamente lo que pretendíamos de los responsables, pero no lo conseguimos. En lo que sí no voy a cejar, de ninguna manera, es en la pretensión de que Basavilbaso ordene su problema de tránsito. Y eso porque no se trata de una simple cuestión de estacionamiento indebido, problemática recurrente en las grandes ciudades, sino que estamos hablando de riesgos para la vida y la salud de la gente, tanto por acción como por omisión, y tanto como sujetos pasivos como activos. Otra vez el sábado pasado me tocó ser testigo de una incongruencia de la cual nadie se hace responsable, y a la que intenté hacer frente con argumentaciones que voy a volver a verter acá, pensando que, en una de esas, por quedar impresas y ser leídas y releídas, terminen por hacer honor a aquella máxima de que “la letra con sangre entra”. Y lo digo no en sentido literal, porque me dolió muchísimo que luego del editorial que titulé “A quien corresponda”, mis asertos se confirmaran trágicamente. Antes de seguir voy a aclarar que acá nos conocemos todos, y no hay manera de decir lo que uno piensa sin aludir a conocidos. Entonces se debe superar la instancia de la crítica, alejándola de toda cuestión personal. Y lo dice alguien que en este pueblo hace cosas muy distintas y no mezcla ni deja que interfieran una con otras. La cuestión es, entonces, que el pasado sábado, bastante tarde, mientras paseaba a mi perro, vi como dos inspectores municipales le hacían una “boleta” a una moderna camioneta muy mal estacionada (sobre línea amarilla), en la esquina de Av. San Martín y Rogelio Gómez. La verdad es que imaginé que era una demostración de que se revertía la tendencia permisiva, por lo que decidí quedarme unos minutos observando el comportamiento de los funcionarios públicos, que, supongo, conocen el texto completo de la Ordenanza vigente, y saben que el Código Municipal de Faltas vigente (horrible, pero vigente) consta de 132 artículos, de los cuales, y solo por citar uno, el 52º tiene 27 apartados, y específicamente el Nº 11 es el que indica la penalización que corresponde al que “se encontrase estacionado en lugar no permitido”. Dado que por una cuestión profesional conozco casi de memoria el texto, que un día de estos voy a transcribir para hacer docencia, comencé a pensar en un escenario en el que, sin esforzase demasiado, los inspectores se podrían hacer una “panzada” con el inc. 1; el 3; el 7; el 9; el 10; el 14; el 21; el 22… Pero no. Parece que no es por ahí por dónde vamos. El dueño de la camioneta fue el chivo expiatorio de una noche en la que todos los otros incisos fueron incumplidos, a la vista de los inspectores, que, sabemos, aducen que no pueden pararse delante de los vehículos en marcha para detenerlos y confeccionarles el acta. ¿A dónde vamos, entonces? Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 13 de diciembre de 2012

Fuego y luces

Fuego y luces - Editorial del 14 de diciembre de 2012 La pasada semana publicamos en nuestra edición impresa una poesía de Ana Dragún de Torres, colaboradora frecuente de este Semanario, que ella tituló “Un mundo en llamas”, y en la que hace una descripción de la situación internacional y de ciertos enfrentamientos que justifican la metáfora. Pero hoy voy a optar por hacer un uso distinto, en este caso positivo, de uno de los elementos, junto con el agua, la tierra y el aire, de las cosmogonías tradicionales en Occidente y que está presente en todas las religiones y sus rituales, en la filosofía esotérica, en la alquimia y en la astrología. En efecto, la coincidencia en este mes de diciembre de las festividades religiosas de Janucá y Navidad, judía y cristiana respectivamente, y la feliz decisión de la Asociación Israelita de Basavilbaso de realizar este próximo domingo el Concierto de las Luminarias, con la participación del Coro Municipal “Magnificat” de nuestra ciudad y el tenor Enrique Grinberg, acompañado por la pianista Susana Cardonnet, me hacen pensar que “no todo está perdido”, y que si la apuesta es al calor que brinda el fuego y no a su poder de destrucción, y a la luz que nos saca de las tinieblas y no a la que nos enceguece, estamos en el buen camino. Esta experiencia, que se concretará en dos días más, tuvo una instancia anterior hace ya casi quince años, cuando el Coro de Miguel Bernik, integrado, como dice nuestra canción, por “criollos, judíos y gringos” (no importaba en aquél momento la proporción, como tampoco importa ahora) participó de la ceremonia del Día del Perdón, seguramente la más profunda y sentida de todas las de la liturgia judía, interpretando el Kol Nidre, bellísima melodía que encierra una letra fundamental por el sentido de arrepentimiento y disculpas por los errores cometidos que la misma relata. En aquél momento, del que me tocó participar activamente, escribí luego que era evidente que los basavilbasenses no habíamos tomado conciencia de la importancia de ese hecho, seguramente porque tampoco se le dio la trascendencia debida. A nadie escapa de que las malas noticias tienen mucha más prensa que las buenas. Una pintada antisemita ameritaría seguramente la presencia de medios nacionales, pero no lo hizo una expresión artística integradora. En aquél caso lo inédito era ya de por sí la presencia de un Coro Municipal, no religioso y mucho menos confesional judío, en una celebración de esta Fe. Y aunque más arriba decía yo que las proporciones no importaban, es necesario destacar que en aquella formación del Coro había dos monjas, más de veinte cristianos, y un solo judío. Y esa característica se mantiene, salvo por lo de las monjas, todavía hoy. Quizás no debería llamar tanto la atención este hecho en un marco de convivencia, sobre todo porque en el mismo tiempo el Magnificat tomó parte de misas en Parroquias de muchos lugares de Entre Ríos y del país, y también en iglesias de distintas denominaciones cristianas. Pero sabemos que, aunque nos propongamos decir que es lo mismo, no lo es, por esa misma razón de difusión de las malas noticias de la que hablaba más arriba. Sin ir más lejos, el año pasado, en oportunidad de la participación de nuestro Coro en un Encuentro en la ciudad de Ituzaingó, Corrientes, la visita culminó (esto es bastante frecuente) con una participación el domingo a la mañana en una misa (el Magnificat tiene siempre un repertorio preparado para eso). Lo particular fue que, al final, y luego de la tradicional despedida del párroco, terminamos todos de la mano, incluso el cura (entrerriano, para más datos), cantando el Popurrí de Canciones Populares Judías, que este domingo también formará parte del repertorio, y que concluye con el conocido “Hevenu Shalom Alejem”, cuya traducción más aproximada es “estemos todos juntos y en Paz”. ¡¿Todo un símbolo, no?! Aun cuando me resisto a transformar esta página en una clase de Historia, muchas veces la pasión me traiciona, como va a suceder ahora. Es imposible negar la relación estrecha que existe entre el judaísmo y el cristianismo. De hecho, Juan Pablo II, líder durante muchísimos años de la Iglesia Católica, denominó al pueblo de Israel “nuestros hermanos mayores”. Por supuesto que tampoco se pueden negar las múltiples persecuciones habidas a lo largo de estos veintiún siglos, pero insisto hoy en reconocer solamente las cosas buenas. Como decía, entonces, la Historia religiosa nos enseña que María, hija de Joaquín y de Ana, natural de la ciudad de Nazaret, en tierra de Galilea (en donde tuve el placer de estar el pasado año), la niña a la que un ángel había anunciado cierto prodigio increíble, y José, su esposo, carpintero él, salieron al encuentro de su destino, que sería el destino de gran parte de la humanidad, debido a una imposición del emperador romano Augusto, que obligó a los judíos a trasladarse entre los idus de diciembre y las calendas de enero a sus lugares de origen. Belén era el lugar de la tribu de David, a la que pertenecía José, razón por la cual él marchó, con la caravana correspondiente y su mujer a punto de parir, hacia ese lugar. Al no encontrar posada alguna, llevó a su esposa a una gruta albergue de animales. En ese pesebre, María, judía como José, parió a Jesús, también judío, que a los ocho días de nacer, en lo que hoy es el primer día del año en el calendario gregoriano, fue circuncidado, tal como lo somos todos los judíos varones. Que el Niño naciera en Belén fue un retorno a los orígenes, a los antepasados, a la aldea del Rey David. La peregrinación que todos los años los judíos piadosos hacían a Jerusalém (y que muchos todavía siguen haciendo), estaba y está impulsada por la misma motivación: la de volver a las raíces para beber en la fuente. Con la opción de los orígenes miramos hacia atrás, hacia los padres que vivieron el pasado. La fe de nuestros padres y la esperanza de nuestros hijos son las dos fuentes que alimentan nuestra caridad (Teshuvá, en hebreo) y el compromiso del presente. Y la coincidencia con Janucá también me obliga a explicar el hecho que da lugar a esta celebración, que recuerda algo que ocurrió 70 años antes de Cristo. Janucá quiere decir “restauración” o “reinauguración”, y se corresponde con la recuperación del Templo de Jerusalém, en ese momento en manos del rey grecosirio Antíoco Epifanes, que quería imponer el politeísmo. La lucha de los Macabeos para recuperar el Templo fue la lucha de pocos contra muchos y la dignidad de una minoría no dispuesta a sucumbir. La Navidad cristiana y la Janucá judía tienen muy poco que ver en el fondo, pero mucho en la forma de la celebración, y eso no debe ser casualidad. La época del año en que se celebran, los ocho días de duración de la festividad judía y los ocho días que van desde la Navidad al Año Nuevo (ya expliqué más arriba el por qué), el carácter familiar, los regalos para los más chicos, la sugerencia de mostrar el símbolo de la festividad en lugar visible (el árbol y la janukiá), y por sobre todos estos detalles, la importancia que ambas le dan al elemento luz. Yo espero que esta coincidencia, mundial en el calendario y pueblerina en el encuentro de este domingo, nos trasmita un mensaje: buscar lo mejor de nosotros mismos, hallar una feliz convivencia y un mayor compromiso con el prójimo. Todo eso conlleva un renacimiento espiritual, la plena vigencia de valores éticos y el enaltecimiento de una actitud moral de comprensión y no de tolerancia. Como dice la letra de uno de los villancicos que escucharemos en esa noche: “Pedir y dar perdón, ser cada día…mejor”. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 6 de diciembre de 2012

¡Grande Tácito!

¡Grande Tácito! - Editorial del 7 de diciembre de 2012 Para aquellos lectores del blog, o sea los que no leen la versión impresa de nuestro Semanario, voy a hacer una aclaración necesaria respecto al título de hoy. Tácito fue un historiador romano, y los pocos datos que se conocen de su vida indican que desarrolló una brillante carrera política que le llevó al Senado, así como a ejercer el cargo de cónsul. La obra de Tácito se caracteriza por el riguroso empleo de la documentación, pero se dice que aunque trataba de usar sus fuentes con imparcialidad, su fuerte personalidad acababa imponiéndose, con lo que triunfa la subjetividad. Tácito tiene por objeto escribir la historia de los acontecimientos con una finalidad moralista e instructiva, y lo hace con un peculiar e intransferible estilo literario repleto de agudeza dramática. Su gran poder como historiador radica en su perspicacia psicológica y en la brillantez de sus retratos de personajes. Su estilo es una combinación eficiente de expresiones concisas y pintorescas. Ensalzó los ideales de la República romana y realizó descripciones críticas muy profundas de muchos de los emperadores, obteniendo seguramente resultados que justificaron su expresión. De él, hace ya muchos años, tomamos la frase que nos sirve hoy de lema, y que se repite en la tapa de Crónica desde el día en que un intendente se "enojó" con lo que yo había escrito, y sin ejercer el derecho a réplica, que nunca negué a nadie, se borró de su suscripción personal aduciendo que prefería, con esa plata, "comprarle caramelos a sus nietos". Esa situación ya quedó en mera anécdota, porque los acontecimientos posteriores superaron la instancia entre los protagonistas, pero la frase quedó: "Irritarse por la crítica es considerar que era merecida". Este editorialista lleva escritos 772 páginas como ésta, y muchísimos artículos separados sobre temas diversos, y siempre con su firma, que incluye nombre y apellido completos, como para que no queden dudas acerca de quién está opinando. A su vez el semanario, fundado por Pedro J. Benítez en 1930 y dirigido por mi padre durante varios años y por mí desde hace ya más de diez, se ha caracterizado por tener una opinión ante cada suceso que impacte sobre la sociedad, lo que le valió, incluso, en alguna época, la clausura. No obstante ello, en esta tercera etapa, iniciada en octubre de 1997, solamente en dos oportunidades aquellos que pensaban distinto han ejercido ese derecho, esencial en una democracia, y que supone el respeto por la otredad, y la posibilidad de rebatirlo en el mismo ámbito, demostrando con argumentos y no con caprichos el disenso. La pasada semana escribí sobre dos temas que resultaron polémicos, seguramente porque ya lo eran antes de que yo decidiera opinar sobre los mismos. Uno, el de la página editorial, tenía que ver con el gravísimo problema del ordenamiento del tránsito en nuestra ciudad, y el otro, en la tapa, respecto a la forma en que Basavilbaso y su gente, y sobre todos "sus" lugares (el Colegio y el Partido Justicialista) despidieron (o no) a Alicia Lovera de Gatti, "Polola", en su viaje final. No voy a abundar en los detalles de lo escrito porque están a disposición tanto el ejemplar de Crónica como el acceso al blog. Solo quiero referirme acá a algunas reacciones, de todo signo, que siguieron a la publicación, y que me generan sentimientos encontrados y, algunos, difíciles de digerir. En principio, y porque fue el planteo de la nota de tapa, parece que la referencia a la falta de reacción de las autoridades del colegio en el que Polola se recibió de Bachiller, dio clases de Caligrafía y Dibujo, fue Jefa de Preceptores y Vicerectora, no gustó demasiado. Sin embargo, cuando la lógica indicaría, sobre todo tratándose de un establecimiento educativo formador de alumnos, que se solicitara en el mismo medio un espacio para aclarar las razones por las cuales no se la despidió institucionalmente ni se abrieron las puertas para que sus restos pasaran por el lugar en el que estuvo casi toda su vida, la respuesta a lo escrito fue la inmediata solicitud por parte de la máxima autoridad del mismo de que borremos a la Escuela Secundaria Nº 10 (reitero, otrora Colegio Nacional Basavilbaso, Anexo Comercial) de la suscripción a Crónica. Como no podía presuponer cuál era la causa, me comuniqué con la misma, preguntándole si las razones eran de índole económica (los $ 10 mensuales que sale recibir todos los viernes el periódico), o conceptuales. Obviamente que la respuesta fue que era una consecuencia directa de lo que yo había escrito. O sea no me negaron (era imposible, por otra parte) que la Institución no estuvo presente en su despedida ni abrió sus puertas, ni izó su bandera a media asta, ni nada. Solamente se enojó con el cartero, o sea con quién trajo la noticia a colación. Obviamente que seguiré mandando sin cargo el semanario, ya que considero que un medio con la presencia comunitaria que tiene Crónica y la cantidad de información de interés para el personal y el alumnado, no puede estar ausente en una escuela, no solamente para su uso presente, sino también para su utilización en el futuro. La historia de ese mismo colegio, cuando cumplió 50 años, fue escrita en parte gracias al archivo de este semanario, única referencia escrita de sus primeros años de vida, de sus promociones, de sus cuadros de honor, etc. Y no solamente lo seguiré enviando, sino que consideraré un acto de discriminación el rechazo de su recepción, por lo menos mientras no se me explique adecuadamente la inconveniencia de que Crónica esté presente en ese ámbito. Toda esta temática profundiza su importancia en tanto y en cuanto esta página saldrá publicada justamente el 7D, día que han convertido en emblemático por la aplicación de la Ley de Medios. Creo que los que sentimos cierto temor ante el "pensamiento único" nos ponemos un poco más nerviosos cuando vemos que, sin que todavía la misma esté plenamente vigente, ya hay desde organismos públicos decisiones que atacan la libre expresión. Ejerzo la docencia ininterrumpidamente desde hace ya casi 22 años, siempre en el espacio curricular que hoy se denomina Formación Ética y Ciudadana y antes Formación Cívica, Instrucción Cívica, o, muchísimo antes, cuando la daba el "viejo" Curi, Educación Democrática. Pero nunca enseñé ni aprendí, ni siquiera en tiempos de dictadura militar, que la mejor reacción ante una crítica sea el castigo al crítico. Ya casi sin espacio, lo que me suele suceder muy a menudo, también tengo que decir que la lectura de la página editorial titulada "A quién corresponda" generó en ciertos ámbitos del poder algunas reacciones quisquillosas, sobre todo respecto a la referencia que hice allí al incumplimiento de los deberes de funcionario público por parte de aquellos que ven las infracciones y no hacen nada. No sé qué razones podrán tener quienes se sintieron afectados, ya que, en todo caso, podrían haber hecho lo mismo que sugerí más arriba, o sea solicitar el derecho a réplica, que indudablemente redundaría en beneficio de toda la comunidad, ya que ayudaría a esclarecer a un porcentaje muy alto de la misma, teniendo en cuenta el tiraje de Crónica. Por lo pronto, allí proponía que en vez de preocuparse tanto por incrementar el personal, lo que había que hacer era mantenerlos constantes las 24 horas, mediante turnos rotativos. Y ciertos hechos ocurridos a las pocas horas parecieron justificar el aserto. Por suerte se nota que la opinión de los medios independientes finalmente importa, porque en esta semana se incrementaron los controles, incluso en aspectos a los que antes no se les daba tanta importancia. Tácito, "un maestro", también nos dejó otra frase que contiene un deseo y una enseñanza, y que muchos deberían pegar con un imán en un lugar bien visible, sobre todo para el día después del 7D, y a la hora de entender el rol de los medios: "Que puedas pensar lo que quieras y decir lo que piensas". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

lunes, 3 de diciembre de 2012

Desagradecimiento

El pasado sábado falleció en su pueblo, o sea en nuestro pueblo, Basavilbaso, Alicia Lovera de Gatti, "Polola", toda una figura representativa de las cosas que se pueden hacer con bajo perfil, sin enriquecerse (materialmente), y pensando en todos. Fue mi profesora de Caligrafía y Dibujo, como lo fue de tantos, en el viejo Colegio Nacional Basavilbaso y su anexo Comercial. Con el tiempo pasó a ser Jefa de Preceptores y luego, antes de jubilarse, Vicerectora. No creo que haya alguien que tenga una historia negativa con la "Poli". Para muchos de nosotros fue una madraza, precursora de formas de educar que luego se fueron institucionalizando. Y sobre todo para los que fuimos compañeros de sus hijos; en mi caso con el Dani. Salíamos del colegio y teníamos en su casa una continuidad del aula, tanto en educación como en afecto, ambas cosas imprescindibles para quién se considere un docente. Para nuestra generación es el nombre que completa una breve lista que integran la "tía Pesci", Goyo Rosquin y…muy pocos más. Y a esos nombres los tenemos en nuestras venas y en nuestra piel, para siempre. Es por eso que me dolió tanto la falta de reacción de la Institución, hoy Escuela Secundaria Nº 10, o, en todo caso, de las instancias jerárquicas superiores, tan dadas a estar presentes en actos protocolares. Supongo que uno puede aceptar un margen de desconocimiento porque muchos no escuchan la radio o no se "conectan" los fines de semana. Pero de ahí a que en la despedida que le improvisamos en la puerta de su segunda casa, en Barón Hirsch 175, donde estuvo el Colegio Nacional y después sus continuadores, hayamos sido solamente tres los compañeros de trabajo (y una de ellas su hermana Alba), es una vergüenza. Y que le hayamos tenido que hacer el homenaje en la calle y con las puertas cerradas, es otra vergüenza. Y alguien deberá hacerse cargo, porque no podemos volver ya la historia atrás. En esta primera parte soy interesado directo, porque como ya dije, primero fui su alumno y luego trabajé con ella. En la que voy a tratar a continuación no soy un participante, pero creo tener derecho, como ciudadano y también como periodista a hacerlo, porque además vi los rostros de algunos de sus compañeros del PJ. Inexplicablemente, después de su militancia peronista, que permitió, sin dudas, que llegaran a funcionarios muchos de los que hoy ocupan lugares de privilegio, no hubo homenaje en forma de palabras de reconocimiento y de valoración de quién se jugó en los tiempos en que eso no era fácil. Vimos, si, una corona de flores, pero eso se paga con monedas y de ninguna manera le hace justicia a su figura. Mucho se habla de que a los homenajes hay que hacerlos en vida y no después de la muerte. Pero en este caso no le hicieron ni lo uno ni lo otro. Quiero dejarle, como despedida, en mi nombre y en el de tantos que la quisimos y la seguiremos recordando, un solo verso de un poema de Nicolás Guillén, a quién admiraban ella y el Dani: "y aunque la muerte me das, ya me ganes o me pierdas, sin saber que me recuerdas no sé si me olvidarás". Mario Ignacio Arcusin