viernes, 31 de julio de 2009

El lado en el que estoy

El lado en el que estoy (1)
Editorial del 31 de julio de 2009

(1) Nota del editor: Para poder entender las razones del presente editorial es necesario leer previamente el comunicado de la Cooperativa Lucienville, emitido a raíz de los hechos suscitados por los despidos sin causa de tres empleados de la planta de la citada entidad, y que trascribimos a continuación:

Ante insólita actitud asumida por un conjunto de personas, consistente en “escrachar” públicamente a nuestra institución y a sus funcionarios, bajo el falso pretexto de defender los derechos de nuestros empleados, el Consejo de Administración de la “Cooperativa Agrícola Lucienville Ltda.” se ve en la necesidad de aclarar por éste medio y por única vez a la opinión pública:
Que el reciente despido de tres dependientes responde a razones de eficiencia en el manejo de la Cooperativa y no constituye más que el ejercicio lícito, normal y adecuado de una prerrogativa que la ley reconoce a favor del empleador, y que ha sido seguido de la inmediata e íntegra indemnización de las personas desvinculadas.
Que consideramos cobardes e impropias de nuestros medio tanto éste tipo de acciones cuanto la previa circulación de anónimos, y que probablemente por tales razones no fueron secundadas por nuestros trabajadores y solo ejercidas por quienes se titulan sus representantes, que viajaron desde otra ciudad con tal deleznable propósito.
Que, concientes de vivir en un estado de derecho y en la seguridad de no contrariar ninguna norma legal ni ética, no permitiremos que se condicione el manejo de nuestra institución por actos de prepotencia y hostigamiento ejercidos por agitadores que carecen de toda relación con nuestra institución.
Basavilbaso, Julio 29 de 2009

Es rarísimo esto. El año pasado todos teníamos que decir “soy del campo” y “bancarnos” los cortes calladitos la boca. NUNCA ví “protección” policial para los que, teniendo suma necesidad, pretendíamos cruzar por alguno de los “piquetes”. Sin embargo, frente a una marcha de no más de cuarenta personas (posiblemente las únicas cuarenta personas sin miedo que se pudo juntar), había dos móviles policiales rondando las instalaciones de la Cooperativa Lucienville, con una cantidad importante de efectivos.

¿Dónde está escrito que los derechos patrimoniales de los productores agrícolas (más específicamente de los productores sojeros) son más importantes que los de Héctor Parinelli de darle de comer a sus hijas?

Participé del acto desarrollado frente a las instalaciones de la más que centenaria entidad convencido (como lo estoy todavía al escribir esto y lo estaré, más que seguramente, por siempre) de que las luchas por los derechos valen la pena, y que no hay, en ese camino, niveles de prioridad. O, en todo caso, las prioridades están dadas por las necesidades de los que menos tienen.
No entiendo, entonces, y note el lector que he vuelto a utilizar la primera persona del singular (en vez del tradicional “nosotros”, para definir que no involucro a nadie más en mis afirmaciones) por qué parece ser molesto que alguien se preocupe por defender los derechos de los trabajadores.

No es cierto, como dice el comunicado de la Cooperativa Lucienville que transcribimos en páginas interiores de la presente edición, que ese sea un “deleznable” propósito. Por haber estado presente en el lugar y haber expresado mi adhesión, rechazo vehementemente la utilización de ese término, que significa “despreciable”, y me siento aludido por esa calificación.
En este país, hasta ahora republicano (no me animo a afirmar que sea democrático), manifestarse y expresar las ideas no puede ser calificado livianamente de “escrache”, más que nada cuando están frescas en las retinas y en los oídos de algunos memoriosos como el que esto firma, las expresiones, los cánticos y las vías de hecho puestas en práctica durante los días del llamado “conflicto del campo”. Que la gran mayoría de los medios haya sido complaciente no quiere decir que todo lo que ocurrió en ese marco, digo, en el marco de ese “conflicto”, haya sido “lícito, normal y adecuado”.

En cada una de las marchas y cortes hubo ruido, cánticos y hasta expresiones que más de uno consideró ofensivas hacia funcionarios públicos, respecto a los que se debe un especial respeto por el cargo que ostentan. Muchos soportamos (sí, soportamos) esa situación suponiendo y dando por ciertas las afirmaciones que se hacían por esos días acerca de que limitar la actividad del campo y reducir sus ingresos era atentar contra la economía del país, dependiente en gran escala de los recursos provenientes del agro. Así, por ejemplo, y aunque en esta página elaboramos coetáneamente pensamientos disímiles y pusimos en tela de juicio la validez de ciertos y determinados argumentos, retardábamos pacíficamente muchos de nuestros viajes, aceptando los cortes sin oponer resistencia, aún convencidos de que, como dice la nota antes citada, textualmente, “concientes de vivir en un estado de derecho...no permitiremos que se condicione...con actos de prepotencia y hostigamiento ejercidos por agitadores...”. ¿O no le parece a Ud., amigo lector, desapasionadamente, que las situaciones se parecen y que uno debe aceptar que lo que estaba bien antes también está bien ahora?

Ya hemos dicho varias veces, y tenemos un trabajo elaborado al respecto, que somos contrarios al denominado “despido sin causa”, que de ninguna manera puede defenderse con el único argumento del pago de la “inmediata e íntegra indemnización de las personas desvinculadas”. Es sabido que en el ámbito del empleo público hace falta un sumario previo para disponer la cesantía del agente, y no es descabellado imaginar, en los tiempos que vivimos y con los avances que van teniendo en el mundo las teorías respecto a los derechos de tercera o cuarta generación, que llegue el día en que no alcance con que al patrón no le guste la cara de su obrero para que pueda despedirlo, metiendo mano a un bolsillo generalmente bastante provisto, y decidiendo de un plumazo el futuro de una familia.

Basavilbaso es una víctima de ese proceder en lo que al ferrocarril respecta. La política neoliberal del menemismo terminó con una pléyade de trabajadores de toda una vida, abonándoles una suma de dinero que la gran mayoría dilapidó por falta de experiencia en el “cuentrapropismo”. Esto llevó, consecuente y fatalmente, con el paso del tiempo, a la generación de los tan criticados “planes”, que conllevan además de una pérdida de dignidad un acrecentamiento del clientelismo político, impropio de una república y causa directa de que dudemos de que estemos en democracia.
Pero, y esto no puede ser ignorado, en este caso no estamos hablando de cualquier “empresa privada”. Esta es una que está organizada bajo la forma cooperativa, la que tuvo su inicio en la ciudad de Rochdale, en Inglaterra.

Como pareciera ser que los actuales directivos ignoran los denominados “Principios de Rochdale”, y porque los mismos se dan de bruces con el contenido de la nota antes citada (¡tantas veces citada!), trascribiremos un párrafo que ya es historia:
“En 1844, un grupo de obreros ingleses creó una organización cooperativa de carácter legal, con los aportes de sus integrantes. El 24 de octubre de 1844 crearon el primer Almacén Cooperativo en la Ciudad de Rochdale, Inglaterra, considerado hoy como el origen de este tipo de entidades (si bien han existido otros intentos anteriores). Estaba formado por 28 tejedores desocupados de la fábrica de tejido de Rochdale, por haber participado de una huelga, y aportaron como capital a la nueva Sociedad la cantidad de 28 peniques cada uno. Hoy son conocidos como "Los Pioneros de Rochdale".

¿Quiere que abunde más? La Bandera de la Cooperación está formada por los colores del arco iris, que simbolizan los ideales y objetivos de paz universal, la unidad que supera las diferencias políticas, económicas, sociales, raciales o religiosas y la esperanza de humanidad en un mundo mejor, donde reine la libertad, la dignidad personal, la justicia social y la solidaridad.
Entonces, ¿“esas razones de eficiencia en el manejo de la cooperativa” tendrán la suficiente entidad como para dejar en la calle a tres obreros y “en la cuerda floja” a todos los demás, por aquello de “si las barbas de tu vecino...”?
¿No será demasiado atrevido pensar, como se dice (¡otra vez la nota!) que “no fueron secundados por nuestros trabajadores” solo por efecto del miedo?
Me preocupa, sí, y mucho, que más allá del miedo y de los “compromisos” no hayan estado presentes otros gremios (más que Agmer, orgánicamente) ni los partidos políticos con representación en Basavilbaso, o por lo menos los que han nacido para defender los derechos de los que menos tienen.

Y eso sin entrar a considerar que, si bien el origen de esta institución fundada el 12 de agosto de 1900 por un grupo de 15 colonos de la aldea Novibuco de la colonia Lucienville junto al maestro de la escuela y al administrador de la Jewish Colonization Asociation, respondió a las necesidades de los colonos judíos, con el correr del tiempo, integró a todos aquellos productores agropecuarios identificados con el proyecto cooperativista, sin tener en cuenta el componente étnico o religioso, como corresponde a este tipo de institución, que privilegia los valores de autoayuda, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad.
Me siento íntimamente ofendido por la calificación de “prepotente”, “hostigador” y “agitador” con la que se me califica por el solo hecho de haber cumplido con mis principios. Y en cuánto a las dudas expresadas en la nota respecto a la representatividad, quién esto escribe y los restantes dos oradores, más allá del derecho que tenemos como ciudadanos de una república y no de un feudo, como piensan algunos, fuimos elegidos en elecciones tan libres como las que les otorgaron sus funciones a los firmantes de la nota. E, incluso, por un universo más amplio.

Federico García Lorca, genial poeta al que solo pudieron callar los fascistas españoles matándolo, dijo una vez: “siempre estaré al lado de los que nada tienen y a los que hasta la tranquilidad de la nada se les niega”.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 17 de julio de 2009

El verso
Editorial del 17 de julio de 2009
Seguramente no nos equivocamos si decimos que los argentinos tenemos dos grandes pasiones: el fútbol y la política.
Y que, dentro de esas dos pasiones, hay muy identificados en nuestra idiosincrasia un partido y un equipo, mal que les (nos) pese a muchos.
Pero no solamente eso; está claro que cada uno de nosotros es un DT y un Presidente de la Nación, y que no solemos admitir opiniones en contrario cuando de estos temas se trata.
Es por esa razón que hoy vamos a dedicar la página a considerar juntas estas dos cuestiones, de manera tal de que, si generamos polémica, la cosa venga parejita.
Como para empezar, y más allá de esa emoción que nos junta a todos cuando juega la selección nacional (deberíamos decir, mejor, cuando gana la selección nacional), nosotros nunca vamos a llegar a entender, negocios aparte, cuál es la razón para que con tanta anticipación y con costos tan elevados, se mantenga un cuerpo técnico estable, como han sido varios los casos, y como es ahora específicamente el de "el Diego" y su equipo de colaboradores.
Para no caer en el error común, no vamos a partir de la base de que todo es blanco o negro. Hay miles de grises, y, además, hay cortos, medios y largos plazos. El hecho es que, en este tema de la selección nacional, y más específicamente de las eliminatorias para la Copa del Mundo, generalmente se terminan por requerir soluciones a corto plazo, o sea soluciones eficaces, por sobre las soluciones a mediano y largo plazo, o sea las soluciones eficientes. Y eso hace menos entendible que se estén gastando los miles de millones que ni siquiera nos imaginamos, y estemos dudando si nos vamos a clasificar. ¿No sería más lógico convocar a los once mejores en cada momento y así jugar cada partido? En una de esas logramos la eficacia que alguna vez pudimos conseguir.
Mientras tanto a nosotros nos queda la percepción de que, de la manera en que se está manejando la cosa, no pasamos de otro contenido folclórico del pueblo argentino, el tan conocido "pan para hoy y hambre para mañana".
Cambiando de tema, tal como lo propusimos al principio, esa condición de presidentes de la nación que cada uno de nosotros tiene, se ha acentuado en el tan mentado "día después", que en este caso fue el 29 de junio, apenas a horas de haber votado la renovación de bancas en las cámaras de diputados y de senadores. Vamos a aprovechar acá, haciendo un alto, para volver a decir, quizás por enésima vez, que no es correcto hablar de Parlamento ni de parlamentarios, porque nuestro sistema no contiene esos conceptos. Nos preocupa seriamente que los mismos legisladores, muchas veces, confunden los términos, lo que no habla muy bien que digamos de la formación que adquirieron para desempeñarse en ese lugar. Algo similar pasa cuando letrados (en el concepto de profesionales del derecho) hablan de Carta Magna en lugar de Constitución.
Pero continuemos. Decíamos que, a partir del "día después" se fueron desnudando algunas posturas que se escudaban tras el triunfalismo, aunque muchas de ellas ya se estaban dejando traslucir desde un tiempo atrás, suponiendo, sin razón, como quedó demostrado, que era posible hacer cualquier cosa frente al electorado, sin que los resultados previstos peligraran.
Ya dijimos que uno de los errores que tiene la política en general, pero que se acentúa a niveles locales (cuando hablamos de locales no nos referimos, por supuesto, solo a nuestra localidad, sino a cada una de las que corresponda a quien está leyendo), es el de creer o hacer creer "a la gilada" (Alegre dixit) que lo que mide el éxito de una gestión es la obra pública. Uno de los referentes políticos de por acá lo dijo hasta el cansancio "en la previa", para luego aceptar, a horas del triunfo pírrico, que había otras cosas tan o más importantes.
Pero es bueno aceptar, aunque sea a los efectos del análisis, que eso sea así. O sea que las bondades de un gobierno se miden por las obras tangibles.
Eso nos permite, sin que necesariamente terciemos en el conflicto por el liderazgo del PJ local, y sin que, por supuesto, tomemos partido por uno o por otro, tomar solo dos ejemplos demostrativos de que ese aserto constituye una falacia. Hace dos años, en oportunidad de concretarse el señalamiento vertical (las rayas blancas y amarillas, bah) de la Ruta 39, nos cansamos de denunciar por este medio, primero, que el sistema utilizado por la empresa adjudicataria del contrato era, por lo menos, primitivo. También aseguramos, sin ser expertos en el tema, que las líneas estaban destinadas a desaparecer a pocos días de las elecciones presidenciales, que por aquél año fueron en octubre, sin adelantamientos provocados por el miedo a perder.
Ahí nos equivocamos "fiero", ya que la pintura comenzó a desaparecer mucho antes, incluso en algunos sectores al otro día. Sin embargo nadie, NADIE, se hizo responsable de ese derroche, nadie, NADIE, explicó las causas de las fallas y las medidas tomadas al efecto (¿se tomaron medidas al efecto?), demostrando que en este tema de las obras públicas, baluarte principal de la gestión kirchnerista y su cadena, lo que importa es hacerlas. No importa cómo pero hacerlas. ¡Y cobrarlas!
Fíjese amigo lector que sólo acá, en nuestra zona, tenemos ese caso y el de la Escuela "Barón Hirsch", acerca de cuya construcción a costos desmesurados también alertamos a tiempo, y de cuya absolutamente deficiente construcción también hablamos, aunque acá a destiempo, porque ya estaba hecha (¿o debemos decir deshecha?).
Cómo será entonces la cosa multiplicada por cada región de la provincia y del país en la que uno o varios "punteros", abusando de su "gestión", consiga obras y luego no se responsabilice de los resultados. Es claro que en algunos lugares, en una de esas, el agua de lluvia lava las obras, pero acá ni eso, porque en ciertas y determinadas esquinas las aguas siguen estancadas.
Nosotros no hemos sido los que pusimos en el tapete el tema, pero, ya que estamos, debemos preguntar el por qué de la demora en empezar (¡y luego terminar, eh!) la tan promocionada refacción de la Escuela N° 9. Y, también, por qué no, si el día que finalmente se decidan a hacerla no correrá la misma suerte (¿suerte?) que otras similares de establecimientos más beneficiados en la premura (¿privilegios, dice usted?), otorgadas a empresas ineficaces, ineficientes e irresponsables.
El Estado, al contrario de lo que decíamos sobre la selección, acerca de lo cual puede haber distintas opiniones, necesariamente debe ser antes eficaz que eficiente. Es decir, debe producir con su accionar un impacto positivo en la población a la que se dirige. El Estado no está para ganar dinero, sino para ser eficaz, para distribuir equitativamente, para proteger al más débil, para ser un árbitro justo en las lógicas diferencias que conviven en toda sociedad.
En síntesis, es erróneo y muchas veces "de mala leche" intentar analizar el funcionamiento del Estado desde la lógica de la eficiencia. Este debe ser primero eficaz, luego si es eficiente, mejor. Eso es lo que, como le decíamos una vez al Prof. Roberto González, hace que el estado no sea una empresa. Así, por ejemplo, el legislador debe legislar (eso está muy claro en la división de poderes) y el funcionario debe cumplir "su" función. Y cuando ambos lo hagan bien, deben abstenerse de las alharacas, que para algo los eligieron o los nombraron. Y para algo les pagan. Bastante.
Y después de todo esto, para el caso que corresponda, tal como juraron, que se pongan a disposición para que Dios y la Patria se lo demanden.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 10 de julio de 2009

Las barbas del vecino
Editorial del 10 de julio de 2009
Para algunos amigos que nos "llamaron la atención" respecto al tratamiento que a veces se hace en esta página de la actividad política, reiteramos, esta vez públicamente, que no es lo mismo denostar la mala política que a los malos políticos. Justamente ese tratamiento oblicuo de la cuestión es el que suelen utilizar para defenderse los corruptos. Acusan a sus acusadores de "totalitarios" para tapar sus miserias, haciendo creer a los incautos que si se terminan ellos se termina la República. Y eso es una falacia, como la historia siempre se ha ocupado de demostrar.
No podemos negar que estamos viviendo en medio de corruptos (y sus respectivos cómplices), de inútiles, de obsecuentes, de especuladores, de traidores y de cobardes, y que, usualmente se vota al "menos peor". Y que cuando se descubre algo de alguien, como en el caso que nos ocupará hoy, uno supone que hubo una falla en el "trato", y que, de todas maneras, alguna cosa deberá tener en su momento para decirle al juez de la causa, del tipo: "si no me salva de ésta... me llevo puesto a fulano, zutano, mengano y... perengano...me explico?
Obviamente estamos hablando del caso del Intendente de Santiago del Estero, el radical K Julio Alegre (J. A. son sus iniciales), que fuera detenido días pasados por gravísimas denuncias en su contra.
Entre "otras cosas", (caramba, seguimos con las coincidencias) a través de algunas sociedades que están siendo investigadas, realizaba cobros por construcciones viales inexistentes (¿no habrá por ahí algún "señalamiento vertical"?).
Este funcionario, que dice que gana por mes siete mil pesos, tendría que ser Ministro de Economía de la Nación (ahora que estamos en tiempos de cambios) por lo mago que es para con esa "pequeña entrada" hacer la fortuna que hizo.
La crónica periodística cuenta que Alegre (un ex remisero, y no es que, obviamente, tengamos algo en contra de los remiseros. Ni de los panaderos, por decir.) presentó su renuncia el sábado pasado, en horas de la tarde, tras una serie de allanamientos a cinco de sus propiedades, entre ellas un lujoso chalet en una zona residencial, incluido un zoológico privado con animales exóticos.
En el lugar, cuyas tareas domésticas y de seguridad estaban a cargo de beneficiarios de planes sociales, la policía secuestró automóviles, camionetas y cuatriciclos cero kilómetro, entre otros "bienes". Entre los resúmenes de cuentas de tarjetas de créditos, todos a nombre del intendente, se detectaron gastos que superaban los 40 mil pesos mensuales, con pagos de alquileres de limusinas en Nueva York, Miami y Punta del Este, gastos de cenas por 2.000 dólares y alojamientos por 1.200 dólares por noche en esos lugares, además de compras de trajes en el local de Armani.
No creemos, eso sí, que sea el único caso en la Argentina. Seguramente ahora se investigará lo de Ricardo Jaime, a quién los Kirchner le soltaron la mano. Al ex Secretario de Transporte le gusta lucir anillos y cadenitas de oro, así como también vestir trajes y corbatas elegantes. Hay quienes dicen que también "luce" privados aviones, pero eso no está tan a la vista.
Jaime acumula varias causas judiciales en su contra, y hasta ahora lo mantenía impune la extrema confianza construida durante los años de poder. Se sugiere que el juez Oyarbide lo citaría en alguna de esas causas, sin dejar de hacer pensar, a los imaginativos de siempre, que otro hubiese sido el cantar si ganaba el kirchnerismo.
Alguna vez mencionamos acá, respecto a cosas más cercanas, la magnitud de algunos presupuestos de la obra pública entrerriana, la mala calidad de la misma (generalizando, decimos) y el desmedido enriquecimiento de algunos. Todo esto en una aparente relación de causa - efecto y en un palpable y necesario carácter transitivo. No hay que ser muy imaginativo para ponerle otros nombres y apellidos a la "gesta" del "amigo" Julio Alegre, que, de paso, esperamos que tenga un "julio triste" (y muchos meses más), si se nos permite el juego de palabras.
¿Ahora va entendiendo, amigo lector, la sugerencia del título?
Los militares están presos y bien presos por corruptos, ladrones y asesinos, pero la verdadera república no existirá mientras los malos políticos no les hagan compañía por iguales motivos: su irresponsabilidad, ineficacia y despotismo, que han causado en la Argentina (y los siguen causando, días tras día) muchas muertes por hambre, enfermedades y promoción de la delincuencia, teniendo a la ignorancia (que ellos fomentan) como su mayor aliado.
Santiago del Espero tenía un intendente "demasiado Alegre", que solo pudo acarrear más miseria y dolor a un pueblo como el santiagueño, que ya viene sufriendo desde hace tantos años postergación, maltrato, discriminación de parte de gobernantes sean del color que sean.
Pero sin embargo uno todavía se ilusiona con que el mismo pueblo (y otros, cuando cunda el ejemplo) se va a ocupar algún día (¿ya lo hizo hace poco, dice usted?) de seleccionar mejor mediante el voto y no votar necesariamente al menos malo, o al que ofrece solucionarle el problema de hoy, aunque le hipoteque el futuro.
Porque en medio de esos cambios de los que hablábamos tangencialmente más arriba, y que otra vez son de aquellos de "cambiar todo para que nada cambie", vuelve al escenario Aníbal Fernández, que tiene un débito de un muerto por día por consumo de "paco", 10 niños al día internados en hospitales de todo el país por consumo excesivo de sustancias, muerte de adolescentes como consecuencia de la oferta irrestricta de todo tipo de sustancias ilegales, jóvenes internados con severos trastornos cardíacos, producto del consumo de drogas de síntesis. Todo esto mientras él era Ministro de Seguridad de la Nación. Ahora será jefe de Gabinete. ¡Qué se puede esperar!
Mientras en que el "remojo de barbas" sea contundente y ejemplar, vamos a terminar la página de hoy con una anécdota interesante.
Cuando cursábamos Historia Social Argentina en la facultad, nos contaron un suceso que todavía recordamos, seguramente por lo inusual que nos resultaría hoy un hecho similar.
Bajo la presidencia de Victorino de la Plaza, el primer mandatario del Brasil viajó a la Argentina en una visita de confraternidad. Entre los agasajos se programó el banquete oficial. Como éste no podía realizarse en la Casa Rosada, por hallarse la misma en reparaciones, se resolvió que se celebrara en la casa particular del Presidente de la Nación.
Al día siguiente del banquete, Victorino de la Plaza llamó a su ama de llaves y comenzó a extender los cheques de su cuenta personal, para pagar a los proveedores. Al concluir le observó:
-Señora, falta la cuenta de los vinos.
Ésta le explicó:
-Sr. Presidente, como era una comida oficial, se trajeron los vinos de la bodega de la Casa de Gobierno.
Plaza le contestó:
-Señora, en mi casa el gobierno no paga los vinos. Vaya al almacén y reponga a la bodega las botellas que se consumieron.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 2 de julio de 2009

Editorial del 3 de julio de 2009

La hora de las pulgas
No es necesario insistir, y los resultados del domingo lo demuestran, con la idea de que hacer política es pasarse el día trenzando “arreglos” personales y a espaldas del pueblo.
Va llegando la hora, parece, de que muchos vayan entendiendo que hacer política es comprender al otro e intentar solucionarle los problemas, tratando de no creerse omnipresentes ni omnipotentes, ni sentirse por encima de cualquier control.
Algo ha pasado, y aquél que se resista a leer que esto es así, tendrá que hacerse cargo luego de las derrotas, como no se están haciendo cargo los que ahora fueron derrotados y miran para otro lado, echándole la culpa a los demás. Otra vez deberemos aconsejar acá la lectura del poema - canción de Alberto Cortéz que, precisamente, se llama “Los demás”, y que nosotros recomendamos a nuestros alumnos pegar con un imán en la puerta de la heladera para recordar sus frases todos los días.
Pareciera ser que acá hay algunos que consideran que no tienen nada que aprender (¡ni nada que hacer!). Total, como dicen muy sueltos de cuerpo, “ya están hechos”.
Una de las cosas en las que quizás se debería hacer hincapié, como nosotros lo hemos hecho desde esta página repetidas veces, es en aceptar que gobernar no es sólo hacer obra pública, contrariamente a lo que han venido diciendo algunos en los días anteriores a la elección. Gobernar es, ante todo, educar a la gente y prepararla para un futuro de bienestar y no para un presente de beneficencia y caridad pública. Gobernar es respetar al que piensa distinto, escuchándolo y sopesando la posibilidad, aunque sea remota, de que tenga razón. Gobernar es procurar una redistribución adecuada de la riqueza, la que debe comenzar, mal que les pese a los nuevos ricos de la política, por darle más a los que menos tienen. Pero, es claro, en ninguna de estas acciones hay “vuelto”, o por lo menos no del que les interesa a ellos, o a “la corona”, para quién alguna vez algún conocido admitió robar.
Antes de seguir con ese “cantito”, que además de desafinado no tiene letra y solo “guitarra”, muchos deberían ver en qué condiciones viven sus compañeros (esos con los que uno debe “compartir el pan”, que de ahí viene la palabra). O cómo están los baños de algunas escuelas de nuestra ciudad, que muchos pudieron “apreciar” (la palabra es adecuada, porque el precio debe ser bastante bajo) el domingo en las elecciones. ¡Si hasta estuvimos tentados y a punto de sacar una foto de las “comodidades” más propias de la época de la construcción de la escuela que de estos tiempos de “progreso y desarrollo”!
Muy poco hemos escuchado de autocrítica en estos cuatro días que van desde el escrutinio al momento en que escribimos estas líneas. Alguno la reclamó y la declamó, pero nadie comenzó con el relato de sus propios errores. Y sin autocrítica ni humildad, señoras y señores, no hay camino de salida.
Entre las cosas que deben inducir a los que se creen infalibles a buscar en ellos mismos las razones del fracaso (ganar por cien votos perdiendo dos mil es, sin dudas, también un fracaso) está el ver que los argentinos en general (y esto incluye, obviamente, a entrerrianos y basavilbasenses) hemos votado por un cambio frente a esa falta de humildad. Y esta vez por un cambio diferente, ya que no se trata del ilusorio “que se vayan todos” de comienzos del milenio, sino de un cambio de perfiles y de contenidos. No podía ser que siguiéramos entregándoles nuestra dignidad a gobiernos que nos seguían haciendo indignos.
La gente vio, no le quepa a usted la menor duda, amigo lector, cómo repartían a pie las boletas los que terminaron ganando, y como hacían cada cuadra en sus autos (¡y en qué autos!) ¿para no cansarse? los que, aún ganando, obtuvieron una victoria pírrica (que alguna vez explicamos acá qué quiere decir).
Es por eso que no compartimos el criterio, erróneo a nuestro entender, y así se lo hemos hecho saber a algunos amigos, de que el que ganó la elección fue el campo, o, para decirlo con otras palabras, que lo que le hizo perder la elección al gobierno fue el conflicto con el campo.
No puede ser que la intendente de nuestra ciudad, el gobernador y la presidente adjudiquen la pérdida de votos solo al conflicto del campo. Eso es erróneo desde el lado del que se lo mire. En primer lugar porque si fuera así, y si todos los votos perdidos por el oficialismo (en Basavilbaso más de dos mil, ya lo dijimos) fueran de gente del campo, entonces eso querría decir que hay muchos más de los que uno piensa y no se debe menospreciar su opinión. No eran “cuatro locos” como se decía por ahí. En segundo lugar, pensar de esa manera es “ningunear” al voto tradicional del peronismo, que en gran medida se volcó a otras opciones (peronismo disidente, radicalismo, socialismo) llevado por la bronca que generan la soberbia, los privilegios, la acumulación de riquezas, el reparto del poder entre tres o cuatro, el acomodo de los amigos (sin otra condición, al revés de lo que dice la Constitución, si nos perdonan, que la “inidoneidad”), la sordera ante los reclamos del pueblo (entiéndase acá por pueblo no lo que indica el sentido peyorativo que ellos le dan a la palabra, sino el verdadero, que incluye a todos los ciudadanos “rasos” y sin poder).
Cuando uno lee mal después interpreta mal. A esta elección la ganó la militancia de dos (o tres, como mucho) partidos políticos que se dedicó a hablar con la gente, a prestarle atención a sus problemas y a entregarle en mano una boleta con la convicción de que los nombres que figuraban en ella se iban a hacer responsables del compromiso asumido, sin “testimonios” previos, que, de tan falsos, resultaron un fiasco. A esta elección la ganó la desesperanza de muchos afiliados al partido gobernante, que desilusionados por la conducción personalista y creída que tiene el peronismo, optaron esta vez por dividir lo que siempre estuvo unido: votaron con el cerebro dejando de lado el corazón.
No todo está perdido. Solo hay que tener memoria, sobre todo en este momento en que a muchos se les ocurrió “rasgarse las vestiduras” para congraciarse con el electorado que le dio la espalda. Resulta que nadie reconoce que algunos agoreros sugerimos, y no nos equivocamos, que Jorge Busti le escapaba “al bulto” de encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales (¡justo él que no se quedó afuera en ninguna!) porque sabía que esta vez no iba a ganar. Hasta la supuestamente “heroica” decisión de poner a “su” esposa (Cremer “de” Busti, decía la boleta) es heroica hasta por ahí nomás, ya que si perdía, como estuvo a punto (a sólo 14 votos) de todas maneras conservaba su cargo de diputada para el que fue electa hace dos años, ¡porque no hay en el peronismo entrerriano otra mujer como ella!
Como ya escribiéramos alguna vez, y ya para ir terminando, parece que está llegando la “hora de la verdad”. Se nota en el ambiente algo distinto. No son pocos los que, quizás con otras palabras, pero con el mismo sentimiento y la misma preocupación, pusieron la boleta en el sobre convencidos de esta gran verdad:
A los políticos les interesa la gente, lo cual no en todos es una virtud.
También a las pulgas les interesan los perros.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso