viernes, 30 de octubre de 2009

Emparejar para abajo - Editorial del 30 de octubre de 2009
La pasada semana publicábamos un artículo que, bajo el vanidoso nombre "Lineamientos políticos y estratégicos de la educación secundaria obligatoria" tiene el supuesto objetivo de reformar la escuela secundaria para evitar la "expulsión" de los alumnos del sistema educativo.
Según el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, la principal meta es que "el alumno que ingresa debe egresar".
Por supuesto que no se rompieron mucho la cabeza para imaginar soluciones de fondo al problema, sino que, otra vez, apelaron a viejas mañas demagógicas que no son ni siquiera un esbozo de gatopardismo, porque no es que cambien todo para que no cambie nada, según el conocido axioma, sino que cambian todo para peor.
En vez de tratar de lograr que los alumnos mejoren su nivel, a estos genios se les ocurrió que el "nuevo" sistema educativo incluya la posibilidad de que los alumnos puedan dejar previas para el próximo año más de dos asignaturas.
Otra de las "innovaciones" es la convicción de que la evaluación no puede constituir, por principio, una herramienta de expulsión o exclusión del sistema, y acá queremos detenernos un poco.
En esta misma edición publicamos una noticia que tiene que ver con la premiación de la excelencia, medida a través de las notas logradas en un título universitario, y, mientras eso sucede en ese ámbito, y nadie discute que aquél alumno que tiene mejores notas tendrá mejores posibilidades de acceder a los mercados laborales y académicos, nosotros todavía seguimos perdiendo el tiempo en meras cuestiones idiomáticas que, en la confusión, generan una actitud de emparejar, pero hacia abajo.
Antes con años, como decía mi abuela, se clasificaba. Lo que significaba dividir a los alumnos en diferentes clases o categorías de seres, inteligencias o comportamientos. Luego "progresamos" y empezamos a calificar. Era lo mismo, pero sonaba mejor, más humano, menos mecánico. Más tarde surgió el último grito en el respeto al alumno, que de eso aparentemente se trata, y así fue como entramos en la era de la evaluación.
Entonces, mientras les permitimos a los alumnos llevarse más previas, nos seguimos preguntando cómo nos está yendo en educación.
Y, sincerémonos, el resultado viene bastante magro, y la cosecha es de calidad bastante criticable. ¿Qué nos falla? Nos fallan las matemáticas y el lenguaje. ¿Y por qué justamente esas asignaturas y no otras? Nadie responde.
Matemáticas y lenguaje llevan una carga tradicional (casi desde siempre) acerca de su relevancia en el desarrollo intelectual de una persona, y así el resto de la currícula sigue siendo una incógnita, un decorado, un encuadre para que las divisiones y las oraciones subordinadas puedan sobrevivir. A la hora de evaluar la educación, el que no distinga entre sujeto y predicado tendrá un futuro imperfecto.
Hemos dicho muchas veces acá, y en los ámbitos educativos correspondientes, que de la Ley Federal de Educación en adelante, o mejor deberíamos decir desde el Congreso Pedagógico, a la escuela argentina le entró la manía del verbalismo para expresar y demostrar teorías. Pese a que René Descartes dijo que las ideas han de ser claras, acá se empeñaron en complicarlas creyendo que eso les daba título de contenido, sin ver que solo lograban ocultar su propio vacío.
Nosotros hace mucho que sostenemos que a la escuela se va a estudiar. O, si Ud. quiere, a aprender. Y los maestros están para enseñar, siempre y cuando se les pague lo que les corresponde y lo que valen.
Pero, para completar, los padres deben apoyar esta acción, de cerca, con amor, y con acción en sus propias casas, explicándoles a los hijos que van a la escuela a aprender, a absorber cultura, requerimiento elemental de la sociedad humana.
Y las autoridades educativas, en vez de dedicarse a hacer números pensando cuánto van a ganar descontándoles a los docentes los días de huelga, deberían abocarse a una especie de abstinencia lingüística para poner todo el esfuerzo en descubrir qué necesitan estudiar nuestros hijos y, de paso, sacrificar demagogias acerca de la escuela "atractiva, simpática, interesante, divertida".
Jamás un balance o un estado de resultados serán divertidos para los alumnos. Y mucho menos los logaritmos o la Constitución Nacional. Pero ese no es el objetivo final de la educación, así que no debemos preocuparnos.
Y contra esto conspira el criterio expresado por el Ministro de Educación de la Nación, que dice que "tenemos que romper la representación de que la escuela secundaria es para pocos y selectiva. Se trata de pensar algunas estrategias de evaluación que consideren la posibilidad de que el alumno que ingresa debe egresar". Lo que no dice el Ministro es que a ellos no les interesa cómo egresa, total después se encargarán el mercado laboral o los ingresos a las universidades de marcarles sus carencias. Pero ya será tarde para todo, salvo para engrosar las filas de los abonados a los planes sociales. ¿O será ese, por fin, el propósito oculto de este plan?
También tienen una idea "revolucionaria" respecto al ausentismo, y por eso "estudiaron" una posible flexibilización del sistema de control de faltas. Bueno, si lo anterior era absurdo, esto es más absurdo todavía.
Hoy es muy normal que haya alumnos que terminen el año (aprobando) habiendo tenido treinta faltas, e incluso más. No hay manera, cualquiera sea la forma de enseñar que tenga el docente, de que las clases con alumnos ausentes consuetudinariamente rindan sus frutos.
Por más que legalmente estén autorizados y no puedan quedar libres, el desnivel educativo se advertirá, finalmente, como resultado querido o no querido.
La educación tiene un extraño magnetismo: muchos creen saber lo suficiente como para destacar sus errores y proponer al mismo tiempo el modo de corregir sus faltas. Pero en la mayoría de esos diagnósticos los juicios se formulan de modo categórico y generalizado, lo cual no les asegura de por sí certeza.
A nosotros nos parece que la única solución es que el docente debe ser revalorizado, y debe ser él quien tome las decisiones finales en esta cuestión.
Él es el ejecutor de una programación educativa que tiene que ser flexible ante los datos de una realidad dinámica, a veces mezquina y, otras, más generosa.
Hay que confiar más en la calidad de los recursos y en la profesionalidad de quien enseña y sabe adecuar sus medios a sus alumnos y sus circunstancias, sin someterse a documentos bizantinos que hacen referencia a una escuela cada vez más abstracta.
Dr. Mario Ignacio Arcusin para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 23 de octubre de 2009

Peyton Place - Editorial del 23 de octubre de 2009
Tres noticias dan lugar a la temática de la página de hoy.
Una tiene que ver con que el ex presidente Fernando de la Rúa irá a juicio oral en la causa por el pago de sobornos en el Senado para aprobar la ley de reforma laboral en 2000. Solamente diremos, respecto a esto, por ahora, que nos extraña sobremanera que sin haber pruebas contra De la Rúa (por quién, de todas maneras, no estamos poniendo las manos en el fuego) se apele al principio de que el máximo mandatario debe saber, y es responsable de ello, todo lo que hacen sus subalternos. En ese caso celebraremos que, con idéntico criterio, y utilizando los mecanismos que la Constitución Nacional prevé para estos casos, se procese a los también máximos responsables de las causas Skanska, Conarpesa, Antonini Wilson, Jaime, D'Elía, etc., aún cuando en este caso no se trate de un vapuleado ex presidente al que le tocó gobernar en un período muy inestable (para lo que, obviamente, no estaba preparado), sino de los actuales, real y virtual, mandatarios.
La otra, que comparte protagonista, tiene que ver con las declaraciones del ¿ex? presidente Néstor Kirchner en un acto que encabezó el martes por la noche en Córdoba, donde aseguró: "Nos gustaría tener enfrente a una oposición que tenga ideas y que no agravie".
Alguien debería advertirle a Kirchner que lo malo del autoritarismo es que es un sistema de gobierno y una doctrina en la que todas las actividades de una sociedad están sometidas a los fines de los dirigentes y de la ideología totalitaria inspiradora del Estado, o quizás deberían hacerle leer un poco más de Historia, que es la ciencia que enseña a no repetir los errores. Por ejemplo, no abrevar tanto en las aguas del stalinismo, del que parece ser un admirador confeso, a la luz de los hechos.
Los regímenes autoritarios suelen surgir como respuesta a un supuesto caos social, donde se hace imprescindible encontrar un responsable que justifique los excesos del régimen, y esto es lo que está buscando hacernos creer este personaje que se torna cada vez más nefasto para la Argentina, a medida que va dejando de lado toda razón y toda lógica.
Y el último. Ese mismo día, en el microestadio de Racing, en Avellaneda, la Presidente, en un acto de incorporación de 10.000 "cooperativistas" al Programa Social con Trabajo, aprovechó la ocasión para elogiar su propia gestión y criticar a la oposición. ¿La alumna supera al maestro?
Dijo Cristina Fernández: "No nos reunimos para criticar a los demás, nos reunimos para hacer cosas, para celebrar y para festejar el trabajo, la dignidad. Creo, además, que es la mejor manera de reunirnos y encontrarnos. Lo demás, dejémoslo para aquellos que no tienen nada bueno que contar, tal vez porque no hicieron nada bueno", sostuvo. (Nota del autor: Este párrafo debe ser releído al terminar de leer el editorial).
Ahora vamos a empezar a desgranar nosotros estos tres "disparadores", que nos dan una excelente oportunidad para relacionar pasado, presente y futuro.
Pablo Pérsico, hijo de un importante funcionario kirchnerista de la primera hora, surgido precisamente de movimientos como el que Cristina apoyó el pasado martes en Avellaneda, fue detenido cuando, en una camioneta oficial que manejaba (pese a que Pablo Pérsico no trabajaba en el Ministerio de Desarrollo Social donde sí "trabaja" su padre) se encontraron plantas de marihuana. Suponemos nosotros (¡solo suponemos, eh, porque a esta altura se puede esperar cualquier cosa!) que el destino de la camioneta no era el traslado de marihuana, de manera que también hay que investigar una malversación de caudales públicos.
Con todo el derecho del mundo, y porque alguien tiene que hacerse cargo de las consecuencias queridas y no queridas de los hechos que genera, ayer, después de un acto en la gobernación bonaerense, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, sostuvo, al ser consultado sobre el escándalo: "si un juez de la Corte dice que podemos cultivar marihuana en el balcón, entonces todo es posible".
No es la primera vez que se encuentra droga en una camioneta del Estado nacional. Hace casi un año se encontraron siete kilos de cocaína en una camioneta de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). ¿No será hora de que la defensa de De la Rúa invoque estos casos como probatorios de que en este país no se mide con la misma vara? ¿O alguien tendrá que denunciar a los Kirchner para que la balanza se equilibre?
De cuando en cuando una crisis pública, sin llegar a sacudir los cimientos de la gobernabilidad, deja magulladuras porque se mezcla lo público con lo privado, ya que el escándalo hace salir a la luz los secretos hasta ese entonces guardados, o protegidos, por la institucionalidad.
Pusimos el título de hoy, que recuerda a una muy famosa serie de la televisión de los '60, porque se trata de la historia de una gran aldea que se creía ciudad y que vuelve a mostrar públicamente sus pecados, porque las élites rompen sus cohesiones. Cada uno busca salvarse por sí solo al volar por los aires los vínculos colectivos que hasta ese entonces los mantenían unidos, o aparentar que lo estaban.
En nuestra pequeña "caldera del diablo" (que ese era el nombre de la miniserie en la Argentina) estamos asistiendo a un enfrentamiento que creemos se está tornando demasiado "sangriento", ya que trasciende lo meramente partidario para inmiscuirse en las esferas de gobierno, creando en los ciudadanos una sensación de vacío de poder que preocupa.
En el orden provincial es evidente que hay una mitad del oficialismo "arrimada" al gobernador Urribarri, muy abiertamente en la vereda de enfrente del sector encabezado por Busti. Así, en consecuencia, los intendentes que necesitan de las partidas de todos los días, son urribarristas, al igual que los funcionarios que necesitan mantenerse en sus puestos, mientras que los legisladores, o por lo menos los diputados, son bustistas, respondiendo a la cabeza de ese poder. Para colmo ese alineamiento se proyecta para arriba y para abajo. Para arriba porque Jorge Busti abjura del kirchnerismo mientras Urribarri es un testigo presencial de cuanto acto haya convocado la presidente o su marido. Y para abajo, porque, como bien sabemos por haberlo advertido en los hechos y por haberlo escuchado de boca de los protagonistas, en nuestra ciudad hay un sector claramente identificado con Julio Aldaz, conformado por la Presidente Municipal, sus funcionarios más fieles y dos concejales, y otro que reconoce el liderazgo de Fabián Flores y tiene en sus filas al presidente del Honorable Concejo Deliberante y a los restantes ediles ¿oficialistas?
Acá correspondería, en este hábito que tenemos de relacionar las cosas, preguntarle a Néstor Kirchner (¡si nos escuchara!), si cuando hablaba de "oposición" en aquél acto de Córdoba se refería también a la del propio riñón del PJ. Porque nosotros, acá, hemos escuchado que en algunas cuestiones se ha valorado más la palabra de los extraños que la de los propios.
Creemos que sería bueno que la población escuche alguna explicación sensata al respecto, y no solo los vanos intentos de "tapar el sol con la mano" a los que hemos asistido hasta ahora.
Las pruebas de que si ésto no se encara con seriedad, a más de dos años de la finalización del mandato, pueden ocurrir situaciones lamentables para la gobernabilidad y la convivencia, las hemos tenido a montones. Pero como los espacios son tiranos, tomaremos solo dos, y así concluiremos por hoy.
Mientras la Presidente promueve movimientos "cooperativistas" (por llamarlos como ella los llama), en nuestra ciudad el intento de apoyar los emprendimientos de ese tipo (hablamos de la Feria Comunitaria) ha desnudado intereses contrapuestos que hasta pusieron en riesgo la misma continuidad del proyecto que, recordemos, más allá de las objeciones y los controles que requiere, da de comer a la gente. Porque no sólo de puestos públicos inexistentes vive el hombre.
El Colegio Nacional de Basavilbaso cumplió 50 años. La realidad (que manda) hizo que los festejos debieran concretarse un 17 de octubre. Y esa misma realidad raleó de representantes del pueblo (elegidos y designados por los elegidos) tanto al acto protocolar como a la cena. ¿Es necesario recordar que preocuparse por la educación no es solo inaugurar y reinaugurar refacciones de escuelas o entregar cheques que ya fueron entregados? La Lealtad debería haberse demostrado, a nuestro modesto entender, primero con la Patria. Y los 50 años del Colegio Nacional indudablemente hicieron Patria en este pueblo, mal que les pese a los que optaron por la segunda opción de las tres que propuso el General.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 16 de octubre de 2009

La vida en cinco años -Editorial del 16 de octubre de 2009
Lo conocí cuando él tenía 10 años y yo muy pocos más. Tres más para ser exacto. En el año 1969. Fue seguramente en una mañana de marzo, bien temprano. Y puedo decir, como digo, que ahí lo conocí, porque pasar y conocer de vista, no es conocer.
Por supuesto, hablo del viejo y querido Colegio Nacional, que fue parte de mi vida (¡es parte de mi vida!) y de la vida de tantos otros.
Mirando la película que el tiempo nos va dejando, me veo entrando con Jorge (poco después ya fue para siempre "Machengo"); Eduardo (hoy solo "Pepona"); el Cabezón (ese ya era, obviamente para el que lo conoce, su sobrenombre); el "Tuerto"; que después fue Chito; Mulato; el Negro; Liliana (ya dije alguna vez ¡oh, Liliana!)…para encontrarme, casi enseguida, con los que pasarían a ser parte de mi vida hasta hoy. ¡Y yo no lo sabía!
El "Enano" (y los demás de Mantero que conocimos ahí); "Coco"; el "Tape"; Berta; otros que fueron abandonando en el camino (también quedaron algunos de los que ya nombré), así como varios que fuimos encontrando y llevando con nosotros. Y terminaron con nosotros el "Tío" (sería también "Topito" por herencia familiar); "Chiquito", "Morta", el otro Mario, "Chiche" (Nenucho, que no sé por qué se tuvo que ir); "Bien ché" y Rothamel (que no me acuerdo si tenía sobrenombre). Obviamente que la lista se completa con "Letanú" o "Calcu", que vengo a ser yo.
Nosotros éramos de "Comercial, colegio de varones, no admite… (la rima queda a cargo del lector, que, por supuesto, si es Perito Mercantil, la sabe de memoria), pero fuimos incomparablemente amigos y compañeros de los del Nacional, con quienes nos unieron en esos años muchas cosas, además del viaje a Bariloche en la Promoción '73. Ahí estaba "Caco" (después de mucho esfuerzo); Nardo (¡por qué te fuiste!), Laura (también, como con Liliana, ¡oh, Laura!); "la Sofi"; el "Piojo", el "Mono"; Marta, las tres Gracielas; Josefa; Elio; Gloria; José (el apodo es cariñoso, pero no lo voy a poner acá); Elsa; Betty; el otro "Cabezón", "la Lidia" (¡cómo olvidarme de Lidia!) y espero no haber dejado a nadie en el recuerdo, porque sólo a él recurrí para armar la lista.
Escribo así sabiendo que solo a los treinta y cuatro de mi promoción les va a caer directa esta ficha. Pero asumo el riesgo y me juego a que cada uno de los otros ponga los nombres de su propia memoria y asocie este festejo de los cincuenta años con su propio paso por el Colegio.
Colegio que, por otra parte, ya no es el mismo, pese a que está en el mismo lugar. Pero como de todo hay que ver el lado positivo, o el vaso medio lleno, vale la pena tener que agudizar la imaginación para recordar aquellas aulas, las que no nacieron para eso y se adaptaron del viejo edificio de la Jewish, y las que se fueron agregando a medida que se iba haciendo carne en la gente que era bueno seguir estudiando, y que acá "se podía". Hasta ahora, como docente, como padre, como ex alumno, cuando entro tengo que resistir la tentación de tocar esas paredes, que son otras, buscando sentir el latido de mi sangre, que corre todavía por las venas del edificio que ya no está , tanto como corre por las mías.
Y así como hablé de mis compañeros, quiero (¡debo!) hablar de aquellos que nos enseñaron, nos cuidaron, nos atendieron, se preocuparon, nos retaron, nos hablaron y nos escucharon.
La lista es larga, es profunda y es intensa. Tan profunda y tan intensa como la sensación que me hace lagrimear por los que estuvieron y ya no están, y por la certeza de que no nos estábamos dando cuenta en ese momento de que era necesario acumular esa felicidad para disfrutarla siempre.
Por suerte pude "cargar las pilas" entre medio de este texto porque me encontré con Goyo. El querido Goyo que está como estaba por aquellos años, y al que solo le falta pararse en ese ahora imaginario patio para preguntar, a los gritos: "¿Baby, dónde tengo clase yo?", o limpiarse las manos en su saco (¡pobre Ñata, después!) luego de "destripar" una rana. Gracias a él nunca olvidaremos las amebas y los paramecios, ni tampoco al conejo que nos hizo comprar y luego azotó contra la mesa del laboratorio, poco después de habernos "prometido" que lo dormiría con éter.
Hace mucho que no veo a Lía Arroyo, "la Gorda" (¿la veré por estos días?), pero el Nito se acordará (todos nos acordamos) de su "Platero es ppequeñño, ppeeluuddoo y suuaaaaveee", y del terrible efecto que causaba no pronunciarlo como debíamos. Largas colas frente a las ventanas hacían aquellos que no pasaban la prueba. ¿Y el viejo Curi? Sé que ya no está, pero es imposible que me olvide de sus clases de Educación Democrática. Tampoco de las de Inés Zoff, en la misma materia y en Historia, o de las de "la Bocha", que hace poco nos dejó, ni de las del querido Naldo, con sus demostraciones, sus partidos de softbol y su afán de sacar atletas de dónde no los había.
¡Cómo olvidarme de Olga Kippen, de su inteligencia, de su compromiso intelectual e ideológico, de su diálogo con aquellos incipientes Centros de Estudiantes, con los que de a poquito fuimos consiguiendo algunas permisividades! ¡Si hasta una obra de Chejov hicimos para un Día de la Primavera!
Por suerte la tenemos a Polola, lo que, en cierta manera, aunque no, nos compensa de no tenerla a la "tía Pesi". Y Chacho nos hace pensar que todavía está Julio, el "chorizo eléctrico" que aprendimos a querer por aquellos días. Y Alba, tan joven entonces y tan joven todavía ahora; y Laura (la de Inglés, de la que estuvimos todos enamorados); y Gladys, Arturo, el "Turco" Godoy, Mario Gluschancoff, la "vieja" Gallino, Doña Berta Cerolini y sus vanos intentos de formar músicos (muchos más vanos, obviamente que no por su dedicación sino por nuestra nulidad absoluta, que los de Naldo por formar atletas), el "Negro" Ponce (sujeto activo y pasivo de tantas anécdotas), "Catita" Ayala, que pretendía enseñarnos ¡Merceología!, y tantos, tantos, tantos…
Párrafo aparte para el inolvidable "Cocho", que está parado en el cielo al lado de un interminable timbre, y para Ana María, que también se fue. Sin ellos, sin el viejo Esparza, sin Baby, a la que ya nombré de soslayo, sin Martínez, sin Estela y Marta, que por esos días empezaban a trabajar, nada de esto hubiese sido posible. Si hasta Santamaría y su oferta de "a las petri, a las petri", que comprábamos en los recreos a través del alambrado, a "cincola son los rabones" (textual) son un ingrediente imprescindible a la hora de escribir esta historia.
Después pasaron muchas cosas. La facultad, el ser padre, el ver a los hijos en el mismo lugar por el que uno pasó, la terrible muerte de Nardo (no puedo dejar de nombrarlo tantas veces como pueda), el paso de los años, el adiós a mis padres, los triunfos (y las derrotas y los empates), el nuevo paso por el colegio en la docencia, y muchas cosas más.
Pero lo de esos cinco años es especial, tan especial como es volver a encontrar a los compañeros, a algunos todos los días, y no cansarnos nunca de contar y escuchar mil veces las mismas anécdotas, los mismos recuerdos, las mismas añoranzas.
Del colegio no nos queda, como decía Nino Bravo "más que el polvo del camino". Pero es bastante eso. Lo tenemos adherido para siempre. En el corazón. En la piel. En el alma.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 9 de octubre de 2009

Ni blanco ni negro - Editorial del 9 de octubre de 2009
Los argentinos estamos acostumbrados (mal) a una línea de pensamiento que no admite grises ni medias tintas. Acá se es peronista o gorila, bostero o gallina, de Ford o de Chevrolet (por lo menos en el viejo TC), rubio o “cabecita”, etc. Debemos decir en este punto que el etcétera, en este caso, tiene expresamente el exacto significado de “y lo que falta”, porque somos conscientes de que el lector podrá incorporar numerosas opciones a esta lista. Por estos días un amigo que suele darle una vuelta más a las cosas, nos decía que estamos viviendo en un sistema binario, donde solo hay ceros y unos.
Toda esta introducción viene a cuento a raíz de la notoriedad y el grado de discusión que ha alcanzado el tema de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, más vulgarmente conocida como Ley de Medios. Y debemos dejar aclarado acá que cuando hacemos referencia a esa “notoriedad y grado de discusión” lo hacemos sabiendo que esta cuestión no le quita el sueño ni mucho menos el hambre a la gente. Por supuesto que la discusión tiene su ámbito específico, relativo a los que estamos relacionados con la problemática y con los dirigentes políticos y sociales que ven en esto un avance o un retroceso, según los casos, en abierta consonancia con lo que decíamos más arriba. Acá o se está a favor o se está en contra.
Aún cuando en la radio y en la televisión gran parte del contenido de los programas periodísticos desarrolla los argumentos de ambas posturas, ya casi rozando el cansancio, también es cierto que la audiencia de esos programas está circunscripta a más o menos el mismo espectro de interés. A mucha más gente, obviamente, le preocupan las “botineras” o la supuesta aventura del “Facha” Martel en Concepción del Uruguay con una basavilbasense. Y eso se muestra en el programa de Jorge Rial, en el que la Ley de Medios ni aparece.
Nosotros participamos el sábado de un debate acerca de este tema con Jorge Lanata, y la verdad es que no se nos termina de aclarar la cuestión. Imaginamos entonces cómo debe ser la cosa para quien tiene sobre esto un desconocimiento absoluto, y se encuentra de golpe con la necesidad de tener una opinión formada.
Uno de los lemas más importantes a favor de la nueva ley es aquél que pregona que es inentendible que en más de 25 años de democracia todavía tengamos respecto a la radiodifusión una ley dictada en tiempos de gobierno militar. Y a nosotros ese solo razonamiento no nos convence, y es por eso que vamos a intentar darle algunas vueltas, para desmitificarlo o, aún cuando nos pese, confirmarlo.
Preguntábamos nosotros, a modo de comparación, por qué en otras cuestiones tan importantes, como por ejemplo la educación, cuando hubo que dictar nuevas normas legales en períodos constitucionales (Ley Federal de Educación y Ley Nacional de Educación), se tomaron tiempos mucho más extensos y se llevó el tratamiento a las escuelas, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales, etc. Nosotros mismos tuvimos, en las dos oportunidades citadas, la posibilidad de expresar opiniones y fundarlas. Si luego no fueron tenidas en cuenta no es nuestra culpa, pero el espacio estuvo y creemos que se aprovechó.
Acá el apuro por que la ley “salga” hace que, lamentablemente, todo tenga un “tufillo” extraño, que hace pensar en aviesas intenciones, que por otra parte no resultan totalmente ajenas al modo de proceder de este gobierno y, sobre todo, del matrimonio gobernante.
Está fuera de discusión, por cierto, que no es propio de un estado de derecho que la propiedad de los medios esté concentrada en tan pocas manos. No solo por los peligros ocultos que ello implica, sino por una realidad palpable, que creemos ya alguna vez hemos intentado desenmascarar acá. En efecto, el hecho de que Canal 13, Todo Noticias, Radio Mitre y Clarín sean del mismo grupo empresario, implica que una persona común, ajena hasta ahora a estas intimidades del poder (del poder de los medios, en este caso), tome como ciertas las afirmaciones de cualquiera de éstos, confiando en que la confirmación que obtiene en los otros tres es suficiente prueba de verdad. Uno supone, incluso, que para la famosa “doña Rosa” a la que se dirigía Neustadt, que podrá haber sido un maléfico periodista pero que conocía muy bien al espectro de los oyentes y televidentes, será difícil de entender esto de que un medio pueda privilegiar su propio interés por sobre el derecho a informarse que tiene la ciudadanía.
El escenario de hoy lo conocemos. Y no nos gusta. Pero no por eso estamos obligados a aceptar cualquier otro. Sabemos cómo debemos proceder frente a la concentración actual, y nos genera preocupación no poder tener la misma seguridad en un futuro, cuando no tengamos conocimiento exacto acerca de quién fue con una valija llena de dólares a comprar los canales, las radios y los cables.
La falta de explicaciones adecuadas y la inimputabilidad, que linda ya en lo inmoral, que caracteriza a la administración kirchnerista, desde sus comienzos, no de ahora, hace que debamos sospechar, con todo el derecho del mundo, que los procedimientos utilizados para acrecentar los patrimonios de choferes, guardaespaldas y secretarios, devenidos rápidamente en empresarios del juego, de los trasportes, de la minería, de los negocios inmobiliarios y vaya a saber uno de cuántos negocios puros o impuros más, sean los mismos que se utilicen para apropiarse de los medios de comunicación.
De últimas, usted me puede decir que le da lo mismo que el dueño sea el “grupo Clarín” o el “grupo Kirchner”. ¡Pero a nosotros no, fíjese! Nosotros no le tenemos confianza a esta forma de acumular poder económico simulando un interés social. Nos asusta el adelanto, que nosotros vaticinamos claramente, que está expresado en las transmisiones del fútbol por el canal oficial (oficialista). Ahí las publicidades son del gobierno, o, lo que es peor, del partido del gobierno. Y en los programas periodísticos o de “opinión” del mismo canal, nunca hemos escuchado un análisis crítico de ninguna cuestión de la que sea parte interesada el matrimonio presidencial.
Ese absolutismo, que ya excede la natural predisposición a ser “más papistas que el Papa” que tienen los que trabajan en los medios del estado, nos hace pensar, como decíamos más arriba, que en circunstancias críticas, como pueden ser, por ejemplo, las semanas previas a elecciones de dudoso resultado, la propiedad de los medios (acumulada) permita mostrarle a la población una realidad que no es tal. Si ya lo hicieron con el IndeK, ¿qué duda nos puede caber de que repetirán maquiavélicamente la fórmula por aquello de que “el fin justifica los medios” (los medios de los medios, en este caso, si se nos permite el juego de palabras).
Nada amerita, ni siquiera la tan remanida (aunque cierta) recurrencia a la falta de legitimidad de la ley vigente por haber sido sancionada por un gobierno de facto, que se pretenda (y se logre) dictar una nueva bajo aparentes formas democráticas, que no son tales. Más allá de que los diputados que la votaron favorablemente, y de los senadores que estarán hoy viernes haciendo lo mismo, fueron elegidos por el voto popular, universal, secreto y obligatorio, en elecciones libres, la falta de independencia del Poder Legislativo es tan obvia, que los jefes de los bloques oficialistas no tienen ningún reparo en aceptar que van a pedirle instrucciones al “primer esposo”. No se discute en comisiones, se limita el número de las audiencias públicas y se escapa al tratamiento parlamentario adecuado, abusando de las mayorías de las que disponen o negociando con quién sabe qué prebendas para conseguir las que les faltan. Esto no le va a dar mayor legitimidad a la ley que se promulgue que la poca que tiene la que se hizo desde la CAL (Comisión de Asesoramiento Legislativo), engendro que inventaron los militares para suplir la acción del Congreso, a la que nada tiene que “envidiarle” este de ahora, manipulado descaradamente y convertido en un mero pasamanos o en una “escribanía del poder”, como alguna vez lo definiéramos y luego nos copiaran.
Solo como muestra de lo que vamos a ver con mucha frecuencia una vez que desde los siniestros pasillos del poder nos hagan “tragar el sapo” en aras de una supuesta libertad de prensa que ahora no es tal, pero que lo será menos todavía en un universo kirchnerista, el sábado los espectadores de un partido de fútbol y los tele espectadores del canal oficial, tuvieron que esperar que Néstor y Cristina se “mostraran” junto al féretro de Mercedes Sosa para que pudiera empezar la transmisión y, de hecho, el partido mismo.
“El líder popular, una vez que ha gustado del placer del mundo, cae en el delirio del poder y la grandeza y todo lo subordina a su permanencia en lo alto. Abolirá todo derecho hasta que, finalmente, comprenda el pueblo qué monstruo ha creado”.
Lo dijo Platón.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso