jueves, 20 de septiembre de 2012

Nada más que ruido

Nada más que ruido - Editorial del 21 de septiembre de 2012 El archivo de Crónica refleja la postura de este editorialista en oportunidad de los cacerolazos de marzo de 2008, cuando sucedía lo que se dio en llamar el "conflicto del campo", por lo que la coherencia en el pensamiento tiene antecedentes. No me gustan estas expresiones atomizadas, porque creo en la importancia de los partidos políticos como única herramienta de representación en democracia. Pero tampoco me parece que sea lo más adecuado que el gobierno siga minimizando los reclamos y haciendo oídos sordos, con el único argumento, bastante endeble, de que quienes apelaron a las cacerolas son parte de una determinada clase social, en este caso la clase media alta y la clase alta. ¿Como si la dirigencia política viviera en las villas y viajara en colectivo! ¡Vamos! En "el día después" de esa manifestación, que no deja de ser popular, y en todo caso el que piense lo contrario deberá explicarme cuál es el concepto de pueblo que debemos manejar, deja como una de las consecuencias más lamentables la actitud de los funcionarios de este gobierno que niegan todo (la inflación, sus culpas en la tragedia de Once, la corrupción), más allá de que apelen a la "chicana" de decir que las personas que fueron a la manifestación sólo se preocupan por lo que pasa en Miami. Sin negar que eso pueda ser cierto, en una gran proporción, no lo es menos la tan folclórica aseveración de que a las marchas que organiza el peronismo la gente acude atraída más por el sándwich de chorizo y el "tetra" que por el contenido ideológico de las mismas. Y la poco feliz expresión de Abal Medina (parece que la sangre de su tío fue derramada en vano) respecto a que la gente no pisaba el césped para no ensuciarse los zapatos, tiene su también aberrante correlato en aquella discriminatoria expresión del "aluvión zoológico" que se lavaba los pies ("las patas") en la fuente de la Plaza de Mayo. Pero yo creo que las protestas deben estar acompañadas de propuestas. Y, como dije más arriba, los únicos capaces de generarlas, en las democracias, son (¿deberían ser?) los partidos políticos. Este gobierno se jacta de haber disminuido la deuda externa a menos del 40% del PBI, de haber incorporado a dos millones de integrantes de la tercera edad a cobrar una jubilación a la que antes no podían acceder, de haber destinado el 6% del PBI para la educación, de haber disminuido la desocupación del 24% al 8%, de haber recuperado YPF, Aerolíneas y Aguas Argentinas, y todo eso sin que le prestaran un peso desde hace diez años porque estamos en default. SI la oposición funcionara en este país para algo más que para agenciarse de una banca en alguna de las cámaras y asegurarse así un futuro venturoso, debería ser ella la que le explicara a la gente que la deuda externa era ilegítima, y que por eso no debería pagarse; que el 6% en educación no significa un avance, teniendo en cuenta que gran parte de ese porcentaje se obtiene sumando la compra de las netbooks, que ya dije acá no son la panacea universal ni mucho menos. La falta de progreso es importante, no hay inversiones ni empresas nuevas. Si no hubiese sido por la soja y los valores que tiene hoy en día, nada de lo que parece un logro político se hubiese podido hacer. Y la desocupación no disminuyó; solo vive a costilla del Estado denigrando a los más necesitados convirtiéndolos en mendigos de una asistencia social que llegó al punto máximo del clientelismo, porque ahora está tarifada y lleva nombre y apellido. Y lo que Cristina llama "sintonía fina" en la relación Nación - Provincias, no es más que un "ajustazo" de aquellos, inexplicable por otra parte en un país al cual le ingresaron tantos dólares por la soja. No es negando la realidad como se modifican las cosas, así como tampoco se van a modificar porque se golpeen las cacerolas. Nuestros gobernantes deberán entender que no son los Dioses del Olimpo y que, además, no son infalibles en cada decisión que toman. Seguramente si fueran menos arrogantes, y escucharan los reclamos del pueblo que los votó, pero también del que no los votó, los cacerolazos perderían su razón de ser, y los argentinos volveríamos a confiar en el momento especial para cambiar las cosas, que es aquél en el que se ponen las urnas a nuestra disposición. Cuando Abal Medina, funcionario a quién nadie votó, y que seguramente de Miami conoce mucho más que mucha de la gente que se manifestó el 13 de septiembre, dice lo que dice, alguien con la autoridad que le da la representación política debería preguntarle sobre los 51 muertos en la estación de Once, o acerca del periodista picaneado en Formosa por el gobierno de Gildo Insfrán; o de las detenciones ilegales en los cortes de la Panamericana que llevaron a 200 hombres, mujeres y niños a Campo de Mayo hace poco menos de un mes. O quizás, también, pedirle alguna explicación sobre el muerto en Humahuaca, según dicen, a manos de la organización Tupac. Es indudable que el "núcleo duro" de quienes se movilizaron el pasado jueves 13 fue el mismo sector social que en 2008 apoyó a la Mesa de Enlace agropecuaria, y también es indudable (y surge de las mismas declaraciones que los medios oficialistas se encargaron de magnificar) que una parte de éste ha sido directamente afectado por algunas medidas gubernamentales, como la imposibilidad de ahorrar en dólares o el encarecimiento de los viajes al exterior, logrando que se identifiquen coyunturalmente con sus demandas otros sectores. Pero también es indudable, por lo menos para quién esto escribe, que es el kirchnerismo, con sus medidas de regimentación política y social, con el uso discrecional de los recursos estatales para sostener el poder de su camarilla, quien le permite a estos sectores hacer demagogia "republicana" para tratar de meter adentro de sus reclamos incluso a sectores de la clase trabajadora, que tienen sus propias razones para estar descontentos con el Gobierno. Lamentablemente ese descontento obrero y popular con el gobierno de Cristina, no tiene tampoco una expresión política adecuada, porque los partidos de izquierda terminan siendo más burocráticos y reaccionarios que aquellos a los que pretenden enfrentarse. Porque si hubiera en verdad un partido que sea nacional y popular, debería denunciar los feudos en muchos casos familiares en que se convirtieron casi todos los grandes sindicatos; la caída de los salarios por los aumentos inflacionarios; el saqueo que constituye el cobro del "impuesto a las ganancias" a los trabajadores (en Entre Ríos lo estamos viviendo los docentes); que el 75% de los jubilados cobre la mínima; que un 35% de trabajadores esté "en negro" y muchos más que sufren diversas formas de precarización; el despotismo patronal en todas sus formas; los tres millones de hogares sin vivienda digna. En suma, de que en casi una década de kirchnerismo, fueron los empresarios los que "se la llevaron en pala", como admite la propia Cristina Fernández, mientras las pocas concesiones que recibieron los trabajadores, a pesar del fuerte crecimiento económico, hoy se van licuando una a una, mediante "ajustes" directos (como ocurre en varias provincias) e indirectos. La tragedia sería que este descontento sea canalizado por la agenda reaccionaria que le quiere imprimir la oposición patronal apoyándose en los sectores medios acomodados. Sería, si se me perdona la expresión, como salir de la sartén para caer en el fuego. Los que reclamaron el 13 de septiembre deberían saber, y reivindicar, que en los últimos años murieron 18 manifestantes por luchar. Que los asesinos de Mariano Ferreyra fueron amparados por la Policía Federal y la empresa que dirige el Ferrocarril Roca, de la cual forma parte el gobierno nacional; que Carlos Fuentealba murió para nada, parece; que el gatillo fácil contra la juventud explotada y oprimida aumentó exponencialmente desde que los Kirchner llegaron al poder; que Julio López fue secuestrado por segunda vez hace seis años y el Gobierno garantizó la impunidad para los criminales. Pero nada de esto se escuchó en los cacerolazos. Y eso es un gran pecado, porque la Argentina no va a salir adelante con reivindicaciones sectoriales. O salimos todos, o no sale nadie. Así de simple. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 13 de septiembre de 2012

Espejitos de colores

Espejitos de colores - Editorial del 14 de septiembre de 2012 Dos fechas me motivan a escribir el editorial de hoy. Una que ya pasó, y con la cual, por una cuestión más que emocional, debía haber escrito la semana pasada (me volvió a superar lo coyuntural), y la otra muy próxima en el tiempo. Por supuesto que la primera de ellas es la del 6 de septiembre, día en el que se debía haber recordado, con mucha más enjundia que con la que se recuerdan otros hechos, el primer golpe de estado atestado a la democracia, en el año 1930, contra un gobierno encabezado por Hipólito Yrigoyen (con Y griega, no con I latina, ya que estamos) elegido por el pueblo, en elecciones libres y sin fraude. Ese golpe, ominoso, quebró la estabilidad institucional a través de un gobierno de facto encabezado por el general José Félix Uriburu, reprimió a la militancia radical, intentó imponer un régimen fascista, y finalmente, entregó el gobierno, graciosamente, a una coalición conservadora encabezada por el general Agustín P. Justo. En tiempos en que estamos discutiendo la posibilidad de que los que cumplen 16 años tengan derecho al voto, y también en tiempos en que tanto se habla de la “militancia” en las escuelas, bueno es decir, con constancias históricas, que la víspera de ese golpe, el por entonces Juan Domingo Perón fue designado ayudante del teniente coronel Descalzo y el 6 de septiembre los dos fueron a la Escuela Superior de Guerra donde aseguraron su adhesión a la asonada. Luego se dirigieron al Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín con un grupo de soldados, arrestaron a su jefe que se negaba a adherirse y lo reemplazaron por otro. Se formó entonces una columna con tropas en la que Perón iba en un auto blindado armado con cuatro ametralladoras y marcharon a la Casa Rosada a la que encontraron invadida por civiles que estaban causando destrozos, por lo que trataron de desalojarlos pacíficamente. Durante ese día permaneció en el lugar resguardando la seguridad hasta que llegaron las tropas restantes y a la noche patrulló las calles de la ciudad de Buenos Aires para prevenir desmanes. El segundo de los hechos, tercer golpe de estado que se produce en la Argentina (dejo expresamente de lado el segundo, porque me va a dar el pie más tarde el relato), acaece el 16 de septiembre de 1955, cuando las fuerzas opositoras al peronismo deciden derrocar a Perón bajo el nombre de Revolución Libertadora (luego rebautizada por la militancia peronista como “Fusiladora”) y que fuera quizás la más sangrienta experiencia de apoderamiento ilegítimo del gobierno, por lo menos hasta el incomparable genocidio del autodenominado “Proceso”. Y había dejado, dije que expresamente, la mención del segundo golpe, ocurrido el 4 de junio de 1943 “jornada redentora de la patria” según una marcha que cantaban los cadetes del Colegio Militar de la Nación: "¡4 de junio! / Jornada redentora de la Patria. / El civil de bien / y el soldado leal / guardan tu gloria inmortal. / ¡4 de junio! / Olímpico episodio de la historia. / Triunfa la razón! / grite el corazón: ¡honradez, libertad y honor! ..." Digo, porque si vamos a propiciar la militancia política de los jóvenes en las escuelas y colegios, tenemos que animarnos a hablar de todo, y no solamente de lo que “nos conviene”. Porque fue en el transcurso del golpe de estado del 43 cuando emergió la figura del entonces coronel Juan Perón, originándose allí el peronismo. La Revolución del 43 fue un golpe de estado militar que derrocó al gobierno de Ramón Castillo. Fue encabezado por los generales Arturo Rawson y Pedro Pablo Ramírez, y apoyado entre otros por un grupo de jóvenes oficiales del Ejército Argentino nucleados en el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que se oponía a la participación argentina en la Segunda Guerra Mundial sosteniendo la tradicional posición “neutralista” de la Argentina, que más bien quería decir favorable a Alemania. El GOU fue un grupo de enlace bastante informal entre jóvenes oficiales superiores que consideraban necesario "restablecer la moral y disciplina dentro del ejército". Este grupo se declaraba en contra del comunismo. Entre los fundadores del GOU se encontraba, como dije antes, el coronel Juan Domingo Perón, quien formaba parte del estado mayor revolucionario antiyrigoyenista desde septiembre de 1930. El programa del GOU se convirtió, finalmente, en el programa de la revolución del 43. En realidad, el GOU recién se formaliza operativamente después de la revolución de junio, como una especie de prolongación del ministerio de Guerra del que Perón era secretario. Allí era donde se imprimían las circulares del GOU con los mimeógrafos oficiales. El general Farrell, ministro de Guerra, y su esposa Beatriz Verdún, convocaban a los jefes y oficiales para que se encontraran con el mismo Perón. La proclama revolucionaria es un documento ad usum militaris que invoca el supremo derecho de las armas de “tutelar los sagrados intereses de la patria contra el fraude, la venalidad, el peculado y la corrupción”. Fuera del "fraude", lo mismo decía la de 1930, solamente que con signo distinto. Pero en 1930 las armas equivocaron el remedio y dieron origen a la década infame: ahora devolvían al pueblo sus derechos y garantía conculcados. No era la primera, ni sería la última vez: en 1955, 1962, 1966 y 1976, las equivocaciones y los remedios se sucedieron sin mellar "la misión y esencia de las fuerzas armadas". Como yo creo que la “ignorática” (neologismo que no sé si acabo de inventar) es la ciencia que más dominan esos mismos jóvenes que el oportunismo kirchnerista pretende hacer votar a cambio del título de hoy, es que me atreví a oponer a lo que se está pretendiendo imponer como verdad revelada, algunas verdades ocultadas, como demostración de que no todo lo que reluce es oro. No está en mi ánimo (y no me preocupa tampoco que alguien piense que sí) el defenestrar la figura de Perón, a quién admiro en alguno de sus aspectos, pero del que sé, positivamente, aunque parezca ésta una verdad de Perogrullo, que era un ser humano, y como tal, imperfecto. Solamente pretendo utilizar su ejemplo para demostrar que lo que se quiere hacer desde “la Cámpora”, elevando a la categoría de prócer a Néstor Kirchner, y llevándole ésto como una verdad revelada a los chicos de los colegios y de las escuelas, es un atentado contra la misma democracia. Y lo digo desde la autoridad que me da haber presidido, en el año 1972, acá en Basavilbaso, un Centro de Estudiantes que, en plena dictadura militar (hago un alto más que necesario para “recordar” que el gobierno de Onganía, Levingston y Lanusse, mal que le pese a algunos “prohombres” que fueron funcionarios de ese gobierno de facto, también fue una dictadura), organizó y llevó a cabo una marcha del silencio alrededor del Monumento a la Madre, a los pocos días de los hechos de Trelew. ¡Eso sí era hacer política! Para los que defienden a ultranza este proyecto de “militancia” que confunde a la gente y que pretende monopolizar la política partidaria, aconsejo releer a Paulo Freire: “Enseñar exige respeto a los saberes y a la autonomía, enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo, enseñar exige generosidad, saber escuchar y la firme convicción de que nadie es, si se prohíbe que otros sean". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 6 de septiembre de 2012

Pacta sunt servanda

Pacta sunt servanda - Editorial del 7 de septiembre de 2012 A manera de preparación para lo que se viene, inexorablemente, y por ahí dejando de lado, como tantas otras veces lo hice, temas más coyunturales, quiero explicar el porqué de mi temprano rechazo a la idea de una re reelección, tal como está planteándose desde sectores que responden al "cristinismo". Es harto evidente que este proyecto político estaba basado en una sucesión indefinida entre Néstor Kirchner y su esposa, tanto por su propia convicción de "salvadores de la patria" cuánto por la propia abulia de la oposición, que no puede convertirse ni siquiera por inercia en una opción válida para enfrentar a este sistema ideado para el enriquecimiento personal de sus más altos representantes, en algunos casos con resultados positivos también para la Nación, y en muchos no, aunque eso no sea, evidentemente, lo que les interese. Recuerdo con mucho afecto, de mi época de estudiante secundario, la pertenencia a un grupo teatral que por entonces era emblemático en Basavilbaso. Se llamaba TIM (Teatro Independiente Mascarada). Pero no es precisamente de las mascaradas de lo que quiero hablar, sino del programa de sala de una obra que alguna vez, en uno de esos intercambios que caracterizan a las actividades culturales vocacionales (ahora me pasa con el Coro), representó un grupo de Concepción del Uruguay. Al dorso de la tarjeta que entregaban a los espectadores estaba impresa una frase que me quedó grabada, y que viene muy a cuento para explicar las razones de este proyecto re reeleccionista: "La vida es así; te cambia los planes. La muerte también". Aquellos a los que se les va la vida (casi literalmente) detrás de este proyecto (y no precisamente por una cuestión de ideales), no tienen ahora otra opción, después de la desaparición física de Néstor, que apostar al slogan "Cristina para Tod@s y para Siempre", lo que vendría a completar la idea que comenzara con las milanesas y siguiera con el pescado. Y, también, debo reconocerlo, la implementación de este plan de continuidad de "ella" es un aporte inestimable a algo que venía dejándose un poco de lado. Estoy hablando, por supuesto, de que finalmente tendremos "Cultura para Todos", por lo menos desde el punto de vista literario, ¡porque ya estamos escuchando cada verso! Los discursos de los funcionarios de segunda línea que son el soporte del kirchnerismo apuntan a sostener la continuidad en base a un liderazgo fuerte y a una concepción patrimonialista del poder (esto dicho desde por lo menos dos de los conceptos de la palabra patrimonio), ya que les interesa tanto incrementar su capital como basar la autoridad en la presencia del "pater familiae", que en este caso, sabemos, es una mater. A estos "prohombres" de la nueva política argentina les importa mucho más la dimensión popular de la democracia (expresada, por ejemplo con el Fútbol para Todos y el uso de los fondos públicos para la propaganda partidaria) que las salvaguardas institucionales que frenan las ambiciones de los gobernantes. Es por eso que en los razonamientos (¿razonamientos?) que ya se están escuchando poco se habla de fortalecer la República mediante la profundización de una cultura política que nos muestre aptos para resolver el problema crucial de la sucesión presidencial. El título que elegí hoy no es de ninguna manera casual. Por lo contrario, es muy causal, ya que la frase en latín define una regla básica de los sistemas democráticos y que tiene que ver con que los pactos se formulan para ser cumplidos. Una cualidad de esta forma de gobernarnos que hemos elegido los argentinos, sobre todo desde la Ley Sáenz Peña en adelante, es precisamente que la leyes no deben toquetearse ni hay que tratar de cambiarlas según lo que piense en cada momento el grupo que está en el poder. Las leyes escritas, que en la democracia ateniense (Atenas es la cuna de la democracia) eran como una Constitución, muy raramente se modificaban. La Asamblea, que era soberana, no podía cambiar las leyes sino solo proponer la conveniencia del cambio de alguna. Y digo esto porque precisamente la llave para conseguir sin problemas la tan mentada re reelección está en los comicios legislativos del año 2013, que es hacia donde apunta el kirchnerismo para conseguir las mayorías que le aseguren evitar la discusión y el debate, que son el principio fundamental de la democracia, que no es solo votar, debemos recordarlo, sino primordialmente razonar, argumentar, discutir honestamente entre todos, con respeto mutuo y sin atropellar a nadie. Y de todo esto, la verdad, estamos viendo bastante poco últimamente. De lo que sí estamos viendo mucho, o mejor dicho demasiado, es de la demagogia populista que caracteriza a este tipo de objetivos, y que en esta versión está corregida y aumentada con el propósito de hacer votar a los chicos de 16 años que, convengamos, y salvo algunas excepciones que por supuesto no son la regla, no tienen ni idea de lo que se está decidiendo. Y no la van a tener tampoco por obra y gracia de esa "militancia" sugerida y dirigida desde "la Cámpora" que tanto nos resistimos a aceptar. Aristóteles nos advierte que, cuando se pretende recurrir a la presión del público para tratar de modificar las leyes constitucionales, proliferan como hongos los demagogos y los adulones. "Los demagogos aparecen en los regímenes en los cuales las leyes no son soberanas. Hacen germinar déspotas que pasan a ser los que reciben los honores y todo se vuelve análogo a la forma tiránica de una sola persona". Esto fue dicho por el filósofo griego allá por el año 350 a. C., pero a mí no me engaña. ¡Es evidente que estuvo mirando a Cristina por la cadena nacional! Sin ánimo de jactarnos de hacer periodismo de anticipación, (y acá vuelvo a la primera persona del plural porque no voy a hablar solo de mí), y dado que los archivos de Crónica son un documento inalterable, mal que les pese a algunos, mi amigo el Mono escribía (y firmaba, lo que es más importante todavía, en tiempos de tanto comentario anónimo y cobarde) en la edición del 11 de septiembre de 2009, o sea hace tres años: "¿Qué significa esto? (agrego yo que hablaba en ese momento de una "cruzada política" del kirchnerismo frente al problema con el campo y con los medios), pues sencillamente que el nuevo congreso electo debe ser el encargado de legislar al respecto de este y de otros temas de la misma importancia, como lo son, por ejemplo, la ley de medios y otra ley que parecen impulsar desde el gobierno casi en forma silenciosa y que es de vital importancia para las aspiraciones futuras de régimen, y es la de modificar la mayoría de edad. Y Ud. se preguntará estimado lector ¿qué puede haber de malo en ello? A mi criterio en tanto sea impulsada por un gobierno que promueve el consumo de drogas entre la juventud a través de su despenalización, no solo carece de legitimidad constitucional sino también ética, porque seguramente y sin temor a equivocarme, en algún párrafo de esa ley se prevé habilitar a quienes cumplan 16 años a votar en las elecciones del 2011". ¡El Mono le erró por dos años! Tengo para mí que el oficialismo no debe equivocarse. Es cierto que la oposición está haciendo muy mal las cosas, y que tiene peor discurso que el mismo kirchnerismo. Pero con nosotros deben tener cuidado, porque, como le hace decir Víctor Hugo a Jean Valjean en "Los Miserables" (otra vez debo aclarar, por las dudas, que me refiero al escritor francés y no al vendido relator uruguayo): "Aquellos que no aceptan que los humillen y que no entregan sus conciencias, aunque anden desnudos y tan sólo coman mendrugos de pan, son mucho más dignos que los que se visten de seda a expensas de sus conciencias". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

Diario de la guerra del cerdo (o Viejos son los trapos)

Diario de la guerra del cerdo (o Viejos son los trapos) Editorial del 31 de agosto de 2012 "Diario de la guerra del cerdo" es una novela extraña de Adolfo Bioy Casares escrita en el año 1969, que plantea una guerra generacional de los jóvenes contra los "cerdos", epíteto dado a los viejos. Lo que se puede ver en muchos aspectos de la vida (el cruce generacional es principalmente notorio en los deportes, pero el mundo cultural no es ajeno a esto, pensemos sino en las vanguardias), en la novela adquiera una naturaleza radical. No sólo hay competencia entre las generaciones, no sólo hay recelo, sino que la lucha se vuelve explícita, una "guerra", y cuando hay una guerra gana el más fuerte, y éste suele ser el joven. Así, vemos cómo los viejos son víctimas de la violencia y la arrogancia de los jóvenes: se ve ya en el primer capítulo, cuando un grupo mata al diariero don Manuel sin ningún tipo de razón (como si pudiera haber razones cuando se trata de matar a alguien). La violencia se extiende a lo largo de toda la novela, y así el lector es testigo de distintos ataques, persecuciones y asesinatos, siempre de los jóvenes contra los viejos, los cuales se debaten entre los deseos de continuar su vida normal, la indignación y el miedo. Este libro también dio lugar a una película de Leopoldo Torre Nilsson, con guion de Beatríz Guido, hecha en el año 1975, que toma la idea base y la reconstruye incluso con un poco más de violencia, seguramente exigida por el "ritmo" cinematográfico. Todo esto viene a cuento, por si todavía no lo notaron, por las declaraciones de Cristina Fernández de Kirchner, que reforzó su respaldo a las actividades de adoctrinamiento político en escuelas y cárceles que realiza la agrupación juvenil kirchnerista La Cámpora, y hasta defendió con vehemencia a los "jóvenes que tomaron cerveza e hicieron algún lío". "¿Saben qué creo que les molesta a algunos viejos?: los jóvenes", sentenció. Dado que la señora Presidente de la Nación me lleva tres años, y como me siento fuertemente "tocado" por su afirmación que considero discriminatoria y con la que vuelve a caer en uno de sus pecados, cual es el de la generalización, es que voy a tratar de rebatir sus argumentos. Ya una vez cometió ese "pecado", en oportunidad del "cepo" al dólar, cuando al criticar a un abogado por haber planteado un Recurso de Amparo en contra de esa medida, aseguró que "esto me sonó más, siendo abogado y conociendo el paño, a preparar la chapita para luego comenzar con la industria del juicio, a la que son tan afectos". Vergonzosa la afirmación y también vergonzosa la falta de respuesta de los Colegios de Abogados, que se supone deben ser nuestro paraguas protector frente a este tipo de afrentas, y también fui yo quién desde acá lo hizo notar. Cristina Fernández, en esta oportunidad, y desde el atril de la Casa Rosada, y desde una cadena nacional de la que usa y abusa, en su reaparición tras dos días de reposo por su lipotimia, denunció que "en los medios" hay "un gataflorismo con los jóvenes". Y les reclamó que los "dejen vivir su propia experiencia histórica". Todo esto mientras por otro lado, con el guiño cómplice de los chupamedias que la rodean, prepara el terreno para su re relección, para lo que parece que no hay que "dejarles vivir su propia experiencia" en este caso, sino seguir soportando su presencia. A mí me parece, y a esto lo digo consciente de que estoy llegando a la misma falta de respeto con la que ella utilizó el término, que la que está cercana a la historia de la gata Flora es ella misma. Es claro que en la lectura entre líneas que tengo por costumbre hacer en estos editoriales, puedo pensar, con todo el derecho que me da vivir en una democracia que es a la vez una república, que tras un reciente descenso en las encuestas, Cristina Kirchner quiere fortalecer su penetración en el electorado joven, con miras a las elecciones legislativas de 2013. Y, además, porque unido al tono de estas, para mí, "tontas" declaraciones, también es evidente que apoya el proyecto de ley del senador Aníbal Fernández para bajar la edad de votación a los 16 años. Como diría Les Luthiers, "caramba, qué coincidencia". Yo, que estoy en contacto permanente con los jóvenes desde hace más de veinte años, en mi cátedra en la escuela secundaria y en la Universidad, o sea prácticamente desde que yo mismo "era joven", puedo demostrar con fundamento que no es ese el problema, ya que nadie tiene la verdad solamente por pertenecer a un grupo etario, y mucho menos cuando se pretende, además, que esa verdad ser propiedad exclusiva de un sector político determinado. Es sintomático que solo lleguen los elogios para La Cámpora y a su agrupación subsidiaria, el Vatayón Militante. Eso significa que lo que se intenta promover no es la militancia política sino la militancia partidaria, que no es lo mismo. "Y hay una gran contradicción, porque los medios por ahí sacan chicos que están bailando y los critican. Cuando van a bailar, porque van a bailar, cuando tomaron cerveza e hicieron algún lío es porque tomaron cerveza e hicieron algún lío; cuando militan porque militan", dijo Cristina, sin asumir que el problema de la falta de incentivos para el desarrollo intelectual de la juventud argentina es, seguramente, el principal problema de la Argentina. Y no es precisamente por el camino de privilegiar el "bailar" y el "tomar cerveza" como vamos a solucionar la cosa. No sé si sabrá la Sra. Presidente que el fin de semana del 17 de agosto, en el marco de la fiesta de disfraces que se realizó en Paraná, el periodista de El Diario, Pablo Bizai, fotografió a tres jóvenes disfrazados con indumentaria notoriamente nazi, en un lugar ubicado a pocas cuadras de la Casa de Gobierno, cerca de la medianoche del domingo 19. La imagen difundida a través de la red social Facebook se multiplicó de la mano de miles de usuarios en pocas horas y encontró repetidas muestras de rechazo, más allá de la polémica que se generó entre los internautas. Resalto eso porque me resulta sintomático que esos "chicos", vestidos con uniformes de las SS y usando brazaletes con la cruz gamada, estaban precisamente tomando cerveza y preparándose para ir a bailar. ¿Será entonces esa militancia que preanunciaba su vestimenta la que se está prohijando? Más allá del juego político a que nos tiene acostumbrado el kirchnerismo, que es quizás la única herencia que mantiene del folclore peronista, yo particularmente no estoy dispuesto a aceptar que en mis horas de clase se pretenda mezclar ciencia con proselitismo barato. Lo digo por las dudas, porque una amiga por todos conocida, que ocupa un importante cargo en el Consejo General de la Provincia, quedó en hacerme llegar un material que supuestamente me haría cambiar de opinión respecto a esta convicción, cosa que por ahora no hizo. Y como en varias ciudades de Entre Ríos se han repetido, con distintas repercusiones mediáticas e incluso con distintas respuestas de los docentes a cargo de las horas en las que se desarrollaron, esas actividades que para mí son totalmente faltas de ética (precisamente esa es la materia que dicto), no es ilógico pensar que, aun cuando no nos llegaron o nos llegaron tarde varios de los planes "Para Todos" que propuso Cristina Fernández como panacea universal, finalmente nos llegue, antes de que tengamos tiempo de darnos cuenta, esta "militancia para todos" que incluye el endiosamiento de un líder cuyo desempeño político terminó hace demasiado poco como para constituirlo ya en un prohombre de la Argentina. Estamos obligados a prestar atención a lo que se está plantando, porque eso mismo será lo que finalmente se cosechará. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso