viernes, 31 de diciembre de 2010

Viejo Expreso

Viejo Expreso - Editorial del 31 de diciembre de 2010
Basavilbaso ha sufrido hasta casi su desaparición como pueblo por la decisión tomada por el gobierno peronista del Dr. Carlos Menem, allá por el '92, de cerrar los ferrocarriles por considerarlos deficitarios.
Tenemos varios editoriales escritos y firmados en los que demostramos que eso era una falacia, ya que el supuesto déficit (sólo económico) que producía la explotación por parte del estado del trasporte de pasajeros y carga, siguió existiendo bajo la forma de subsidios a las empresas que devinieron en concesionarias, con la única condición de compartir lazos familiares o de amistad con los dueños del poder. Desde el gobierno, en aquél entonces, nunca se dijo que son deficitarios desde el punto de vista económico en casi todas las partes del mundo, por lo menos aquellos que cumplen una función social (obviamente que no los que llevan gente a las pistas de esquí, por ejemplo). Pero es justamente por esa función social que no cumple ningún otro medio de transporte (ya lo verán más adelante en esta misma página) que los países adelantados lo mantienen en vigencia.
Una de las consecuencias queridas de esa decisión conjunta de privatizar y cerrar ramales, fue la de que creció a valor exponencial el transporte por vía terrestre, tanto de pasajeros como de carga, usufructuando la abrupta falta de oferta que significó el hecho de que de un día para el otro dejaran de circular convoyes de treinta o más vagones, los que debieron ser sustituidos por otros tantos camiones o colectivos, según el caso.
Esta forzada opción no sería tan preocupante si no hubiese tenido como correlato algunas otras realidades que hasta el día de hoy conviven con nosotros, y que lejos de mejorar nuestra vida la han empeorado.
Nunca nadie estudió, con la finalidad de encontrarle una solución, y no por la mera anécdota que justificara un documental fílmico o un más o menos serio artículo periodístico, la crisis social, cultural y económica que generó en pueblos como el nuestro, "nacido a la vera del ferrocarril", el cierre de un día para el otro de una fuente de trabajo que ocupaba a casi mil personas, que fueron a incrementar, también de un día para el otro, la cifra de desocupados, subocupados, cuentapropistas, clientes políticos, empleados públicos innecesarios, etc. (etcétera quiere decir, en latín "y lo que falta", y acá lo que falta, hablando de consecuencias, es mucho todavía). Esta situación, si hubiera provenido de un gobierno de facto o de signo político no peronista, hubiese sido catalogada, seguramente, como el tercer genocidio del siglo 20, y sus autores materiales e intelectuales hubiesen terminado sus días en la cárcel, sin que ninguna ley pudiera ampararlos bajo el manto de la obediencia debida o el punto final. Los organismos de DDHH afines al actual gobierno, y los medios periodísticos gráficos, radiales y televisivos obsecuentes se regodearían haciendo el panegírico de quienes lucharon y dieron su vida (quizás no heroicamente, pero la dieron al fin) enfrentando al poder político y económico que entregó un baluarte de nuestra soberanía nacional.
Pero no. Como el gobierno era del Partido Justicialista, las reacciones no fueron tales. Todo el mundo "se comió el garrón", y las tibias expresiones en contra de esas medidas, cuando se escucharon, débilmente, ocultaron que Menem era, al mismo tiempo, presidente del PJ, con lo cual asignarle la responsabilidad de las medidas neoliberales de los '90 a un supuesto "menemismo", es poco menos que sacarle el cuerpo a la identidad política. Por más que tenga entre sus 20 verdades una que dice "como doctrina económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social".
Cuando uno, leyendo la política argentina, se asombra del poder adquirido por Hugo Moyano y sus hijos, no puede dejar de relacionar el hecho de que aquella (la decisión de cerrar los ramales) fue la causa para estos efectos (el crecimiento de un poder hegemónico en las rutas argentinas, "gracias" a la eternización gremial en camioneros y peajes). Y como solemos decir, uno no puede primero exaltar las causas y luego agraviarse por los efectos.
Algo parecido sucede con el trasporte público de pasajeros, que en ese mismo tiempo, y aún sin una figura emblemática a su frente (por lo menos no abiertamente, pero sí en materia de especulaciones) dejó casi todo el servicio de colectivos en manos de una sola empresa, que como una flecha disparada al viento conquistó mercados impensados, directamente con su nombre o bien adquiriendo otras que, tras largos años de lucha competitiva, debieron ceder el dominio económico conservando su nombre, en el mejor de los casos. Eso hace que, tal como sucede con algunos medios de comunicación periodísticos, uno no sepa que se trata de la misma comida con distinto olor. Pero, como estamos entre amigos, no se escucha ningún reclamo desde el kirchnerismo para terminar con éste que sí es un monopolio, muy fácil de probar.
Esta larga introducción sirve para entrar en el tema central, por lo menos desde el aspecto coyuntural, y que termina por magnificar la insólita y precaria situación en que se encuentra la prestación del servicio en la Argentina, y, lo que es peor, su control.
Una integrante de la familia tomó el pasado jueves 23 el micro de la empresa Nuevo Expreso, que sale de Santa Fe a las 12,40 y debe llegar a Basavilbaso a las 17 hs. Recuerde el amigo lector, y sépalo aquél que no es de acá, que ese fue uno de los días más calurosos del año, con temperaturas por encima de los 36°C. A poco de emprender el viaje se notó que no funcionaba el aire acondicionado, lo que ameritó que, una vez ingresado a la capital de nuestra provincia, se dirigiera a los talleres de la empresa (¿San José?) para arreglarlo. Luego de más de una hora demorada en ese propósito, y aún cuando se informó que estaba solucionado el problema, la temperatura interior del vehículo era, seguramente, cercana a los 60°C, ya que no solo nunca funcionó el sistema, sino que, además, era imposible abrir las troneras que, en el techo del vehículo, sirven al doble propósito de circulación de aire y salida de emergencia. ¡Estaban obturadas con un sellador!
Al llegar a Crespo, ya eran para esto las 16 hs. y estaban todavía a más de 150 km. de Basavilbaso, la situación se hizo insostenible, tanto por la precariedad de la prestación, cuánto, más que nada, por la difícil situación de los pasajeros, al borde de la asfixia, y que no recibieron de parte de la empresa ni siquiera una bebida fría para paliar los efectos del calor.
A través del teléfono celular, y aprovechando la facilidad que la profesión de este editorialista le brinda, una vez puesto en conocimiento del tema se inició una serie de contactos que comenzaron primero con la empresa, a fin de que cambie el vehículo y atienda mientras tanto a los viajeros como seres humanos y no como bestias. Allí el resultado fue nulo, acompañado de malos tratos y burlas. Continuó, entonces, en la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), desde donde, no obstante la cordialidad, nos reconocieron que nada podían hacer al respecto, cuánto más no sea tomar la denuncia y luego aplicar sanciones. ¿Tardías?
Recurrimos, entonces, a nuestra policía provincial, en este caso a la Departamental Nogoyá, que, aunque parezca mentira, pudo hacer lo que otros no. Que el vehículo quedara en esa ciudad, impidiéndose su circulación en ese estado. Los pasajeros llegaron finalmente a Basavilbaso a las 19,30 hs., en otro servicio. La tramitación del reclamo sigue en marcha, y terminará, seguramente, dentro de 60 días, con la devolución del importe del pasaje a aquellos que todavía conserven el comprobante. Y encima estarán obligados a decir ¡Muchas Gracias!
Si los controles funcionaran, el servicio debería haber sido abortado y prestado con otro vehículo, ya al salir de Santa Fe. Todo lo demás es consecuencia de la negligencia, la impericia y la inobservancia de los deberes, y constituye, en materia legal, un caso de culpa, por omitirse la conducta debida para prever y evitar un daño.
¿Se acuerdan de Cromañón?
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 16 de diciembre de 2010

Tierra en la tierra

Tierra en la tierra - Editorial del 17 de diciembre de 2010
Un clima de violencia latente convirtió al Parque Indoamericano en una verdadera tierra de nadie. El drama de la vivienda en la Argentina, ahora descarnado en esta lucha entre pobres, contrapone la impotencia oficial, tanto macrista como kirchnerista, con la acción de sus propias mafias políticas, y revela la desesperación de quienes optan por "entrar por la ventana" a las casas que todavía no tienen.
Aunque desde el gobierno nacional se insiste en mostrar una imagen deformada de la realidad, tanto en la esencia como en los números, la mayor parte de los diagnósticos sobre la situación en la Argentina hace referencia al grado de pobreza en que cayeron los sectores sociales más sumergidos.
Si bien es cierto que la pobreza no es un hecho novedoso en la dinámica de las economías que no han alcanzado el umbral del desarrollo, las características que asumen las actuales circunstancias exigen una conceptualización y un tratamiento diferentes.
Tal vez el ejemplo histórico que mejor permite advertir la originalidad presente sea el de los barrios de emergencia o "villas miseria", que aparecieron como consecuencia del desarrollo industrial de mediados del siglo 20. Aunque el verdadero origen su ubique en 1930, cuando un grupo de campesinos ocupó un sector de tierras en Puerto Nuevo (premonitoriamente llamado Villa Desocupación, por ese tan exacto criterio que tenemos los argentinos para ponerle apodos a las cosas), las llamadas "villas de emergencia" surgen como fenómeno diferenciado en la década del cuarenta, cuando Juan Domingo Perón convirtió a Buenos Aires en uno de los polos del desarrollo nacional. Los acontecimientos posteriores determinaron que no todo fuera como se pensaba, y esas villas en las que, como dice el Padre Farinello "se veían más las estrellas, la gente ganaba un poco mejor, se hacían asaditos y los domingos se bailaba chamamé", terminaron siendo permanentes.
Y ya que estamos, no está de más contar que ese nombre que se le da en Argentina a los asentamientos informales caracterizados por una densa proliferación de viviendas precarias fue tomado de la novela de Bernardo Verbitsky "Villa Miseria también es América", publicada en el año 1957, donde se describen las terribles condiciones de vida de los migrantes internos en la Década Infame.
Durante varios gobiernos, civiles o militares, se ha tratado, con distinto éxito, de erradicarlas, es decir, de derribar las viviendas y desplazar a sus habitantes hacia algún otro lado, pero los hechos de esta semana nos demuestran que no se ha logrado ninguno de esos efectos, siendo todos los gobiernos desde allí hasta ahora culpables, tanto por acción como por omisión. Solamente incrementa el grado de culpabilidad la proporcionalidad de tiempo que ha estado cada uno de los partidos políticos en el poder, debiendo hacerse cargo en ese orden de su responsabilidad, consecuentemente.
Según los últimos datos creíbles que publicó el INDEC, poco antes de transformarse en INDEK, a fines de 2004 había en la Argentina 15,5 millones de personas que vivían en hogares que no tenían ingresos suficientes para comprar una canasta básica de bienes y servicios. Ahora esa cantidad bajó a 13 millones (si es que podemos creer en los datos oficiales), pero aún así esa es una cifra muy elevada considerando que la población de Argentina es de 40 millones de personas.
Actualmente 3 de cada 10 argentinos no tienen dinero suficiente para comprar una canasta básica de bienes y servicios para una familia tipo (matrimonio y dos hijos) valuada en 849 pesos mensuales. Como para comparar, y según esos mismos datos en el mismo país en el que vivimos usted y yo, el grupo familiar de un profesional ejecutivo, que se ubica en la punta de la pirámide social, necesitó, en setiembre de este año, 18.731 pesos para cubrir sus consumos habituales.
Por su parte, el número de indigentes, la franja más pobre de habitantes, que no llega a cubrir la canasta básica de alimentos, bajó (según esos datos que usted sabrá si son confiables) de 5,7 millones a 4,7 millones. El valor de la "canasta de indigencia" hoy es de 393 pesos para una familia tipo. ¡Obviamente que sin carne!
Si se considera una familia tipo de cuatro integrantes el ingreso de las personas indigentes es menos de un dólar por día. Pero como las familias pobres son las más numerosas puede deducirse que las personas indigentes tienen menos de 70 centavos de dólar diarios para subsistir.
Aún así, la pobreza se redujo más que la indigencia. Y eso se explicaría porque la ayuda de los "planes sociales" siguió congelada, mientras que una porción importante de los asalariados obtuvo mejoras por encima de la inflación. Además el descenso de la desocupación ayudó a mejorar los ingresos de las familias de menores recursos.
También por esa razón, la pobreza se ubica levemente por debajo de la que existía a mediados de 2001. Pero la indigencia supera a la que se registró en aquél momento.
Sin embargo estos datos y este discurso no formaron parte de las apreciaciones políticas que escuchamos por estos días, tanto desde la xenofobia del macrismo cuánto desde la soberbia de algunos sectores del kirchnerismo, básicamente del relacionado a Aníbal Fernández, Página 12 y 6, 7, 8, que se obstinan en negar la realidad. Parece que el libro de cabecera de todos ellos es "El Conde Lucanor" (antes se leía en el colegio) y más precisamente de él la parábola del rey desnudo. Si bien es cierto que gran parte de esos problemas que estamos padeciendo tienen que ver con la decadencia de la educación, bueno sería que entendieran, víctimas y victimarios, la frase con la que termina el cuento: "A quien te aconseja encubrir de tus amigos, más le gusta engañarte que los higos".
En todo caso, si no son tan afectos a la literatura española, por lo menos que lean el Eclesiastés, en aquella parte que dice "infinito es el número de los necios".
Y decimos esto porque a nosotros nos molesta muchísimo el discurso oficial. Del macrismo no esperamos nada, porque es una continuidad ideológica del pensamiento del Proceso, que estaba dirigido a lograr una Capital Federal para los ricos. Así un día, o mejor dicho una noche, cargaron los camiones de Manliba, que era la empresa concesionaria del servicio de recolección de residuos, con todos los villeros, y los llevaron con sus cosas al otro lado de la Avenida General Paz. Arrasaron con topadoras las viviendas y de esa manera, mágicamente, "terminaron" con el problema.
Pero el kirchnerismo está avalado por sectores progresistas (por lo menos eso dicen ser), que no pueden pretender hacernos creer que el supuesto crecimiento del sistema capitalista permitirá que aun los pobres se vean beneficiados con el "goteo" de la riqueza generada. ¡Ni el goteo de las canillas les va a llegar así!
Y encima, esta misma Argentina en la cual la pobreza se había reducido a bolsones críticos, pertinaces pero de magnitud relativamente moderada, en gobiernos democráticos no peronistas (¡Sí!), se está pareciendo cada vez más a ciertas sociedades latinoamericanas de las que se nutre nuestra inmigración, en las que la mendicidad se extiende progresivamente.
La pregunta es: ¿Qué hacer, entonces?
La liquidación de la pobreza y la posibilidad concreta de que cada uno de nosotros tenga acceso a una vida y a una vivienda digna, será consecuencia de una reorganización profunda de la sociedad y la convivencia humana. La meta es el cambio de sistema y el logro de una sociedad igualitaria.
El día que el que venga a inaugurar las nuevas casas se quede a vivir en una de ellas, sabremos que vamos por el buen camino.
¿Se entiende?
Hay una frase muy bonita tomada del samba de las favelas (villas miserias) de Brasil:
"Tenemos tierra en el cielo, queremos tierra en la tierra".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 9 de diciembre de 2010

Más de cinco siglos igual

Más de cinco siglos igual - Editorial del 10 de diciembre de 2010
Como resultado de una conquista por la guerra y de una dominación que lleva ya algo más de 500 años, la sociedad occidental promueve un silenciamiento acerca de la cuestión de los pueblos originarios, alguna vez mal llamados "indios", que provoca desinterés y desconocimiento absoluto, incluso sobre la existencia misma de estos pueblos. Esto significa una vergüenza que nos toca a todos, ya que sólo tomamos conciencia, y por algún tiempo, cuando se produce un atropello como el que ha sucedido hace unos días en Formosa.
Los derechos humanos son indivisibles, inalienables e inajenables. Si hay un sector de la población al que se le niegan los derechos humanos, esto constituye una violación al concepto mismo. Y dentro de esos derechos es fundamental el reconocimiento de su identidad cultural, por cuanto ellos tienen una filosofía de vida propia, que nosotros hemos desechado, hemos destruido y seguimos silenciando.
Sin embargo hay mucho para aprender. La forma de vida de esos pueblos hoy "coincide" con las novedades de los movimientos ecologistas: el uso que hacen de la tierra, el aprovechamiento de la fauna y de la flora, no tiene jamás características de expoliación y explotación, sino que lo hacen con un profundo respeto por la naturaleza y un sentido de conservación. ¡A ellos ni se les ocurriría usar glifosato!
Lo mismo ocurre con la ciencia: la homeopatía, la herboristería, la medicina natural, eran practicadas por esos pueblos antes y siguen practicándose ahora, aunque con menos libertades, ya que no sólo se les niega la atención médica "moderna" occidental, sino que también se les prohíbe utilizar su medicina propia. Nuestras leyes consideran "brujerías" todo lo que hacen los "curacas" del norte o las "machi" mapuches.
En cuanto a la organización social, de la que nosotros mismos no somos ningún ejemplo, las comunidades protegían la existencia de todo ser dentro de la misma, ya que una parte del trabajo comunitario era destinado a solventar las necesidades de la comunidad en su conjunto. No existía la concepción de la beneficencia y la limosna. Lo que ahora esos pueblos reclaman y necesitan es que se les desaten las manos y la mente, dado que tienen la capacidad y las formas de autogestión necesaria como para continuar desarrollando por sí mismos una evolución cultural que impidieron, primero la conquista y más tarde (hasta hoy) la marginación.
En la Argentina, después de las tristemente célebres "Campañas del Desierto", verdaderos genocidios y a cuyos autores materiales e intelectuales perpetuamos en nuestra moneda, continúa un exterminio cruel y lento, consistente en las enfermedades, el hambre y la usurpación de tierras. ¡Y si no pregúntenle a Gildo Insfrán, cuyo gobierno reprime y mata para despojar al pueblo quom de unas 5 mil hectáreas de las que son propietarios por ley. Reprimen a los pueblos aborígenes con plomo y fuego. Reprimen, incendian, persiguen, encarcelan y matan para que los terratenientes sigan acrecentando sus campos. Mocovíes, quom y wichis llevaban siglos viviendo en estas tierras cuando llegaron los europeos hace 500 años! La legislación vigente, convenios, tratados, leyes, en Argentina, en relación con los pueblos indígenas, es clara y abundante. Sin embargo en Formosa parece inaplicable. Una ley que no puede ejercerse es una ley mutilada.
Hay que tener en cuenta que para el aborigen la tierra no significa prestigio y poder, ni es solamente una fuente de trabajo, sino que es el centro de su vida comunitaria, la base de sus organizaciones y el origen de sus tradiciones y costumbres.
Lo que no siempre se dice, y resulta ser quizás la raíz del problema, es que como trabajador, el aborigen, dueño de esta tierra, no es simplemente un explotado más, sino que está en condición de servidumbre y muchas veces de esclavitud. Para él no existen ni la previsión social ni la posibilidad de reclamo. Hay denuncias concretas, en nuestro país, de casos en que se los junta a todos en camiones, se les quita la documentación, se les paga el trabajo con vales y no se les devuelve el documento hasta que no paguen sus deudas, lo que resulta imposible porque el patrón cada vez los endeuda más. Esto es esclavitud.
Si queremos ir más a fondo, hasta nuestra Constitución era discriminatoria hasta 1994, porque por un lado su articulado hablaba de que "se hará la pacificación y la evangelización de los indios", mientras que a los extranjeros se les garantizaba el derecho a practicar libremente su religión.
La cuestión de los pueblos originarios tiene que ser asumida por los intelectuales (no hemos leído nada acerca del tema que haya emanado de la kirchnerista "Carta Abierta", y mucho menos del oficialista "6, 7, 8"), los partidos políticos y la sociedad en su conjunto. La verdadera identidad nacional debiera ser pluriétnica y pluricultural. Es necesario que por fin se les dé a esos pueblos la participación política propia de un estado de derecho y de una vida democrática. Como dicen ellos mismos, "una democracia que restringe la participación al acto eleccionario, es una democracia sin calidad, atada y sin posibilidad de disensos".
Así como no hubo liberación para ellos con nuestras revoluciones independentistas, tampoco la posibilidad de elegir y ser elegidos es una realidad para esos pueblos.
En su bula "Sublimus Deus", dictada en 1537, el Papa Paulo III admitió que los primitivos indios americanos eran "seres humanos, dotados de alma y razón". Desde entonces, y pese a ello, el hombre blanco sólo parece haberse ocupado de los indígenas para convertirlos al catolicismo o explotarlos en las minas, los ingenios y las estancias, cuando no emprendió contra ellos esas salvajes guerras de extinción que, como decíamos más arriba, fueron eufemísticamente denominadas "Conquistas del Desierto", encumbrando a la categoría de próceres a sus dos más preclaros responsables: Juan Manuel de Rosas y Julio Argentino Roca.
Las comunidades que han logrado sobrevivir continúan en la lucha por el reconocimiento de sus derechos más elementales, padecen enfermedades endémicas, son analfabetos (del castellano) en su mayoría y sufren la humillante marginación a la que los somete la "civilización".
Paradójicamente, Clarín y los demás medios coinciden con los intereses kirchneristas de Insfrán. La misma prensa que destinó miles de caracteres, por ejemplo, al caso Carolina Píparo, dejó pasar inadvertida la represión a los pueblos originarios en Formosa. Para las clases dominantes, ni los Berdún, ni Sixto Gómez, ni Félix Díaz valen lo mismo que un porteño, blanco, de clase media alta. No sólo son racistas. Hay profundos intereses de clase que los unen y los acercan mucho más de lo que ellos dejan ver.
Con plomo, pólvora, golpes, fuego y cadenas, imponen la rémora feudal del latifundio. Pero además, los irrita que los aborígenes intenten ponerse de pie. Les duele la dignidad de los desterrados de su tierra. Los encoleriza que los despojados de todo sean capaces de unirse, organizarse, decidir democráticamente, y hablar con voz y palabras propias para exigir lo que les corresponde.
En fin, aunque no lo digan se les nota.
Lo que los mueve es la tirria al derecho de que la tierra sea para quien la trabaja.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 3 de diciembre de 2010

¡Compadre, qué tiene el vino!

¡Compadre, qué tiene el vino! - Editorial del 3 de diciembre de 2010
El título de hoy lo tomamos prestado del nombre de un chamamé del Padre Julián Zini, que de ninguna manera es una apología del alcoholismo, sino una significación de una realidad social que nadie puede discutir, y contra la que, como en tantas otras cosas, no se puede pretender luchar con leyes prohibitivas.
No es éste el lugar para transcribir el texto completo, que por otra parte está al alcance de quien lo quiera leer, pero sí vamos a dejarles una de sus estrofas, sumamente descriptiva:
"Traigan el vino más vino, tráiganlo acá,
Que mi pueblo está callado y es hora que empiece a hablar;
Denle vino y vino bueno y ha de gritar su verdad,
Y ha de cantar para el mundo su canto de libertad".

Reiteramos, para que quede claro, que el autor de estos versos es un sacerdote, y no precisamente de los llamados "tercermundistas". Sólo un entendedor de las cosas de su pueblo. ¡Sólo eso!
La verdad es que teníamos una cantidad de opciones, ya que no por casualidad el cancionero argentino generó infinidad de temas que en sí mismos son un poema, dedicados al vino. Y cada uno tiene un enfoque diferente, aún cuando sean coincidentes en otorgarle un valor claro y fundamental a la hora de conformar la idiosincrasia de los argentinos.
Pero todo esto viene a cuento porque en estos días, y casi al mismo tiempo que la Presidente Cristina Fernández firmaba el decreto que declara al vino "bebida nacional", con el argumento de que no sólo responde a cuestiones económicas o de producción, sino que hace a la "identidad" y a la "cultura nacional" de los argentinos, en nuestra ciudad el Honorable Concejo Deliberante votó por unanimidad una Ordenanza que prohíbe, en todo el ejido, el suministrar en forma gratuita u onerosa bebidas alcohólicas, cualquiera sea su graduación, presentación o preparación, a menores de 18 años, ya sea en forma directa o actuando como intermediarios en la compra o por cualquier otro carácter.
La prohibición alcanzará a los comercios habilitados como Estaciones de Servicios y sus anexos, como así también la venta y/o distribución mediante la modalidad "Delivery" en el horario establecido como restrictivo.
Además se determinó que cualquiera sea la naturaleza de las bocas de expendio o entrega, ya sea que se dediquen en forma total, parcial o circunstancial, donde se comercialicen o den bebidas alcohólicas, será de colocación y uso obligatorio, en un lugar visible, de al menos un cartel indicador (sic), con caracteres destacables, cuyo texto anuncie: "Prohibida la venta o entrega de bebidas alcohólicas a menores de 18 años de edad".
Cuando la autoridad de aplicación "presuma razonablemente" o constate la comisión de las faltas contempladas estará facultada a dar "inmediata intervención a la autoridad policial de la provincia".
Y si se constatara que en un lugar hay presencia de un menor de 18 años en estado de ebriedad se considerará "indicio cierto que lo es por el producto de la venta de bebida alcohólica en dicho lugar y prueba suficiente de la violación de la Ordenanza", con lo cual el espíritu de la norma plantea claramente que los titulares de los locales comerciales deberán ejercer el derecho de admisión y permanencia en función de la posición de "garante de aquello que asume por su actividad comercial".
Esta Ordenanza es resultado directo de una Audiencia Pública que se realizó en nuestra ciudad hace un tiempo. Y justamente en esa Audiencia, establecida en el art. 51 de la Constitución de Entre Ríos, a la que asistió poca gente pese a la convocatoria amplia que se hizo, es dónde surgió la idea de la prohibición.
Hablando con una alta funcionaria al respecto, ella nos decía que quienes no habíamos estado presentes en esa instancia no podíamos ahora expresar nuestra queja. ¡Craso error! Es más, ya hemos escrito en esta página, y lo hemos dicho cuantas veces ha sido necesario, que no estamos de acuerdo con estas "formas semidirectas" de democracia. Pese a que en este caso específico la misma institución establece que no es vinculante, nosotros creemos, e incluso así lo habíamos dejado expresado cuando trabajamos en el proyecto constitucional, que debemos poner énfasis en la elección de los legisladores, seleccionándolos de entre aquellos que demuestren aptitud para la función, y proporcionándoles una plataforma política adecuada que prevea este tipo de situaciones. Nadie puede decir que la problemática del alcohol no estaba presente cuando las últimas votaciones. Si los partidos no tenían un proyecto al respecto, o si cada uno de los concejales no había previsto esa circunstancia, no podemos venir en su salvaguarda desde nuestra condición de ciudadanos que hemos delegado el ejercicio del poder.
Una concejal opinó, en los tiempos en que se estaba tratando el proyecto de Audiencia Pública, que "la audiencia nos permitirá ver cuántos estamos interesados en participar, cuántos somos los que verdaderamente estamos comprometidos y queremos a nuestra gente...cuánto nos importa la seguridad y el futuro como sociedad".
Aún cuando confiamos en la capacidad y formación de Noelia Reyes, edil de la UCR que emitió esa opinión, no estamos de acuerdo con que esa sea la medida del compromiso de cada uno de nosotros. El desarrollo de la audiencia, que fue bastante criticado, más posturas como la que hemos expresado, que tienen consenso ideológico, hacen sostenible el criterio de que para algo se elige a los representantes del pueblo. Es de ellos la responsabilidad. El compromiso de los demás, en todo caso, se demostrará en la militancia, en la difusión de las ideas, en la participación en entidades intermedias, en la práctica de acciones culturales, educativas, deportivas, etc. Conocemos a muchos que hoy se rasgan las vestiduras por la poca presencia de gente en aquella audiencia, mientras han vivido toda la vida en una campana de cristal y no han sido partícipes de ninguna actividad comunitaria en beneficio de los demás.
Y si hablamos de prohibir, más vale prohibamos programas como el de Tinelli y todo el circo que gira alrededor de él y repite en distintos horarios y canales la sarta de estupideces, vulgaridades y malos ejemplos que son el fundamento y finalidad del programa. ¡Ah! ¿Eso no se puede prohibir? ¿Eso es atentar contra la libertad de prensa? Entonces restringirme a mí, persona mayor de edad y en ejercicio de todas mis facultades mentales, el derecho de comprar una cerveza a la hora que yo quiera, es lisa y llanamente un abuso de autoridad, más propio de las dictaduras que tanto denuestan estos "progres" de pacotilla, que de la democracia que supimos conseguir.
Las llamadas leyes secas, al prohibir el consumo de alcohol y no brindar oferta a la demanda existente, generan mercados negros, los cuales consiguen las bebidas en otros lugares y las venden para satisfacer tal necesidad a un precio más alto, debido a que en cualquier caso, la demanda sigue siendo más alta que la oferta.
Los chicos no beben por generación espontánea. Es más, aunque parezca una verdad de Perogrullo, no nacen bebiendo otras cosa que no sea leche.
La cuestión es, entonces, qué es lo que los hace empezar con el alcohol. ¿No seremos nosotros mismos, los mayores con responsabilidades, los que, como decía Sor Juana Inés de la Cruz, "somos la razón de lo mismo que juzgamos"? A los que votaron afirmativamente la ordenanza, les recomendamos otra canción, ya que estamos. La Marcha de la Bronca.
"Bronca pues entonces cuando quieren
Que me corte el pelo sin razón
Es mejor tener el pelo libre
Que la libertad con fijador".

Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso