jueves, 26 de septiembre de 2013

Gris de ausencia

Gris de ausencia - Editorial del 27 de septiembre de 2013 "Gris de ausencia" de Roberto Cossa (1981) es la representación del desgarre de una doble nostalgia que marca, en forma indeleble, la condición del migrante que nunca deja de serlo y que vive por ello en una permanente frontera sin construir, o reconstruir, el sentido de pertenencia y radicación. El tema de esta obra, como explica Cossa, no es casual y su representación, durante la época de la dictadura, constituía una metáfora del exilio, sea interior, sea exterior. La ausencia en "Gris de ausencia" es múltiple y compleja porque indica fundamentalmente la falta de una identidad definida. La ausencia implica entonces un estado permanente de extrañamiento. La tristeza al principio algo disfrazada, termina siendo un sentimiento que está presente en cada momento de la vida diaria. La falta de identidad de los personajes se manifiesta en la mezcla que se produce en su cabeza cuando tratan de comunicarse, de recordar viejos tiempos, y demás. A pesar de lo gracioso que puede parecer el desconcierto, la confusión y la desesperación de algunos, ellos mismos terminan por resignarse al hecho de sentir que no pertenecen a ningún lugar. Toda esta introducción tiene que ver, y seguramente algunos de los lectores que me conocen ya se habrán dado cuenta, con la "inauguración" del nuevo edificio de la Escuela Agrotécnica Nº 145, acto que la comunidad educativa ya había concretado el primer día de clases posterior a las vacaciones de invierno y que el gobierno replicó esta semana. Esto del martes fue un evento eminentemente político partidario, inmerso en las batallas de la campaña electoral, en las que se pueden hacer uso, pareciera, de todos los recursos con los que se cuenta, sobre todo cuando se es gobierno. Y por supuesto que es lícito hacerlo, y es común que se aprovechen estas obras, que como dijo Sergio Urribarri en su fallido discurso, no son más que el cumplimiento de una obligación que tienen, y estoy hablando de proveer a la salud, la educación y la seguridad de los habitantes. Yo no fui al acto, lo que me causó mucho dolor, y por eso tracé el paralelo con la obra de Roberto Cossa, que vi en Teatro Abierto, en plena dictadura, con un sufrimiento que ahora recordé, lamentablemente. Es que el uso de la inauguración del nuevo edificio de una escuela, que debería haber sido, y lo fue en otros tiempos, un acto académico donde la importancia estuviera en la escuela misma y no en los que la terminaron (porque ni siquiera son los que la gestaron y lucharon por ella), se veía venir. La inauguración del nuevo edificio de una escuela tiene que tener la participación excluyente de los que hicieron su Historia, que como dijo la Sra. Rectora, comenzó en 1984, y no hace dos años. Seguramente mi página de hoy será dura, y precisamente por eso evité asistir al acto. Sé que me iba a "ir de boca", y me asisten varias razones para hacerlo. Así que opté por escribir aquí lo que pienso, aclarando a priori que le brindo desde ya el mismo espacio al que, con el respeto y nivel con el que yo lo estoy haciendo, rebata mis argumentos. Yo puedo hablar de la Escuela Agrotécnica porque empecé a trabajar en ella, como profesor, el 21 de marzo de 1991, cuando todavía era CECA, y nunca más me fui. No soy el único, pero ya quedamos pocos de aquellos tiempos en que las clases se dictaban en lo que hoy es la Residencia Estudiantil, conjuntamente con el Colegio Nacional. Es así que "por un pelo" no le di clases al Sr. Presidente Municipal, que como lo mencionara en sus palabras, es egresado de la misma, Promoción 1989. Y puedo hablar de política partidaria porque, precisamente a raíz de ese ejercicio de la docencia, me tocó enfrentar desde el gremialismo, a un gobierno del partido del que soy afiliado, militante y dirigente, desde hace 30 años, y no me tembló la mano para portar una pancarta al frente de las marchas en reclamo de mejoras salariales y del fin de los malditos Federales. Eso mientras muchos en aquél momento cantaban y pateaban las calles de Basso en protesta y hoy agachan la cabeza y van a trabajar para que un gobierno "nacional y popular" no les descuente los días de huelga que por derecho constitucional le corresponden. La historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, dice Litto Nebbia en su obra "Quien quiere oír que oiga". Eso. Quien quiere oír, que oiga. Y porque eso es lo que pasa siempre, Silvio Valenzuela se "olvidó" de nombrar a Mario Fariña, que fue rector del CECA cuando él terminó, por lo cual debía recordarlo. Por supuesto que Fariña es un dirigente radical que participó, desde un cargo político, en la compra del campo en el que ahora se construyó el nuevo edificio. Y por supuesto que fue procesado por eso. Pero el 21 de agosto de 2012 el Tribunal compuesto por los camaristas José María Chemez, Hugo Perotti y el juez de instrucción, Elvio Garzón, lo absolvió de la acusación de haber direccionado la compra de cinco hectáreas destinadas a la construcción de la Escuela Agrotécnica de Basavilbaso. En el debate quedó claro que el ex funcionario montielista no tenía posibilidades de tomar decisiones al respecto. Es por eso que, si no hubiese sido, como fue, un acto político partidario, no solamente Valenzuela tendría que haberlo mencionado, junto al "Bocha" García, Elena Toso y Susana Etcheverry, a quienes sí nombró. Es más, tendría que haberlo invitado, porque más allá de sus sucesivas "adscripciones", sigue siendo, mal que les pese, el Rector Titular de la Escuela. Cambiando de tema, más arriba dije "el fallido discurso del gobernador". Y es que me parece que no se dio cuenta de que estaba en una escuela, y de que los alumnos lo estaban escuchando. Entonces, si improvisó, más allá de su desenvoltura, tendría que haber hablado de lo que sabe, y no errarle tan feo como cuando le puso como fecha de fundación a la Cooperativa Agrícola Lucienville el año 1904 (no puedo decir "todo el mundo sabe que fue en el 1900", pero él sí debería saberlo), o, peor, cuando le adjudicó el hecho al Barón Mauricio de Hirsch, muerto a los 64 años de edad, en Hungría, el 21 de abril de 1896. ¡Y, para peor, es conocido el hecho de que nunca pisó la Argentina! Y si se le puede "perdonar", (esto dicho con todo respeto por su investidura, pero sin desconocer que somos contemporáneos, tenemos casi la misma edad, y podríamos haber coincidido en muchas oportunidades, ya que, por ejemplo, mi abuela materna era de Colonia San Miguel, cercana a Arroyo Barú, donde nació el gobernador, y hasta podríamos habernos conocido en Concordia, si yo le hubiese hecho caso a mi padre y me hubiese ido a estudiar allí Ciencias Económicas, en vez de Derecho a Buenos Aires) que no conozca la "historia judía", si resulta extraño que, en una escuela, y al explicar el porqué de que el 21 de septiembre se festeje el "Día del Estudiante", haya dicho media verdad. Es cierto que la fecha tiene que ver con la repatriación de los restos de Domingo Faustino Sarmiento, pero no de Europa, como él dijo, sino de Asunción del Paraguay, dónde había muerto diez días antes, el 11 de septiembre de 1977. ¿Cómo hago yo ahora, al dictar Historia, para hacerles entender a mis alumnos que lo que dijo el Sr. Gobernador no es cierto? Van a pensar que yo estoy loco. Me quedan muchas cosas más en el tintero, pero quiero terminar por hoy analizando la expresión del Sr. Gobernador cuando cargó contra la "pesadilla neoliberal" de los '90 que "destruyó" las Escuelas Técnicas y Agrotécnicas, y la industria nacional. Lástima que no lo dijo cuando, entre 1991 y 2003, fue elegido tres veces diputado provincial, justo en ese período de "pesadilla neoliberal". Tuvo el momento y la oportunidad. Le faltó, por ejemplo, escuchar a Cafrune o a Los Olimareños cantar "El Orejano". Entonces hubiese denunciado ahí la "pesadilla neoliberal", y no lo hubiesen visto "lamber la coyunda". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 19 de septiembre de 2013

Si

Si - Editorial del 20 de septiembre de 2013 Si para recobrar lo recobrado Tuve que haber perdido primero lo perdido… Así comienza un poema de Baldomero Fernández Moreno que suelo utilizar mucho, y que como tantas otras genialidades describe situaciones mucho mejor de lo que podría hacer uno, o, por lo menos, con más precisión y brillantez. Una de las noticias de esta semana, a nivel local, tiene que ver con que “reconstruirán (sic) el Acceso Oeste”. En este punto, y ya que mis editoriales tienen también la finalidad de prolongar mi tarea educativa cuando es necesario, debo aclarar que el adverbio sic (del latín sic, ‘así’) se utiliza entre paréntesis en los textos escritos, para indicar que la palabra o frase que lo precede es literal, aunque sea o pueda parecer incorrecta. Eso indica que, para este editorialista, es precisamente incorrecto hablar de reconstrucción, y de eso tratará la página de hoy. Concretamente, el Presidente Municipal, Sr. Silvio Valenzuela, dijo, con posterioridad a la reunión que mantuvo con el Ministro de Gobierno de Entre Ríos, Cr. Adán Bahl, que la administración provincial se hará cargo de la “reconstrucción” del acceso Oeste de nuestra ciudad, que algunos técnicos y conocedores del tema definen con más precisión, quizás, como “derivador de tránsito”. El jefe comunal precisó que los trabajos los ejecutará la empresa local Hornus y Cía. y que comenzarán la semana que viene. El Intendente celebró que prontamente se tenga una solución para un problema, "muy importante", no solo por el mal aspecto sino por el peligro que representa. Esto, digamos, de paso, no hace más que reconocer lo que viene diciendo la gente en la calle, el turista que ingresa a nuestra ciudad, y los medios periodísticos, en mayor o menor medida, desde hace tiempo. En Crónica hemos tratado el tema como noticia muchísimas veces, y también hemos editorializado en varias oportunidades el deplorable estado, incluso alguna vez bajo el irónico título de “Las sobras públicas”. Y acá debo decir que este tratamiento por parte de los medios, o por lo menos por lo que demuestra nuestro propio archivo, se da casi concomitantemente con su “habilitación”, término que debo utilizar ya que en realidad nunca fue efectivamente inaugurado. Para hacer un poco de Historia, que es una de las materias que hemos dado en nuestra larga carrera docente, y que según les decimos siempre a nuestros alumnos debe servir para aprender de los errores y de los aciertos, vamos a comenzar por la noticia que se publicó el 22 de septiembre de 2006, o sea hace poco menos de siete años (lo que para una obra de esta características y costos no debería ser nada) en la que el por entonces diputado provincial Julio César Aldáz (PJ) anunciaba que el 3 de noviembre de ese mismo año se efectuaría la apertura de las ofertas económicas para la construcción del referido acceso oeste (o rotonda y derivador, decimos nosotros con ánimo de precisión). El presupuesto oficial era por aquél entonces de $ 2.780.878,66, y el plazo de ejecución de los trabajos, de 210 días corridos. Aldáz precisó, en ese momento, que este proyecto contemplaba la ejecución de una intersección en el acceso oeste a la localidad coincidente con las Rutas Provincial Nº 39 y Nº 20, muy necesaria debido a los constantes inconvenientes que presentaba por entonces, en el tránsito, el antiguo y popular “triángulo”, intersección (o rotonda) que, supuestamente, debería haber dado solución y seguridad al mismo, cosa que no sucedió “ni ahí”, como dicen los chicos ahora. Para el acceso a la ciudad se contemplaba una doble calzada de 8 metros de ancho cada una, separadas por un cantero con cordón de hormigón y una calzada simple para el acceso al área industrial. ¡Maravilloso! Queremos resaltar acá, porque será tema de discusión justamente, y los papeles no mienten, que Aldáz dijo en esa oportunidad que el proyecto realizado por la Dirección de Estudios y Proyectos de la Dirección Provincial de Vialidad se completaba con la construcción de alcantarillas de caños de hormigón armado, terraplenes, demolición parcial de pavimento existente, construcción de banquinas con suelo común, iluminación completa y señalamiento. ¡Más que maravilloso! Es así, entonces, que el 25 de noviembre de ese mismo año 2006 (vuelvo a decir, hace menos de siete años), los basavilbasenses nos enteramos de que la Empresa Hornus y Cía. S.A. se encargaría de la obra, ya con un costo de más de $3,5 millones. Diría Les Luthiers: “¡Qué manera abrupta de crecer!” El legislador destacó, en ese preciso momento, que “debido a los constantes inconvenientes que presenta en el tránsito la actual intersección, se ejecuta esta importante y anhelada obra, que mejorará notablemente la circulación vehicular en la zona, con recursos propios del estado provincial”. ¡Casi lo mismo que dijo Silvio Valenzuela ahora, ¿no?! Pasando un poco a lo político, también hace esos mismos siete años, Aldáz resaltaba “el constante esfuerzo y la permanente preocupación que tiene el gobierno encabezado por ¿¡Jorge Busti!?, tratando de brindar mayor seguridad en las rutas entrerrianas mediante la ejecución de este tipo de obras”. Debo recordar aquí que en ese momento Julio Aldáz, más allá de ser Diputado, era Presidente de la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados de Entre Ríos, y el intendente era su amigo Horacio Fabián Flores. No puedo resistir la tentación de hacer ya una urgente comparación con los números, antes de entrar a lo estrictamente técnico, aunque soy consciente de que ya no me queda mucho espacio. Aún a riesgo de que este editorial termine con la palabra “continuará”, debo decir que en la página 13 de esta misma edición de Crónica se anuncia que el gobierno provincial ¡aumentó! la partida para los comedores escolares a ¡$5! por chico y por día, con la inédita e insólita característica de que ese valor, que verdaderamente impacta por lo elevado y decididamente adecuado para una alimentación sana y completa para nuestros gurises, será solo por los primeros 100 chicos de la escuela. Por los segundos 100, que seguramente tendrán ya menos hambre, el monto será de $ 4,75, mientras que de ahí en adelante los niños faquires entrerrianos deberán alimentarse con $ 4,50. A mí, la verdad, hasta me da vergüenza escribirlo. Y como la cosa no termina ahí, para los comedores comunitarios, en los que comen mayoritariamente los abuelos entrerrianos “carecientes”, la partida (realmente partida) seguirá siendo de $ 2 (no está leyendo mal), también por día, suma que quizás algunos pueden llegar a considerar excesiva, teniendo en cuenta que muchos de esos “viejos” ni siquiera tienen dientes, ¡lo que posibilita que otros se peguen unas mordidas que ni les cuento! Volviendo a la historia, que continúa, ¡no se vaya a creer!, el 26 de marzo de 2007 (ya a casi seis años de que se esté anunciando con bombos y platillos que se va a “reconstruir” el Acceso Oeste) y cuando todavía estaba cerrado al tránsito, se desarrolló en la sede de la Municipalidad de Basavilbaso una importante reunión con el fin de analizar las obras complementarias a realizarle a la Rotonda y al “derivador de tránsito”, agregando necesariamente un nuevo presupuesto que ya oscilaba en el millón y medio de pesos más. Cansado ya porque es tarde y me quiero ir a dormir, lo hago con la tranquilidad de saber que al trabajo lo va a hacer la misma empresa que hizo lo que ahora hay que “reconstruir”. Y como en el anuncio no se habla de licitación ni de precio, estoy doblemente tranquilo, ya que ahora no me quedan dudas de que forma parte de la natural garantía que una empresa seria debe dar. Porque no me gustaría tener que recordar aquél dicho de mi niñez, que involucraba a un popular y mediocre albañil, en boca del que se ponía la frase: “sosteneme el tapial, que voy a cobrar”. Y mucho menos la otra que rezaba: “No hay problema, dijo…” Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 12 de septiembre de 2013

Golpe a golpe

Golpe a golpe - Editorial del 13 de septiembre de 2013 En el editorial de la pasada semana yo decía que entre varios temas había decidido escribir sobre el Año Nuevo Judío, pensando que era el que más se imponía sentimental y espiritualmente. Y hoy, entonces, voy a tomar uno de los que dejé en la opción, y que hubiese sido también justo para la fecha, ya que se trata de la referencia y el recuerdo al primer golpe militar ocurrido en la Argentina, por lo menos en forma “institucionalizada”. Ese día el General José Félix Uriburu encabezó una asonada que tuvo como propósito (y lo logró) derrocar al Presidente Constitucional Hipólito Yrigoyen, que estaba cumpliendo su segundo mandato, alternado, ya que por entonces la Constitución Nacional prohibía la reelección consecutiva. Si bien casi seguramente en el decurso de esta página haré algunas referencias históricas, básicamente quiero dedicarla al desinterés y la falta de conmemoración de la que hicieron gala no solamente el partido gobernante, que se jacta de ser el arquetipo de los defensores de la democracia y el orden constitucional, sino, peor todavía, del mismo partido al que perteneció Don Hipólito desde su fundación, ya que fue uno de sus gestores junto con su tío, Leandro N. Alem. Aunque a mí me llaman la atención ambas omisiones, comenzaré por referirme a la del partido gobernante, sobre todo por la evidente contradicción entre ese “olvido” y el recuerdo, a través de un documental que se emitió este miércoles, del golpe que el 11 de septiembre de 1973 derrocara en Chile al presidente Salvador Allende. Seguramente para la postura “nacional y popular” (nótese que dije postura) es mucho más “cool” condolerse por el golpe de Pinochet que por el de Uriburu, sobre todo porque indagar demasiado en los pormenores que rodearon a la caída de Yrigoyen significaría enterarse de que el por entonces teniente Juan Domingo Perón tomó parte activa en el mismo, cometiendo lo que, mucho más tarde, por suerte para él, sería un delito de lesa humanidad. Si se hubiesen derogado por entonces las leyes de obediencia debida y de punto final (en el caso de que hubiesen existido), Perón debería haber estado preso como lo están hoy tantos oficiales y suboficiales que participaron del Proceso de Reorganización Nacional, y no podría ni debería haber hecho su obra en pos de la soberanía política, la independencia económica y la justicia social. En efecto, la víspera del golpe, Perón fue designado ayudante del teniente coronel Descalzo y el 6 de septiembre los dos fueron a la Escuela Superior de Guerra donde aseguraron su adhesión. Luego, fueron al Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín con una columna, arrestaron a su jefe que se negaba a adherirse y lo reemplazaron por otro. Se formó entonces una columna con tropas, en la que Perón iba en un auto blindado armado con cuatro ametralladoras; marcharon sobre la Casa Rosada, la que encontraron invadida por civiles que estaban causando destrozos, por lo que trataron de desalojarlos pacíficamente. Durante ese día permaneció en el lugar, resguardando la seguridad hasta que llegaron las tropas restantes y por la noche patrulló las calles de la ciudad de Buenos Aires para prevenir desmanes. No resulta extraño que para el peronismo los “únicos” golpes de estado que merecen el escarnio público sean el del 16 de septiembre de 1955 (ya veremos en estos próximos días con qué pasión lo recuerdan, apodándolo la “revolución fusiladora”) y el del 24 de marzo de 1976. Obviamente, ambos contra gobiernos peronistas. No he escuchado nunca referencias al del 4 de junio de 1943 (y eso que es la fecha de mi cumpleaños, lo que me hace estar más atento ese día), ni tampoco al del 28 de junio de 1963. ¿Por qué? Es simple la explicación. En el de 1943, organizado y llevado adelante por un sector del ejército autodenominado GOU (Grupo de Oficiales Unidos), volvió a tener preponderancia la participación, esta vez más activa, de Juan Domingo Perón, ya con el grado de Coronel. Dije más arriba que no iba a convertir esta página en una clase de Historia, pero cualquier manual desapasionado (aun cuando soy consciente de que, como dice Lito Nebbia, “a la Historia la escriben los que ganan”), describe claramente el rol protagónico de Perón en ese golpe de estado, que rompió la continuidad institucional, más allá de que se hayan invocado razones atendibles, tales como el fraude, la violencia de las fuerzas policiales, la posible toma de posición en la Segunda Guerra Mundial a favor del Eje, etc. Esos argumentos son falaces, porque con ese mismo criterio habría que avalar también el de marzo de 1976, ya que quienes lo perpetraron se justificaron en la inacción del gobierno de Isabel, la altísima inflación y la profunda crisis económica, y el crecimiento de la resistencia armada de los grupos arbitrariamente denominados “subversivos”. Y en el caso de la autodenominada “Revolución Argentina”, que depuso al gobierno radical de Arturo Illia, el peronismo se había quedado con la “sangre en el ojo” por la supuesta proscripción en las elecciones de 1963, y militaron a favor de que un general de raigambre justicialista como Juan Carlos Onganía, al amparo de una campaña de prensa (ahora dicen “Clarín miente”) sustentada por los principales diarios nacionales e incluso las revistas de humor (como Tía Vicenta) que asimilaban al Presidente de la Nación con la figura de una tortuga, por su supuesta lentitud en la toma de decisiones, o lo caricaturizaban dándole de comer a las palomas en la Plaza de Mayo, como si esa fuese su única ocupación, terminara abruptamente su mandato, comenzando lo que efectivamente fue considerada en el saber popular como la primera dictadura. No nos olvidemos que fue en 1970, precisamente, durante la vigencia de esa misma Revolución Argentina a la que el peronismo dotó de funcionarios por doquier (¡ya dije tantas veces dónde!), cuando Montoneros inicia su “campaña” secuestrando y matando a Pedro Eugenio Aramburu. Está claro, entonces, por qué creo que el PJ silenció el recuerdo del golpe del 6 de septiembre de 1930, y para explicar ello tuve que recurrir a comparaciones y parámetros. Pero lo que no termino de entender es el porqué del silencio de la Unión Cívica Radical. Al menos estoy seguro de que el comité local, denominado “Roberto Fleitas”, no hizo mención alguna ni emitió ningún comunicado conmemorativo. Es más, me animo a decir que muchos de sus integrantes se están enterando de que pasó esa fecha al leer este editorial. Y tampoco el Comité Departamental, que ese mismo día realizó una conferencia de prensa en Concepción del Uruguay, con la presencia de Lilita Carrió (en la que, por otra parte, tuvieron lugar vergonzosos ataques a la prensa por parte de ¿militantes radicales?), mandó a los medios aunque sea unas líneas en homenaje a los bochornosos hechos del 6 de septiembre del año ’30. Y mucho menos el Comité Provincial, más ocupado en borrar con el codo lo que alguna vez se escribió con la mano, y preparándose para descubrir, en las elecciones de octubre, si es que con sus propuestas vetustas y personalistas logran salir aunque sea terceros. La desideologización de los partidos políticos y su pragmatismo hace que sus filas, por lo menos las de conducción, se hayan nutrido de elementos que vienen de organizaciones intermedias, de roles “destacados” en la actividad privada, o simplemente, de exitosos a los que le falta la “chapa” y quieren llegar, rápidamente, a una banca en dónde y cómo sea, para satisfacer su ego y, supuestamente, representar al pueblo. Dijo Nicolás Avellaneda que los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden conciencia de sus destinos. Es fatal para el radicalismo dejar de recordar lo que le pasó a Yrigoyen, así como es fatal para el país que el peronismo le dé más importancia al derrocamiento de un presidente extranjero que al de uno propio. Ya lo dijo Francisco Luis Bernárdez: “Porque después de todo he comprendido Que lo que el árbol tiene de florido Vive de lo que tiene sepultado” Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 5 de septiembre de 2013

Nuestro balance

Nuestro balance - Editorial del 6 de septiembre de 2013 Con la aparici6n de las primeras estrellas, en el inicio del anochecer del pasado miércoles, comenzó para el Pueblo Judío el Año Nuevo 5774. No sabía si iba a escribir sobre esto hasta bien entrada la noche de ese mismo miércoles, y finalmente me decidí a hacerlo por “disparadores” que me orientaron en ese sentido, dejando de lado para mejor oportunidad los otros temas en danza. Temprano en la mañana un amigo con el que canté codo con codo durante muchos años en el Coro “Magnìficat”, y que sigue todavía cantando “pese” al director que le tocó ahora en suerte, me acercó un artículo que seguramente en alguna próxima edición voy a reproducir en Crónica. Este amigo, que es cristiano y de familia alemana, y ese artículo, que salió en una revista de su iglesia, me hicieron comenzar a ver algunos otros aspectos que realzan aún más la celebración en este año, que para mí ya era especial dado que por primera vez lo estaba por pasar solo, sin mis hijos, y que por esa misma razón, y otras quizás sinrazones, había tomado la decisión de no ir a la sinagoga. Y temprano por la tarde, al recibir una salutación, tuve la oportunidad, muy bien recibida, por otra parte, de explicarle a otro amigo, católico en este caso, y con el que no canté pero milité codo a codo, las razones por las cuales no es lo mismo decir hebreo, israelita, israelí o judío. Y que, acá, en nuestro Basavilbaso, salvando las erróneas implicancias discriminatorias que a veces se le suele dar a la palabra, lo más exacto es, justamente, decirnos judíos (lo discriminatorio y “ofensivo” es decir moishe, y lo totalmente equivocado por demasiado genérico es decir “paisano”, porque quiere decir “del mismo país”). Con él me explayé para describir la significación de cada una de esas acepciones, pero acá no tengo el lugar ni el tiempo, y tampoco corresponde, en verdad. Lo que sí me complace es que me haya escuchado, haya asumido que no conocía esas diferencias…y haya corregido el comunicado. Las Altas Fiestas Judías que se inician a partir del festejo de Rosh Hashaná (Año Nuevo, por “cabeza de año”) se continúan con varias otras conmemoraciones, entre ellas la muy solemne del Iom Kipur o Día del Perdón, que se celebrará el próximo sábado 14 de septiembre y que acá en nuestro pueblo tuvo, hace ya más de quince años, un inédito, poco difundido y muy poco reconocido ejemplo de convivencia interreligiosa, que tantas veces hemos comentado en esta página. Quien pregunte acerca de la naturaleza de esta milenaria Fiesta de Rosh Hashaná, recibirá tantas propuestas como fuentes consulte. Entre las distintas interpretaciones sobre el significado de la misma, podrá confirmarse que es tanto el Día del Recuerdo como el Día del Juicio y de la Creación, lo mismo que es el Día de la Evocación de la “atadura” del Patriarca Isaac, el Día del Toque del Shofar (Cuerno de Carnero), etcétera. Cada una de estas definiciones considera una de las caras del cubo, pero no podemos olvidar que ninguna define al cubo en su totalidad. El Año Nuevo Judío se identifica fundamentalmente con la Creación y con las ideas del juicio sobre el comportamiento humano y de la introspección y del examen de conciencia. En síntesis: un análisis de lo hecho en el período que se cierra y de lo que se hará con lo por venir en el que se inaugura. Y, ¿por qué no? un balance del alma. Es sumamente ilustrativa la anécdota jasídica del zapatero remendón. Trabajaba este buen hombre hasta avanzada la noche y a la tenue luz de una vela. Su esposa le sugirió que ya era suficiente y su respuesta no se hizo esperar: "...mientras arde la vela, aún se puede hacer algo". "Dicha escena fue contemplada desde la ventana por un sabio rabino, quien pronto trasmitió el profundo significado de la actitud del humilde zapatero y dijo a sus discípulos "...mientras arda la vela (de la vida), aún se puede hacer algo...”. Nosotros entendemos que, en el mensaje universal del Año Nuevo Judío, está también presente aquella actitud que tan bien supo trasmitir el sabio rabino de la anécdota jasídica. En cada año, en cada nuevo período, tenemos aún la vela ardiente y nos queda el tiempo suficiente para rectificar el comportamiento equivocado de ayer, para arrepentirnos y mejorar, individual y colectivamente, el rumbo del mundo de mañana. Por supuesto que a este concepto es imprescindible agregarle el de la convicción de que nadie es perfecto y de que Juez hay uno solo. Y que el que se arrogue esas funciones en la tierra y segregue a alguien, algún día deberá hacerse responsable. Acá o allá arriba. Y como Rosh Hashaná es tanto una festividad religiosa como familiar, encontramos simbolismos tanto en la mesa hogareña como en el templo. La mesa de esta trascendental fiesta se caracteriza por los simbolismos que se adjudican a todos los bocados que se sirven, hecho que es ya de larguísima costumbre y tradición. Básicamente, se trata de un augurio de endulzar la vida en el año que se inicia. Así, el pan, que habitualmente se unta en sal, en esta ocasión es untado en azúcar. A su vez, la manzana es también sumergida en azúcar o miel. Justamente por eso al saludo tradicional de “shaná tová” (buen año) se agrega el de Umetuká (y dulce), lo que complementa el deseo de “¡que sea un buen año, pleno de dulzura!” Es una festividad en la que, por supuesto, es también activa la presencia de la grey judía en la sinagoga. En esta predomina en la ocasión el color blanco, en tanto símbolo de la pureza (que hay que tratar de que no quede solamente en eso, en un símbolo). Hasta los adornos de los Rollos de la Tora se hallan revestidos de ese color para Rosh Hashaná. Otro aspecto interesante entre los simbolismos de esta festividad se halla en el saludo de augurio para expresar al prójimo. Como en toda ocasión, el saludo del Pueblo del Libro (o de la Biblia) alude a éste. Es así que en estos días se dice a parientes, amigos y vecinos “...que seas inscripto en el Libro de la Vida”. Nuestras vidas se han comparado con un rollo de pergamino, siendo excelente la síntesis del medieval poeta judeoespañol Ibn Pakuda, quien afirmó "Escribe sobre él (el Libro de la Vida) lo que quieras que de ti se recuerde." Y si el estimado lector quiere saludar a sus amigos judíos para tan importante ocasión (nunca es tarde), puede simplemente decirles: Shana Tová (en hebreo), A guit iur (en idish), o bien, en castellano, como hablamos todos los días: ¡Buen año! Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso