jueves, 25 de agosto de 2016

Carretera maldita – Editorial del 26 de agosto de 2016
El título de hoy está tomado de una novela del escritor norteamericano Stephen King, de quién, si se nos permite el término, varios de la familia somos “fanáticos”. Barton Daves es un hombre dispuesto a no dejarse avasallar por las atrocidades del progreso urbano, y menos si este se materializa en forma de una carretera que pasará por delante de su casa y trastocará su apacible existencia. Así, pues, Barton se arma con una Magnum 44, un fusil de alta precisión y una provisión de explosivos, decidido a detener la construcción de la nueva carretera a cualquier precio.
Esto nos sirve no solo para explicar la razón del encabezamiento, sino también para trazar un paralelo con la bronca que en muchos de nosotros genera el estado lamentable en que se encuentra la Ruta 20, en todo su recorrido.
Para aquellos que  no son “del pago”, les explicamos que dicha ruta va desde Gualeguaychú hasta San José de Feliciano, o sea que cruza de sur a norte toda la provincia de Entre Ríos, debiendo ser, y no es, la principal vía de comunicación en ese sentido geográfico.
Con mucho conocimiento de causa, ya que viví esa etapa siendo estudiante, allá por el año 1978 se pavimentó completa la traza que va desde la capital del carnaval hasta la capital del riel (Gualeguaychú – Basavilbaso), obra que en su momento generó inconvenientes porque muchas veces se cortó el tránsito totalmente o se debía transitar por banquinas embarradas, pero duró en muy buen estado casi cuarenta años.  En cambio la reparación del mismo tramo, que se venía reclamando “formalmente” desde 2012, y que al año siguiente se logró que se hiciera la licitación, adjudicada posteriormente con un plazo de ejecución de seis meses, que obviamente demoró más, ha durado un “chiquito” menos, y además  las “mejoras” (¿deberíamos decir “empeoras”?) solo llegaron a un pequeño tramo entre Basso y Gilbert, y con un micro granulado “experimental”. Y eso que lo estipulado era que la obra llegara hasta el puente sobre la Ruta 14, con lo que, en principio, todo quedó como estaba.
Conste que dije “en principio” totalmente a propósito, ya que no solamente el tramo de Gilbert hasta Gualeguaychú sigue estando intransitable por la inacción, lo que significa lo mismo que decir “cada vez peor”, sino que el otro, el que supuestamente se repavimentó, está igualmente imposible de transitar, y eso en menos de un año. Es una sucesión ininterrumpida de pozos, imposibles de esquivar, algunos, los menos, “chiquitos”, y, otros, que ya parecen cráteres. 
Ante la reiteración de accidentes y la falta de respuestas, la mayoría de los pobladores que vive a la vera de la ruta o en los pueblos que ella atraviesa o comunica, volvió a movilizarse. No es posible que la Ruta 20 continúe con su traza asfáltica deformada, y como dije muchas veces acá, tomando una frase de José Martí, “los derechos no se mendigan; se arrancan”. Esa movilización, que se inició en el conocido “Almacén de Fernández”, cerca del Arroyo El Gato, contó con la presencia de  habitantes y autoridades de Gualeguaychú,  Urdinarrain, Gilbert, las dos Aldeas (San Juan y San Antonio) y, aunque dé bronca decirlo, muy pocos de Basavilbaso, lo que incluye la mención de que no estaban las autoridades municipales. Segundo “faltazo” en dos semanas, si contamos el acto de San Martín.
Hay que recordar que fue de esas reuniones de funcionarios locales y provinciales hechas en 2012 de donde surgió el grupo que logró que se licitara y publicara en el Boletín Oficial en julio de 2013 una refacción por un monto de 17.473.684,38 pesos, con un plazo de obra, como ya dijimos,  de seis meses, a partir del 31 de junio de 2013, para el tramo que va desde la Ruta Provincial 39 en Basavilbaso hasta la Ruta Nacional 14, subtramo Urdinarrain. Pero la obra se concretó, lo repito, en solo cinco kilómetros entre Basavilbaso y Gilbert, con un “extraño” bacheo en el que se utilizó un producto micro granulado que según el propio ex director de Vialidad, Jorge Rodríguez, estaba en etapa de experimentación; con la señalización central hecha con una pintura que ya es difícil de visualizar; sin demarcación ni limpieza de las banquinas; sin  señal de telefonía para emergencias; sin la marcación adecuada de los puentes, y con una repavimentación que “copia” la deformación de la carpeta asfáltica. Todo esto hace que la ruta no sea ni un “chiquito” segura de transitar. Yo recabé información respecto al por qué la empresa se fue y dejó la obra inconclusa, pero lo que no pude averiguar es cuánto se pagó y cuánto queda (tampoco sé a dónde queda, la verdad).
Sobre  eso no tengo, reconozco, ni un “chiquito” de idea.
A esto debemos sumarle que el puente que está en el “rulo” del cruce de la Ruta 14 (autovía) y Ruta 20 tiene serias fallas de construcción; le falta iluminación, y los derivadores están mal diseñados. Si bien la obra de este puente es de jurisdicción nacional, los vecinos reclaman el cumplimiento de la promesa efectuada por los funcionarios de gobierno reunidos con éstos en el 2013, de gestionar acciones necesarias para su reparación.
Es precisamente el deterioro de la ruta, la falta de obras y los efectos para los usuarios del camino, que repercuten en resultados de carácter socio-económicos y generan altos costos sociales para los que transitan a diario la ruta, lo que nos hace inexplicable la poca presencia de las autoridades locales, más teniendo en cuenta que, tal como pasa con el ferrocarril, nosotros somos el cruce de caminos, ya que también nos perjudica el rápido deterioro del tramo Basso – Villaguay de la misma ruta, que se consiguió después de más cuarenta años de transitar por un ripio muchas veces “intransitable”, si se nos permite la repetición, y que ya tiene un surtido más que variado de agujeros.
Entonces, si sabemos el alto tránsito de personas (docentes, estudiantes, gente por cuestiones de salud o motivos laborales, e incluso por ocio, etc.) como así también el transporte de cargas, es necesario que quienes tienen responsabilidades de gobierno, de gestión y de legislación movilicen la urgente reparación “en serio” de la ruta, ya que, además, hace años que hay muchos accidentes y una de las causas es, indudablemente, su estado. Eso sin dejar de lado la investigación del destino de los fondos que no se llegaron a concretar en obras, así como los fundamentos de la inspección de las mismas, ya que es indudable que la capa de pavimento, o de ese “experimento” que usaron, se puede medir en micrones.
Entonces, cuando votemos, recordemos cómo algunos gobiernos dejaron destruir todas las rutas y caminos vecinales; cómo Vialidad Provincial hoy solo es un nombre de ficción, ya que nunca tienen máquinas, nunca tienen combustible, los jefes pasan y nada se hace. A esto lo dijo el renunciante Lallana, así que no son palabras mías. Esto parece no tener más solución; los jefes solo hablan por los medios, y uno los escucha y pareciera que saben más que un vecino o alguien que circula todos los días por esas rutas. Es claro, si ellos no salen de Paraná. No saben cómo se arregla un camino de tierra; dejan los caminos vecinales como palanganas donde las banquinas no existen y el agua circula por el medio, convirtiéndolos en una imitación de un arroyo.
¿Será que todavía faltan muchas muertes para que nos hagan caso?  Cuando llueve, desde alrededor de las veinte y hasta por lo menos las seis de la mañana, circular y salir vivo, es una odisea. La entrada a Gualeguaychú está deformada por el peso de los camiones, que por ahí circulan con peso libre, sin balanzas. El puente del “rulo” que citamos más arriba, en cualquier momento se viene abajo. Y mientras tanto alguien se va a meter en un pozo o en una rajadura, ya que las luces del derivador las apagan “para no consumir”. Al pasto lo cortan entre los canteros centrales, nunca para los costados. ¿Carteles?: no hay ninguno, ni siquiera los de los retornos. O sea, si no conoce, uno debe agudizar su ingenio para “adivinar” dónde debe doblar.
Los que la transitamos periódicamente ya no nos sorprendemos. Pero aquí es donde me arrepiento de no poner fotos en Crónica, porque yo supongo que hay gente que no me va a creer lo que digo. Y no me animo a invitarlos a que la recorran a aquellos que no la conocen y por eso dudan de lo que digo. No sea que les pase algo de lo que auguro.
Linares Cardozo escribió, como tantas otras cosas geniales: “Agradezco a la vida haber nacido en tierra entrerriana, por su paisaje manso, templado por los verdes, por su buena gente y el canto de sus pájaros…”.
Debía haberle agregado los pozos, que ya forman parte del paisaje, muy a nuestro pesar.

                                                     Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 11 de agosto de 2016

Amenaza y atentado

Amenaza y atentado – Editorial del 12 de agosto de 2016
Yo no creo en las casualidades, pero sí en las causalidades. Y antes de entrar específicamente en el tema, la causalidad, o sea la relación entre causa y efecto está expresada en la absoluta coincidencia con lo que dijo el Presidente Municipal Gustavo Hein al conocer detalles del presunto y abortado atentado que se estaba gestando en su contra. Más o menos, no recuerdo las palabras textuales, dijo: “lo que más me duele es que es gente de Basso”.
El mismo día martes 9 de agosto, casi a la hora en que se hacía público por distintos medios que la Policía de Entre Ríos había desarticulado un plan para atentar contra el Intendente, lo que luego fue confirmado por el mismo jefe comunal, quien según aseveró se enteró de la investigación por el Ministro de Gobierno de Entre Ríos, Mauro Urribarri, y por el jefe de la Policía de la provincia, Gustavo Maslein, yo me notificaba en Concepción del Uruguay del pedido de Remisión a Juicio por parte del Fiscal Dr. Mariano Budasoff de la causa de las pintadas antisemitas en la Sinagoga Tfilá L’Moisés y en la sede de la Asociación Israelita de Basavilbaso, hecho ocurrido el 27 de junio de 2014 aproximadamente a las 3,30 hs. de la madrugada.
Procesalmente todavía faltan pasos para que se decida si el destino de la causa es un Juicio Oral, un Juicio Abreviado o una Probation, e incluso restan algunos actos, como la posibilidad de la ampliación de la acusación por parte del querellante particular, o sea este editorialista, que en su condición de abogado de religión judía fue agredido específicamente en la pintada con el texto “Dr. A sacachorros”, rodeado de dos cruces esvásticas. En este caso,  y por aplicación de la Ley 23.592 llamada de “Penalización de actos discriminatorios”, más específicamente de su artículo 1°, yo estaría en condiciones de reclamar la reparación del daño moral causado a mi persona y a mi profesión, e incluso, en mi condición de individuo perteneciente a la comunidad judía de Basavilbaso, solicitar también, recurriendo al mismo artículo, la reparación del daño moral ocasionado a la misma por la discriminación y también del daño material que significó tener que repintar los dos inmuebles para tapar los agravios. Estas dos últimas exigencias estarían a mi cargo debido a que ni la Asociación Israelita local ni la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), entidad que tiene por misión la de luchar contra toda expresión de antisemitismo, de discriminación, racismo y xenofobia, preservar los derechos humanos y velar por la seguridad de las instituciones e integrantes de la comunidad judía argentina, se constituyeron en querellantes, con lo cual no tienen ninguna participación posible ya en el juicio.
Como la ofensa que recibí fue muy grande, ya que mis abuelos llegaron a estas tierras como consecuencia de la persecución de la que eran objeto en la Rusia zarista y con la promesa de poder vivir en una tierra en la que podían conseguir pan, paz y trabajo, en absoluta libertad y con la garantía de igualdad que refiere la Constitución Nacional, creo necesario destacar que haber llegado a este punto del proceso es absolutamente meritorio para los que hemos luchado en pos de que finalmente se haga justicia. En tiempos en que se descree tanto de este Poder, y en los que tanto se habla de la lentitud y de la ineficiencia, tengo que destacar que una parte fundamental de este logro corresponde al trabajo de los dos fiscales que tuvieron a su cargo la Investigación Penal Preparatoria que prevé el nuevo Código de Procedimientos Penales de Entre Ríos. Hablo, más precisamente, del ya mencionado Dr. Budasoff y de la Dra. Melisa Ríos, que le precedió en el cargo. Sin su persistencia y su firme convicción de que estábamos frente a un hecho de gravedad inusitada, probablemente el caso hubiese quedado entre los que comúnmente terminan archivados, ya que según tengo entendido, y aunque no hay una base de datos específica al respecto para consultar, y no quiero hacerlo en la DAIA por las razones antes expuestas, creo que es el primero en que por pintadas antisemitas se llega a la posibilidad de un juicio oral en la Argentina. Acá debo reiterar que todavía quedan algunas instancias por cumplimentar, incluso la defensa del único imputado del delito tiene la posibilidad de oponerse a esta decisión del fiscal, siempre que tenga argumentación válida que sustente ese pedido, y que la Jueza de Garantías haga lugar al mismo.
De todas maneras el escrito que pide la Remisión a Juicio es harto abundante en material probatorio objetivo, esto es en referencia directa a las pintadas en sí y a las circunstancias en que las mismas se hicieron, pero también recurre a un número importante de testigos, que no necesariamente deben haber visto la comisión del hecho, sino haber advertido por alguno de sus cinco sentidos cualquier circunstancia que permita determinar indubitablemente tanto la existencia como la autoría.
Transcurridos un poco más de dos años, como ya dije, me queda una extraña sensación de mezcla entre la satisfacción por haber llegado hasta acá, más que nada porque para ello puse en práctica todo lo que significa el ejercicio de la profesión que elegí, y el sabor amargo que me produce el hecho de haber recorrido gran parte de este camino casi en soledad, solamente acompañado por mis familiares más cercanos y algunos amigos, de esos que se ven en las buenas y en las malas. A nivel institucional puedo decir que fui abandonado a mi suerte, seguramente por el temor de que la causa quedara en la nada y ellos se “jugaran” por algo que finalmente “no valía la pena”. Y conste que respecto a este tema no hablo solo de las instituciones comunitarias judías a que hice referencia, sino también, y quizás más especialmente, a aquellas que supuestamente ejercen la función de “paraguas” protector en las por lo menos tres actividades que ejerzo de manera profesional, y en las que expresamente se condenan los actos discriminatorios. Como tuve ocasión de manifestar en el Congreso de la UCR del que participé el pasado sábado en la ciudad de Villaguay, y en el que conseguí que se agregue a la Carta Orgánica del Partido la referencia a la lucha contra la discriminación de carácter religioso, ya que solamente se mencionaban las de contenido sexual, cultural y social, no hay que esperar a que el acto discriminatorio se cometa ante una tumba, como ocurrió en el caso de César Jaroslavsky hace pocos días, para organizar un acto de desagravio. Más vale luchar con todos los medios disponibles para que ello no le suceda a un ser vivo, que lo sufre en carne propia.
Yo sé que en medio de tantos problemas por los que estamos pasando los argentinos quizás haya gente que pueda relativizar esto. Y están en todo su derecho. Lo único que yo le puedo decir al respecto es que el derecho a defender la diversidad, en este caso religiosa, es inalienable, y no debería hacer falta repetir el poema "Cuando los nazis vinieron...", que trata acerca de las consecuencias de no resistir las tiranías en los primeros intentos de su establecimiento. El orden exacto de los grupos y las palabras están sujetos a disputa, ya que existen muchas versiones, la mayoría transmitidas oralmente. Martín Niemöller, su autor, menciona que no se trataba originalmente de un poema, sino de un sermón en la Semana Santa de 1946 en Kaiserslautern, Alemania. “¿Qué hubiera dicho Jesucristo?”, se titulaba. Lo importante es que el texto trasmite que aquél que no se preocupa cuando persiguen a los otros, sobre todo por razones políticas o religiosas, seguramente tendrá como consecuencia que nadie se preocupará cuando lo persigan a él por lo mismo.
Mi interés nunca fue la revancha. Ni siquiera un castigo severo. Solamente quiero que el esclarecimiento de este hecho y la identificación de su autor sirvan, de una vez por todas, para que no vuelva a ocurrir. Los judíos estamos en la Argentina desde hace mucho más de un siglo. Quizás desde hace más tiempo que los antepasados de los autores de estos actos de discriminación. No somos ciudadanos “de segunda” solo por profesar una religión distinta que la que profesa la mayoría del pueblo argentino. Y no somos ni mejores ni peores que los demás solo por ese hecho. En el caso específico que nos ocupa, si efectivamente soy un “sacachorros” en opinión del que lo pintó, nada tiene que ver en eso mi creencia religiosa. Y si bien la palabra “sacachorros” tiene un sentido peyorativo, yo estoy muy orgulloso de la profesión que elegí, y al dedicarme casi mayoritariamente al Derecho Penal es inevitable que mis defendidos sean personas a las que se les imputa haber cometido un delito. La función del abogado es, precisamente, lograr que se le aplique la pena que le corresponde, si es que le corresponde. Y el único facultado para eso es el Juez, ya que los tribunales populares hace mucho que fueron abolidos.

                                                  Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 4 de agosto de 2016

No se embarren – Editorial del 5 de agosto de 201
Hace unos años, cuando el ahora exgobernador de Entre Ríos recién surgía a la alta política, un dirigente del peronismo local lo nombraba “Urribarren”, y lo hacía en los discursos de barrricada, en los medios, y por más que lo corregían, él insistía. De ahí que algunos le completábamos el error con lo que hoy es el título de mi editorial.
Por supuesto que la introducción hace referencia al conocido hecho de que policías federales y gendarmes allanaron este martes, por orden de la justicia entrerriana, propiedades de familiares del exgobernador kirchnerista Sergio Urribarri, en el marco de una investigación que intenta determinar si el grupo familiar generó un enriquecimiento ilícito a través de la función pública y si hubo lavado de dinero. Los operativos se iniciaron por la mañana y alcanzaron a ocho propiedades de Juan Pablo Aguilera, cuñado del ex mandatario, ahora diputado provincial y secretario general del PJ nacional. La investigación de los fiscales Santiago Brugo y Patricia Yedro alcanza a los hijos del ex mandatario, el actual ministro de gobierno Mauro Urribarri y Sergio, entre otros familiares. Justamente en este último párrafo está la razón por la cual el operativo estuvo a cargo de las fuerzas federales. Es que la Policía de Entre Ríos depende de Mauro Urribarri, por su cargo, lo que ya fue cuestionado desde su mismo nombramiento, ya que dicho funcionario fue denunciado por la hermana Marta Pelloni en el caso de una chica de 16 años que fue rescatada de las redes de una mafia de la trata de blancas en la ciudad de Concordia, y que contó que en la misma “están implicados el hijo del gobernador (Mauro Urribarri), el senador (Enrique Cresto) y el jefe del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf)”.
Según los dichos de Pelloni, Mauro Urribarri sería la persona que llevaba adelante el “regenteo” de prostíbulos. "El gobernador es el que está encubriendo porque tiene todo el poder en sus manos. Es terrible esta historia, la chica está escondida, está amenazada ella y la madre. Mientras tanto, no hubo reacción del gobernador, nada, nada”, señaló la monja en aquella oportunidad.
Mauro Urribari ya había sido con anterioridad nombrado en un caso de drogas que causó conmoción en Entre Ríos. Antes de las elecciones del 2013 se dijo que el hijo del por entonces mandatario iba conduciendo su auto en cercanías de Gualeguaychú en compañía del senador Enrique Cresto, y habría sido encontrado en posesión de 20 kilos de cocaína. Eso nunca se aclaró, seguramente por el ”silencio de radio” que impuso el régimen. La cuestión solo se volvió a debatir al proponer el actual gobernador Gustavo Bordet su nombre para un cargo que, entre otras cosas, es el responsable de la seguridad en la provincia, algo así como poner al zorro a cuidar el gallinero, o al Gato a cuidar la jaula de los canarios. Digo, para ser fiel al título.
Ahora esta causa se inició cuando los abogados de la ciudad de Paraná, Rubén Pagliotto y Guillermo Mulet, presentaron una denuncia luego de que la revista Análisis (medio periodístico de la provincia que acostumbra a hacer este tipo de investigaciones) publicara un informe sobre el crecimiento patrimonial de la familia Urribarri. Los fiscales intentan determinar si los ingresos declarados por el ahora diputado y sus familiares son compatibles con los bienes que registra cada uno de ellos.
Recordemos que Urribarri, fiel discípulo de Cristina, quiso candidatearse a presidente, pero “lo bajaron de un hondazo”. En su fracasada campaña gastó millones de pesos empapelando varias ciudades y rutas de la Argentina con sus afiches y construyendo su propio parador en Mar del Plata (con palmeras traídas de Colón), entre otras excentricidades. Nunca  pudo  justificar de dónde sacó los fondos, ni le preocupó demasiado hacerlo. Tampoco pudo demostrar por qué gastó un 50 % más del presupuesto asignado por la Nación para la cumbre del Mercosur que se realizó en Paraná en diciembre de 2014, preparada por los empresarios amigos y sin licitación. Obviamente tampoco pudo ni quiso  exhibir comprobantes  del exorbitante gasto en publicidad durante su gobierno, todo por supuesto, contratado a la imprenta y empresa publicitaria de su cuñado: gigantografías, nuevos carteles para las calles de la provincia, nuevos carteles para las obras públicas, hasta los rotulados en las ambulancias y vehículos oficiales de su gobierno, como tampoco pudo ni quiso explicar con qué plata y para qué su mujer hizo más de cuarenta viajes al exterior (la mayoría a Europa) durante los últimos 10 años, y mucho menos con qué se armó la "isla" y todas sus instalaciones en el lago de Salto Grande, ni mucho menos la cantidad de campos comprados a su nombre o a nombre de sus hijos, cuñado, amigos, etc.
En definitiva, como se dice ahora, es un señor “flojo de papeles”, que buscó refugio en sus fueros de diputado provincial, y puso a su hijo, acusado de los graves hechos que mencioné más arriba, como ministro de gobierno, para ver si podía “zafar”. Quizás con el mismo fin, antes de irse, les aumentó el sueldo a los vocales del Superior Tribunal de Justicia, como para intentar precaverse de algún infortunado fallo en su contra.
Por suerte estamos en un estado de derecho, y es bueno que a raíz de esta denuncia de los dos colegas de Paraná los mencionados se sometan a la investigación judicial y justifiquen su patrimonio (de tan rápido crecimiento cuan pobre de explicaciones de cómo lo acrecentaron) estos individuos que si hubieran tenido que valerse de sus virtudes en la faz privada, resultaría incomprensible que lo hayan ganado en buena fe. ¡Cuánta razón tiene la gente cuando desconfía de semejantes administradores que solo piensan en acomodarse para toda la vida y para sus bisnietos, cuando muchos otros "yugan" la diaria con esfuerzo y sacrificio! Un contrasentido impropio de lo que hicieron nuestros próceres forjadores de la Patria que estos mediocres bandoleros aprovechan para sí.
Algunos amigos, en tono de broma, y aprovechando el sentimiento de impunidad que se venía oliendo y que parece haber desaparecido, ponían en boca del exgobernador la frase: "Mi principal tranquilidad es que todo lo actuado por mí, o por mi familia, en materia económica, está en las declaraciones juradas que religiosamente he presentado. Si no me creen, pregúntenle a la hermana Alba del ´convento’ de Gral. Rodríguez”.
El “exsoñador” (Sueño entrerriano se llamaba su “proyecto presidencial”) ya no vive en Entre Ríos. Ahora reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires junto a su compañera Ana Aguilera, en un departamento de su propiedad, cerca de los bosques de Palermo. Es justamente Ana Aguilera, hermana del “allanado”, quién viajaba en primera clase a Europa y EEUU; se alojaba en hoteles 5 estrellas o con toda una constelación si es posible; comía en los mejores restaurantes y compraba mercaderías por una fracción de lo que costaban en el país porque sabía que al volver iba a pasar tan lejos de la aduana como el cometa Halley lo hizo de la Tierra, y todo a cuenta de los contribuyentes y de, por ejemplo, el camino embarrado que conduce al cementerio de Basavilbaso y, por dos cuadras más, a la Escuela Agrotécnica.
Urribarri, que creció en una estación de trenes de un paraje perdido en el medio de la nada,  porque su padre trabajaba allí, hoy tiene los mejores campos de Entre Ríos, las mejores casas en Paraná y en Concordia, incluyendo una increíblemente “zarpada” península en el lago de Salto Grande.
Cuando Busti cumplía su primer periodo como gobernador, Urribarri era cajero del Banco de Entre Ríos en General Campos, más o menos en los años ochenta (parecen vidas paralelas con la de Lázaro Báez). Es por eso que si se repasan sus bienes actuales, y los de sus hijos y parientes cercanos, es absolutamente increíble que los haya obtenido “por derecha”, salvo que se hubiera ganado muchos premios al Quini Seis. La cuenta es tan sencilla como la de Báez, y de allí la coincidencia que remarqué. Todos los entrerrianos lo sabemos, solo que es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caído en un terrible engaño.

                                                   Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso