jueves, 27 de junio de 2013

Falacias y sofismas

Falacias y sofismas - Editorial del 28 de junio de 2013 Las falacias o sofismas (aunque en el sofisma se entiende que además se da la intención deliberada de engañar al oyente) son un razonamiento aparentemente "lógico" en el que el resultado es independiente de la verdad de las premisas; esto quiere decir que se desprende una conclusión errónea, porque no existe una conexión necesaria con las proposiciones de las que "supuestamente" surge. En otras palabras, el argumento parece ser verdadero, pero en realidad no lo es. El principal problema de las falacias es que son difíciles de detectar, y a eso los falaces lo saben muy bien. Y lo aprovechan. Hay muchos tipos de falacias que han sido definidas, pero en este caso quiero quedarme con una que, por las dudas lo digo, está en los libros, y no la inventé yo. Se llama Falacia Ad Populum (o falacia populista) y consiste en atribuir que algo es verdadero o falso en función de lo que la mayoría opina o cree. Esta es especialmente utilizada por aquellos que disfrutan de la estadística. Intentan justificar su razón porque hay un número muy alto de personas que lo respaldan. Me parece que, incluso, debería completarse con otra de la lista, que es la "Falacia de la verdad a medias", que existe cuando un argumento es sólo parcialmente verdadero o incluso verdadero, pero omitiendo la otra parte de la verdad. "50 de cada 100 personas adelgazan con este medicamento" (cuando no se hace mención de que los otros 50 no sólo no adelgazan, sino que el medicamento les sienta mal o los hace engordar). Obviamente que el lector ya se habrá dado cuenta que esta introducción tiene que ver con la postura del gobierno nacional, y de algunos de sus adulones, frente al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación declarando inconstitucional la reforma al Consejo de la Magistratura, específicamente los artículos 2, 4, 18 y 30 de la ley 26.855. Ni bien salió la sentencia, la Sra. Presidente de la Nación, en uso de sus facultades "twiteras", comenzó con sus diatribas que solo confunden a la gente. Dijo, por ejemplo, y lo transcribo textualmente que "es necesario ejercer las responsabilidades institucionales no siguiendo la música que ponen las corporaciones, sino con la batuta del pueblo, que es el que nunca se equivoca". En ese orden, cuestionó a los sectores que apuestan al "rejunte de gente para ganar una elección" y convocó a "superar los prejuicios" para construir la unidad nacional. Lo que la Sra. Presidente olvida, u omite, antes que nada, es que la democracia y las constituciones se hicieron para cuidar a las minorías, no para avalar en todo a las mayorías. Y, además, afirmar rotundamente que el pueblo no se equivoca es no saber nada de Historia. Ella misma habla pestes del menemismo (al que, por supuesto en su momento apoyó), y Carlos Menem llegó al gobierno con el voto del pueblo, y por casi el 50% de los votos. ¿Entonces? Michel Eyquem de Montaigne, filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del Renacimiento (o sea nada que ver con Clarín, ni con Lanata, ni con la "Corpo", ni con el Semanario Crónica de Basavilbaso), dijo una vez y para siempre: "Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis". En realidad en varios países de Europa Occidental los cargos del Consejo de la Magistratura o instituciones similares son electivos. El modelo de nuestra Constitución fue el de la de los EEUU, que no tenía Consejo. Es verdad que el Poder Judicial, formado a la manera de la Constitución de 1853, no es muy democrático. Un poder tan independiente que hasta lo es del electorado, esto es "del pueblo", termina siendo un poder al servicio de las corporaciones y es, él mismo, una corporación. El problema que tenemos es que la educación que le da (o que no le da) el gobierno a sus habitantes hace que las decisiones del electorado muchas veces sean incompatibles con la democracia. Hace 100 años eso se resolvía con el "fraude patriótico". Hoy todo se hace más difícil. Pero es imposible preservar los derechos (¿o privilegios?) de la minoría mientras exista tanta indigencia y pobreza. Y tanto clientelismo político. Lo que sí me parece un avance es la idea de que todos los funcionarios que con su proceder y con la autoridad que dan las normas que rigen a nuestro país, y que con sus decisiones afectan nuestras vidas, deben ser elegidos y removidos por voluntad popular. Lo contrario es suponer que hay seres superiores, que son capaces de determinar siempre desinteresadamente sobre lo que es bueno y lo que es malo, que son impolutos, que no tienen ideologías o que si las tienen no les influyen al momento de juzgar. Pero el problema se plantea, en un sistema como el nuestro, si nos ponemos a pensar cuál podrá ser la imparcialidad de un juez que para llegar ahí debió hacer política partidaria, conseguir apoyos de campaña, prometer resultados, levantar banderas que tapen otras, solo por expresar algunas de las costumbres que por estos lados tiene la clase gobernante. A mí, particularmente, no me gustaría ser parte en un juicio en el que la otra sea un aliado político del juez, al que éste le deba su silla. Pero, además, quién nos asegura que van a ser mejores porque sean elegidos por el pueblo. La Alianza vino con garantía de honestidad y ética, ganó con el voto popular, y así quedamos. Por supuesto que no estoy de acuerdo con que los jueces no deban pagar ciertos impuestos, que el resto si paga, y que además lo consideren justo. Pero de ahí a subvertir las razones que llevaron a Montesquieu a defender, en su célebre "El espíritu de las leyes" a la división de poderes, hay un larguísimo camino. "No hay libertad si el poder de juzgar no está bien deslindado del poder legislativo y del poder ejecutivo. Si no está separado del poder legislativo, se podría disponer arbitrariamente de la libertad y la vida de los ciudadanos; como que el juez sería legislador. Si no está separado del poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor", escribió. Por eso la Corte Suprema de Justicia de la Nación, cuyos miembros fueron nombrados por el kirchnerismo para terminar con la "corte menemista", resolvió que "la ley resulta inconstitucional en cuanto: a) rompe el equilibrio al disponer que la totalidad de los miembros del Consejo resulte directa o indirectamente emergente del sistema político-partidario, b) desconoce el principio de representación de los estamentos técnicos al establecer la elección directa de jueces, abogados, académicos y científicos, c) compromete la independencia judicial al obligar a los jueces a intervenir en la lucha partidaria, y d) vulnera el ejercicio de los derechos de los ciudadanos al distorsionar el proceso". Este párrafo es tan claro y contundente que por sí solo descalifica totalmente la reforma mal llamada "democrática" del Poder Judicial de la Nación. La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana federal, según la establece la Constitución Nacional. Y republicano, más allá de ser "cosa de todos", también implica independencia de poderes dentro de sus áreas de actuación. La función primordial del Poder Judicial es custodiar el imperio de la Constitución. "Nada contraría más los intereses del pueblo que la propia transgresión constitucional", dijo la Corte. Pero es claro. Urgencias son urgencias. Se empezaron a destapar los impúdicos e inmorales enriquecimientos de los amigos del poder. Y de los dueños del poder. Seguramente por aquél dicho de "cuando las barbas de tu vecino veas cortar…", la condena a Menem les demostró que no alcanza con tener una Corte adicta, porque se la puede cambiar. Pero a los jueces no, porque una vez nombrados tienen estabilidad. Entonces acá lo que se juegan, más allá de las falacias y sofismas que se les ocurran, es su propia impunidad. Es reforma o cárcel. Aunque también tenían otra opción, que era la de imitar a los presidentes que no se enriquecieron indebidamente, ni incrementaron las riquezas que ya tenían. Hipólito Yrigoyen, Arturo Illia y Raúl Ricardo Alfonsín salieron del gobierno más pobres que lo muy pobres que entraron. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 20 de junio de 2013

Empeorando, la situación mejora

Empeorando, la situación mejora - Editorial del 21 de junio de 2013 La frase que da título al editorial de hoy fue acuñada en Grecia, en tiempos del gobierno de la Junta Militar llamada "de los coroneles", allá por el año 1973. Los grupos contrarrevolucionarios, que luego llegaron a constituir la República, estaban convencidos de que dejando que el gobierno se hundiera, las perspectivas de que la gente se diera cuenta de lo que estaba pasando eran mayores, y, obviamente, podrían sobrevenir las mejoras. Y también es justamente en la mitología griega donde hay una situación metafórica, que traza un paralelo entre un hecho aparentemente coyuntural y las lecturas que de él se pueden hacer, sobre todo en su relación con la política. Estoy hablando de uno de los trabajos de Hércules, que ha llegado a ser proverbial en el mundo, conocido como "la limpieza de las cuadras o establos de Augías", pues así suele denominarse cualquier tarea que parece imposible de realizar. Augías era el rey de Elida y propietario de unas tres mil cabezas de ganado. Las cuadras donde se albergaba este ganado jamás fueron limpiadas por nadie, y por tal circunstancia llegaron a tal estado de suciedad, que su limpieza se creyó imposible hasta para el propio Hércules. Sin embargo, éste la llevó a cabo, derribando uno de los muros, y así consiguió que un río que corría cerca de allí pasase a lo largo de las cuadras arrastrando en su corriente la enorme suciedad allí acumulada. ¿Se entiende? Yo creo que la Sra. Presidente y algunos de los que la rodean tienen una confusión en cuanto al porcentaje de votantes que le da legitimidad a su gestión, y lo que debería ser una serena y sabia convicción de que debe gobernar para todos. Incluso para quienes no la votaron, aunque esta aseveración parezca una verdad de Perogrullo. Y digo esto, porque respecto a dos o tres cuestiones que han sucedido por estos días, y que como suelo decir, actúan como disparadores para mis páginas, Cristina Fernández se crispa y reacciona como el Chavo del 8, pataleando en el piso y pegando unos berrinches que no se entienden. Y esa actitud, a mi entender, hiere el liderazgo presidencial y pone en cortocircuito la red de confianza entre la ciudadanía y sus representantes. Por esa vía el sistema republicano se fragmenta y la democracia encarna, a ojos de una gran parte de la sociedad descreída, un juego entre partidos carentes del poder real que les otorgue ejemplaridad y capacidad para legislar y gobernar. Así, el juicio ético que merece nuestra política se proyecta sobre el hecho de la distribución del poder que el propio electorado ha establecido, votando. En realidad, frente al daño que constantemente sufre nuestro tejido social, no le cabe a nuestro sistema político otro lenguaje que el de la verdad ni otro resorte para respaldarlo que el de la austeridad. Hace falta un desprendimiento que disipe la atmósfera aún cargada de frivolidad, de desaprensión en el gasto y de más que solo sospechas de corrupción. En medio de todo esto Carlos Menem, otrora adorado por los mismos chupamedias que ahora se inclinan ante Cristina Fernández, ha sido condenado a siete años de prisión por negociados que en aquella época fueron tapados por la pizza y el champagne. ¿O hace falta mostrar el video que yo atesoro en mi computadora, en el que se ve a Néstor, cuando le convenía, comparando al riojano con San Martín y diciendo que era el mejor presidente de la historia? Pero es claro, eran tiempos del negociado para entregar YPF al mejor postor y asegurarle a Santa Cruz, o mejor dicho a sus señores feudales, la cantidad de plata que luego sacaron del país y nunca más se supo de ella. Hay quienes no tienen memoria, pero la única diferencia entre los "cadetes" de la financiera "la Rosadita" sacando a las apuradas los papeles que incriminaban a sus amos, y lo que hicieron los Kirchner en su provincia durante la dictadura y hasta ahora, es que estos se aseguraron la impunidad. Es por eso que les molesta tanto que se cumpla el principio de la división de poderes, más allá de la incapacidad de algunos jueces. ¿O es que acaso todos los funcionarios del Poder Ejecutivo son eficaces? ¿Y por ventura los legisladores se deshacen en esfuerzos para mejorar las normas que nos rigen? ¡No! Y sin embargo, de acuerdo a la lógica ilógica de la Sra. Presidente, deberían ser excelentes porque los eligió el pueblo, que no se equivoca. Casi nunca. Sin ir más lejos, su ministro del interior y transporte (con minúscula, porque si no le damos una importancia que no tiene) aseguró a principio de este año (acá también hemos tratado ese tema), que se venía una "revolución" en los ferrocarriles, en un plazo de 60 días. ¡Pero es claro que en toda revolución hay muertos! En realidad hoy estamos viviendo en un sistema que bien podríamos llamar decisionismo político, a cargo de la Presidente y algunos de sus colaboradores, más el agregado del poder oculto, aparentemente, de su hijo Máximo y sus acompañantes de la Cámpora, "Wado" de Pedro y el "Cuervo" Larroque. "Boina gente", decía Adolfo Stray. Yo no me dejo llevar por la resignación a la hora de analizar los hechos políticos de la Argentina, porque creo que la resignación es el sentimiento más antidemocrático que pueda imaginarse. Como para empezar por algo, a raíz de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró la inconstitucionalidad de la nueva forma de elección de los integrantes del Consejo de la Magistratura y su mayor número de integrantes, Cristina Kirchner embistió contra la Justicia justo antes del fallo. En un exceso verbal la Presidente apuntó contra todo el Poder Judicial y habló de la existencia de una "Cámara Federal en lo Clarín y Rural". Es claro que cuando Oyarbide falló (en todos los sentidos de la palabra) a favor de los Kirchner y archivó las actuaciones por ¿presunto? enriquecimiento ilícito, ellos no dijeron nada. Y ni hablar de que años atrás Clarín y la Sociedad Rural eran absolutamente funcionales al gobierno y nadie osaba criticarlos. El pragmatismo del matrimonio es el que llevó a Néstor y ahora a Cristina a calificar a quién se les ocurra teniendo como única medida la obsecuencia y el servilismo. Más o menos al mismo tiempo la autotitulada abanderada de los Derechos Humanos, Cristina Kirchner, criticó a Francisco De Narváez, calificándolo como "un señor medio coloradito que decía que tenía un plan". Rarísimo que el Inadi no haya actuado de oficio ni que María José Lubertino, que no deja pasar ni un amago de expresión discriminatoria, no haya salido a "retar" a la Presidente. Y ya que hablamos de discriminación, que solamente existe cuando ellos se sienten discriminados, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Sayed Abbas Araghchi, expresó que las relaciones diplomáticas entre Irán y la Argentina pasan por un "proceso razonable", y denunció que "factores extranjeros y sionistas fueron los verdaderos causantes" del atentado contra la AMIA. Yo soy sionista. ¿Tengo que hacer una denuncia para que se pueda aplicar la Ley 23.592, o mejor espero a que estos "hermanos" iraníes decidan poner una bomba en alguna sinagoga de algún pueblo pionero de la colonización judía? La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto llamó a modificar la Constitución para modificar la Justicia. En ese orden, expresó que "yo soy una mujer que opino nada más, pero pienso que habría que reformar la Constitución para quitar estas prebendas que tienen (los magistrados) y facilitar la constitución de un proyecto nacional y popular como el que encabeza Cristina (Fernández de Kirchner)". ¿Para eso perdió a sus hijos? ¿Es que acaso lucharon para que se enriquecieran Báez, López y los Kirchner y una justicia adicta los absuelva? Para aquellos que se creen invencibles y no necesitan explicar sus fallas, les dejo esta frase: "Los errores poseen su valor, aunque sólo en alguna ocasión. No todo el mundo que viaja a la India descubre América". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 13 de junio de 2013

¿A quién le ganamos?

¿A quién le ganamos? - Editorial del 14 de junio de 2013 Como el gobierno nacional sigue insistiendo, desde su corporación mediática (que no es de menos envergadura ni menos peligrosa que la de Clarín y La Nación) con esta cuestión de la "década ganada", vuelvo a sentir la necesidad de contestar a esa falacia con algunas demostraciones que son totalmente visibles, pero cuya versión oficial hace acordar demasiado peligrosamente al cuento del rey desnudo, en el que toda la corte alababa el maravilloso traje que el monarca no llevaba puesto, y solo un niño de corta edad gritó: "¡El rey está desnudo!". Aquí también la "corte" calla y disimula sobre la desnudez de la reina, pensando, seguramente, que quien aguanta siempre gana. Y ya que estuve abrevando en cuentos, ahora voy a abrevar en la Historia, para recurrir a la lección de Pirro, rey de Epiro, militar famoso por su dominio de la estrategia militar. En 281 a. de C., recibió un pedido de ayuda de la colonia griega de Tarentum, hoy Tarento, que estaba en guerra con los romanos. Pirro acudió al llamado con 25.000 hombres y se enfrentó con los romanos en la sangrienta batalla de Heraklea, en la que obtuvo la victoria a costa de la pérdida de 13.000 soldados. Un año más tarde, volvió a derrotar a los romanos en la batalla de Ausculum, en la provincia de Apulia (Puglia), pero nuevamente sufrió pérdidas tan severas que el general victorioso expresó: "Otra victoria como esta y seremos destruidos". Desde entonces, la expresión victoria pírrica se usa para calificar un triunfo que tiene un costo más elevado para el vencedor que para el vencido. A mí no me quedan dudas de que la oposición se encuentra inerme e inerte frente al avance del kirchnerismo, y eso puede llegar a hacer pensar, equivocadamente, que existen méritos para considerar a este último un ganador. Para recurrir a un paralelo, en la historia del boxeo mundial hay muchos casos de púgiles que han subido al ring pasados de kilos y sin adecuada preparación previa, sacando pasaporte para una derrota segura y por knock out. Pero eso no convierte a su ocasional vencedor en un Monzón o un Muhamad Alí, ni mucho menos. Justamente estoy escribiendo estas líneas en momentos en que se está produciendo el cierre del plazo para inscribir las alianzas de cara al PASO, o sea a las primarias abiertas. Es desesperante para un militante de la política ver cómo todo se reduce a la lucha por conseguir el primero o segundo lugar en una lista, sin siquiera importar las cuestiones programáticas. ¡Y ni hablar de las ideológicas! Mientras tanto, para Clarín, La Nación y Lanata todo está mal, y para 6,7,8, Tiempo Argentino y CN23 vivimos en Disneylandia. Obviamente que ni tanto ni tan poco. Si nadie discute esto de la "década ganada", es casi una cuestión lógica que tampoco nadie se acuerde de todo lo que hemos perdido en el camino, y que da razón a aquello de la "victoria pírrica". El 12 de enero de 2011 motochorros ¿"sorprendieron"? a un empleado de la Presidencia de la Nación y le robaron una fuerte cantidad de dinero en moneda extranjera que estaba destinada a solventar gastos en la gira oficial de la mandataria Cristina Fernández por Medio Oriente, más específicamente Kuwait, Qatar, Turquía y Egipto. Increíblemente, un empleado de la Agrupación Aérea de la Casa Militar de la Presidencia que se dedicaba (espero que ya no se dedique) a coordinar los viajes presidenciales, retiró 68 mil dólares y 17 mil euros de la Tesorería de la Secretaría General de la Presidencia, ubicada en Avenida Julio A. Roca al 700, y salió ¡rumbo a su casa!, junto a un chofer y un suboficial de la Fuerza Aérea. Tras bajarse ¡en la esquina! de su domicilio, en Malabia al 1600, y mientras caminaba hacia la vivienda, fue interceptado por tres motochorros. Al parecer, en esa trama digna de una segunda versión de "Nueve Reinas", los delincuentes le apuntaron con un arma y lo obligaron a entregar la mochila que contenía el dinero. Con el botín en su poder, los asaltantes escaparon por Malabia en contramano. Por supuesto que nunca más se supo nada acerca de este sugestivo robo, ni se buscó en las cámaras de seguridad, ni se comunicó a la sociedad respecto al avance (o retroceso) de la investigación. Ni dónde está la plata. Tampoco se sabe nada respecto a las 1.700 pistas clandestinas que hay en el país y de las fronteras laxas que nadie controla. Ambas son un verdadero colador para la droga y para la evasión del dinero lavado, tal como se supo por las declaraciones de los ahora "arrepentidos" (doblemente, debemos decir, porque primero se arrepintieron y después se arrepintieron de haberse arrepentido) Elaskar y Fariña. Para eso, supuestamente, contamos con radares que deberían controlar el espacio aéreo. ¡Lo que no sabemos (y no por culpa de la Corpo) es cuáles son las órdenes que reciben quienes controlan a los radares que no controlan nada! ¿Estarán incluidos en la "década ganada", acaso, los viajes del Tango 01 de Aeroparque a El Calafate a llevarle los diarios a la Sra. Presidente? Y ya que hablamos de volar, hace algunos años, cuando el tema todavía era poco conocido, denunciamos acá que había una empresa aérea estatal con oficinas, más de trescientos funcionarios, pilotos y azafatas, que no tenía aviones y nunca voló ni una hora. Y sin embargo nunca pasó nada, y mucho menos un avión de Lafsa (Líneas Aéreas Federales Sociedad Anónima, aunque algunos "vivos" le cambiaban las dos últimas palabras por "Sin Aviones") volando. Tampoco creo que pueda figurar en el activo del balance de esta "década ganada" la persecución de los últimos integrantes de los pueblos originarios que mueren por desnutrición o a palos en Chaco, Formosa y Salta, todos feudos kirchneristas con gobernadores que aparecen a diario en las fotos con la Sra. Presidente. ¿Y el "Caso Skanska", iniciado en 2005, con la evidente participación del ministro De Vido, y que fuera cerrado judicialmente en 2013 con una sentencia que condenó a empresarios y empleados "perejiles" de la AFIP, pero a ninguno de los funcionarios que todos sabíamos habían sido coimeados? ¿Y la duda respecto a si alguna vez se podrán recuperar para los jubilados los dineros de la Anses que se "gastan" en aventuras tales como la compra de netbooks que se usan para cualquier cosa menos para ayudar a estudiar? ¿Y el caso de Felisa Miceli, a quién la justicia condenó a cuatro años de prisión por los 100.000 pesos encontrados dentro de una bolsa en el baño de su despacho, caso que la convirtió en la primera funcionaria kirchnerista con sentencia por corrupción, pero no le impidió desempeñarse como auditora de los fondos oficiales destinados a Madres de Plaza de Mayo? ¿Y las desapariciones de Julio César López y Luciano Arruga de las que ya nadie se ocupa? ¿O es que para eso 30.000 es "mucho más que dos"? ¿Y los fondos de Santa Cruz depositados en el exterior, y sus intereses, que nunca volvieron y por los que nadie se anima a preguntar? Hay mucho más, por supuesto. Por eso digo, desde antes que empezara Lanata a hacer sus denuncias, que es fácil vencer a quien no se resiste. O, para ser un poco más popular, la culpa no la tiene solamente el chancho, sino también quién le da de comer. Néstor Kirchner, en uno de sus últimos discursos de apertura de la sesiones del Congreso Nacional, dijo: "lo que nosotros queremos es que este tiempo de la Historia sea recordado como el resurgir de un nuevo amanecer, donde la Argentina empezó a pensar que se podía soñar". Por eso, seguramente, nos están haciendo el cuento. Para dormirnos. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 6 de junio de 2013

Vivir lo que se escribe

Vivir lo que se escribe - Editorial del 7 de junio de 2013 El lector habitual de Crónica, y el no tan habitual pero que conoce la historia familiar, sabe que yo nací en una imprenta. Si bien literalmente la frase es errónea, ya que vi la luz en el viejo Hospital “Centenario”, pasé gran parte de mi vida en “La Unión”, que así se llamaba el taller gráfico de mi padre, y eso justifica la frase. Ahí aprendí a componer, letra por letra, con el ya obsoleto sistema tipográfico, seguramente iniciándome con algún texto del viejo Crónica, del cual todavía conservo el archivo. Es por eso que entre los recuerdos más gratos de mi infancia figura el relacionado con la celebración del "Día del Periodista", fecha que se conmemora precisamente hoy, 7 de junio, en recuerdo de Mariano Moreno y su "Gazeta de Buenos Ayres" (así se escribía por aquellos tiempos), fundada en 1810 por la Primera Junta de Gobierno, mediante un decreto que establecía que “el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Para logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal con el título de Gazeta de Buenos Ayres”. ¡No me diga que esto no parece escrito ayer! Debe ser por esos valores que esa fecha fue elegida como el Día del Periodista por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba en 1938. "Tiempos de rara felicidad son aquellos en los cuales se puede sentir lo que se desea y es lícito decirlo", decía hace mucho el historiador romano Cornelio Tácito, de quién también tiene Crónica una frase en su portada. Por la natural relación que uno y otro tenían, en esa infancia y adolescencia transcurridas entre tipografía, papeles y tinta, el mismo día se conmemoraba también el "Día del Gráfico", que posteriormente mereció un recuerdo y una fecha especial. Y aunque no quiera retrotraerme tanto al pasado, me emociona mucho recordar el lugar, que ahora me duele que esté tan cambiado. Solo conservo dos mosaicos del piso, que tantas veces pisé, y que Daniel me guardó especialmente. Y, por supuesto, a la gente que pasó por "La Unión" y que me marcó a fuego con la impronta de la amistad y el compañerismo, y en algunos casos hasta la hermandad: Juan, José, Kiko, Graciela, Mary; “el viejo Crónica”; mi padre al pie de la "minerva" (así se llamaba la máquina que imprimía) y a mi mamá alcanzándonos un mate con torta (¡o con tortas fritas!). Es por eso que para quién firma esta página tiene tanto peso el ejercicio de esta profesión, desde un lugar que en Basavilbaso tiene mucha historia, pero que, a fuerza de compromiso y de dedicación, ha logrado también tener un presente que ya, aunque parezca mentira, está rozando los diez y seis años y los ochocientos números, todo esto en forma ininterrumpida desde octubre de 1997, día que hoy me parece tan lejano. Y es desde esta “nueva” Crónica, con la carga de la herencia familiar, desde la que intento (y espero estar lográndolo) trasmitir la pasión con la que se debe encarar esta profesión, consciente de que llegamos todas las semanas hasta cada vez más hogares de nuestra ciudad, tocando, con la profundidad limitada a nuestra capacidad, los temas que sabemos le interesan a la gente, con un punto de vista lo más original posible. Y pese a quién le pese. También, por supuesto, en concordancia con esa corriente que junto con mi sangre lleva esa tinta y ese papel entre los cuales nací, sigo insistiendo con mis apreciaciones relacionadas con el desempeño de los funcionarios públicos en la tarea para la cual fueron elegidos, o, en otros casos, nombrados por aquellos a quienes nosotros elegimos. Lo hago acá, desde nuestra “pequeña aldea”, deseoso de que más medios se animen a denunciar a los funcionarios que no funcionan. Mientras, o en tanto, casi todos los políticos están encerrados en sus legislaturas y en sus ejecutividades (en las que no legislan ni ejecutan), ornados con sus corbatas de seda y preparados en las "gateras" para entrar (por las buenas, por las malas...o por las peores también, como cantan Los Olimareños) en las listas (primero en las PASO de agosto y luego en las de octubre) y seguir cobrando sus exorbitantes dietas, que les asegurarán exorbitantes jubilaciones. Y es por eso que pese a que los medios serios (no los medios medio serios) insisten en repudiar la entrega que en la década del 90 terminó con la quiebra de la Patria (literal y metafóricamente hablando), ellos siguen con sus morisquetas, escondiendo sus riquezas, sin importarles nada de nada lo que opina la gente, sin reconocer que, como decía Albert Einstein, la mejor manera de repetir los malos resultados es volver a hacer lo mismo. O, como le digo siempre a mis alumnos: la mezcla de tierra con agua siempre dará barro. Nunca un flan de dulce de leche. He insistido hasta el cansancio con aquello que decía Aristóteles respecto a que la política es el arte de lograr el bien común. Lástima que tan insigne filósofo no pueda ver cómo, en un país que tiene una cosecha record, se mueren chicos de hambre dejando atrás bolsas de basura destripadas buscando algo de comida o algo vendible con lo que adquirirla. Nada puede llevar tanto tiempo como lo que está llevando conseguir un poco de justicia social en la Argentina. Y llama mucho la atención que, en ese fracaso, los que son responsables la han conseguido para sí mismos, en un alarde de magia, y sin importarles que lo único que supera su corrupción es su propia incapacidad. Basta ver a Báez, el testaferro, para muestra. Vamos a abrevar, como solemos hacerlo, en una creación cultural, convencidos como estamos de que sólo la cultura salvará al pueblo, porque nuestra enfermedad cultural es previa y más importante que la enfermedad económica y política. Se trata en este caso de la película italiana Il Gattopardo, basada en la única (pero no por eso menos formidable) novela del príncipe de Lampedusa, en la cual caracteriza a la clase dirigente con la frase que luego sirvió para acusar a, por ejemplo, casi (benévolamente) todos los gobiernos que hemos padecido: "Si queremos que todo quede como está, es necesario que todo cambie", o más simplemente, lo que se ha dado en llamar “el gatopardismo”. Y, a la hora de decidir si uno está a favor de permitir que los programas en los que se denuncian las miserias de los gobernantes y de sus amigos, lo que no es ni más ni menos que defender la libertad de expresión, viene a cuento una imagen de la película “Gladiador”, en la que Cómodo, coronado emperador, para ganarse el favor del pueblo, inaugura varios meses de juegos en el Coliseo entre los que incluye la reapertura de las peleas de los gladiadores, mientras que desde los carros le arrojan pan a la muchedumbre. La escena de la película muestra la tradicional frase: pan y circo. Claro que vale aclarar que ese período de la historia poco tiene que ver con la actualidad, porque los procesos políticos, sociales y económicos, se han vuelto mucho más complejos, dado que cuando la inflación hace escasear el pan, no hay circo romano que pueda montar Cómodo para distraer a la gente de los problemas que la afligen todos los días. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso