jueves, 21 de marzo de 2013

Los gestos y los actos

Los gestos y los actos - Editorial del 22 de marzo de 2013 Aun cuando solamente el 17,5 % de la población mundial profesa la religión católica, es obvio y evidente que el nombramiento del Papa Francisco es un hecho que ha interesado y conmovido a gran parte del mundo. La globalización nos ha demostrado que a través de los medios de comunicación la noticia ha motivado hasta a pueblos y naciones que tienen otras creencias religiosas, en la convicción de que su figura se ha convertido en emblemática y rectora de comportamientos y actitudes cuasi universales. No viene mal recordar, a esta altura, que justamente católico significa eso: universal. El lector sabe que este editorialista es judío, y más aún, el lector local conoce la íntima relación que, sin faltar a mi fe, me une a los otros credos existentes en el pueblo en que nací. Esa es quizás una de las razones que me permite, entonces, intentar profundizar el análisis de la repercusión que el advenimiento de un nuevo Papa puede darle a un más que necesario diálogo interreligioso, que exceda incluso el ecumenismo. A pocas horas de ser elegido Papa, Jorge Mario Bergoglio envió una carta al rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, en la que le comunicaba que espera “poder contribuir al avance en las relaciones de las que judíos y católicos han gozado desde el Segundo Concilio Vaticano”. Seguía así con la tradición de conciliación de ambos credos de sus dos predecesores directos, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Este último, retirado ahora como Papa emérito, mantuvo ese acercamiento, pero irritó a algunos grupos judíos por algunas decisiones “tradicionalistas” en su pontificado. En sus años como obispo de Buenos Aires, Bergoglio tuvo excelentes relaciones con la comunidad judía argentina. Visitó sinagogas, y en 2005 firmó una carta en la que se pedía que se hiciera justicia por el atentado contra la Asociación Mutual Israelita de Argentina en 1994, en el que murieron 85 personas. Además es muy conocida la relación del ahora Papa con el Rabino Abraham Skorka, que no cesa de hablar de Jorge Mario Bergoglio, de la relación de respeto y afecto recíproco que los vincula, de los proyectos que concretaron, y de los que tenían en marcha y ahora dependen "de la voluntad del Dios que los unió". De la noche a la mañana, el rabino porteño (que hace cerca de quince años hiciera un histórico “retiro espiritual” en Basavilbaso junto a sus alumnos del Seminario Rabínico Latinoamericano) tiene un amigo que, también de la noche a la mañana, se convirtió en el sucesor número 265 de San Pedro. Y en homenaje a esa amistad -y a la verdad- el ex rector del Seminario Rabínico Latinoamericano no se cansa de anunciar que Bergoglio conversa "en serio" con los hermanos de las otras religiones: "la palabra significa mucho para él, es un elemento vital dentro de su cosmovisión y religiosidad. Su papado será un punto de inflexión para el diálogo de los credos". La apertura hacia el judaísmo y los cultos del mundo no es una novedad para la Iglesia católica: su intención de romper los compartimentos estancos de la fe viene del Concilio Vaticano II (1962-1965). Desde entonces pasaron cinco papas por El Vaticano. Francisco, el sexto, hará la diferencia en esta materia, según Skorka, que es doctor en Ciencias Químicas y profesor universitario de Derecho Hebreo. "Yo particular y especialmente debo contestar que así será. (Con Bergoglio) hemos creado testimonios acerca de cómo profundizar el diálogo interreligioso", afirma. El rabino postula como hito de esa agenda judeocristiana al doctorado honoris causa que recibió de la Universidad Católica Argentina, en el ámbito de los festejos por el 50º aniversario del Concilio Vaticano II. La mano de Francisco estuvo detrás de aquel reconocimiento inédito en la historia de esa institución educativa. "Este gesto le costó críticas muy ácidas de parte de lo que podríamos llamar la derecha reaccionaria de la Iglesia. Bergoglio, sin embargo, permaneció impertérrito", manifiesta Skorka con un dejo de emoción en la voz. El pacífico y dialoguista "padre Jorge" también gritaba si la ocasión así lo ameritaba. "La única vez que levantó la voz fue para exclamar que antisemitismo es anticristianismo", dice el rabino. Según su criterio, judíos y católicos comparten principios éticos como el respeto por el individuo y la máxima "amarás a tu prójimo como a ti mismo". "Ambos cultos están imbuidos de los mismos valores últimos, y creen en un Dios total y absolutamente espiritual, que está más allá de toda la materia. Donde comienza a haber matices es en la praxis de estas creencias y en algunas cuestiones teológicas, porque los judíos no vemos en Jesús al hijo de Dios pero sí a un hombre de una gran espiritualidad". Esas diferencias no parecen irreconciliables con un interlocutor con la predisposición empática como la que Skorka dice que halló en Bergoglio. "Los judíos dialogamos con otras religiones, pero también tenemos que preguntarnos si del otro lado existe una sensibilidad como la de Francisco. En el caso del islam, hablamos con quienes quieren hacerlo. Pero si Israel pudo dialogar con Alemania (después de la Segunda Guerra Mundial), no me queda ninguna duda de que también conversará con el mundo musulmán", conjetura el rabino. La búsqueda de un propósito por el cual vivir ha intrigado a la gente por miles de años. Esto ocurre porque solemos empezar por el punto de partida errado: nosotros mismos. Enfocarnos en nosotros mismos nunca podrá revelarnos el propósito de nuestras vidas. No nos creamos a nosotros mismos, y por eso no hay manera de que sepamos para qué fuimos hechos. Hay quienes suponen que la esperanza está limitada únicamente al avance de las ciencias y de la tecnología, pero olvidan que a eso hay que agregarle, necesariamente, valores sociales y éticos, sin excluir los valores religiosos, especialmente aquellos compartidos por las religiones que profesa una gran parte de la humanidad. Enseñamos siempre a nuestros alumnos que la palabra “religión” indica, en principio, la necesidad de “volver a atar” algo que está suelto. Estamos convencidos, entonces, de que las sociedades religiosas ofrecen un particular canal de comunicación entre las personas, a través de las tradiciones morales y sociales. Otorgan a los creyentes los fundamentos de una visión humana no impuesta desde afuera, sino a través de las convicciones de su propia fe. La conexión entre religión y paz es una base muy segura para la esperanza de un futuro mejor para la humanidad. Las celebraciones cristianas y judías de estos días nos trasmiten un mensaje: buscar lo mejor de nosotros mismos, hallar una feliz convivencia y mayor compromiso con el prójimo, porque esto conlleva un renacimiento espiritual y el enaltecimiento de una actitud moral de comprensión de las diferencias. Nosotros abogamos desde la acción por el diálogo, llevado adelante en la franqueza de las diferencias. No un genérico y “romántico” abrazarnos, sino un diálogo que no oculta las dificultades y, justamente por eso, está destinado a suavizar asperezas e incomprensiones, en el profundo respeto y escucha del otro. Sin confusión, pero tampoco con intolerancia y separación, en la libertad del intercambio, cada uno puede redescubrir la raíz de paz que está arraigada en lo más profundo de cada credo religioso. ¡Y gracias a eso hemos construido grandes amistades! Como le pasó a Abraham Skorka y a su amigo el Papa. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 14 de marzo de 2013

Un nuevo Macondo

Un nuevo Macondo - Editorial del 15 de marzo de 2013 El diputado Alfonso Prat Gay, de la Coalición Cívica - ARI, decía hace unos días, entrevistado por Gustavo Sylvestre en el programa que el periodista entrerriano tiene en América 24, que el de los bancos fue el mejor negocio de estos últimos diez años. Textualmente (tenemos grabado el reportaje) dijo que “nunca en la historia argentina ganaron más plata los bancos que durante la era del kirchnerismo”. Uno suponía eso, aun cuando no hayamos tenido los datos precisos, habida cuenta del acceso al manejo de los mismos de los “amigos del poder”, que se han quedado con las participaciones mayoritarias en casi todas las entidades financieras que otrora pertenecían a las provincias, y, seguramente, también de la mayoría accionaria de los bancos privados. Obviamente que Entre Ríos no es la excepción, ya que Enrique Eskenazi, que es la cabeza de un grupo constructor y financiero de estrechos lazos con Néstor Kirchner desde los tiempos en que éste era gobernador de Santa Cruz, adquirió hace ya un tiempo el Banco de Entre Ríos, eufemísticamente llamado Nuevo Bersa, la principal entidad financiera de la provincia no sólo por lo que su nombre y trayectoria trae aparejado, sino (y por sobre todo) por ser la entidad que actúa de agente financiero del estado, cobrando para ello un suculento contrato, el que, por otra parte, no se hace conocer como es debido a los que habitamos este suelo. Otra vez diré que no es intención de hacer de esta página una clase, y mucho menos hoy de economía. Solamente la introducción era necesaria para ubicar el lector respecto a quién es el dueño del escenario sobre el que va a versar (¡ja!) este editorial de hoy. Y, ya que estamos, también debo decir que la referencia del título tiene que ver con el nombre de la ciudad que inventó García Márquez para su novela “Cien Años de Soledad”, ciudad imaginaria en la que ocurrían toda clase de contradicciones y cosas inopinadas y fantasiosas. Obviamente, y el lector ya se habrá dado cuenta de ello (hablo del lector local, sobre todo), el tema de hoy tiene que ver con las vicisitudes por las que tenemos que pasar los clientes (y no clientes) del citado Nuevo Bersa, por lo menos en la sucursal local. Otra vez debo aclarar, porque siempre hay susceptibles que se ponen el sayo aunque no les quepa, que entiendo, sinceramente, que los problemas que voy a detallar nada tienen que ver con la voluntad de los empleados, que uno descarta está en la predisposición a allanarlos y no a crearlos. Pero, de hecho, concurrir a efectuar un cobro (¡o un pago!) a esa casa bancaria es una odisea propia de Odiseo, si se me permite la perogrullada. Casi normalmente la cola para las cajas llega hasta las escaleras de la entrada, cuando no serpentea en el hall de acceso, lo cual significa, en términos horarios, cuarenta y cinco minutos, o más, de espera. De un tiempo precioso para todos, ya que no es justo aquí discriminar entre los ociosos o los ocupados, porque lo inmoral es hacer esperar tanto tiempo a alguien, más allá de cuáles sean las actividades de las que se vea privado. En nuestro caso es demasiado costoso “aguantar” esa cola absolutamente improductiva, y por eso decidimos implementar esta queja. Por supuesto que antes de hacerlo recurrimos en la búsqueda de una explicación a alguno de los amigos que allí trabajan, deseosos incluso de aportar alguna idea para mejorar el servicio. Nos encontramos con que a las razones operativas propias de una empresa (falta de personal por licencia, entre otras), que son lógicas pero que no se comprenden a la luz de esa mención que hacíamos más arriba respecto a las ganancias que obtienen los bancos, le suman la idea de que la gente “debería” acostumbrarse a usar los cajeros automáticos o el “home banking”. Como corresponde, entonces, voy a tratar de demostrar acá las razones por las que me parece que los que tienen que decidir no conocen el “paño”. Algo similar, digo yo, a la visita del gobernador, que no puede haber visto la horrorosa entrada a Basavilbaso por el Acceso Oeste porque llegó en helicóptero. Digo, entonces, que la gente de nuestra ciudad no tiene todavía incorporadas esas costumbres. Incluso ni la alternativa de los lugares habilitados para pagar, denominados “Entre Ríos Servicios”, es aceptada en forma amplia, ya que muchos recelan, todavía, del ticket de pago, y quieren el viejo sistema del sello sobre la boleta. Ni hablar, entonces, de adquirir el hábito de abonar a través de Internet. Imagínese Ud. que si no se quedan conformes con un “papelito” pegado sobre la factura, ¿de qué manera se habituarán a aceptar que la única constancia que les quede sea el Ok en la pantalla?. Esas son las cosas que creo deberían advertir quienes tienen la responsabilidad de conducir estas instituciones. Los de la Casa Central, aunque estén encerrados en sus oficinas y no vean más allá de sus narices y de lo que les indican los fríos números, pero también aquellos que ven de cerca el problema, porque son del pueblo, porque conviven con la gente, porque escuchan sus quejas, y porque, indudablemente, algo podrían hacer. Una de las opciones que hemos sugerido, y que en la casa local del Banco de la Nación Argentina ha dado muy buen resultado, aunque parezca una solución de “panadería”, es el viejo sistema del rollo de números. Si bien este método no acelera los tiempos de atención, sí permite que uno “saque” el papelito y se vaya a hacer otra cosa, calculando el tiempo que tardará en “tocarle” a él. La verdad es que dar esta explicación me resulta molesto, porque me recuerda a algunas clases básicas de la escuela primaria, pero no me queda otro remedio que hacerlo porque esta propuesta fue rechazada de plano bajo el pueril argumento de que puede generar conflictos entre los clientes, supuestamente porque uno entra y lo atienden, mientras otros están esperando sentados (literalmente). No creo que esa hipótesis sea posible, ya que de ser así ya se hubiese dado en el banco de “la otra esquina”, y hubiesen abortado el sistema de números. Al contrario; funciona, y funciona muy bien, permitiendo que se evite el grave derroche de tiempo que nadie nos paga. La otra alternativa que nos dieron, y que también es un fracaso, es la que actuó como disparador en esta semana para decidir sobre qué escribir, lamentablemente. La sugerencia era que la gente usara más los cajeros automáticos. Pues bien; el domingo pasado concurrí lunes pasado concurrí a intentar cobrar mi sueldo de docente, y los dos cajeros estaban “momentáneamente fuera de servicio”. Fui entonces el lunes por la tarde, y como llovía, me empapé. A ese respecto muchas veces insistí acá con que el banco debía hacer una “inversión” y colocar una marquesina del tamaño suficiente como para cubrir de las inclemencias del tiempo a los usuarios. Es más, mientras me mojaba, y hasta que me cansé y me fui a mi casa, miraba la vereda de enfrente en la que dos locales comerciales, de propiedad de gente mucho menos pudiente que Esquenazi, tiene ese tipo de protección, concediéndosela gratuitamente a propios y a extraños, sin pedir nada a cambio. Como decía, entonces, me cansé y me fui a mi casa. Volví al otro día, cuando ya no llovía, dispuesto a cumplir con las indicaciones que me había dado mi amigo empleado del Banco. ¡Pero hete aquí que en los cajeros no había plata! En aras de trazar un paralelo con otros ejemplos, esta situación sería comparable a que uno tome un remis y el mismo no tenga combustible, o compre Crónica y las páginas estén en blanco. Hasta hay un amigo, mucho más osado, que dice que es como que te inviten a tomar mate y no tengan yerba. Dr. Mario Ignacio Arcusin para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 7 de marzo de 2013

El regateo

El regateo -Editorial del 8 de marzo de 2013 El Shuk (mercado), tradicional mercado árabe que ocupa casi la totalidad de las calles del sector cristiano y musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalem, es un lugar en el que nada vale lo que dicen que vale. El precio varía según la cara de quien pregunte y la hora del día, así como de cuán buena haya sido la jornada laboral en términos económicos. "El que no llora no mama", dice el conocido tango de Enrique Santos Discépolo. Y nunca más aplicable a este micro mundo que se abstrae de cualquier religión, aunque está enclavado en uno de los lugares más sagrados. La regla número uno en este lugar es negociar todo. Desde una botella de Coca-Cola en el quiosco hasta un vestido en el local más grande. Y como si eso fuera poco, acá los conflictos religiosos parecen no importar, hasta tal punto que es común ver a un árabe ataviado a su manera tradicional clásica vendiendo productos de la religión judía o un rosario de madera. Para algunas culturas no puede concebirse el comercio sin el regateo, en el que las partes discuten sobre el precio y la calidad del producto. El regateo es una oportunidad para el diálogo, un intercambio personal en el que las partes se pondrán de acuerdo sobre el valor de un objeto. En el mundo árabe, por ejemplo, el regateo es casi la regla, y los sucesivos intentos gubernamentales de imponer precios fijos han sucumbido al peso de la tradición. Un antiguo refrán marroquí dice "quien tiene prisa está muerto", y en ningún lugar se aplica mejor que en los zocos (shuks) o mercados árabes. Por eso el comprador aceptará gustoso discutir sobre alfombras, pulseras, papiros, especias, o cualquier otro objeto que dicte su capricho, mientras le convidan un té a la menta, sin sentirse por eso obligado a comprar. A veces la delgada línea que separa la hospitalidad del marketing parecerá diluirse, tal vez por la aplicación de otro antiguo refrán árabe que dice que "el dinero se va, pero la amistad queda". Y después de la larga discusión, a veces en tono amable pero otras no tanto, el negocio se cierra y el comprador se lleva la prenda o el objeto elegido. Es difícil que un negocio fracase en estos mercados, porque es casi una tarea de seducción entre las dos partes. Un juego increíble que generalmente termina sin vencedores ni vencidos, en un honroso empate. Pero esto pasa, y está bien, en los mercados árabes de Jerusalem y de otras muchas ciudades del Medio Oriente, y allí el objeto del regateo son simplemente mercaderías. Días antes del comienzo de las clases en la provincia de Entre Ríos, y luego de que la paritaria nacional (tan sui generis como que la Nación ya no tiene escuelas ni docentes) fijara un techo del 22% de aumento y el ministro Sileoni asegurara que ninguna provincia podría pagar más que eso sin endeudarse, el gobierno provincial ofreció a los maestros un aumento de ese mismo porcentaje, pero pagadero en 3 cuotas, terminando con la última en diciembre de 2013. Además, por supuesto, como corresponde a un gobierno popular que se precie, anunció que se descontarían los días de paro y que se iba a obligar a los directivos a cumplir con la tarea extra de “buchonearle” a la patronal quiénes eran los compañeros que hacían paro. Como se ve, una actitud sumamente consecuente con por lo menos una de las tres banderas del justicialismo, la de la “justicia social”, y además absolutamente coherente con el pensamiento que impulsó el articulado de la reforma constitucional que hizo el peronismo en 1949, y que no por casualidad quedó plasmada en el art. 14 bis de la que tenemos vigente, superando antinomias. Lo voy a transcribir, aunque sea en las partes pertinentes, porque me parece que algunos lo han olvidado, casi torpemente: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea…estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial. Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga… jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna”. ¡Tomá! Pero resulta que la marcha de más de cinco cuadras de largo por las calles de Paraná les hizo acordar a Urribarri y sus colaboradores la famosa frase de Groucho Marx, actor, humorista y escritor estadounidense, conocido principalmente por ser uno de los miembros de los Hermanos Marx (nada que ver con Karl Marx, ideólogo del comunismo), que se puede aplicar muy bien a este problema y a la forma en que este gobierno provincial, tan afecto a contratar teatros de revistas, encara el tema del salario docente en particular y de los empleados públicos en general. Dijo Groucho: “Estos son mis principios…y si no les gustan, tengo otros”. El gobierno, entonces, presentó a los gremios docentes, en esta segunda versión corregida, una “propuesta superadora” que consiste en abonar el incremento (que sigue siendo del 22%) en “sólo” dos tramos, marzo y agosto, y aplicar una readecuación del código 06 que impacta en los aspectos remunerativos y bonificables, es decir, en el sueldo básico de los docentes. Por otra parte, mencionó que “en función del pedido de los gremios, hemos decidido dejar en suspenso los descuentos por estos tres días de paro, con la condición de que los chicos estén en las escuelas y todos asumamos el compromiso de no paralizar las actividades”. El problema es que esta “demostración de buena voluntad” de la “gestión Urribarri” accede a la suspensión del descuento de los tres días de paro en función de la aceptación de la propuesta y a partir de ahí, lo que más entorpece la negociación es que está sujeto a la aceptación para la suspensión. Y más todavía, en caso que se acepte esa suspensión, se efectiviza y, a partir de ahí, queda en suspenso y si durante el año se hace una nueva medida de fuerza (lo cual no es utópico), automáticamente los tres días se descontarían nuevamente. Como bien dijeron los dirigentes gremiales, muchos de ellos tan afines al gobierno que les cuesta admitir este desencanto, los docentes estamos en una encrucijada en cuanto a la decisión que debemos tomar, ya que si esta última propuesta no se acepta, se efectiviza la anterior, lo que le agrega otro ingrediente más a su carácter extorsivo y perverso. A mí me gustaría intentar con una fórmula parecida a la que proponía la canción “Que la tortilla se vuelva”, que se hizo muy conocida en la Guerra Civil Española. En este caso la fórmula sería que todos los funcionarios políticos cobren los salarios que cobramos los docentes, y viceversa. Por lo menos durante el año 2013. ¡Ahí veríamos si ellos pararían para reclamar por lo que entienden es un salario de miseria! Y conste que no estoy loco cuando digo esto. En países como Finlandia, que no tiene la riqueza que sí tiene la Argentina, pero cuya clase dirigente está al servicio de la gente y no de sus propios intereses, ser maestro es una profesión y no un trabajo, y además está entre las tres más respetadas y la más buscada por los jóvenes. Y, por supuesto, que la remuneración que reciben es similar a la de un ingeniero o un médico. Jorge Werthein, representante de la Unesco en Brasil, sostuvo recientemente que "no hay, en el mecanismo educativo, nada más importante para elevar la calidad de la enseñanza que el maestro. Todo lo demás importa, pero el maestro -enfatiza Werthein - es prioritario". Pero es claro que “rinde más” hacer como hizo Cómodo al ser coronado emperador romano, para ganarse el favor del pueblo. Acá se contrató “Las noches de las pistolas frías” y se hace alharaca con el camión de la “Fruta para todos”. Circo y pan. O Pan y circo. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso