jueves, 25 de noviembre de 2010

El “menosmalismo”

El “menosmalismo” - Editorial del 26 de noviembre de 2010
Desde la muerte de Néstor Kirchner se ha agudizado en algunos la convicción, que ya era preexistente, acerca de que los gobiernos de Néstor y de Cristina son lo "menos malo" (de ahí nuestro título de hoy) que nos puede pasar, con lo que, acostumbrados como estamos a conformarnos con la sobras, debemos entender, como lo hacen ellos, que este es el mejor período de la Historia Argentina.
La táctica y la estrategia utilizadas terminan siendo maquiavélicas, ya que se habla solamente de las cosas que están bien hechas, y aún así se las menciona aisladas de las restantes realidades de éste y de los otros gobiernos.
Así, cuando alguien pretende que se le expliquen ciertas "irregularidades", enseguida empiezan con las acusaciones de gorila o de servidor de los monopolios mediáticos.
Una de las cosas que nos gustaría que nos hicieran entender, en vez de enojarse tanto, es por qué si se autoproclamaron "peronismo de izquierda" y reconocen sus vertientes ideológicas en los movimientos sociales de los '70, se están aliando con sectores impresentables del sindicalismo que no buscan otra cosa que su enriquecimiento personal. ¿Dime con quién andas?
Tampoco se conocen las razones, simplemente porque nadie las da, del cambio de destinatarios de los planes asistenciales. Antes, en lo que puede considerarse el mejor momento del kirchnerismo, se los daban a las organizaciones sociales, mientras que ahora los manejan los señores feudales del conurbano bonaerense, que los reparten "cómo se les canta", que viene a ser a cambio de votos.
Y en las provincias argentinas, una de ellas la nuestra, esos fondos sirven para el mismo fin, separando las aguas entre amigos y enemigos, aunque suene fuerte el término.
Es indudable que los kirchneristas propusieron algunas cosas buenas, aunque llenas de trampas. Y lo peor de todo es que no permitieron que se las mejorara, justamente porque iban a quedar en descubierto esas trampas. Y no son pocas las oportunidades en que para defender a los banqueros ladrones y, de paso, hacer negocios, terminan juntándose alegremente con lo que ellos, desde sus prístinas conciencias, denominan "la otra derecha".
No puedo entender, por más que me lo expliquen y que lo adornen, cómo puede ser considerado el "menos malo" un gobierno que le prorrogó la concesión de Cerro Dragón, el yacimiento de petróleo más grande del país, a la British Petroleum, hasta 2047, por una miserable regalía. ¿O es acaso el menos malo de la historia pese a haber vetado la Ley de Glaciares, en beneficio de la Barrick Gold, para destruir y envenenar nuestra cordillera? Pero, es claro, mientras aplaudimos el gesto de bajar los cuadros de la ESMA (lo que está bien), Cristina se abraza en la reunión del G-20 con los que representan ese poder económico, y dice, genial e inocentemente: "lo único que hicieron es felicitarme".
¡Al lado de esos monstruos que se comen todo lo que encuentran, el multimedios Clarín es un cachorrito de caniche toy!
Y ya que estamos en el baile, bailemos. Esa lucha contra Clarín, que encabeza 6, 7, 8 desde la revolución que pretende hacer en Facebook (sentaditos frente a la notebook, por supuesto) o en marchas "autoconvocadas" en las que las pancartas parecen hechas por Versace, es justificada, pero, como dicen ahora los chicos, me parece que se "bardearon".
En esa constante que tienen los defensores a ultranza del modelo, también ocultan que no hace mucho tiempo Néstor y Cristina (él y ella, para estar de acuerdo con el alegre "todos y todas") aceptaron la fusión de Multicanal con Cablevisión (del mismo multimedios). Y para esa época ya era por todos conocida la apropiación de Marcela y Felipe. A nadie le escapa que este hecho pasó a ser importante para los Kirchner sólo después de la "guerra con el campo", que los hizo cargar contra el eje Cobos-Clarín, olvidando el pasado común de los tres. Es también claro que la diferencia está en que, algunos, nunca compramos Clarín, no fuimos nunca kirchneristas, y no estamos de acuerdo con lo que hizo Cobos. Bueno; no estamos de acuerdo con lo que hizo Cobos cuando aceptó compartir la fórmula. No con lo que hace ahora. Con eso sí estamos de acuerdo.
Y respecto a otro tema del que el kirchnerismo se ha adueñado, como es el de los Derechos Humanos, es cierto que este gobierno (dos en uno) hizo mucho por los juicios a los represores de la dictadura, pero también es cierto que no hizo nada por desmantelar el aparato represivo estatal heredado del Proceso.
Y, en todo caso, para quitarse modestamente méritos, deberían reconocer primero que si hubiese ganado el peronismo en el '83, poco de lo que hoy están haciendo se hubiese podido hacer. Basta con leer los discursos de los candidatos del PJ de aquél momento (de los que se pueden leer, porque hay algunos como los de ¡Herminio Iglesias! que ni siquiera se merecen ser leídos) para darse cuenta que la amnistía total y definitiva a las juntas se iba a votar al día siguiente de ganar las elecciones. Solamente porque ganó Alfonsín, con todas sus imperfecciones, hoy tenemos a los jerarcas presos. Sí, hubo Obediencia Debida. Sí, hubo Punto Final. Pero primero, señoras y señoras, hubo Juicio a las Juntas. Algo que, sin más, y para aquellos que defienden el principio de "el menos malo", permite que no queden dudas de que el gobierno radical que recuperó la democracia fue el mejor de los menos malos.
Para intentar compararse con lo que consiguió el "padre de la democracia", y ubicarse por lo menos en el podio del "menosmalismo", Néstor y Cristina deberían haberse negado, por ejemplo, a pagar al FMI la deuda de la dictadura, de Menem y de De la Rúa. Eso hubiese sido, por lo menos, comparable a la decisión de juzgar, por primera vez en la historia del mundo, a los represores en el mismo escenario de sus atrocidades, y a pocos días de haber abandonado el poder.
Lo que sí le reconozco (y hasta le admiro) a este gobierno, es habernos recordado que la política es la única herramienta para transformar la sociedad y, a partir de esa premisa, haber impulsado una amplia discusión. Hace diez y hasta veinte años que no se discutía tanto de política. Ni siquiera entre sectores medianamente politizados. Hoy la discusión política surge en cualquier lado, en cualquier ámbito. Y eso es bueno, porque entre otras cosas servirá para estar preparados, y desenmascarar, a aquellos que, en las próximas elecciones, vengan a intentar ocupar un lugar en las listas por supuestos derechos adquiridos que nunca existieron, o que, en todo caso, ya están prescriptos.
Para concluir, entonces, y por si no quedó claro (y esto es muy personal, ja), no estamos de acuerdo con el enfoque pobre y sacado de contexto que hace 6, 7, 8, órgano oficial del "menosmalismo". Si uno mal no entiende, lo que pretenden hacernos creer es que o estás "con el gobierno popular y progresista", o "sos un vendido que le hace el juego a la derecha".
La realidad nos indica que acá no hubo una real redistribución de la riqueza, que acompañara el brutal crecimiento de la economía. Se continuó con la extranjerización de la tierra, la destrucción del bosque nativo (no hace falta más que, para muestra, recorrer nuestra Ruta 6), los subsidios a los grupos económicos y empresas privadas sin exigir el cumplimiento de las condiciones contractuales, etc. O sea, "casas más, casas menos", igualito al menemismo.
Por supuesto que la lista sigue. Solo quería dar un par de datos para que, algunos amigos, dejen de defender lo indefendible.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 18 de noviembre de 2010

No aclare que oscurece

No aclare que oscurece - Editorial del 19 de noviembre de 2010
Nota de la Redacción: Este editorial es continuación del anterior, titulado "El Hospital de algunos", por ser respuesta de la carta que nos enviara el Dr. Sergio Giordanengo, director del Hospital local. La misma está transcripta al pie del presente, para que aquellos que no acceden a la versión impresa de Crónica comprendan mejor el texto.
En esta misma edición de Crónica publicamos una nota firmada por el Director del Hospital "Sagrado Corazón de Jesús", Dr. Sergio Giordanengo, en respuesta a mi editorial de la pasada semana titulado "El Hospital de algunos".
Desde que mi padre decidiera reiniciar la edición de este semanario, que se había discontinuado en 1964, escribí y firmé 674 páginas de pensamiento libre, sin que nunca me condicionara ni mi filiación política, ni mi militancia gremial, ni mucho menos (muchísimo menos) mi fe religiosa. Solo una vez, al poco tiempo de comenzar esta tercera etapa, mi padre me "sugirió", al leer el original, que cambiara algunas cosas que podrían ser consideradas irritativas, y le rompí la hoja en la cara, como signo de que de ninguna manera iba a aceptar límites a mi forma de pensar.
Nunca creí tener la absoluta verdad de mi parte, pero acostumbro a escribir acerca de cuestiones que me llegan al alma, sin que haya prejuicios respecto a las temáticas que abordo.
Pero, sin embargo, y no obstante el respeto a este principio insoslayable, hay algunas situaciones que me ocupan más que otras, por la importancia coyuntural que les otorgo, pero, más que nada, porque considero que sus consecuencias mediatas son imposibles de predecir si no las analizamos a tiempo y lo más descarnadamente que podamos.
Entre esas se encuentran, sin dudar, las que tienen que ver con la política, en tanto "arte de gobernar para el bien común", y con las prácticas religiosas, en tanto derecho de la persona anterior al Estado, y que el Estado no solo no puede impedir, sino que además debe amparar, ya que para eso él ha sido constituido.
Lo que pretendo, al decir esto, es que quede claro que mi opinión al respecto es que el Estado de ninguna manera se debe entrometer en la conciencia religiosa de sus súbditos, sino todo lo contrario. Debe dejarlos en libertad de practicar su religión de acuerdo a su conciencia.
Cuando el Estado se confiesa laico debe respetar por igual a todas las personas en sus creencias y prácticas religiosas, con la sola limitación de que no se lesione el bien común, es decir el derecho de los otros y las condiciones morales o humanas públicas de la convivencia.
Hacer lo contrario, teniendo en cuenta que los extremos se tocan, sería virar peligrosamente hacia una sociedad política materialista, atea y sin religión.
He tratado siempre de ponerme a cierta distancia de las tentaciones fáciles, que podrían llevarme a aprovechar el tiraje para hacer convocatorias o incitar al pensamiento lineal de los lectores. Y es por eso que siempre escribí lo que pensaba, y seguramente seguiré escribiendo lo que pienso. Sin ambages y en el lenguaje coloquial que utilizo cotidianamente para dar clase, para hablarle a mis hijos o para opinar en congresos. Creo que nunca ha quedado ninguna duda acerca de lo que pienso respecto de algún tema, ¡y son varios los que he tocado en estos trece años!
Obviamente que hay en este recorrido algunas recurrencias, y tienen que ver con mi formación racional. Sólo el ignorante vive tranquilo en un mundo supersticioso, poblándolo de absurdos temores y de vanas esperanzas. Es crédulo, y si alguna vez duda, prefiere seguir mintiendo lo que ya no cree. Y si descubre que es cómplice de mentiras colectivas, calla sumiso y acomoda a ellas su entendimiento.
Acepto y publico la respuesta del Dr. Giordanengo, porque entiendo que compartimos la pasión por desestimar la ilusión de poseer verdades absolutas tanto como la de poner todo el esfuerzo en la búsqueda de las verdades relativas, sin acatar nada que excluya el control de la experiencia y la crítica. Y es por eso, también, que le contesto.
Pero no puedo aceptar, de ninguna manera, que pretenda desestimar mi reproche con la exclusiva fundamentación de que es único, como si la unicidad fuera sinónimo de error y la masividad de acierto. ¡La Historia Argentina y la del mundo están plagadas de ejemplos de lo contrario!
No es mía la culpa de que la gente no se anime a expresar lo que piensa. Es una constante nuestra esa actitud del "no te metás", que suele coincidir con temores reverenciales, comportamientos serviles o simplemente falta de convicción en el pensamiento. También es cierto que, muchas veces, las organizaciones institucionales privilegian posicionamientos políticos por sobre la prevalencia de sus ideales. Esto no puede desconocerse, y quizás explica en parte la soledad de mi reclamo.
Y mucho menos racional me parece, y eso me preocupa seriamente, la recurrencia a lo que "tradicionalmente ocurre". No es lícito concebir preexistencia de verdades absolutas, universales o eternas, implícitas en la razón abstracta.
Solo para usar un ejemplo que rebate esa afirmación, y que pertenece al ámbito de la ciencia que practica el Dr. Giordanengo, quiero rescatar la figura del Dr. Ignacio Felipe Semmelweis, médico nacido en Hungría pero que ejerció la medicina en Viena, y que fue duramente vilipendiado por sus colegas, al punto de tener que exiliarse, por insistir en la necesidad de lavarse las manos (literalmente) antes de atender un parto, como única manera de evitar la fiebre puerperal, que en esos tiempos causaba una mortalidad superior al 25%. Según él pensaba, y el tiempo le dio la razón, la enfermedad era causada por el material infeccioso transportado por las manos sucias de los médicos. Sin embargo terminó internado en un hospital mental, ya que le fue imposible luchar contra lo que "tradicionalmente ocurría". Y allí murió, paradojalmente víctima de la propia enfermedad contra la que luchaba y de la ignorancia que domestica a los hombres.
En casi todos los ámbitos de la vida hay situaciones similares, y por eso es que no acepto el simplismo de la explicación.
Yo tuve la valentía de expresar el dolor que me causaba la evidente discriminación, para la que, como dice la frase con la que terminé la semana pasada, no hace falta más que una víctima. No me alcanza, entonces, con la sugerencia de que cualquier otra consideración sería prejuiciosa, ya que nunca me he manejado en ese aspecto con prejuicios, de lo cual la sociedad de Basavilbaso puede dar claro testimonio.
Y volviendo al centro de la cuestión, transcribiendo literalmente el párrafo en el que el Dr. Giordanengo manifiesta "su crítica merece la calificación de exclusiva, como sinónimo de única; ya que es esa la que nos consta y no tuvimos otra, ni personal, ni oral, ni confidencial al respecto, lo que creemos debería haber ocurrido", también cae por su propio peso, a mi entender, con una comparación de la que Crónica es parte. Por el Hospital de Todos (que, finalmente, y mal que les pese a algunos, es el Hospital de Todos) pasan por día cientos (creo no equivocarme) de pacientes, atendidos con el mismo celo y cuidado. Sin embargo solo un pequeño porcentaje de esos pacientes es el que agradece a la institución, a los médicos, a los enfermeros y al personal esa atención.
Ruego, entonces, que se relea el párrafo encomillado, pero pensando en esta última apreciación. No obsta a la validez de los agradecimientos que no lo hagan todos los pacientes, como tampoco obsta a la validez de las críticas que sean hechas por una sola persona.
La verdad es que las explicaciones no me han satisfecho. La de la falta de invitación al Diputado Artusi la tomo como la aceptación de un error sincero, pero opto por no leer lo demás. La de las restantes ausencias, no tienen que ser explicadas por el Director del Hospital, sino por los ausentes. Esa era la intención.
Y, como es obvio, la de la exclusiva ceremonia católica, me sigue doliendo en el alma.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

Al
Dr. Mario Arcusin
Editor Responsable
Semanario Crónica
Ciudad
De mi mayor consideración:
A modo de respuesta a la lectura de su editorial "El hospital de algunos" de la semana pasada, me permito acercarle las siguientes consideraciones, solicitándole su publicación:
Creemos haber conmemorado los 50 años del Hospital, intentando hacer las cosas lo mejor posible, poniendo todos los que nos involucramos en la tarea, lo mejor de nuestro esfuerzo, dedicación y esmero. En ese marco, cometimos errores, muchos más que los que su sagacidad e inteligencia periodística dejan constancia en su nota editorial, pero de entre todos los que se unieron a la celebración, su crítica merece la calificación de exclusiva, como sinónimo de única; ya que es esa la que nos consta y no tuvimos otra, ni personal, ni oral, ni confidencial al respecto, lo que creemos debería haber ocurrido.
Es verdad, omitimos invitar al Diputado Provincial Arquitecto Artusi, nos disculpamos públicamente por dicho equívoco; pero es perdonable olvidarnos de alguien que -en casi tres años de gestión- nunca se ocupó, ni visitó, ni gestionó, absolutamente nada para este nosocomio. Obviamente Ud. podrá decir que es de la oposición y nosotros que es legislador y ambos tendremos razón. Así que reiteramos nuestras disculpas.
Respecto a los demás ausentes que se mencionan, se les remitió invitación. Obviamente no es obligación para nadie concurrir a una cena o a un acto u otro evento de la celebración. Es parte de la libertad y no nos sentimos agraviados por ninguna ausencia. Si reconocidos y agradecidos por las presencias, que por suerte fueron muchas.
Respecto a la oración religiosa y a la bendición de las placas, se ha cumplido con lo que tradicionalmente ocurre. Permítame plantear que me resulta difícil hacer alguna consideración no prejuiciosa al respecto -dadas mis ostensibles limitaciones-, por lo que no emitiré juicio de valor.
Atte.
Dr. Sergio Giordanengo
Director
Hospital Sagrado Corazón de Jesús
"El Hospital de Todos"

jueves, 11 de noviembre de 2010

El hospital de algunos

El hospital de algunos - Editorial del 12 de noviembre de 2010
Los apodos, sobrenombres o pseudónimos con los que se conoce a una persona (de existencia visible o de existencia ideal) demuestran su efectividad en la medida en que son reconocidos por el uso. Si no, quedan irremediablemente perdidos en el mar del olvido. Yo mismo tuve durante mi adolescencia uno tan apto, que hasta lo heredó mi hijo.
Tantas vueltas tienen que ver con que el Director del Hospital "Sagrado Corazón de Jesús", Dr. Sergio Giordanengo (de paso, la mayoría de la gente pronuncia mal su apellido, así que es una buena ocasión para corregir el error), en su discurso pronunciado en el acto oficial por los 50 años del nosocomio que dirige, aseguró que habían acertado en llamarlo el "Hospital de Todos", porque así era como lo sentía la comunidad.
Y es cierto. Las páginas de Crónica son un espejo constante de los agradecimientos de la gente por las atenciones recibidas, remarcando expresa o taxativamente, que en él se sienten en su casa. Y la consustanciación que ha logrado la Cooperadora, para cada cosa que organizan y en los resultados que obtienen, también así lo demuestra día a día.
Pero…
En los festejos a que hacemos referencia, y sobre todo en el acto al que aludimos, por ser el que protocolarmente involucra a la ciudadanía en general, ocurrieron algunos hechos que no queremos dejar de mencionar, porque contrastan claramente con la idea expresada de "todos".
En primer lugar, y sin que ello signifique asignarle un orden de prelación, llamó muchísimo la atención la ausencia de los tres legisladores provinciales del Departamento Uruguay. Solo pudimos corroborar que en el caso del Diputado Provincial José Antonio Artusi, de la Unión Cívica Radical (o del Acuerdo Cívico y Social, para ser más exactos en la nomenclatura) no existió invitación, lo que resulta de por sí una gravísima falla del protocolo. No averiguamos (porque no quisimos) qué es lo que pasó en el caso del otro diputado, y que además es de nuestra ciudad. Nos referimos, obviamente, a Horacio Fabián Flores. Si no lo invitaron, doble error imputable a la organización. Si no asistió por su propia decisión, entonces entrará dentro de las consideraciones que más abajo desarrollaremos, pero no por eso será menos grave la categorización. No tenemos contacto con el Senador Schepens, pero imaginamos un escenario similar a los dos casos anteriores: o no fue invitado, o no pudo/no quiso, venir.
Ahora bien, en este sistema republicano y representativo del que gozamos, y que tanto nos ha costado primero conseguir y luego recuperar, la figura de los legisladores no es de menor importancia. Los diputados son los representantes del pueblo, y los senadores los representantes del departamento por el cual han sido elegidos. Y si bien su función principal y originaria es la de hacer las leyes, sabido es que comparten ese tiempo con la gestión para su lugar de origen de distintas cuestiones que hacen a la satisfacción de las necesidades de la población toda.
A esa notable ausencia se sumó, siguiendo con el mismo tema, la de nueve de los diez integrantes del Honorable Concejo Deliberante, incluido en ese número su presidente, el Prof. Roberto González. La única que estuvo presente fue Paula Formigo, y a eso hay que destacarlo. Entonces, lógicamente, acá también uno debe preguntarse si no los invitaron, o ellos mismos decidieron no venir. ¡Todo un tema!, como se dice ahora.
A los habitantes de esta ciudad no se les escapa la confrontación interna que existe en el partido gobernante, que ya ha llegado al punto de la escisión. Cinco de los siete concejales que obtuvieron el cargo por acción y efecto del arrastre fenomenal de la "cadena" Fernández de Kirchner - Urribarri - Flores - Rossi, en el año 2007, entienden ahora que ese movimiento "no los contiene", y sí el denominado "Peronismo Federal" que tiene en Entre Ríos como principal figura a Jorge Pedro Busti. Pero, ¿qué culpa tiene el Hospital? ¿O acaso, y acá comenzamos a descubrir la razón del título, es en realidad, para algunos el "Hospital del Frente Para la Victoria"? Y cuando digo algunos, entiéndase, porque está muy claro, que me refiero a la responsabilidad tanto de aquellos que resolvieron que a ciertas personas no había que invitarlas, cuánto a los que, invitados, resolvieron no concurrir.
Tampoco estaban, nobleza obliga decirlo, los tres concejales radicales. ¡Otra vez todo un tema!
Antes de continuar, yo ya me hice el compromiso de recordar esta cuestión, por este medio o por el que corresponda, el próximo año, en el que habrá elecciones. Creo que sería justo preguntarle a aquellos que se postulen a cargos electivos cuál será la actitud que tomarán frente a la disyuntiva de atender a meras cuestiones partidarias o a privilegiar los intereses de la comunidad toda. Y otra vez la pregunta interesa tanto a los que lo organizaron cuánto a los que no fueron.
La síntesis nos lleva a hacer notar que en ese acto oficial del sábado a las 11 hs. en la explanada del Hospital había solo dos autoridades elegidas por la gente, entre medio de un palco colmado de funcionarios. ¿Para eso queremos la democracia?
Y lo otro, adelantado ya en la tapa para quienes leen Crónica en su versión impresa, tiene que ver con la reiteración de una única ceremonia religiosa y siempre solamente católica, en este tipo de acontecimientos.
A raíz de una opinión vertida por la Dra. Carmen Argibay, actual integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y también de los fundamentos expuestos en un proyecto de ley para la provincia de Santa Fe, se está discutiendo por estos días si corresponde que en los edificios públicos argentinos existan símbolos religiosos expuestos, básicamente crucifijos, que son los que normalmente presiden los despachos oficiales y muchas de las dependencias del Estado a las que concurre habitualmente gente de distintos credos religiosos. Hablamos de Juzgados, escuelas, comisarías…y hospitales.
Ya acá me manifesté, hace poco, a favor de que se mantengan esos íconos, pero que a los mismos se le agreguen, por lo menos, la Estrella de David y la Media Luna musulmana, por ser las imágenes más expresivas de las otras dos religiones mayoritarias existentes en la Argentina, entendiendo que la Cruz representa a todos los cristianos, y no sólo a los católicos.
Es difícil expresar el dolor que sentí en la mañana de ese sábado cuando casi todos los presentes acompañaron la celebración religiosa del Padre Raúl Ladërach (un amigo, por otra parte) persignándose y respondiendo a las distintas invocaciones, mientras que tres o cuatro personas, entre ellas yo mismo, permanecíamos quietos y en silencio, respetando la fe de los demás, pero sin poder expresar la nuestra. Así como el dicho popular asegura, con razón, que no se puede estar "medio embarazada", es clarísimo que "todos" quiere decir "todos", y no "casi todos". Nos guste o no nos guste, y aunque suene fuerte el término, lo que pasó en esa ceremonia constituye un peligroso caso de discriminación. En ese Hospital, en que yo tuve que orar en silencio porque a los organizadores no se les ocurrió otra cosa, hace trece años murió mi madre. ¡Vaya entonces si yo tenía razones para rezar!
En ocasión de los festejos del Bicentenario en nuestra ciudad (no así en otros lugares, incluida la ceremonia a nivel nacional) pasó lo mismo. Yo pedí explicaciones, y nadie me las dio. Durante casi seis meses Crónica lució en su portada la pregunta: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional para el Bicentenario en Basavilbaso?", y nunca nadie se dignó a responderla. Me ganaron por cansancio. La saqué, pero sustituyéndola por una similar, que inquiere: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional en el 50° aniversario del "Hospital de Todos"?
Para las dos ausencias, justificadas o injustificadas. La política y la religiosa, terminamos con esta frase que alguna vez ya utilizáramos:
"Si toda la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella misma lo sería si, teniendo poder bastante, impidiera que hablara la humanidad. La peculiaridad del mal que consiste en impedir la expresión de una opinión es que se comete un robo a la raza humana. Si la opinión es verdadera, se le priva de la oportunidad de cambiar el error por la verdad, y si es errónea, pierden un beneficio no menos importante: la más clara percepción y la impresión más viva de la verdad, producida por su colisión con el error. ("Sobre la libertad", John Stuart Mill; Londres 1859).
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

El hospital de algunos

El hospital de algunos - Editorial del 12 de noviembre de 2010
Los apodos, sobrenombres o pseudónimos con los que se conoce a una persona (de existencia visible o de existencia ideal) demuestran su efectividad en la medida en que son reconocidos por el uso. Si no, quedan irremediablemente perdidos en el mar del olvido. Yo mismo tuve durante mi adolescencia uno tan apto, que hasta lo heredó mi hijo.
Tantas vueltas tienen que ver con que el Director del Hospital "Sagrado Corazón de Jesús", Dr. Sergio Giordanengo (de paso, la mayoría de la gente pronuncia mal su apellido, así que es una buena ocasión para corregir el error), en su discurso pronunciado en el acto oficial por los 50 años del nosocomio que dirige, aseguró que habían acertado en llamarlo el "Hospital de Todos", porque así era como lo sentía la comunidad.
Y es cierto. Las páginas de Crónica son un espejo constante de los agradecimientos de la gente por las atenciones recibidas, remarcando expresa o taxativamente, que en él se sienten en su casa. Y la consustanciación que ha logrado la Cooperadora, para cada cosa que organizan y en los resultados que obtienen, también así lo demuestra día a día.
Pero…
En los festejos a que hacemos referencia, y sobre todo en el acto al que aludimos, por ser el que protocolarmente involucra a la ciudadanía en general, ocurrieron algunos hechos que no queremos dejar de mencionar, porque contrastan claramente con la idea expresada de "todos".
En primer lugar, y sin que ello signifique asignarle un orden de prelación, llamó muchísimo la atención la ausencia de los tres legisladores provinciales del Departamento Uruguay. Solo pudimos corroborar que en el caso del Diputado Provincial José Antonio Artusi, de la Unión Cívica Radical (o del Acuerdo Cívico y Social, para ser más exactos en la nomenclatura) no existió invitación, lo que resulta de por sí una gravísima falla del protocolo. No averiguamos (porque no quisimos) qué es lo que pasó en el caso del otro diputado, y que además es de nuestra ciudad. Nos referimos, obviamente, a Horacio Fabián Flores. Si no lo invitaron, doble error imputable a la organización. Si no asistió por su propia decisión, entonces entrará dentro de las consideraciones que más abajo desarrollaremos, pero no por eso será menos grave la categorización. No tenemos contacto con el Senador Schepens, pero imaginamos un escenario similar a los dos casos anteriores: o no fue invitado, o no pudo/no quiso, venir.
Ahora bien, en este sistema republicano y representativo del que gozamos, y que tanto nos ha costado primero conseguir y luego recuperar, la figura de los legisladores no es de menor importancia. Los diputados son los representantes del pueblo, y los senadores los representantes del departamento por el cual han sido elegidos. Y si bien su función principal y originaria es la de hacer las leyes, sabido es que comparten ese tiempo con la gestión para su lugar de origen de distintas cuestiones que hacen a la satisfacción de las necesidades de la población toda.
A esa notable ausencia se sumó, siguiendo con el mismo tema, la de nueve de los diez integrantes del Honorable Concejo Deliberante, incluido en ese número su presidente, el Prof. Roberto González. La única que estuvo presente fue Paula Formigo, y a eso hay que destacarlo. Entonces, lógicamente, acá también uno debe preguntarse si no los invitaron, o ellos mismos decidieron no venir. ¡Todo un tema!, como se dice ahora.
A los habitantes de esta ciudad no se les escapa la confrontación interna que existe en el partido gobernante, que ya ha llegado al punto de la escisión. Cinco de los siete concejales que obtuvieron el cargo por acción y efecto del arrastre fenomenal de la "cadena" Fernández de Kirchner - Urribarri - Flores - Rossi, en el año 2007, entienden ahora que ese movimiento "no los contiene", y sí el denominado "Peronismo Federal" que tiene en Entre Ríos como principal figura a Jorge Pedro Busti. Pero, ¿qué culpa tiene el Hospital? ¿O acaso, y acá comenzamos a descubrir la razón del título, es en realidad, para algunos el "Hospital del Frente Para la Victoria"? Y cuando digo algunos, entiéndase, porque está muy claro, que me refiero a la responsabilidad tanto de aquellos que resolvieron que a ciertas personas no había que invitarlas, cuánto a los que, invitados, resolvieron no concurrir.
Tampoco estaban, nobleza obliga decirlo, los tres concejales radicales. ¡Otra vez todo un tema!
Antes de continuar, yo ya me hice el compromiso de recordar esta cuestión, por este medio o por el que corresponda, el próximo año, en el que habrá elecciones. Creo que sería justo preguntarle a aquellos que se postulen a cargos electivos cuál será la actitud que tomarán frente a la disyuntiva de atender a meras cuestiones partidarias o a privilegiar los intereses de la comunidad toda. Y otra vez la pregunta interesa tanto a los que lo organizaron cuánto a los que no fueron.
La síntesis nos lleva a hacer notar que en ese acto oficial del sábado a las 11 hs. en la explanada del Hospital había solo dos autoridades elegidas por la gente, entre medio de un palco colmado de funcionarios. ¿Para eso queremos la democracia?
Y lo otro, adelantado ya en la tapa para quienes leen Crónica en su versión impresa, tiene que ver con la reiteración de una única ceremonia religiosa y siempre solamente católica, en este tipo de acontecimientos.
A raíz de una opinión vertida por la Dra. Carmen Argibay, actual integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y también de los fundamentos expuestos en un proyecto de ley para la provincia de Santa Fe, se está discutiendo por estos días si corresponde que en los edificios públicos argentinos existan símbolos religiosos expuestos, básicamente crucifijos, que son los que normalmente presiden los despachos oficiales y muchas de las dependencias del Estado a las que concurre habitualmente gente de distintos credos religiosos. Hablamos de Juzgados, escuelas, comisarías…y hospitales.
Ya acá me manifesté, hace poco, a favor de que se mantengan esos íconos, pero que a los mismos se le agreguen, por lo menos, la Estrella de David y la Media Luna musulmana, por ser las imágenes más expresivas de las otras dos religiones mayoritarias existentes en la Argentina, entendiendo que la Cruz representa a todos los cristianos, y no sólo a los católicos.
Es difícil expresar el dolor que sentí en la mañana de ese sábado cuando casi todos los presentes acompañaron la celebración religiosa del Padre Raúl Ladërach (un amigo, por otra parte) persignándose y respondiendo a las distintas invocaciones, mientras que tres o cuatro personas, entre ellas yo mismo, permanecíamos quietos y en silencio, respetando la fe de los demás, pero sin poder expresar la nuestra. Así como el dicho popular asegura, con razón, que no se puede estar "medio embarazada", es clarísimo que "todos" quiere decir "todos", y no "casi todos". Nos guste o no nos guste, y aunque suene fuerte el término, lo que pasó en esa ceremonia constituye un peligroso caso de discriminación. En ese Hospital, en que yo tuve que orar en silencio porque a los organizadores no se les ocurrió otra cosa, hace trece años murió mi madre. ¡Vaya entonces si yo tenía razones para rezar!
En ocasión de los festejos del Bicentenario en nuestra ciudad (no así en otros lugares, incluida la ceremonia a nivel nacional) pasó lo mismo. Yo pedí explicaciones, y nadie me las dio. Durante casi seis meses Crónica lució en su portada la pregunta: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional para el Bicentenario en Basavilbaso?", y nunca nadie se dignó a responderla. Me ganaron por cansancio. La saqué, pero sustituyéndola por una similar, que inquiere: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional en el 50° aniversario del "Hospital de Todos"?
Para las dos ausencias, justificadas o injustificadas. La política y la religiosa, terminamos con esta frase que alguna vez ya utilizáramos:
"Si toda la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella misma lo sería si, teniendo poder bastante, impidiera que hablara la humanidad. La peculiaridad del mal que consiste en impedir la expresión de una opinión es que se comete un robo a la raza humana. Si la opinión es verdadera, se le priva de la oportunidad de cambiar el error por la verdad, y si es errónea, pierden un beneficio no menos importante: la más clara percepción y la impresión más viva de la verdad, producida por su colisión con el error. ("Sobre la libertad", John Stuart Mill; Londres 1859).
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 4 de noviembre de 2010

Thánatos

Thánatos - Editorial del 5 de noviembre de 2010
Los argentinos somos proclives a sublimar a la muerte y a sus efectos. Alguna vez hemos marcado acá cómo se han dado las cosas para que las fechas más importantes de nuestra historia, sobre todo las referidas a los próceres que construyeron la Patria, tienen que ver con el día de su fallecimiento. Uno pensaría, más sensatamente, que San Martín merece la gloria por haber nacido, y no por haber muerto. Indiscutiblemente. Como Belgrano, o como la Bandera que creó, ya que ambos son reverenciados el 20 de junio, y casi nadie se acuerda ni de la fecha en que se enarboló por primera vez, ni la del nacimiento de su creador. La cuenta podría seguir con personajes un poco más discutibles, o, por lo menos, menos intocables. Pocos saben cuándo nació Sarmiento, porque de él se habla el 11 de septiembre, ni tampoco se conoce demasiado públicamente la de Yrigoyen ni la de Perón, pero sí las de la muerte de ambos.
Entonces no es casualidad que ante desapariciones físicas como la del Néstor Kirchner hace pocos días, repitiendo a poco más de un año lo ocurrido con Raúl Alfonsín, aquellos que los denostaban y para quienes no había en el mundo nada peor, olvidaron sus ideales y se convirtieron, hipócritamente en admiradores del muerto.
Y, por el contrario, y esto es quizás más grave si es que se puede serlo, los que pretendieron (pretendimos) permanecer fieles a nuestras ideas, y para los que no cambia para nada la postura respecto a una persona, o respecto a sus actos, antes o después de muerto, fueron (fuimos) tildados de gorilas.
Otra vez debemos reiterar que nunca terminamos de entender bien el significado de este concepto. Según cuenta la leyenda política, siempre tan ligada al mundo artístico, estaba de moda una canción que, en su estribillo, decía “deben ser los gorilas, deben ser…”, y eso fue tomado como latiguillo para definir a los que no pensaban igual que el oficialismo peronista de los ’50.
Si hasta el subsecretario de Derechos Humanos de nuestra provincia arriesgó que la mirada crítica respecto a la gestión de Kirchner, y, por ende, la falta de actitudes genuflexas ante su féretro, constituían actitudes “gorilas”. ¡Andá!
La verdad es que a mí Kirchner nunca me gustó, ni como persona ni como político. Y siempre me quedó la íntima sensación de que ni aún aquellas cosas que hizo bien las hizo sin “dar puntada sin hilo”. Creo (estoy persuadido, homenajeando a Alfonsín) que toda su vida de dirigente político estuvo caracterizada por la impronta del enriquecimiento, suyo y de sus amigos.
La frase de Antonio Cafiero, que utilizara recientemente el concejal Arévalo en su encendido discurso, le cabe perfectamente. Es cierto que “hoy hay muchos políticos que tienen intereses permanentes y que por ahí renuncian a sus convicciones”. Lo que yo particularmente no creo,y por eso no coincido con Martín, es que Kirchner haya sido “un político de convicciones permanentes”.
Y ojo que respeto muchísimo el dolor de los peronistas, especialmente de los que siguen perteneciendo al Frente Para la Victoria porque no cortaron la cadena. Y no me voy a quedar tranquilo si se llevan estos conceptos para el lado equivocado. Creo que hay muchos argentinos que creen firmemente en la claridad de la gestión de Néstor Kirchner, así como yo y tantos otros seguimos creyendo que a Raúl Ricardo Alfonsín lo hizo renunciar un golpe de estado institucional producto de una alianza entre el sindicalismo que le hizo 14 paros y el PJ, que, todavía con la sangre en el ojo por la derrota del ’83, no dudó en contribuir a elucubrar sádicas maquinaciones que llevaron a los saqueos y al descontrol de los mercados, solo para adelantar el traspaso del poder y dejar a los radicales como modelo de la ineficacia en el gobierno.
Como he dicho tantas veces, tengo material documental suficiente que abona este criterio, y hoy a través de Internet, con un adecuado conocimiento del uso de los buscadores, pueden encontrarse declaraciones de “ilustrísimos” personajes que ahora se rasgan las vestiduras en defensa de la democracia y de los derechos humanos, pero tienen guardada su propia basura debajo de la alfombra.
No me gustó para nada la frase de la Presidente de la Nación, Cristina Fernández, dicha dentro de los que los abogados conocemos como “días de llanto y luto”, en la que se pone en el privilegiado lugar de los Salvadores de la Patria. Ese “siento que de mí depende la suerte de todos. Y también siento otra responsabilidad, la de hacer honor a su memoria y su gobierno, que cambió al país”, es, por lo menos, y para mi disgusto, una regresión a la idea de “el Estado soy yo”, y de la adelantada proclamación de prócer de su marido.
Kant, que de esto sabía, y en serio, dijo alguna vez, con cierta crueldad: “¿Qué recuerdo queda de los hombres? Una hora de trabajo para el marmolista”.
Y dentro de ese esquema de autosatisfacción que proclama la Señora Presidente, ¿se encuentra encuadrado también el festín que hicieron el viernes, con el cuerpo de Kirchner todavía caliente, ciertos personajes del gobierno nacional, bailando y tomando, y profiriendo insultos contra Cobos, por ejemplo? ¿Por qué nadie salió a explicar los dichos del “Ministro de Relaciones Exteriores y ¿Culto?”, Héctor Timerman, hijo de un periodista perseguido por la dictadura y víctima de la intolerancia y la discriminación? ¿O es que nadie se enteró que esa “fiesta” terminó con el canciller cantando al micrófono, a los gritos: "¡Andate, Cobos, la puta que te parió!”, mientras lo aplaudían Carlos Tomada, Ministro de Trabajo y Nilda Garré, Ministra de Defensa? ¿O vamos a terminar diciendo y creyendo que a eso no lo dijo Timerman sino el Concejal Rinaldi?
¡Y acá se suspendió el festejo de los 50 años del hospital, mientras estos sátrapas cantaban y bailaban! ¡Y yo soy gorila si lo digo!
Pregunto: ¿Para qué le propusieron a Cobos integrar la fórmula presidencial? ¿Acaso no sabían que era radical? ¿Pretendían hacer una transversalidad o en realidad querían cooptar a la mayor cantidad posible de opositores para bajar los riesgos? ¿Firmaron acaso un contrato con Cobos en el que se le impedía pensar distinto? ¿El “arreglo” incluía el silencio a cualquier costo? ¿Dónde está la cláusula constitucional que obliga al vicepresidente a pensar igual que el titular del PE? ¿Y dónde la que lo obliga a renunciar por pensar distinto?
Ahora comienzan las reuniones para “acompañar a Cristina” y “al modelo”. Nuestro destino está en manos de tipos como los que salen en esas fotos, reunidos para salvarnos, y uno, en serio, teme no sólo que no sepan cómo salvarnos, sino que ni siquiera les interese.
Y a mí me asusta que este modelo esté en las manos repudiables de estos nuevos ricos (políticos y gremialistas) que se empeñan en hacernos creer que son revolucionarios (¡no alcanza con poner la foto del Che!) pero se olvidan de cambiar ellos mismos, y continúan enriqueciéndose de una manera escandalosa, pero diciendo que trabajan por los pobres.
Al Paraíso, promete la Iglesia, van a ir todos los justos.
Pero, ¿cómo se sabe hoy qué es ser justo?
Si los presidentes lo supieran estaríamos más relajados.
Y ellos, los de ayer, los de hoy, los de siempre, no tendrían que lamentar las encuestas ni el inevitable reparo de la Historia.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso