jueves, 11 de noviembre de 2010

El hospital de algunos

El hospital de algunos - Editorial del 12 de noviembre de 2010
Los apodos, sobrenombres o pseudónimos con los que se conoce a una persona (de existencia visible o de existencia ideal) demuestran su efectividad en la medida en que son reconocidos por el uso. Si no, quedan irremediablemente perdidos en el mar del olvido. Yo mismo tuve durante mi adolescencia uno tan apto, que hasta lo heredó mi hijo.
Tantas vueltas tienen que ver con que el Director del Hospital "Sagrado Corazón de Jesús", Dr. Sergio Giordanengo (de paso, la mayoría de la gente pronuncia mal su apellido, así que es una buena ocasión para corregir el error), en su discurso pronunciado en el acto oficial por los 50 años del nosocomio que dirige, aseguró que habían acertado en llamarlo el "Hospital de Todos", porque así era como lo sentía la comunidad.
Y es cierto. Las páginas de Crónica son un espejo constante de los agradecimientos de la gente por las atenciones recibidas, remarcando expresa o taxativamente, que en él se sienten en su casa. Y la consustanciación que ha logrado la Cooperadora, para cada cosa que organizan y en los resultados que obtienen, también así lo demuestra día a día.
Pero…
En los festejos a que hacemos referencia, y sobre todo en el acto al que aludimos, por ser el que protocolarmente involucra a la ciudadanía en general, ocurrieron algunos hechos que no queremos dejar de mencionar, porque contrastan claramente con la idea expresada de "todos".
En primer lugar, y sin que ello signifique asignarle un orden de prelación, llamó muchísimo la atención la ausencia de los tres legisladores provinciales del Departamento Uruguay. Solo pudimos corroborar que en el caso del Diputado Provincial José Antonio Artusi, de la Unión Cívica Radical (o del Acuerdo Cívico y Social, para ser más exactos en la nomenclatura) no existió invitación, lo que resulta de por sí una gravísima falla del protocolo. No averiguamos (porque no quisimos) qué es lo que pasó en el caso del otro diputado, y que además es de nuestra ciudad. Nos referimos, obviamente, a Horacio Fabián Flores. Si no lo invitaron, doble error imputable a la organización. Si no asistió por su propia decisión, entonces entrará dentro de las consideraciones que más abajo desarrollaremos, pero no por eso será menos grave la categorización. No tenemos contacto con el Senador Schepens, pero imaginamos un escenario similar a los dos casos anteriores: o no fue invitado, o no pudo/no quiso, venir.
Ahora bien, en este sistema republicano y representativo del que gozamos, y que tanto nos ha costado primero conseguir y luego recuperar, la figura de los legisladores no es de menor importancia. Los diputados son los representantes del pueblo, y los senadores los representantes del departamento por el cual han sido elegidos. Y si bien su función principal y originaria es la de hacer las leyes, sabido es que comparten ese tiempo con la gestión para su lugar de origen de distintas cuestiones que hacen a la satisfacción de las necesidades de la población toda.
A esa notable ausencia se sumó, siguiendo con el mismo tema, la de nueve de los diez integrantes del Honorable Concejo Deliberante, incluido en ese número su presidente, el Prof. Roberto González. La única que estuvo presente fue Paula Formigo, y a eso hay que destacarlo. Entonces, lógicamente, acá también uno debe preguntarse si no los invitaron, o ellos mismos decidieron no venir. ¡Todo un tema!, como se dice ahora.
A los habitantes de esta ciudad no se les escapa la confrontación interna que existe en el partido gobernante, que ya ha llegado al punto de la escisión. Cinco de los siete concejales que obtuvieron el cargo por acción y efecto del arrastre fenomenal de la "cadena" Fernández de Kirchner - Urribarri - Flores - Rossi, en el año 2007, entienden ahora que ese movimiento "no los contiene", y sí el denominado "Peronismo Federal" que tiene en Entre Ríos como principal figura a Jorge Pedro Busti. Pero, ¿qué culpa tiene el Hospital? ¿O acaso, y acá comenzamos a descubrir la razón del título, es en realidad, para algunos el "Hospital del Frente Para la Victoria"? Y cuando digo algunos, entiéndase, porque está muy claro, que me refiero a la responsabilidad tanto de aquellos que resolvieron que a ciertas personas no había que invitarlas, cuánto a los que, invitados, resolvieron no concurrir.
Tampoco estaban, nobleza obliga decirlo, los tres concejales radicales. ¡Otra vez todo un tema!
Antes de continuar, yo ya me hice el compromiso de recordar esta cuestión, por este medio o por el que corresponda, el próximo año, en el que habrá elecciones. Creo que sería justo preguntarle a aquellos que se postulen a cargos electivos cuál será la actitud que tomarán frente a la disyuntiva de atender a meras cuestiones partidarias o a privilegiar los intereses de la comunidad toda. Y otra vez la pregunta interesa tanto a los que lo organizaron cuánto a los que no fueron.
La síntesis nos lleva a hacer notar que en ese acto oficial del sábado a las 11 hs. en la explanada del Hospital había solo dos autoridades elegidas por la gente, entre medio de un palco colmado de funcionarios. ¿Para eso queremos la democracia?
Y lo otro, adelantado ya en la tapa para quienes leen Crónica en su versión impresa, tiene que ver con la reiteración de una única ceremonia religiosa y siempre solamente católica, en este tipo de acontecimientos.
A raíz de una opinión vertida por la Dra. Carmen Argibay, actual integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y también de los fundamentos expuestos en un proyecto de ley para la provincia de Santa Fe, se está discutiendo por estos días si corresponde que en los edificios públicos argentinos existan símbolos religiosos expuestos, básicamente crucifijos, que son los que normalmente presiden los despachos oficiales y muchas de las dependencias del Estado a las que concurre habitualmente gente de distintos credos religiosos. Hablamos de Juzgados, escuelas, comisarías…y hospitales.
Ya acá me manifesté, hace poco, a favor de que se mantengan esos íconos, pero que a los mismos se le agreguen, por lo menos, la Estrella de David y la Media Luna musulmana, por ser las imágenes más expresivas de las otras dos religiones mayoritarias existentes en la Argentina, entendiendo que la Cruz representa a todos los cristianos, y no sólo a los católicos.
Es difícil expresar el dolor que sentí en la mañana de ese sábado cuando casi todos los presentes acompañaron la celebración religiosa del Padre Raúl Ladërach (un amigo, por otra parte) persignándose y respondiendo a las distintas invocaciones, mientras que tres o cuatro personas, entre ellas yo mismo, permanecíamos quietos y en silencio, respetando la fe de los demás, pero sin poder expresar la nuestra. Así como el dicho popular asegura, con razón, que no se puede estar "medio embarazada", es clarísimo que "todos" quiere decir "todos", y no "casi todos". Nos guste o no nos guste, y aunque suene fuerte el término, lo que pasó en esa ceremonia constituye un peligroso caso de discriminación. En ese Hospital, en que yo tuve que orar en silencio porque a los organizadores no se les ocurrió otra cosa, hace trece años murió mi madre. ¡Vaya entonces si yo tenía razones para rezar!
En ocasión de los festejos del Bicentenario en nuestra ciudad (no así en otros lugares, incluida la ceremonia a nivel nacional) pasó lo mismo. Yo pedí explicaciones, y nadie me las dio. Durante casi seis meses Crónica lució en su portada la pregunta: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional para el Bicentenario en Basavilbaso?", y nunca nadie se dignó a responderla. Me ganaron por cansancio. La saqué, pero sustituyéndola por una similar, que inquiere: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional en el 50° aniversario del "Hospital de Todos"?
Para las dos ausencias, justificadas o injustificadas. La política y la religiosa, terminamos con esta frase que alguna vez ya utilizáramos:
"Si toda la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella misma lo sería si, teniendo poder bastante, impidiera que hablara la humanidad. La peculiaridad del mal que consiste en impedir la expresión de una opinión es que se comete un robo a la raza humana. Si la opinión es verdadera, se le priva de la oportunidad de cambiar el error por la verdad, y si es errónea, pierden un beneficio no menos importante: la más clara percepción y la impresión más viva de la verdad, producida por su colisión con el error. ("Sobre la libertad", John Stuart Mill; Londres 1859).
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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