jueves, 26 de abril de 2012

Todo es según el color…

Todo es según el color… - Editorial del 27 de abril de 2012 El 2 de abril de 1982 a ningún argentino se le hubiese ocurrido negarse a festejar con ahínco la recuperación de nuestras Malvinas, pese a que muchos de esos mismos festejantes sabían cuál era la jugada del gobierno militar, o más precisamente de Galtieri. Se había anticipado, incluso, cuando dos días antes la gente se manifestó en la misma plaza en su contra. Un gobierno que quiere ser populista necesita, en tiempos de crisis, apelar a medidas impactantes, más allá del resultado final de esa movida, que de últimas no sólo no les interesa sino que, muchas veces, apuestan a que les salga mal. Y eso porque en esta mezcla rara de negocios y política, lo malo para todos puede llegar a ser bueno para ellos. Más o menos lo mismo, en lo que tiene que ver con la apelación al sentimiento popular, nos pasó a casi todos en junio de 1978, cuando nos hicieron creer que el Mundial era "lo más", y que por su arbitrio los argentinos nos convertíamos, súbitamente, en "derechos y humanos". Hasta convalidamos un "arreglo" con Perú para hacerle los goles que nos hacían falta, sin pensar en el precio del oprobio. La Copa pudo más que nuestra Historia. Y ya que hablamos de nuestra Historia, tenemos que decir que tiene muchos hitos parecidos, seguramente por nuestra ascendencia mayoritariamente latina y "sanguínea". Y la mayoría de ellos, salvando quizás únicamente la gesta popular del 17 de octubre de 1945, solo ha servido para enmascarar oscuros intereses personales. Por supuesto que el lector ya se irá imaginando que el editorial de hoy será un "toque" al tema de la privatización de YPF, decidida por el mismo partido y casi los mismos actores que en la década del '90 (no hace mucho) decidieron su privatización. Y hago la comparación, que a mí me resulta odiosa, con aquellos dos momentos típicos de la más artera demagogia, porque así como no se nos iba la vida si no salíamos campeones de fútbol, y mucho menos si dejábamos pasar esa oportunidad de recuperar nuestras islas con una ilusoria capacidad militar y "cero" estrategia, hacerle creer a la gente que lo de que la YPF que expropiamos es la misma que fue bandera de nuestra soberanía, es tratar al pueblo de idiota. En primer lugar no he escuchado a ninguno de los iluminados títeres del escenario kirchnerista reconocer (y ese sería un muy buen principio para la credibilidad) que privatizarla fue un error del peronismo, que no solo perjudicó los intereses nacionales, sino que ha significado espectaculares transferencias de recursos a grupos económicos amigos del poder, que además, seguirán teniendo, a futuro, aseguradas sus ganancias ya que como "garantía" han puesto al zorro a cuidar el gallinero, que esa y no otra cosa es la desvergonzada decisión de nombrar interventor de la empresa a Julio De Vido. A mi, particularmente, me recuerda al show de poner a Maradona al frente de la campaña "Sol sin drogas". Ellos siguen haciendo lo mismo, impunemente, y nosotros nos la seguimos creyendo, estúpidamente. Para colmo de males esas "equivocaciones" de hace 20 años ahora dan pie para que desde la "madre patria" nos amenacen funcionarios que ni siquiera pueden solucionar los problemas de su país. Repito que me asquea esa apelación a un falso patriotismo que a ellos ni siquiera los conmueve, pero que usan para medir nuestro nivel de aprobación y considerarnos traidores si no "bancamos" esta payasada. Y no se salva tampoco del estigma el actual vicepresidente amado (¿por quién?), ya que su mentor ideológico, el Ing. Alvaro Alzogaray, fue el socio entusiasta de Menem en ese negociado que consistió en desguazar el Estado y entregar nuestros recursos naturales y empresas estratégicas, sobre todo en el sector energético, como YPF, Gas del Estado, las compañías de electricidad, y la aeronáutica de bandera, Entel, Encotel, etc. La memoria, en la que todo está guardado, y no solo lo que le conviene al perfil "derecho humanista" del kirchnerismo, mal que les pese, también atesora en los papeles, que no mienten, que Menem contó con el apoyo de casi todos los gobernadores, entre quienes se destacó por su fervor privatista el entonces Gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, que en esa misma instancia pronunció la célebre frase que ahora nadie recuerda "estamos ante el más grande presidente de la historia" (sic). Pero además Cristina Fernández de Kirchner, por entonces legisladora provincial, también votó a favor en la legislatura santacruceña. ¡Y no estamos hablando de "pecados de juventud"! Entre medio de tanto discurso altisonante y de tanta recurrencia al amor a la Patria, yo creo que va siendo hora de reivindicar la coherencia, primer paso si es que se quiere de verdad desandar el camino transitado y comenzar una nueva etapa. Yo tengo más que una mera sospecha de las verdaderas intenciones del gobierno nacional en esta materia. No me resulta fácil creer que quienes fueron cómplices y partícipes necesarios de la entrega y el vaciamiento sean creíbles cuando se presentan como los "salvadores de la Patria" y comparan la recuperación de lo que ellos mismos perdieron. Además nadie dice nada respecto a las graciosas concesiones que sus majestades (de acá, no las reales españolas) les hicieron a sus amigos Cristóbal López, Lázaro Báez y Rudy Ulloa (devenidos rápidamente en riquísimos empresarios petroleros desde su apenas reciente pasado de choferes o guardaespaldas) y a los amigos de todos los poderosos, José Luis Manzano y Daniel Vila. Estos "concesionarios" que nunca explotaron ningún yacimiento, solo nos explotaron a nosotros, a nuestros bolsillos y a nuestra paciencia. Fueron meros intermediarios entre esos favores y las empresas que les compraron el "regalo". ¿Por qué no están estas anécdotas en los fundamentos de este proyecto que se está votando mientras yo escribo estas líneas, y que pomposamente han titulado "De la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina"? Cuando la recuperación del control de YPF en manos del Estado nacional sea el verdadero propósito, nosotros estaremos de acuerdo. Mientras tanto que se vayan a vender espejitos de colores a otro lado. Y para los que entendieron que estaban ante una encrucijada histórica y votaron, supuestamente, con el corazón y no con la razón, les dejo esta frase de Leandro N. Alem, indiscutido e indiscutible defensor de nuestra soberanía política: "Nunca he participado de esa idea de que en política se hace lo que se puede y no lo que se quiere. Para mí hay una tercera fórmula que es la verdadera. En política, como en todo, se hace lo que se debe, y cuando lo que se puede hacer es malo, ¡no se hace nada!". (Gracias Vivi) Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 19 de abril de 2012

Dios estuvo ausente

Dios estuvo ausente – Editorial del 20 de abril de 2012
El 19 de abril, (ayer para los lectores), se conmemora, en un día, el acto masivo de más alto nivel de osadía persecutoria, que duró, cuanto menos, seis años (siendo benevolentes), desde 1939 hasta 1945. Y dije “siendo benevolentes” porque la cuenta debería empezar, por lo menos, en la Noche de los Cristales (en alemán Kristallnacht), una serie de pogromos y ataques combinados ocurridos en la Alemania nazi y Austria entre el 9 al 10 de noviembre de 1938 y llevado a cabo por las tropas de asalto de las SS conjuntamente con la población civil, mientras las autoridades alemanas observaban sin intervenir.
En total fue, finalmente, el intento de genocidio, concretado, llamado incorrectamente Holocausto (porque esta palabra designa un sacrificio de naturaleza religiosa). El nombre hebreo Shoá, que remite a la aniquilación, es el más ajustado.
Seis millones de judíos, entre ellos 1.200.000 niños, o sea un tercio de la población judía del mundo en ese momento, fueron exterminados por la Alemania nazi y sus esbirros.
La fecha, símbolo de una década de sufrimientos que se iniciaron, como ya dije, antes del comienzo formal de la Segunda Guerra Mundial, recuerda el Levantamiento del Gueto de Varsovia, nombre con el que se conoció la sublevación de los judíos de ese barrio cerrado por la fuerza en el que fueron confinados, cuando las tropas alemanas comenzaron la segunda deportación masiva hacia los campos de concentración y exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. Ocurrió entre el 19 de abril y el 6 de mayo de 1943 y fue liderada por Mordejai Anilevich, miembro del movimiento juvenil judío Hashomer Hatzair, siendo finalmente aplastada por las tropas de las SS bajo el mando de Jürgen Stroop.
Para los que se interesen por la Historia y la historia, aconsejo leer dos libros fundamentales para la comprensión del tema: Mila 18 y Los que supieron morir. Digo, si es que alguno de los lectores se queda ávido de más información.
En plena Europa del 43 ocupada por los nazis, donde el ejército soviético había recién obtenido su primera victoria de Stalingrado y Francia seguía ocupada por los alemanes, al igual que una docena de países del viejo continente, en ese entorno, surge una noticia al mundo: "En el centro de Europa ocupada, un grupo humano de judíos combatientes, en el gueto de Varsovia, se enfrenta directamente a la maquinaria nazi". No era una táctica guerrillera, querían defender la dignidad de su pueblo, sabiendo que iban a morir. Ellos lanzaron la consigna hacia adentro y afuera del gueto: "Nosotros, los judíos polacos, luchamos por nuestra y vuestra libertad. Hermanos, luchad hasta la última gota de sangre, el fascismo no pasará, ¡Viva el pueblo judío!".
Ya tres meses antes, en enero, hubo una lucha abierta de tres días, pero en abril con la unidad política interna se organizaron 50 grupos combatientes, casi sin armas, desde los niños hasta mujeres y ancianos, todos se alzaron bajo la dirección de Mordejai Anilevich.
Entra el ejército nazi y, sorprendentemente, es rechazado el 19 de abril del 43, y así sucesivamente por tres semanas. En la calle Mila 18, el comando es impenetrable. El gran ejército nazi no puede con un puñado hambriento y maltrecho de judíos.
Se recurre a tanques y a la aviación, las bajas de los combatientes se cuentan por miles, pero no logran tomar el gueto. Resuelven tomar manzana por manzana, pero la resistencia a muerte los lleva a incendiar cada manzana y tirar gases sobre las ruinas. A los cinco meses cae la resistencia, los alemanes tuvieron que pedir ayuda a un segundo ejército. En los cinco meses siguientes, ocurren resistencias aisladas.
Mordejai Anilevich y el comando supremo de la resistencia se hallaban en el búnker de la calle Mila 18. Caen por los incendios y los gases. Escapa por las cloacas sólo un puñado de doce combatientes. Los otros se suicidan antes de caer prisioneros.
"Dos semanas antes de su heroico fin, Mordejai había escrito a su lugarteniente, Antek Tzukerman, quien se hallaba en el lado "ario" de Varsovia: "El sueño de mi vida se ha cumplido, la autodefensa judía en el gueto es un hecho, la resistencia judía armada es una realidad. Soy testigo del heroísmo de los sublevados judíos. ¡Esa fue y esa es la victoria!".
Cuando se hacían en Basavilbaso los actos que recordaban la Shoá, se prendía una vela por cada millón de muertos y se cantaba (en idish) el Himno de los Partisanos, un texto de Hirsch Glick que fue escrito después del primer acto de sabotaje realizado por la resistencia judía del gueto de Vilna, contra las vías de comunicación alemanas, en 1942.
Esos dos hechos, el encendido de las velas y el canto, denunciaban con el valor de miles de gargantas gritando juntas, que no debemos perder la memoria.
Ciertamente estamos recorriendo un camino que todavía no ha alcanzado su meta. Pero a esto hay muchos que no lo ven, o que se niegan a verlo. Quizás se debería volver a hacer esos actos de recordación para ayudarnos a no olvidar, aunque esto parezca una verdad de Perogrullo.
He repetido casi hasta el cansancio ya, que es necesario que también los judíos hagamos un lugar para nuestro propio arrepentimiento y nos demos cuenta de que, acostumbrados a las persecuciones desde tiempos inmemoriales, quizás no tengamos un momento disponible para mirar al otro como a un igual.
La última estrofa del Himno de los Partisanos debería ser también un canto de todos; un canto por la humanidad. ¡Pero sin hipocresía!
Nunca digas entonces que vas por tu último camino
aunque los días azules se oculten tras cielos plomizos;
todavía ha de llegar el momento soñado
y resonará nuestro paso: ¡aquí estamos!

No es un canto alegre, es el canto de fusil. No es tampoco un canto de pájaro en libertad; es canción de un pueblo obligado a sufrir, que con sangre y plomo debió escribir sus versos.
¿Desde dónde escribo estas líneas?
Desde el dolor y la esperanza.
¿Para quién escribo estas líneas?
Para el lector desconocido, judío o no. Para que sepa que es heredero de un crimen contra la humanidad nacido de una de las lacras más terribles de la historia: el racismo.
Dr. Mario Ignacio Arcusin para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 12 de abril de 2012

Cuando la mentira es la verdad

Cuando la mentira es la verdad – Editorial del 13 de abril de 2012
Los lectores más consecuentes, y también mis alumnos, recordarán que yo siempre insisto con el concepto de República a la hora de definir nuestra relación con el poder y con los representantes que en él pusimos.
El origen de la palabra se encuentra en el latín res publica (así, sin acento), "la cosa pública", y en un sentido amplio es un sistema político que se basa en el imperio de la ley (en nuestro caso una ley fundamental llamada Constitución) y la igualdad ante ella, pensada como la única forma de frenar los posibles abusos de las personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las mayorías, con el objeto de proteger los derechos fundamentales y las libertades civiles de los ciudadanos, de los que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo.
A su vez la República elige a quienes han de gobernar mediante la democracia representativa que se expresa por el derecho a voto. El electorado constituye la raíz última de su legitimidad y soberanía. Algunas definiciones resaltan también la importancia de la autonomía y del Derecho como partes fundamentales para esa República.
Y también recordarán, aunque esto es más difícil de aceptar, que insisto con que no debe confundirse república con democracia, pues aluden a principios distintos. La república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa que gobierna el que ganó, o sea el que tiene la mayoría.
Y es justamente esa característica republicana que declama nuestra Constitución en su art. 1º, y que nos obligamos a cumplir todos los ciudadanos, pero principalmente nuestros representantes, que juran por ella, la que justifica que reaccionemos cuando en ese transcurso de compartir lo que es "de todos" se empieza a sentir una tensa relación, llena de situaciones conflictivas, entre lo que los funcionarios sustraen del debate público y lo que los ciudadanos demandamos conocer. Algo así como lo que sugiere uno de nuestros históricos lemas: "el pueblo quiere saber de qué se trata".
Todo esto viene a cuento a raíz de los hechos que vinculan al Vicepresidente de la Nación con aconteceres un tanto "sugestivos", en cuanto comprometió de alguna manera su firma y su palabra para mejorar la situación de una empresa demasiado ligada a algunos de sus amigos.
Y elegí el título de hoy, que es una frase de la canción de Divididos "¿Qué ves?", porque creo que define magistralmente lo que está pasando por estos días.
A mí no me cabe ninguna duda de que estamos ante acusaciones precisas, tanto como frente a réplicas difusas. Y lo lamentable es que el vicepresidente está apelando, para "defenderse", a mecanismos que nos están prohibidos al resto de los ciudadanos. Yo, que soy abogado, no me imagino a uno de mis clientes usando la cadena nacional o, lo que es casi lo mismo, el poder de convocatoria de la Casa Rosada o del Congreso Nacional, para denostar a jueces y fiscales. Indudablemente que estamos frente a dos repúblicas: la de la superficie y la de las sombras. Nosotros vivimos en la que nos emociona hasta las lágrimas cuando cantamos el himno, y ellos viven en la que les permite ocultarse, tapar sus chanchullos y abusar del poder.
Para colmo de males, la oposición, por acá cerca y por allá lejos, está dubitativa y timorata. No sabe o no quiere saber qué hacer. Entonces la palabra de reproche solamente sale de los medios, que rápidamente, por los mecanismos bien aceitados que tiene el kirchnerismo, son atacados por integrar la "corpo" o por ser gorilas, como alguna vez catalogaron al Crónica de mi padre y, por genética, luego, y también, al mío.
Lo que tendría que haber hecho el Sr. Boudou, que no tiene fueros porque la misma Constitución por la que juró así lo prescribe en el art. 16, es someterse a la justicia como lo hacemos todos, sin "apretadas" ni exigencias de cuidados especiales por su investidura.
Y si esos presuntos delitos de los que se lo acusa llegaran a probarse fehacientemente en la Justicia, tendrá que aguantarse que nosotros, los ciudadanos comunes, observemos otra vez el penoso espectáculo que uno de los más altos cargos del republicanismo, nada menos que el vicepresidente de la nación, haya mostrado perversamente lo que no se debe hacer, representando un papel a la manera de un actor capaz de mutar el carácter extraordinario de un hecho de corrupción en una simple rutina, como lo es firmar una carta de recomendación.
Yo creo que tanto él como la Sra. Presidente y su cohorte están especulando con que en la Argentina el escándalo estalla y luego se agota porque estamos acostumbrados a que lo suplante otro hecho no menos impactante que el anterior.
Y así, acumulando impunidades, lastimamos el verdadero capital humano de la República, que son los cuarenta millones de ciudadanos y no un iluminado que no solo no será sancionado, sino que ya está haciendo pagar sus culpas a chivos expiatorios que no tienen nada que ver en esto. Porque si Esteban Righi (por quién tampoco ponemos las manos en el fuego a esta altura) tuvo que renunciar a su cargo de Procurador General de la Nación por la denuncia que realizó Boudou, quien acusó al ex estudio de Righi de "tráfico de influencias", la ciudadanía tiene que saber que los hechos en los que se basa el compañero de fórmula de Cristina ocurrieron, según él mismo, en 2009 y en 2010. ¿Y recién decidió hacerlos públicos ahora, cuando le afectan a él? ¿No sabe que cuando estaba en Anses o en el Ministerio de Economía tenía la obligación que tiene todo funcionario público de denunciar los delitos de los que toma conocimiento en razón de su cargo?
Debe quedar bien en claro que en una República los ciudadanos necesitan conocer la verdad desnuda, libre de retoques. Cuando la historia que nos cuentan es el resultado de una manipulación falsificadora de la realidad, lo que queda en evidencia es la grosera intención de influir aviesamente sobre el pensamiento de la gente. Y el resultado puede terminar siendo una estafa imperdonable a la fe ciudadana o a la credibilidad popular.
Y así, para usar otra frase de la misma canción, lo que pasará en esta Argentina futbolera, es que, al final "el bien y el mal definen por penal".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 5 de abril de 2012

Las Pascuas, Miguel y yo

Las Pascuas, Miguel y yo – Editorial del jueves 5 de abril de 2012
No debe ser casualidad que yo esté escribiendo este editorial el día en que se cumple un año de la muerte de Miguel. Ni tampoco que justo este año la noche del Viernes Santo es la primera noche de Pesaj.
No está de más explicar, para aquellos que no lo saben, que la Pascua judía (ese Pesaj que mencionaba más arriba) es el punto de inicio de la Pascua cristiana, en tanto y en cuánto Jesús, como judío, participó de esa última cena hace poco menos de dos mil años, última cena que sería la que se corresponde con el Seder, ceremonia religiosa familiar, una de las únicas liturgias que no se celebra en la sinagoga.
Es así que el verdadero origen de la Pascua se remonta al año 1513 antes de Cristo, cuando el pueblo judío emprendió su éxodo desde Egipto hacia la Tierra Prometida, y se conmemora cada año como recordatorio de la liberación de la esclavitud. Tan es así que la que es quizás la canción más importante de esa liturgia familiar comienza diciendo "avadim ahinu", que en hebreo quiere decir nada más y nada menos que "esclavos fuimos".
Como en todas las festividades judías, el inicio lo determina la caída de sol o la aparición de la primera estrella en el cielo. Allí se encienden las velas y con ese gesto, comienza la cena. Simbólicamente, esa luces recuerdan la creación del mundo por Dios, cuyo inicio los judíos sitúan en este mes de Nissán, el "mes de las espigas" (que coincide con marzo/abril del calendario gregoriano), pues es cuando comienza a crecer la nueva vida.
A esta altura debo decir (necesito decir) que Miguel se desvivió por darle continuidad a los encuentros corales que empezaron siendo ecuménicos y que, luego, al incorporarse la comunidad judía, pasaron a denominarse multiconfesionales, por construir "sobre las diferencias". Quizás esa debiera ser la frase que identifique su lucha por defender sus ideas respetando las de los demás.
Es por eso que quiero resaltar hoy acá las cosas que igualan a las dos festividades (la Pascua judía y la Pascua cristiana), pero también las que las distinguen, porque solamente conociendo estas y aquellas podemos construir algo firme. Ese es mi homenaje a Miguel.
Para los cristianos la Pascua es la fiesta instituida en memoria de la resurrección de Cristo. El registro bíblico dice que la noche anterior a su muerte, Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar el Pesaj, y posteriormente instituyó lo que se conoce como la Cena del Señor y dijo a sus apóstoles "sigan haciendo esto en memoria mía" (Lucas 22:19). Incluso podemos suponer que siguió el "orden de la Pascua" (en hebreo seder quiere decir precisamente orden), es decir, la división de la cena en cuatro partes, cada una de las cuales se concluye con una copa de vino. Todavía hoy, en las casas judías, se respeta ese orden, e incluso la división en cuarto partes, que simbólicamente inician los chicos de la familia, haciendo las cuatro preguntas que identifican el por qué esa noche es distinta que las demás noches.
No me canso de decir que si nos preocupáramos en serio por saber el significado de lo que celebra el otro (esa tan difícil otredad), nos llevaríamos mucho mejor. ¡Y vuelvo a extrañar a Miguel cuando lo pienso y lo escribo!
Justamente con él (y en Él, Miguel) descubrimos un día que Cristo es el "Cordero de Dios", cuyo sacrificio libera a los hombres, mientras que para los judíos, el cordero es el animal cuya sangre en las puertas de sus casas había liberado a sus primogénitos del ángel de la muerte en Egipto. Tanto la palabra hebrea Pesaj como la latina Pascua (y la inglesa Passover) quieren decir, precisamente "pasar por encima", que es lo que hizo el ángel de la muerte al reconocer las casas de los judíos y salvarlos de la plaga. Desde aquella liberación, que precede y permite la huida por el Mar Rojo, los judíos comían el cordero tal y como les había indicado Moisés.
Más allá de los rituales, que son necesarios porque gracias a ellos perduran las festividades en el tiempo, yo creo que esta coincidencia de fechas (de las Pascuas y de la "ausencia" de Miguel) nos tiene que hacer repensar sobre los misterios centrales de la fe. Y esto solo será posible si nos comprometemos con una ferviente tarea en favor de la unidad, del diálogo interreligioso, de una espiritualidad esencialmente comunitaria, que nos lleve a derrotar al egoísmo a través de la solidaridad.
La reiteración del nombre de Miguel, (esta explicación es para aquellos lectores que no son de mi pueblo), tiene que ver con el primer aniversario de la muerte de Miguel Bernik, fundador y único director del Coro Magnificat, en el que quién esto escribe canta hace más de veinte años.
Católico militante, ex oblato de la Abadía del Niño Dios de Victoria, en esta provincia de Entre Ríos, dejó la carrera sacerdotal pero no sus convicciones. Frontal y decidido, discutió con propios y extraños (alguna vez conté acá el intercambio de opiniones, fuerte, entre él y mi padre en el Crónica de los años '60), pero también aceptó incorporar criterios innovadores, que en muchos casos conmovieron los cimientos en los que estaba parado.
El coro lo extraña, porque con él "aprendimos" a cantar. Basavilbaso lo extraña, y por estos días mucho se ha hablado de lo que significó su lucha en favor de la cultura de nuestro pueblo. La familia lo extraña porque lo amaba y él los amaba.
Pero yo quiero hablar de otras enseñanzas que nos dejó, o que por lo menos yo reconozco que a mí me las dejó. Y sé que muchas de esas enseñanzas le trajeron enormes dolores de cabeza, sobre todo en el ámbito de la comunidad organizada.
En tiempos en que mucho se habla acerca de que la abundancia de bienes proveerá la suprema y tan esquiva bendición, él entendía claramente que la relación entre opulencia material y bienestar subjetivo no era una cosa tan simple de tratar. Cuando la globalización pretende demostrarnos que en las naciones ricas se vive mejor, e intenta trasmitirnos a través de muchos de los mensajes subliminales de los grandes medios de comunicación que debemos vivir así, es notorio que en muchas de esas sociedades (nosotros lo estamos viviendo ahora, acá mismo) aumenta la insatisfacción permanente, la violencia gratuita, las enfermedades psicosomáticas, las rupturas familiares y la adicción a fármacos que hacen dormir, que despiertan, que adelgazan, que eliminan el aburrimiento y que calman la depresión. Mientras, la curva de soledad y suicidios sigue en aumento.
Es obvio que el ser humano precisa satisfacer necesidades primarias y otras de mayor sofisticación. Pero la felicidad es otra cosa.
Insisto, entonces. No me quiero quedar solo con el mensaje litúrgico de "las dos" Pascuas.
Quiero, junto al recuerdo de Miguel, profundizar un poco más en sus esencias.
En la antigüedad surgió la leyenda del rey Midas, que convertía en oro todo lo que tocaba. Esa "virtud" le permitía acceder a una infinita opulencia, y la opulencia le dejaría apropiarse de la felicidad. Pero esa presunta virtud fue su condena.
Seres de nuestro tiempo que emulan a Midas repiten el drama: saltan de entusiasmo al llenarse de oro, pero pronto se habitúan a lo que tienen, y quieren más. Para colmo, en vez de comparar su flamante situación con la pasada, lo hacen con la de los vecinos, y se sienten "tristes" cuando no pueden superarlos.
Miguel me trasmitió la idea de que la felicidad no es un estado permanente. Se parece a una onda que sube y baja.
Quienes más tiempo transitan por las alturas logran una sonrisa en el corazón.
¡Gracias, Miguel! Y Felices Pascuas
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso