jueves, 24 de febrero de 2011

Nunca Menos

Nunca Menos - Editorial del 25 de febrero de 2011
La mitología griega se ocupó de generar, como lo hicieron todas las mitologías (y lo siguen haciendo, y así lo vamos a ver hoy) tantos dioses como cosas no entendían los humanos de la vida. Así, por ejemplo, para muchos pueblos de la antigüedad, la Luna y el Sol eran deidades, por la sencilla razón de que no podían explicarse por qué aparecían y desaparecían (literalmente de la noche a la mañana y de la mañana a la noche).
También eran para ellos dioses los que alimentaban los volcanes, los que producían el viento, los que disparaban las flechas del amor. Usaban los mitos para explicar fenómenos naturales, diferencias culturales, enemistades y amistades tradicionales (como, por ejemplo, y para empezar con el paralelismo con el que “amenazamos” más arriba, ahora, la de los gobernadores e intendentes del conurbano bonaerense y algunos de por acá también). En fin, todo lo inentendible era endiosado. En vez de, como hubiese correspondido, tratar de entender. Y no solo eso, mataron a todos los que atinaron a pensar distinto. ¡Caramba, qué coincidencia!
A esta altura conviene recordar que mitología es el conjunto de mitos y leyendas que intentan explicar los orígenes del mundo y detallan las vidas y aventuras de una amplia variedad de dioses, héroes y otras criaturas, siempre dándoles el carácter de fabulosos. Para eso utilizaron los llamados “poemas épicos”, de los cuales La Ilíada y La Odisea son geniales ejemplos. Y no, no señora o señor lector, el candombe “Nunca Menos”, que da título a nuestro editorial de hoy, no es un paradigma de ese tipo de obras literarias, ni mucho menos. Es un adefesio indefendible, pero a ese tema pasaremos dentro de un rato.
Decíamos que en esos relatos míticos es dónde se cuentan la vida y los logros de los dioses, semidioses (hijos de dioses y mortales) y héroes que poblaron la antigüedad. Acostumbrados como estamos a recomendar lecturas, no estaría mal echarle un vistazo a la Epopeya de Edipo de Tebas, a Medea, y a tantas obras que explicitan las tragedias que debían soportar sus personajes para quedar en la Historia.
Pero como ahora todo se devalúa, resulta que a un grupo de ¿“creativos”? se le ocurrió, a poco de la muerte de Néstor Kirchner, inmortalizar su vida y su gestión a través de algo similar, que dejara para las generaciones futuras su legado. ¡Tomá!
Solo para que los lectores tengan una idea, comparando con la letra de la canción de marras, les sugerimos leer, aunque sea en una versión abreviada, ”La Odisea” de Homero, que cuenta las venturas de Aquiles u Odiseo (de ahí el nombre de la obra).
Ahora, en cambio, tenemos otros personajes impresentables, que bien podrían ser protagonistas de historias similares (¿Ud. dice que los son?). Pero es claro que como en Carta Abierta (conglomerado de intelectuales kirchneristas) parece que no hay creadores de magnitud, y aunque la verdad es que nos da un poco de vergüenza ajena, les proponemos sólo un verso (¡esto sí que es un verso!), del mencionado candombe. La ¿letra? y la ¿música? es de Horacio Bouchoux y los ¿arreglos? musicales estuvieron a cargo de Víctor Testani, y en su primera versión fue interpretada por políticos, actores, músicos, militantes y la murga “La gloriosa de Boedo”. Entre las más de 200 personas que grabaron el tema estuvieron: Víctor Laplace, Horacio Fontova, Gustavo Garzón, Daniel Fanego, Guillermo Fernández, Rocambole, Camilo García y el senador Eric Calcagno, todos kirchneristas de la primera hora, tanto como lo fueron también menemistas de la primera hora, duhaldistas de la primera hora, y serán sciolistas de la primera hora si así viene la mano:
¿Será verdad
que te fuiste con la historia
o será que aún no despertamos
y que con una antorcha nueva
en cada mano
vas a volver
cubriéndonos de gloria?
Por las dudas, si es que vuelve, y porque hay que contar las ganadas (si es que las hay), pero también las perdidas, tenemos a mano una lista que nos hizo llegar días pasados un amigo, en la que figuran todas las cosas que prometió Néstor Kirchner y no cumplió, a no ser que fueran las tan mentadas “obras virtuales” a los que algunos son afectos.
No queremos ser tediosos, así que vamos a nombrar solo algunas, por lo menos para que les sirvan de inspiración a los geniales autores y compositores para escribir la segunda parte, que podría llamarse, pensamos, “Nunca menos que menos”.
Entonces:
Prometió que iba a unir a todo el país otra vez con transporte de rieles, y hasta ahora lo único que se hizo realidad fue el Riel de Bronce para Urribarri.
De los miles de kilómetros de autopistas que auguró sólo terminaron 800 km. en ocho años, a pesar de contar para ello con un presupuesto de cien mil millones de dólares que ¿dónde están?
¿Y los 20 mil millones de dólares de las inversiones chinas que iban a llegar para distintas obras? La carta de intención firmada con el presidente Hu Jintao jamás se cumplió.
¿Y los planes de crédito hipotecario para los inquilinos? Sólo se trató de fuegos de artificio, apenas un 1% de los demandantes pudo conseguir casa con ese sistema “ideado” por el secretario de Comercio Exterior Guillermo Moreno.
¿Y la promesa a los productores de trigo y maíz, que siguen perdiendo año tras año centenares de millones de dólares porque les cierran los cupos para vender fuera del país? Sólo se benefician los cartelizados grupos de molinos y exportadores.
¿Y el incumplimiento de la ley sobre el respecto a la coparticipación federal de impuestos a las provincias adonde llega apenas al 25%, de los ingresos totales, cuando debería ser 9 puntos superior? Esto genera gobernadores e intendentes mendicantes, concretando el más cruel atentado contra el federalismo de que se tenga memoria.
¿Y las candidaturas a diputado nacional del año 2009 que no iban a ser testimoniales y terminaron siéndolo en su enorme mayoría?
¿Y las promesas, nunca cumplidas, de darle reconocimiento como central sindical a la CTA?
¿Y la extravagante pauta publicitaria que pasó de 30 millones de pesos en el año 2003 a casi mil quinientos millones de pesos (cincuenta veces más), si se suma el denominado “Fútbol para Todos”, donde sólo se puede emitir propaganda oficialista?
Dejamos para lo último este reclamo, porque, para colmo, antes de empezar los partidos y en el entretiempo, como un himno que no pedimos, tenemos que escuchar el candombe, con el que no estamos de acuerdo, pero igual pagamos.
Érase una vez una rana que se disponía a cruzar un río. Un alacrán la vio y como también necesitaba cruzarlo le pidió que lo llevara en su lomo. La rana en un principio se negó porque sabía que el alacrán era traicionero y podía picarle, sin embargo el alacrán insistió mucho hasta que por fin la convenció, trepó en ella y se lanzaron al río y a la mitad del mismo el alacrán le picó. Al sentir el aguijonazo, antes de hundirse la rana le preguntó:
-¿Por qué me picaste si te ayudé? Y el alacrán le contestó.
-Es mi naturaleza, soy así.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 17 de febrero de 2011

Malparida

Malparida - Editorial del 18 de febrero de 2011
Si en la televisión hay una novela con ese nombre, no vemos la razón por la cual no podamos usar esa palabra para titular nuestro editorial de hoy, pidiendo (y suponemos que obteniendo) el placet correspondiente.
Como viene siendo ya una costumbre, vamos a tratar de enlazar dos temas que, a nuestro entender, tienen mucho que ver. Entre sí y con el título.
La política educativa argentina (y entrerriana) es la primera de las "malparidas". Y como por estos días estamos preparándonos para el inicio de un nuevo ciclo lectivo, nunca mejor oportunidad que ésta para analizar cuáles son para nosotros las causas de esa caracterización.
En nuestra provincia, desde el lunes 14, los docentes se encuentran inmersos en una actividad que el Consejo General de Educación, máximo organismo rector en la materia, consideró necesaria. O más que eso, seguramente imprescindible. Como una de las marcas de fábrica que identifica a todas aquellas acciones que no tienen una finalidad en sí mismas, esta también se distingue por haber recibido un pomposo nombre: "Docentes estudiando". Uno debe suponer, y hasta podría asegurarlo, que este preclaro intento de mejorar uno de los servicios esenciales del Estado será seguido en forma inmediata, una vez finalizada esta semana que se lleva todos los esfuerzos, por la convocatoria para otros sectores en los que se advierte un déficit prestacional. Decimos esto porque, una vez que los insignes y geniales gestores de este plan descubran que, de un día para el otro, y con solo una semana de dedicación exclusiva, se terminan de un plumazo los problemas en la educación, proyectarán, imaginamos, en sucesivos períodos de aprendizaje, eventos tales como "Legisladores legislando", "Funcionarios funcionando", "Policías custodiando" y hasta, si nuestros amigos de la salud no lo toman a mal, "Médicos y enfermeros curando". Eso sí, los dos primeros, que involucran a nuestros ínclitos dirigentes políticos, se dictarán en la Universidad Nacional de la Utopía. Lo que no tiene ninguno de los cuadernillos con los que se trabaja en esas jornadas, o por lo menos nosotros no los que hemos visto, es referencia alguna a la escasísima remuneración que, lindando con lo inmoral, reciben los docentes por una tarea que, como hemos dicho muchas veces, tendrá efecto durante toda la vida. Y no como la Ruta 39, en el tramo Basavilbaso - Río Gualeguay, que ya está poceada, a pocos meses de ¿reconstruida? ¿pagada? ¿terminada?
Volviendo a la realidad, mal que nos pese, la tan mentada actividad, que seguramente tiende al mejoramiento de la calidad educativa y no a tener cautivos una semana a los docentes en sus establecimientos para desquitarse de los paros que por reclamos salariales hicieron en 2010, está basada en el análisis de un documento anodino y obtuso, que más parece el resultado de un sorteo de palabras que de una elaboración mental eficiente.
Como nosotros somos memoriosos, y más que eso, celosos custodios de las pruebas escritas e irrefutables, y como hace ya veinte años que transitamos por los caminos de la docencia, tenemos guardado el material utilizado allá por el año 1994, cuando la panacea universal, curadora de todos los males habidos y por haber en la educación argentina, iba a comenzar a desarrollarse con el milagroso nombre de Educación Polimodal. Por aquellos años la actual presidenta del CGE, Graciela Bar, ya se había desempeñado en el mismo cargo que ahora ostenta, y, creemos, era por entonces legisladora nacional. La autora de aquél proyecto era Susana Decibe, luego Ministra de Educación de la Nación y, obviamente, los problemas eran los mismos.
Ahora, 17 años después, y ante la evidencia de un fracaso obvio, porque las soluciones estaban mal planteadas (o malparidas), se apela nuevamente al gatopardismo (cambiar todo para que nada cambie), ignorando los más elementales principios epistemológicos que indican que los inconvenientes no están en donde se los busca. Salvo que, como suelen hacer, tomen la costumbre del tero (o de la tera), o sea peguen el grito en un lugar y pongan los huevos en otro. ¡Bah, acá justamente el problema está en que no ponen los huevos!
Decíamos que, ahora, se les ha ocurrido que la salvación está por el lado de una "reforma del sistema educativo" que consiste en la implementación de la Escuela Secundaria Orientada (¿Usted dice que eso es lo mismo que decir Polimodal?) en el marco de una "Resignificación de la Escuela Secundaria Entrerriana (¡tomá!).
La verdad es que, al leer aquél material de 1994 y compararlo con el que ahora fundamenta el cambio, hemos encontrado curiosas coincidencias, que hasta nos hacen pensar en un "copiar y pegar". Rescatamos solo un párrafo, extraído de un material tangible (no es que abjuremos de Internet, pero nos gusta más el papel), como para demostrar lo que estamos diciendo. Por aquél entonces se suponía, y así se lo explicaba a los incrédulos, que "el Polimodal dará respuestas a múltiples y complejas demandas: el acceso académico a los estudios superiores, la preparación para la vida laboral, la incorporación de los avances científicos tecnológicos, el desarrollo de la competencia cívica con responsabilidad y autonomía adulta. Es decir, tendrá una función propia y una función propedéutica hacia los estudios superiores". Acá termina la transcripción textual, que aunque de lectura ardua, indica que ya por entonces se sabía cuáles eran los problemas a solucionar. Y hoy sabemos que no se solucionaron. Por lo tanto, pensar que un mero cambio de nombre, sin modificar las estructuras, sin mejorar la remuneración de los docentes, y sobre todo, sin ofrecerles capacitaciones serias, periódicas y en servicio, va a cambiar las cosas, es ser un perfecto iluso.
Para colmo de males, aquella reforma que no dio resultado, se hizo sin embargo de manera cauta y gradual. Esta de ahora se propone de una sola vez, con los riesgos palpables de alumnos que verán la misma materia dos veces (con los mismos contenidos) y de otros que no la verán nunca. Y de docentes que se quedarán sin trabajo, con la única explicación de que el suyo será un aporte al mejoramiento de la calidad educativa. ¡Minga!
Como nos suele suceder cotidianamente, nos entusiasmamos con la primera cuestión y, por más que hayamos anunciado la conexión con otro tema, finalmente nos falta espacio. Pero no queremos dejar de mencionar, a tenor de la razón del título, y para explicar el por qué de la relación, que la segunda "malparida", a nuestro entender, es la televisión argentina. Obviamente que nosotros, por principios, estamos en contra de las generalizaciones, pero en este caso nos parece que, aun a riesgo de ser parcial, la abrumadora mayoría de programas basura en la TV actual justifica el mote.
Estamos convencidos de que no hay proyecto educativo válido mientras docentes y alumnos tengan en la otra vereda, con un público devoto, a adefesios tales como todo lo que inventa Tinelli en su propio y exclusivo beneficio económico, o las copias y alternativas que proponen los otros canales. Hoy se llaman Gran Hermano o Soñando con Bailar, pero los nombres no importan. No hay posibilidad de que las disfunciones evidentes y advertidas de la educación se superen si los actores de ese cambio se forman mirando, "como mudos, absortos y de rodillas" (Gracias Gustavo Adolfo Becker) esas porquerías irredimibles.
Dijo Sigmund Freud: "Hay dos maneras de ser feliz en esta vida; una hacerse el idiota; la otra, serlo".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 10 de febrero de 2011

Consumidores consumidos

Consumidores consumidos - Editorial del 11 de febrero de 2011
Otra vez tres cuestiones de apariencia simple e inocua nos convocan a esta página. Y las tres tienen que ver con el incumplimiento de las leyes de lealtad comercial y de los compromisos asumidos con el cliente.
La semana pasada, cuando escribimos acerca de la contaminación (también dividíamos en tres la cuestión), recibimos un comentario de parte de un amigo, que nos decía, quizás no sin razón, que la culpa no era de los empresarios, o que por lo menos no era sólo de ellos. Que la mayor parte de la responsabilidad corresponde a los funcionarios corruptos o ineficientes, que no saben, no quieren o no pueden controlar.
Seguramente a los defensores del "menosmalismo" no les caerá el sayo, pero nosotros estamos convencidos (persuadidos hubiese dicho Raúl Alfonsín) de que uno de los males que este peronismo kirchnerista heredó del peronismo menemista es el desprecio por el ciudadano común. Muestras hay sobradas de ello. Solo basta mirar, por ejemplo, los vestuarios del poder, tomando, tipo botón, al ahora caído en desgracia Ricardo Jaime y a la Señora Presidente. Ni hablar de los Moyano, los Boudou, y algunos un poco más cercanos en el espacio, como que son de circulación hebdomadaria por estos lares.
Pero ya sabemos que corregir esos defectos no está a nuestro alcance, porque les son inmanentes, o sea que no se pueden separar de ellos mismos por formar parte de su naturaleza.
Lo que sí podemos tratar de superar es la vulnerabilidad que tenemos respecto a ciertos y determinados grupos económicos que, ¡oh casualidad!, son los mismos que recibieron las prebendas de la privatización en esos años '90 de los que ahora muchos pretenden despegarse. ¡Pero no lo lograrán!
Como para comenzar por algo, vamos a hacerlo con uno de nuestros temas de cabecera, que tiene que ver con el transporte terrestre de pasajeros. Nos aterra que la capacidad del Estado solo llegue hasta el punto de inquietar a los "molestos" conductores que no arreglan las luces de sus autos o, lo que es ¡mucho peor!, circulan a 81,5 km. cuando el límite es de 80. Para esos "gravísimos" casos de inconducta la Policía Caminera tiene puestos fijos y móviles acechando, cuando no foto radares que se aprovechan de los incautos automovilistas que usan las rutas como pistas de carreras. Y ejecuciones de multas con jugosísimos honorarios para estudios jurídicos de origen difuso, que, extrañamente, están ubicados en lugares que nada tienen que ver con los de la supuesta infracción.
Pero esa misma Policía Caminera ni siquiera osa parar a los micros de larga distancia para controlar, por ejemplo, si les funciona el aire acondicionado (hay que tener en cuenta que hoy en día los colectivos tienen sus ventanillas herméticamente cerradas, por lo que las fallas en ese sistema suponen poco menos que asfixia para quienes deben soportar temperaturas superiores a los 60° C), o si los choferes han descansado lo suficiente. Por supuesto que esa misma Policía Caminera tampoco controla el estado técnico de dichas unidades, o sea todo lo que tiene que ver con frenos, estabilidad, amortiguación, dirección, etc.
¿Usted se preguntará por qué?
Lo que pasa es que existe un ente llamado Comisión Nacional Reguladora del Transporte, que "debería" ocuparse de este tipo de controles. Pero no lo hace. Es tan burocrático su funcionamiento que una denuncia efectuada por un usuario tiene un trámite estimado de 60 días. Obviamente que las irregularidades denunciadas ya fueron subsanadas para cuando los inspectores se presentan (si es que realmente lo hacen) en las terminales de la empresa a verificar la certeza de los asertos. Así el denunciante ve frustrados sus intentos de poner un poco de orden en estas actividades monopólicas, y vuelve a asumir su rol de ciudadano de segunda en un país en que los únicos privilegiados son los poderosos. Eso sí, cuando ocurre un accidente, o sea cuando ya nada se puede solucionar, aparecen para "determinar las causas del siniestro". ¿No sería, en este caso, mejor prevenir que curar? Curar dijimos; no currar.
¡Y se va la segunda!
Los usuarios de telefonía móvil, o por lo menos los más desprevenidos, suelen prestar atención a llamados efectuados desde las empresas prestadoras (o mejor dicho desde un ignoto call center), en los que se les informa que han sido elegidos ¡entre los millones de usuarios! como destinatarios de un obsequio. Y como nos han enseñado desde chiquitos que es un error mirarles los dientes a los caballos regalados, suelen aceptarlos, sin comprender que traen consigo un salvavidas de plomo.
Pero esto no sería de por sí tan grave, si enterados de la trampa los incautos pudieran recurrir rápidamente, y por ese mismo medio telefónico, a la anulación de las facturas que vienen como cola del cometa. Entiéndase que, por ejemplo, le mandan de regalo un aparato que sirve para conectarse por internet a una abuela que, con suerte, sabe cómo mandar mensajes. ¡Y al mes le facturan el servicio, aunque no lo haya usado!
A nosotros nos parece imposible que ningún funcionario haya tomado nota de esta desprolijidad, a no ser que todo forme parte de un siniestro plan.
Porque como resultado de esta maniobra ilegal, que vulnera los más elementales principios de la oferta y la demanda y de las leyes del mercado que aprendimos en la secundaria, la víctima de esa estafa tiene que consultar con un abogado, viajar hasta Paraná (por lo menos) y gastarse lo que no tiene para demostrar que no fue su intención contratar un servicio que ni siquiera sabe para qué sirve.
Pero dijimos tres, y casi no tenemos lugar para el último. Por lo menos vamos a introducirnos en él para profundizarlo más adelante.
Recomendamos, mientras nadie nos defienda, controlar adecuadamente las ofertas de los hipermercados, sobre todo en lo que tiene que ver con las compras con tarjetas de crédito. Debemos hacerlo nosotros mismos porque parece que a ellos tampoco los alcanza el poder administrador, ya que se burlan del cliente borrando con el codo lo que escriben con la mano.
En estos tres casos, de los que tenemos conocimiento más o menos directo, sabemos que se puede hacer algo, aunque para quedarse uno tranquilo con su propia conciencia.
Pero por supuesto que eso no es suficiente, porque la victoria de David contra Goliat no tiene paralelos en esta Argentina de desiguales. De todas maneras intentémoslo. Juntos somos más, aunque suene demagógico.
José Martí, gran pensador, diplomático, político, periodista, filósofo, poeta y escritor cubano (sí, todo eso), y además máximo símbolo de las aspiraciones cubanas de independencia, dijo, sabiamente:
"Un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos, empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevos, alza e informa conceptos de la vida radicalmente opuestos a la costumbre de servilismo pasado, a las memorias de debilidad y de lisonja que las dominaciones despóticas usan como elementos de dominio sobre los pueblos esclavos".
Y dijo también, un poco más simple y directamente:
Los derechos no se piden, se toman...
No se mendigan, se arrancan...
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 3 de febrero de 2011

La sexta extinción

La sexta extinción - Editorial del 4 de febrero de 2011
Los paleontólogos, que son aquellos científicos que estudian e interpretan el pasado de la vida sobre la Tierra a través de los fósiles, habían conseguido diferenciar, hasta la mitad del siglo 20, cinco períodos en la historia del mundo en los que hubo una regresión de las especies vivas. Es lo que llaman las cinco extinciones. La más célebre de ellas corresponde al período en que se extinguieron los dinosaurios.
Después de la segunda guerra mundial, y de algunos hechos coetáneos y concomitantes, esos mismos científicos comenzaron a comprender que a partir de ese momento habíamos entrado en la sexta extinción, la que, en nuestros días, ve la desaparición de numerosas especies animales y vegetales, la contaminación del medio y la degradación de la especie humana a través de la aparición de nuevas enfermedades y la potenciación de las ya existentes.
La gran diferencia, ¡terrible diferencia! es que las primeras cinco fueron de origen natural, mientras que la última, que vivimos hoy, corregida y aumentada, es de origen humano. Una especie, la nuestra, se destruye a sí misma y a las demás.
Nosotros estamos convencidos de que el hombre no plantea un problema ecológico de por si. Después de todo, las sociedades primitivas vivían en equilibrio con la naturaleza, y la naturaleza les prodigaba todo lo que necesitaban en abundancia.
Pero la clave de esa armonía era el número. Para que vivieran en la abundancia era preciso que los miembros de sus comunidades mantuvieran un número limitado y estable. De ahí los ritos para suprimir los "excedentes": sacrificios humanos, castración de los prisioneros, antropofagia ritual, celibato forzado, etc. A partir del momento en que ese equilibrio se rompió, el hombre proliferó y se convirtió en el asesino de la naturaleza. No cesó de exigirle más de lo que ella podía darle. Perdió la abundancia y descubrió la escasez. Para superarla, inventó la agricultura y la industria y dividió y cuadriculó la tierra.
Particularmente queremos analizar hoy tres noticias que tienen que ver con esto, y específicamente con nuestra propia realidad de basavilbasenses y entrerrianos.
Desde el Instituto Obra Social de la Provincia de Entre Ríos (Iosper), la obra social que cubre a más de un cuarto de la población provincial, encendieron una de las luces de alerta. En 2009 dieron a conocer un abrupto aumento en los casos de cáncer del 30% en forma anual. Pasaron de una media de 650 casos a un promedio de 850 casos, y la tendencia se mantiene, según se indicó.
Como acotaba a raíz de esa noticia Jorge Javier, un amigo que hace tiempo se decidió por tomar partido en esta lucha desigual contra molinos de viento, no podemos negar que el glifosato y otros agroquímicos, la carne roja, la carne asada a la parrilla, los celulares, el hábito de fumar, el sol de verano al mediodía, la comida o la bebida muy caliente, los lácteos, las grasas saturadas en general, las propias radiaciones de los métodos para detectarlos, y muchos otros factores comprobados, en mayor o menor medida aumentan el riesgo de padecer cáncer. Pero siempre vamos corriendo desde atrás, promoviendo los exámenes para detectarlos sin educar (salvo contadísimas excepciones) sobre formas de vidas saludables.
Otra. Manfico, una planta elaboradora de carne harina, materia prima básica para la elaboración de alimentos balanceados para animales, está utilizando un campo aledaño al balneario Dr. Delio Panizza, sobre el río Gualeguay, a "cielo abierto" y sin ningún tipo de recaudo ambiental, para depositar toneladas de vísceras, plumas y otros desechos de animales, que están fermentándose a la vera de ese río. Supuestamente lo hacen porque la rotura de una máquina les impide utilizar toda la materia prima que reciben de los frigoríficos. ¿Y qué culpa tenemos nosotros?
La firma fue en varias oportunidades multada y hasta clausurada por volcar, sin ningún tipo de tratamiento, los desechos industriales a las aguas del arroyo Calá, lo que a su vez provocó una importante mortandad de peces y la desaparición de esa vía de agua como lugar de esparcimiento para los habitantes de la zona. Nosotros, en nuestra infancia, alternábamos como sitios de "veraneo" esos dos balnearios. A uno ya lo perdimos definitivamente. El otro está siendo atacado bajo nuestra total pasividad.
Hace ya muchos años, demasiados, fuimos con un grupo de vecinos preocupados por las agresiones que estaba sufriendo el medio (o ambiente), a reclamarle al que era responsable del área en la provincia, por los daños que causaba esa empresa. Ya por entonces el olor era insoportable, y se empezaba a hablar de las consecuencias de la "lluvia ácida". Por supuesto que pudo más el poder económico que el poder ciudadano. La realidad visible de la amenaza de cierre y el despido del personal, más la invisible que todos conocemos, hizo que la cosa no pasara de un "tirón de orejas" que, por supuesto, no produjo ningún resultado. El Calá es una masa de grasa putrefacta, el entorno está contaminado, respirar el nauseabundo aroma a carne podrida cocinándose pasó a ser una constante de nuestra vida, las enfermedades respiratorias son "pan de cada día" en Rocamora y zonas aledañas, las autoridades se "lavan las manos" por cuestiones jurisdiccionales, los responsables de la salud pública no se animan a relacionar las causas con los efectos, y los dueños se enriquecen sin límite. ¿Estamos dispuestos a seguir soportando esto?
Una de las clausuras de la industria se realizó en julio de 2009. En aquella oportunidad, Medio Ambiente de la provincia intimó a los empresarios a que presenten un plan de obras para el tratamiento de sus efluentes y así evitar el volcado de líquidos al arroyo. No sabemos si se cumplió con el compromiso y con los plazos. Pero sí sabemos que todo está como era entonces, lo que quiere decir que todo está peor que antes.
Cuando se habla del tema de la droga, o más precisamente del tráfico y de la venta, uno suele preguntarse si los que se benefician económicamente con ese "negocio" no se dan cuenta del daño que se hacen a ellos mismos, a sus propios hijos, eventuales consumidores de la basura que ellos comercian, y a la humanidad toda, finalmente. Y acá sucede lo mismo. Aún los empleados locales de esa firma, que viven de lo que allí ganan por su trabajo, deberían adquirir conciencia social del efecto que tiene ese trabajo sobre ellos mismos y sus semejantes.
La pasividad con la que encaramos esta cuestión es alarmante. Aceptamos sin chistar la imposición de no usar bolsas de polietileno, porque demoran cientos de años en degradarse, o la de tirar las pilas en lugares especiales porque su enterramiento será perjudicial para la salud dentro de algunos siglos, y mientras asistimos impertérritos a una masacre colectiva inútil y que sólo le genera ganancias económicas a unos pocos. Pasamos por el kilómetro 195,1 de la Ruta 39 a las puteadas, pero al rato nos olvidamos. Tomamos con recelo el agua de las napas que reciben esa contaminación, y no se nos mueve un pelo. Respiramos un aire de porquería, y pareciera que nos causa gracia.
Cuando los asambleístas de Gualeguaychú cortaron el puente, casi todas las voces que se les opusieron pensaban más en la vuelta que tenían que dar para ir a Punta del Este que en la incontrastable evidencia demostrada. Ahora, irónica y desafiantemente, las autoridades del Uruguay reconocen que Botnia contamina, ¡"pero poco"!
Ya dijimos ésto alguna vez, pero vuelve a ser válido:
"Es miserable el que secunda la bajeza porque de ella saca provecho; pero, desgraciadamente, también es miserable el que se deja humillar aún siendo consciente de ello. Es ese el verdadero problema".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso