jueves, 17 de febrero de 2011

Malparida

Malparida - Editorial del 18 de febrero de 2011
Si en la televisión hay una novela con ese nombre, no vemos la razón por la cual no podamos usar esa palabra para titular nuestro editorial de hoy, pidiendo (y suponemos que obteniendo) el placet correspondiente.
Como viene siendo ya una costumbre, vamos a tratar de enlazar dos temas que, a nuestro entender, tienen mucho que ver. Entre sí y con el título.
La política educativa argentina (y entrerriana) es la primera de las "malparidas". Y como por estos días estamos preparándonos para el inicio de un nuevo ciclo lectivo, nunca mejor oportunidad que ésta para analizar cuáles son para nosotros las causas de esa caracterización.
En nuestra provincia, desde el lunes 14, los docentes se encuentran inmersos en una actividad que el Consejo General de Educación, máximo organismo rector en la materia, consideró necesaria. O más que eso, seguramente imprescindible. Como una de las marcas de fábrica que identifica a todas aquellas acciones que no tienen una finalidad en sí mismas, esta también se distingue por haber recibido un pomposo nombre: "Docentes estudiando". Uno debe suponer, y hasta podría asegurarlo, que este preclaro intento de mejorar uno de los servicios esenciales del Estado será seguido en forma inmediata, una vez finalizada esta semana que se lleva todos los esfuerzos, por la convocatoria para otros sectores en los que se advierte un déficit prestacional. Decimos esto porque, una vez que los insignes y geniales gestores de este plan descubran que, de un día para el otro, y con solo una semana de dedicación exclusiva, se terminan de un plumazo los problemas en la educación, proyectarán, imaginamos, en sucesivos períodos de aprendizaje, eventos tales como "Legisladores legislando", "Funcionarios funcionando", "Policías custodiando" y hasta, si nuestros amigos de la salud no lo toman a mal, "Médicos y enfermeros curando". Eso sí, los dos primeros, que involucran a nuestros ínclitos dirigentes políticos, se dictarán en la Universidad Nacional de la Utopía. Lo que no tiene ninguno de los cuadernillos con los que se trabaja en esas jornadas, o por lo menos nosotros no los que hemos visto, es referencia alguna a la escasísima remuneración que, lindando con lo inmoral, reciben los docentes por una tarea que, como hemos dicho muchas veces, tendrá efecto durante toda la vida. Y no como la Ruta 39, en el tramo Basavilbaso - Río Gualeguay, que ya está poceada, a pocos meses de ¿reconstruida? ¿pagada? ¿terminada?
Volviendo a la realidad, mal que nos pese, la tan mentada actividad, que seguramente tiende al mejoramiento de la calidad educativa y no a tener cautivos una semana a los docentes en sus establecimientos para desquitarse de los paros que por reclamos salariales hicieron en 2010, está basada en el análisis de un documento anodino y obtuso, que más parece el resultado de un sorteo de palabras que de una elaboración mental eficiente.
Como nosotros somos memoriosos, y más que eso, celosos custodios de las pruebas escritas e irrefutables, y como hace ya veinte años que transitamos por los caminos de la docencia, tenemos guardado el material utilizado allá por el año 1994, cuando la panacea universal, curadora de todos los males habidos y por haber en la educación argentina, iba a comenzar a desarrollarse con el milagroso nombre de Educación Polimodal. Por aquellos años la actual presidenta del CGE, Graciela Bar, ya se había desempeñado en el mismo cargo que ahora ostenta, y, creemos, era por entonces legisladora nacional. La autora de aquél proyecto era Susana Decibe, luego Ministra de Educación de la Nación y, obviamente, los problemas eran los mismos.
Ahora, 17 años después, y ante la evidencia de un fracaso obvio, porque las soluciones estaban mal planteadas (o malparidas), se apela nuevamente al gatopardismo (cambiar todo para que nada cambie), ignorando los más elementales principios epistemológicos que indican que los inconvenientes no están en donde se los busca. Salvo que, como suelen hacer, tomen la costumbre del tero (o de la tera), o sea peguen el grito en un lugar y pongan los huevos en otro. ¡Bah, acá justamente el problema está en que no ponen los huevos!
Decíamos que, ahora, se les ha ocurrido que la salvación está por el lado de una "reforma del sistema educativo" que consiste en la implementación de la Escuela Secundaria Orientada (¿Usted dice que eso es lo mismo que decir Polimodal?) en el marco de una "Resignificación de la Escuela Secundaria Entrerriana (¡tomá!).
La verdad es que, al leer aquél material de 1994 y compararlo con el que ahora fundamenta el cambio, hemos encontrado curiosas coincidencias, que hasta nos hacen pensar en un "copiar y pegar". Rescatamos solo un párrafo, extraído de un material tangible (no es que abjuremos de Internet, pero nos gusta más el papel), como para demostrar lo que estamos diciendo. Por aquél entonces se suponía, y así se lo explicaba a los incrédulos, que "el Polimodal dará respuestas a múltiples y complejas demandas: el acceso académico a los estudios superiores, la preparación para la vida laboral, la incorporación de los avances científicos tecnológicos, el desarrollo de la competencia cívica con responsabilidad y autonomía adulta. Es decir, tendrá una función propia y una función propedéutica hacia los estudios superiores". Acá termina la transcripción textual, que aunque de lectura ardua, indica que ya por entonces se sabía cuáles eran los problemas a solucionar. Y hoy sabemos que no se solucionaron. Por lo tanto, pensar que un mero cambio de nombre, sin modificar las estructuras, sin mejorar la remuneración de los docentes, y sobre todo, sin ofrecerles capacitaciones serias, periódicas y en servicio, va a cambiar las cosas, es ser un perfecto iluso.
Para colmo de males, aquella reforma que no dio resultado, se hizo sin embargo de manera cauta y gradual. Esta de ahora se propone de una sola vez, con los riesgos palpables de alumnos que verán la misma materia dos veces (con los mismos contenidos) y de otros que no la verán nunca. Y de docentes que se quedarán sin trabajo, con la única explicación de que el suyo será un aporte al mejoramiento de la calidad educativa. ¡Minga!
Como nos suele suceder cotidianamente, nos entusiasmamos con la primera cuestión y, por más que hayamos anunciado la conexión con otro tema, finalmente nos falta espacio. Pero no queremos dejar de mencionar, a tenor de la razón del título, y para explicar el por qué de la relación, que la segunda "malparida", a nuestro entender, es la televisión argentina. Obviamente que nosotros, por principios, estamos en contra de las generalizaciones, pero en este caso nos parece que, aun a riesgo de ser parcial, la abrumadora mayoría de programas basura en la TV actual justifica el mote.
Estamos convencidos de que no hay proyecto educativo válido mientras docentes y alumnos tengan en la otra vereda, con un público devoto, a adefesios tales como todo lo que inventa Tinelli en su propio y exclusivo beneficio económico, o las copias y alternativas que proponen los otros canales. Hoy se llaman Gran Hermano o Soñando con Bailar, pero los nombres no importan. No hay posibilidad de que las disfunciones evidentes y advertidas de la educación se superen si los actores de ese cambio se forman mirando, "como mudos, absortos y de rodillas" (Gracias Gustavo Adolfo Becker) esas porquerías irredimibles.
Dijo Sigmund Freud: "Hay dos maneras de ser feliz en esta vida; una hacerse el idiota; la otra, serlo".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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