jueves, 31 de julio de 2014

“Nos lleva puestos”

“Nos lleva puestos” - Editorial del 1 de agosto de 2014
La presidente Cristina Kirchner lanzó una desafortunada frase durante el acto de inauguración de los trenes "nuevos" de la línea Sarmiento, realizado la pasada semana en la estación Villa Luro.
Segundos antes de comenzar su discurso, arriba de uno de los vagones, la mandataria dijo, en tono de broma: "Miren que hay que hacer  esto rápido, porque si no viene la próxima formación y nos lleva puestos..."
El gobierno se inmola cada vez que abre la boca, pero nadie se da por aludido. En otro país, ya los hubieran bajado a cascotazos. Acá se robaron toda la Patagonia, se comieron las reservas del Central (por estas horas estamos entrando en default), arruinaron la productividad del campo, entregaron recursos naturales a extranjeros. Me resulta increíble, casi surrealista, que algunos puedan creer que un gobierno se vaya a inmolar públicamente ante la sociedad exclamando "vamos por todo" haciendo referencia a los recursos y riquezas del país.
Esto demuestra a las claras que el kirchnerismo tiene la misma concepción del Estado que Luis XIV y adopta las ideas de Hobbes acerca del sometimiento de la ciudadanía a quien tiene a su cargo el gobierno. No les interesa terminar con la pobreza ni mejorar la calidad educativa porque temen perder su influencia en lo que ellos llaman "pueblo" que, básicamente, es una masa informe de personas sin voluntad propia, sin nombre, sin identidad, a la que pueden usar en beneficio propio y, para ello, prefieren condenarla a la mendicidad.
La jefa del Estado, acompañada por el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, presentó siete formaciones compradas a China para reforzar la línea, la misma línea donde el año pasado un tren embistió a otro en la estación Castelar, con un saldo de tres muertos y unos 300 heridos.
Pero no explican que en la línea Mitre los trenes son más lentos, las vías son desastrosas porque jamás se cambiaron. No hay ferrocarril que esté mejor que hace 30 años, pese a lo que intentó hacernos creer Menem. Los otros países evolucionan y nosotros involucionamos.
Lo que nunca dicen son los gastos millonarios que hicieron antes de la compra de trenes a  China. Cientos de vagones y locomotoras usadas, con el argumento de reciclarlas, hoy están tirados a la intemperie en terrenos ferroviarios, al mismo tiempo en que los países desarrollados cambian sus unidades viejas por nuevas. 
En España como en Portugal, países que vendieron material rodante usado, se frotaban las manos con el negocio. Y otro negocio fueron los subsidios. ¡Para que contratistas llegaran a decir que les era más negocio cobrar el subsidio de peajes y no gastar para controlar a los que pasaban y subían a los trenes sin pagar! Nuestra corrupción de siempre en estos diez años batió todos los records.
En una década de "gobierno" supuestamente revolucionario y fundacional, supuestamente industrializador, durante la mejor coyuntura internacional vivida por la Argentina en todo un siglo, con Ministerio de Planificación y "repartija" descontrolada de subsidios multimillonarios... no fueron capaces de lograr que se fabriquen vagones en el país. Tienen que importarlos de China.
Néstor Kirchner y Ricardo Jaime compraron chatarra ferroviaria a España y Portugal (de 298 vagones comprados sólo funcionaban 86). Juan Pablo Schiavi indicó que "los gobiernos querían vendernos los coches reparados, pero preferimos traerlos como estaban para repararlos aquí y generar trabajo (sic)".
No nos tiene que sorprender que pase esto, y que, como dije más arriba, mientras escribo esta página estemos entrando en un estado de cesación de pagos. La ecuación es muy sencilla. Tremendo gasto fiscal conduce a un más tremendo déficit fiscal. Este solo se puede financiar vía impuestos (al límite por la gran carga tributaria que soportamos los argentinos de toda clase); vía comercio exterior, cuyos superávit son licuados por las importaciones, sobre todo de energía; la descontrolada emisión monetaria (cuyo efecto es la casi congénita inflación que sufrimos los argentinos) y los préstamos internacionales que no pagamos, sino que emitimos bonos a tasas onerosas. Somos emisores seriales de bonos. Esto llega a un límite cuando alguien quiere cobrarlos. Buscar chivos emisarios en los anteriores gobiernos "democráticos" y tratar a los acreedores de delincuentes, ayuda muy poco. Solo sirve para una asamblea estudiantil.
Dada su conducta frente a tragedias que nos han conmocionado, a esta altura ya hemos aprendido que Cristina adolece de compasión, sentimiento que genera empatía con el que sufre injustamente. Lo que se le cruza por la cabeza es producto de su megalomanía, y cuando por conveniencia despliega sus dotes artísticas pretendiendo protagonizar el papel de bondadosa resulta una parodia que ya pocos se creen. Un pensamiento de Su Santidad Francisco reza: "No sirve de mucho la riqueza de bolsillo, cuando hay pobreza en el corazón". La falta de empatía es característica de trastornos de conducta psicopáticos. Posiblemente de otras dolencias psíquicas.
Dejando a la política aparte, acusaciones, ocultamientos,  campañas, diremos que empatía, sencillamente es ponerse en los zapatos de los demás, herramienta indispensable de la inteligencia emocional. Quienes la poseen son sociales y alegres, con notable capacidad de compromiso, asumen responsabilidades, son solidarios y expresan sus sentimientos abiertamente.
El que las privatizaciones (hechas por un gobierno peronista, con el cual los Kirchner compartieron boleta electoral, con los Kirchner considerando a Menem como "el mejor presidente de la historia", con Menem siendo ahora un aliado del kirchnerismo en el senado) hayan sido un "curro" no modifica en nada el que el accionar kirchnerista en materia de transporte en general y ferroviaria en particular haya sido desastroso, nefasto y mortífero.
Despilfarro, desinversión y desidia acompañadas de ese reparto constante y descontrolado de subsidios multimillonarios para los empresarios amigos, por supuesto. Cinco años después, lejos de haberse "generado trabajo argentino", lejos de haber reflotado una industria ferroviaria propia, seguimos importando material ferroviario, pero al menos dejamos de comprar chatarra inservible.
Randazzo no es un ejemplo de ejecución, por el tema ferroviario. Acá se hizo una compra apresurada, lo mismo el cambio total de vías entre Moreno y Once del Sarmiento, y todo después del accidente de Once en febrero 2012. De eso hay una realidad. Además otra cosa: estas nuevas formaciones no mejorarán en nada en cómo viajan los sufridos pasajeros habitués de ese ramal (apretujados como dentro de una lata de sardinas), ya que tienen la misma capacidad que las actuales formaciones Toshiba. La opción a viajar como enlatado es que la formación completa de nueve coches sea de doble piso, para duplicar la capacidad transportada. O sea que no se pensó mucho en la gestión Randazzo, sino se hizo todo a las apuradas para campaña política del propio ministro. Lo mismo hizo con las formaciones chinas del San Martin, que las trajo para mostrarlas antes de elevar los andenes, y mientras tanto el Mitre sigue siendo un desastre cada vez mayor.
Lo tremendo es que el perjudicado es el pueblo, pues si a los que nos gobiernan los hicieran responsables con sus patrimonios de sus actuaciones, realmente habría justicia, dado que la mayoría no puede justificar cómo en un país que estaba vacío cuando asumieron, sus funcionarios siendo empleados públicos devinieron en millonarios y sin muchas justificaciones.
¡Nunca menos! Pero porque menos es imposible…
Y respecto al título, ambas cosas son ciertas. Fueron por todo… y nos llevan puestos.

                                                      Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 17 de julio de 2014

20 años - 20 días

20 años - 20 días - Editorial del 18 de julio de 2014
El lector consuetudinario sabe que esta página está dedicada a la noticia que, según el editorialista, tenga más relevancia en la semana. Y suele suceder, a veces, que la permanencia en el sentimiento de la gente, o, como en el caso de hoy, la contemporaneidad con la recordación de otro hecho similar, aunque obviamente mucho más grave, haga que parezca repetitiva la utilización del espacio. Pero aun cuando se interprete eso, que no queden dudas de que la repetición es necesaria. O más que eso, imprescindible.
Siempre se ha dicho, sin inquirir demasiado acerca de las consecuencias de esta esquemática sentencia, que el ser humano es un animal de costumbres. Esta percepción de la vida es positiva si las costumbres son buenas (no hay mejor hábito que aquél basado en el respeto afectuoso de la libertad del otro), o degrada el ambiente si la costumbre del daño se instala permanentemente en nuestros usos sociales.
Es esa la razón, entonces, de la repetición. Estoy escribiendo esto a veinte días de las pintadas que agredieron a la comunidad  judía por estar escritas en las paredes de dos de sus más importantes edificios, uno religioso, la Sinagoga Tfilá L'Moisés, y otro institucional, la sede de la Asociación Israelita local, y que me agredieron a mí, en mi carácter de abogado, por portación de religión (no de raza, insisto, como equivocadamente dijo un funcionario). Pero Ud. lo está leyendo, seguramente, a  veinte años del mayor atentado cometido en la Argentina, obviamente hablo de la bomba que explotó en la AMIA de Buenos Aires a las 9,53 del lunes 18 de julio de 1994. Y con estos dos hechos quiero trazar un paralelo,  justamente por aquello de las costumbres.
El martes vimos por CN23 (extrañamente, porque es un canal que miramos con cierto recelo) un muy buen programa evocativo de esos veinte años, centrado mayormente en entrevistas a los familiares de las víctimas, que uno supone que también son víctimas, aunque más no sea de la injusticia que implica, paradójicamente, la falta de justicia.
Una de las entrevistadas, Laura Ginsberg, a quién la bomba le arrebató a su marido, "Kuki", alertó precisamente allí acerca de lo terrible que es pasar veinte años sin que haya ni siquiera una señal de esclarecimiento. Es más, y a esto lo agrego yo, lo que hubo fueron señales de oscurecimiento, tanto de parte del gobierno y sus órganos y poderes, como de la misma dirigencia comunitaria.
Y ese miedo es, precisamente, el que me preocupa a mí.
Tenía en la memoria, y lo busqué en mi archivo (y lo encontré), las palabras del tristemente célebre Rubén Beraja, por entonces presidente de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas de la Argentina) que dijo en esa oportunidad que había que tener mucho cuidado porque quienes entran en el plano político deben tener presente cuáles son los límites. Pero aun cuando después aparecieron razones para cuestionar su actitud frente a la pretensión de esclarecimiento, y de ahí lo de "tristemente célebre", a tres días del atentado (no a veinte como yo) pedía al oficialismo y a la oposición crear las condiciones para erradicar el terrorismo del país, agregando textualmente: "está claro que es el Gobierno a quien le corresponden las responsabilidades mayores, propias del ejercicio del poder legal que ostenta".  Eso fue, repito, lo que dijo a tres días. En 1995, a un año, utilizó ya un tono más emotivo para decir: "Hay indignación, dolor, frustración". Aunque después, y acá viene mi miedo, dijo que venían trabajando en forma silenciosa, constante, punzante para lograr lo que se estaba reclamando. Y era mentira.
De eso se dio cuenta recién en 1996, ya a dos años del hecho, al reconocer que había mucha gente escéptica y profundamente disgustada (yo lo estoy ahora mismo) por la marcha de la investigación y del proceso judicial, y no cabe duda de que ese es el sentimiento natural a medida que el tiempo transcurre. Ya por entonces se decía que la impunidad, que la sociedad registra como un estado preocupante en nuestro país, es efecto directo de la impotencia del Estado para imponer la vigencia de las leyes de la Nación por encima de los grupos delictivos organizados.
En ese mismo acto conmemorativo de los tres años se reclamaba que la policía no tenía móviles suficientes para los allanamientos, y que cada tres meses se traía un nuevo grupo de "elite" porque el que había no era "confiable". ¿Cuánto puede hacerse, entonces, si los que tienen que investigar desvían las pistas? O, peor aún, si como pasó en la AMIA terminan involucrados en el atentado. Recordemos que tanto en ese caso como en el de la Embajada, los policías encargados de la custodia se fueron del lugar minutos antes, supuestamente motivados por llamados telefónicos que los sacaron de allí. Hay quienes dicen que acá, en la noche de las pintadas, la ausencia de vigilancia que permitió que las mismas se hicieran casi con la prolijidad de un artista, los móviles no recorrieron la ciudad porque fueron llamados en forma anónima para que concurran al Acceso del N° 2 porque había animales sueltos. ¡Y los animales sueltos estaban acá!
Yo no quiero ser moderado, porque está demostrado que la moderación de la comunidad permitió estos veinte años de falta de justicia. Yo quiero que lo que pasó el 27 de junio en mi pueblo se esclarezca ¡ya!, porque no me creo la historia de la travesura ni de la chiquilinada. Sé que esto fue organizado, aunque no lo pueda probar, pero si aportar indicios, que es lo que hice.
Yo desearía que en estos días se vislumbrara alguna luz en este túnel tenebroso que pasa, aunque algunos no quieran reconocerlo, o no les convenga hacerlo, primero por el salvajismo del atentado contra la Embajada de Israel, luego por la masacre de la AMIA que ensombreció el cielo y tiñó de sangre la historia de la ciudad de Buenos Aires, y, por fin, por las profanaciones de tumbas en cementerios judíos y las pintadas en lugares sagrados, túnel que siempre tiene colgado un cartel que parece hacer recaer sospechas sobre grupos "racistas" amparados en el poder.
Cuando estos acontecimientos ocurren, participamos del clamor de justicia de nuestra comunidad judía en una serie de actos a los que se suman dirigentes políticos, civiles y religiosos, además      de los medios de comunicación y las organizaciones intermedias. Hablamos y condenamos enérgicamente, mientras el poder legítimo del Estado no reacciona y la sociedad entera sobrevive inmersa en ese perverso acostumbramiento, mezcla de resignación, rebeldía e indiferencia. ¿Tenemos derecho, digo yo, a repetir ese círculo del fatalismo semejante a los que se trazaban en las antiguas culturas? ¿Tengo que volver a recomendar la lectura de  "Mila 18" y de "Los que supieron morir", para que me crean que estamos en peligro?
Para colmo, y esto es lo que hace doler más todavía, la Argentina de la inmigración se ha incorporado con creces al sistema político. Prácticamente todas nuestras "minorías" ocupan hoy una posición en la estructura de la autoridad pública. Y si ello es así, ¿por qué estas recurrentes manifestaciones del odio? No cabe, entonces, solazarse con las apariencias. Las sociedades son claroscuros cuyos rincones sin luz se multiplican al influjo de la impunidad y de la insuficiencia institucional. Nos guste o no, esa es nuestra circunstancia. Hoy reclamo yo, un simple "abogado sacachorros" a quién, encima, soslayan del papel de víctima al extremo de que en el acto de repudio efectuado en la Sinagoga local el Presidente de la Federación de Comunidades Judías de Entre Ríos, invitado, eso sí, a rezar el Kidush (oración central del Shabat) ni siquiera preguntó si yo estaba, quién era, y, obviamente, tampoco se molestó en saludarme para solidarizarse. ¡Algo habré hecho, pensó seguramente!
Por las dudas, y a horas del acto por la AMIA, dejo expresado mi pensamiento de que la Justicia no se satisface con palabras. La Justicia se imparte paso a paso con acciones y sentencias que quiebren nuestra viciosa adaptación a la impunidad.
La constitución garantiza la igualdad. Pero los profanadores y sus cómplices y encubridores reniegan de dicha igualdad y son intolerantes activos que, al no aceptar la morada común de los derechos humanos, deben ser sancionados con todo el peso de la ley.
Deben ser…pero no lo fueron en un caso desde hace veinte años, y tampoco lo son ahora.                   

                                               Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 10 de julio de 2014

La argentinidad a la astillita

La argentinidad a la astillita - Editorial del 11 de julio de 2014
"Del éxtasis a la agonía
Oscila nuestro historial.
Podemos ser lo mejor, o también lo peor,
Con la misma facilidad".
Así termina el tema "La argentinidad al palo", de La Bersuit, que se me ocurrió serviría para hacer una sátira dolorosa de lo que significa hoy sentirnos argentinos.
El mismo tema, en el medio de su letra, dice:
"Tanos, gallegos, judíos,
Criollos, polacos, indios, negros,
Cabecitas... pero con pedigree francés
Somos de un lugar
Santo y profano a la vez,
Mixtura de alta combustión".
Estoy escribiendo las líneas de este editorial mientras transcurre el partido de Argentina con Holanda, y a pocas horas de haber asistido al Acto Central organizado por la Municipalidad de Basavilbaso, en Plazoleta San Martín, celebratorio del 198º aniversario de la Declaración de nuestra Independencia.
Cuando iba camino al mismo, en la cuadra que hay desde nuestra casa hasta dicho lugar, vi de soslayo las pintadas que todavía permanecen en las paredes de la Sinagoga Tfilá L'Moisés, y pensé de qué manera influiría este hecho, así como el contenido del acto de repudio del pasado viernes 4, en la forma en que se festejaría esta fecha patria de TODOS los argentinos.
Y ahora me siento a desgranar mis pensamientos sumamente decepcionado, en primer lugar porque gran parte de lo que se dijo aquella noche, y de lo que se manifestó en comunicados y expresiones de funcionarios e instituciones, no duró mucho más que un suspiro, pero sustancialmente porque la sensación de ser un ciudadano de segunda en mi propio país, que fue la que me quedó después de enterarme de que mi apellido (Dr. A.) y mi profesión, asociados al símbolo máximo del odio religioso (y no racial como algunos intencionada o inocentemente dijeron) habían sido pintados con finalidad ofensiva en el Templo más importante que tenemos los judíos en Basavilbaso y al que concurrieron desde siempre mis abuelos, mis padres y yo, primero con ellos y después con mis hijos, a ejercer ese derecho constitucional de "profesar libremente su culto", se profundizó.
En efecto, en aquél acto cívico religioso del viernes 4 se dijo, desde los distintos oradores que ocuparon el atril, que éramos "todos hermanos", que "sabemos y reconocemos que debemos vivir en comunidad y bregar por la paz y la unidad", y hasta el titular de la Asociación Israelita de Basavilbaso, Cr. Miguel Eduardo Bajaroff, recordó, y nadie lo contradijo, que "el judaísmo en la ciudad está cumpliendo 120 años de historia", y de inmediato interrogó a los presentes: "¿en qué equipo de fútbol, básquet....en qué institución intermedia o cooperadora no estuvimos o estamos los criollos, judíos y gringos compartiendo?", y con pesar luego preguntó: "¿en qué estamos fallando?".
Este reconocimiento de un tan alto dirigente de una Institución intermedia debería haber llamado a la reflexión a muchos, para que los efectos del rechazo a las pintadas no se agotaran en las puertas de la Sinagoga, ni bien terminado el acto, como lamentablemente percibimos hoy.
En verdad, y más allá de que se trató de una recordación de nuestra independencia tan vacía como baladí, como tantas veces hemos remarcado, pidiendo que se subsanaran los errores que indicamos, yo particularmente volví a sentirme objeto de discriminación cuando la mayoría del público presente, al influjo de la oración implorada por el Cura Párroco, se persignaba y rezaba el Padre Nuestro y el Ave María, y yo no solamente debía permanecer de brazos cruzados sino que no contaba con la posibilidad de hacer lo propio con los rezos de mi religión, en una Patria a la que supuestamente pertenezco con los mismos derechos de todos.
Si el propósito es, como dijera el Pastor Alfredo Schwarz ese viernes, "que estas personas cargadas de odio puedan ser transformadas por el poder de Dios y puedan desechar de sus vidas todo odio, todo rencor y empezar a amar y vivir como es digno de vivir en un país en democracia, respetando a los demás aunque se piense diferente", otra cosa distinta es la que advirtió el público que asistió a la Plazoleta San Martín el 9 de Julio en el que escribo estas líneas.
Y si el propósito de la dirigencia de la Asociación Israelita de Basavilbaso de convocar al Coro de Educación Secundaria para cantar en la Sinagoga, idea que obviamente compartimos, fue, tal como lo expresara su Presidente al presentarlos, la de conseguir que las nuevas generaciones se formaran con la idea de que se puede construir por sobre las diferencias, lo que los chicos de las escuelas vieron hoy en la plaza fue algo totalmente distinto. Debo decir, porque nobleza obliga, que el único que a mi entender comprendió mi dolor ante esa nueva discriminación fue un amigo que estaba al lado mío, y que al advertir que la oración no iba a ser omnicomprensiva, se retiró del acto. Y eso que es un católico militante. Pero, obviamente, tiene incorporado el sentimiento de la comprensión, más que el de la tolerancia.
A esta altura tengo que aceptar que la negativa a convocar a representantes de todas las creencias religiosas (de hecho hoy lo hubo de dos, católicos y cristianos evangélicos, faltando solo la judía), o la obstinación en no hacer oraciones solo dirigidas al Dios común, son ya un capricho. Seguramente no con el contenido que tuvieron las pintadas, pero sí con el mismo nivel de persistencia en el error que tienen para con el desorden de las banderas y el incumplimiento de las normas de protocolo, la falta de uso de escarapelas en muchos de los funcionarios públicos, la insistencia en no cantar nuestro Himno Nacional por parte de muchos alumnos que asisten representando a sus establecimientos educativos,  la repetición de ignorancias conceptuales en quienes hacen uso del micrófono, y la ausencia consuetudinaria de algunos de quienes fueron elegidos para representarnos también en estos Actos Patrios.
Y voy a terminar este editorial, luego de las pálidas, con una alegría nacional y popular de verdad, porque el fútbol no hace las diferencias que otros sí hacen. Acaba de terminar el partido y después de 24 años la Argentina va a ser finalista de una Copa del Mundo. La casualidad, porque el fútbol no tiene lógica, hace que la juguemos con Alemania. Una Alemania que supo sobreponerse al odio, hacerse responsable de sus actos, cumplir su condena e indemnizar a las víctimas de la irracionalidad. Por eso se pudo volver a incorporar a la comunidad internacional en la política, en la economía, y hasta en el fútbol, para volver a jugar, con el mismo rival, como en 1986, cuando le ganamos, y como en 1990, cuando nos tocó perder.
Solo me resta decir que hoy, por ser 9 de Julio, me hubiese gustado ver el mismo fervor para festejar nuestra independencia política que el que estamos demostrando, TODOS, para festejar un triunfo deportivo.
Como cantaba Piero, en los '70:
"Para el pueblo lo que es del pueblo
Porque el pueblo se lo ganó
Para el pueblo lo que es del pueblo..."                                                                         
                                             Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso




jueves, 3 de julio de 2014

Memoria Activa

Memoria Activa – Editorial del 4 de julio de 2014
Tomo prestado el nombre de la Asociación Civil sin fines de lucro, creada con el propósito de esclarecer las responsabilidades del atentado terrorista a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), y que está conformada por familiares y amigos de las víctimas y tiene el copatrocinio letrado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), del Centro por el Derecho y la Justicia Internacional (CEJIL) y del Human Rights Watch/Américas.
Y dije que lo tomo prestado, porque lo hago en mi condición de víctima directa del atentado efectuado en forma de pintada nazi en las paredes de la Sinagoga Tfilá L’Moisés de esta ciudad, y también en el frente de la Asociación Israelita de Basavilbaso, el pasado viernes 27 de junio en horas de la madrugada.
Las pintadas hechas en el Shil (nombre en idish con que se designa el Templo), más allá de la reiteración de varias cruces esvásticas, inocultable símbolo del odio y la muerte, que deben inducir a tomar muy en serio institucionalmente la cuestión, tienen como centro fundamental el ataque a un abogado “sacachorros” (sic) llamado elípticamente Dr. A., que obviamente es el firmante de estas páginas editoriales, ya que es el único abogado de religión judía cuyo apellido empieza con A, que se dedica a hacer defensas penales y que, además, ha llevado adelante notorios casos en estos últimos tiempos, que, seguramente, pusieron nerviosos a algunos.
Tan seguro estaba yo, conociendo a la sociedad en la que vivo, que el editorial de la semana pasada, que Uds. pudieron leer  en la tarde/noche anterior al hecho, fue casi una premonición, porque detallaba claramente la función de un abogado defensor y las presiones y críticas que, pareciera, tienen que necesariamente acompañar nuestra tarea.
Pero la finalidad de este editorial de hoy no es la misma, ya que lo que escribí ya lo escribí, y los hechos ya sucedieron. Existen sospechosos, la causa está en marcha, no eran alucinaciones mías, aunque tampoco me creo un vidente. Lo que pasa es que hay quienes tenemos lecturas de la realidad un poco más claras que las de otros, y eso nos ayuda en los análisis.
La verdad es que en principio me resulta extraño que, salvo FM Riel (una de las FM locales), el Colegio de Abogados de Concepción de Uruguay y el de Entre Ríos, y la Sede local de la Uader, que pusieron el énfasis en sus notas periodísticas y comunicados en los dos destinatarios de la ofensa: la comunidad judía toda, por una parte, y este abogado por la otra, tanto la Asociación Israelita de Basavilbaso, como el Departamento Ejecutivo Municipal, el Honorable Concejo Deliberante y todas las restantes Instituciones de la ciudad que expresaron su rechazo al atentado, se “olvidaron” de mencionar que TODO el texto agregado a las cruces esvásticas, por lo menos en la sinagoga, se refería a un profesional del derecho de religión judía (si no, no se entienden las cruces ni el lugar) , a una de sus supuestas “aptitudes” (la de sacar presos) y a una denominación para identificarlo tomada de las series norteamericanas, ya que soy, para ellos, el Dr. A, al estilo de Míster T, por ejemplo.
Este “olvido” no es un tema menor, ya que significa borrar con el codo lo que se escribió con la mano. Cada vez que desde el judaísmo se recuerda el atentado a la AMIA de Buenos Aires ocurrido el 18 de julio de 1994, se insiste con que fue hecho contra la Argentina, y no solo contra los judíos, y se persiste en nombrar a cada una de las ochenta y seis víctimas. No entiendo por qué en este caso la cuestión  se despersonalizó y se ignoró deliberadamente desde ciertos sectores al principal destinatario del atropello. Es más, desde un medio se intentó justificar esa discriminación aduciendo que “lo llamativo está relacionado con las menciones para con un abogado, que si bien pudo tomar un caso resonante en las últimas horas, no pertenece a la estructura dirigencial de la comunidad judía de Basavilbaso”. No entiendo si esto es un mérito o un demérito, o sea si el hecho de que yo no integre esa “estructura dirigencial” hace que la agresión hacia mi persona no tenga importancia, o que no justifique que se me mencione, o que…no sé. Esa misma afirmación logró, después de un pedido de explicación por parte de mi amiga Liliana Britch, que igual que yo tampoco entendió esa frase, que resucitara Maimónides, después de casi mil años, para responderle desde un comentario a la noticia, que si la intención hubiese sido atacarme a mí, me hubiesen escrito el frente de mi casa. Obviamente como Maimónides es un importante filósofo, aunque haya muerto hace tanto tiempo, conserva la facultad de hacer entender lo inentendible. Lástima que habiendo logrado resucitar, en vez de hacerlo con las genialidades de las que fue capaz en su tiempo, lo haya hecho desde la cobardía del anonimato, tan cobarde y tan anónima como la de quienes escribieron las paredes de la Sinagoga.
Para quienes hemos leído la Biblia, en Génesis 18:16-33 hay una detallada descripción de cómo fue bajando Dios sus pretensiones, a pedido de Abraham, de encontrar una cantidad determinada de justos para no destruir Sodoma y Gomorra. A contrario sensu, como decimos los abogados (ya que estamos), ¿será que seis millones de judíos muertos en la Shoá, u 86 víctimas en el atentado a la AMIA, pesan más que un judío difamado en su ciudad por manos anónimas, y eso es lo que hace que se reivindique solo desde la judeidad de todos y no desde la de uno solo? ¿Hubiese cambiado, acaso, el enfoque de los que ahora critico, si el aludido hubiese sido otro judío en vez de ser yo? ¿Será que los autores, a los que creo las fuerzas de seguridad están menospreciando en su astucia y peligrosidad, sabían esto y por eso no pintaron el frente de mi casa sino el de las Instituciones de la comunidad? ¿Debo entender que aquellos que no me expresaron su repudio de ninguna de las maneras posibles, y hablo no de la “gente común”, que no tiene ninguna obligación de hacerlo, sino de todos los que su por su función o profesión tenían, sí, la oportunidad de hacerlo, no lo hicieron porque están de acuerdo con lo que allí se expresa?
La verdad es que a una semana de ocurridos los hechos han crecido tanto mi sensación de inseguridad como mi estupor. Y digo esto porque las reacciones al hecho han sido tan diversas y raras que no me tranquilizan en absoluto. Por ejemplo, leyendo en Análisis Digital las declaraciones del Presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) filial Paraná, Diego Dlugovitzky, me asombra enterarme de que, según él ,“Es tremendamente discriminatorio que se actúe contra un grupo por lo que hace una persona, porque acá supuestamente el hecho es para amedrentar a un abogado judío (sic). Pero hay que desterrar esta cuestión de condenar a toda una comunidad por lo que hace una persona en particular”, finalizó. Aclaro, por las dudas, que lo llamé por teléfono para preguntarle qué es lo que cree él que yo hice en particular por lo que me tienen que condenar a mí y no a toda la comunidad. La respuesta fue la usual: que se sacaron de contexto sus declaraciones. Pero tampoco las desmintió ni le pidió al medio que las rectificara. Porque, además, contienen otros errores conceptuales que nos vuelven a llevar a la convicción de que muchos piensan que acá somos todavía “gauchos judíos” (versión inmigratoria de la usualmente utilizada para referirse a los del interior como “indios”),  y que nos da lo mismo una cosa que otra.
Lo que tampoco entiendo muy bien, aunque en realidad como dije más arriba, ya casi no entiendo nada, es por qué me llegaron dos proyectos de resolución presentados en la noche del martes en la Cámara de Diputados de Entre Ríos. En uno de ellos, cuya autoría pertenece al Diputado  por el Departamento Diamante, Jorge Monge, y que publicamos en la página 12 de nuestra edición de hoy, se repudia por igual al atentado contra la comunidad judía como al acto de "rechazar y denostar al ejercicio profesional de la defensa en juicio". Y al mismo tiempo recibimos otro, del legislador local Horacio Fabián Flores, publicado en página 16, que solo decide “Repudiar cualquier hecho que manifieste discriminación en relación a la raza (sic), credo, condición social o sexo de la persona humana y cualquier institución, más allá de sus creencias e ideologías”.
“La diferencia entre una palabra casi justa y la palabra justa no es una pequeña cuestión; es como la diferencia entre una luciérnaga y la luz eléctrica.” Mark Twain.
                                                   Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso