jueves, 3 de julio de 2014

Memoria Activa

Memoria Activa – Editorial del 4 de julio de 2014
Tomo prestado el nombre de la Asociación Civil sin fines de lucro, creada con el propósito de esclarecer las responsabilidades del atentado terrorista a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), y que está conformada por familiares y amigos de las víctimas y tiene el copatrocinio letrado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), del Centro por el Derecho y la Justicia Internacional (CEJIL) y del Human Rights Watch/Américas.
Y dije que lo tomo prestado, porque lo hago en mi condición de víctima directa del atentado efectuado en forma de pintada nazi en las paredes de la Sinagoga Tfilá L’Moisés de esta ciudad, y también en el frente de la Asociación Israelita de Basavilbaso, el pasado viernes 27 de junio en horas de la madrugada.
Las pintadas hechas en el Shil (nombre en idish con que se designa el Templo), más allá de la reiteración de varias cruces esvásticas, inocultable símbolo del odio y la muerte, que deben inducir a tomar muy en serio institucionalmente la cuestión, tienen como centro fundamental el ataque a un abogado “sacachorros” (sic) llamado elípticamente Dr. A., que obviamente es el firmante de estas páginas editoriales, ya que es el único abogado de religión judía cuyo apellido empieza con A, que se dedica a hacer defensas penales y que, además, ha llevado adelante notorios casos en estos últimos tiempos, que, seguramente, pusieron nerviosos a algunos.
Tan seguro estaba yo, conociendo a la sociedad en la que vivo, que el editorial de la semana pasada, que Uds. pudieron leer  en la tarde/noche anterior al hecho, fue casi una premonición, porque detallaba claramente la función de un abogado defensor y las presiones y críticas que, pareciera, tienen que necesariamente acompañar nuestra tarea.
Pero la finalidad de este editorial de hoy no es la misma, ya que lo que escribí ya lo escribí, y los hechos ya sucedieron. Existen sospechosos, la causa está en marcha, no eran alucinaciones mías, aunque tampoco me creo un vidente. Lo que pasa es que hay quienes tenemos lecturas de la realidad un poco más claras que las de otros, y eso nos ayuda en los análisis.
La verdad es que en principio me resulta extraño que, salvo FM Riel (una de las FM locales), el Colegio de Abogados de Concepción de Uruguay y el de Entre Ríos, y la Sede local de la Uader, que pusieron el énfasis en sus notas periodísticas y comunicados en los dos destinatarios de la ofensa: la comunidad judía toda, por una parte, y este abogado por la otra, tanto la Asociación Israelita de Basavilbaso, como el Departamento Ejecutivo Municipal, el Honorable Concejo Deliberante y todas las restantes Instituciones de la ciudad que expresaron su rechazo al atentado, se “olvidaron” de mencionar que TODO el texto agregado a las cruces esvásticas, por lo menos en la sinagoga, se refería a un profesional del derecho de religión judía (si no, no se entienden las cruces ni el lugar) , a una de sus supuestas “aptitudes” (la de sacar presos) y a una denominación para identificarlo tomada de las series norteamericanas, ya que soy, para ellos, el Dr. A, al estilo de Míster T, por ejemplo.
Este “olvido” no es un tema menor, ya que significa borrar con el codo lo que se escribió con la mano. Cada vez que desde el judaísmo se recuerda el atentado a la AMIA de Buenos Aires ocurrido el 18 de julio de 1994, se insiste con que fue hecho contra la Argentina, y no solo contra los judíos, y se persiste en nombrar a cada una de las ochenta y seis víctimas. No entiendo por qué en este caso la cuestión  se despersonalizó y se ignoró deliberadamente desde ciertos sectores al principal destinatario del atropello. Es más, desde un medio se intentó justificar esa discriminación aduciendo que “lo llamativo está relacionado con las menciones para con un abogado, que si bien pudo tomar un caso resonante en las últimas horas, no pertenece a la estructura dirigencial de la comunidad judía de Basavilbaso”. No entiendo si esto es un mérito o un demérito, o sea si el hecho de que yo no integre esa “estructura dirigencial” hace que la agresión hacia mi persona no tenga importancia, o que no justifique que se me mencione, o que…no sé. Esa misma afirmación logró, después de un pedido de explicación por parte de mi amiga Liliana Britch, que igual que yo tampoco entendió esa frase, que resucitara Maimónides, después de casi mil años, para responderle desde un comentario a la noticia, que si la intención hubiese sido atacarme a mí, me hubiesen escrito el frente de mi casa. Obviamente como Maimónides es un importante filósofo, aunque haya muerto hace tanto tiempo, conserva la facultad de hacer entender lo inentendible. Lástima que habiendo logrado resucitar, en vez de hacerlo con las genialidades de las que fue capaz en su tiempo, lo haya hecho desde la cobardía del anonimato, tan cobarde y tan anónima como la de quienes escribieron las paredes de la Sinagoga.
Para quienes hemos leído la Biblia, en Génesis 18:16-33 hay una detallada descripción de cómo fue bajando Dios sus pretensiones, a pedido de Abraham, de encontrar una cantidad determinada de justos para no destruir Sodoma y Gomorra. A contrario sensu, como decimos los abogados (ya que estamos), ¿será que seis millones de judíos muertos en la Shoá, u 86 víctimas en el atentado a la AMIA, pesan más que un judío difamado en su ciudad por manos anónimas, y eso es lo que hace que se reivindique solo desde la judeidad de todos y no desde la de uno solo? ¿Hubiese cambiado, acaso, el enfoque de los que ahora critico, si el aludido hubiese sido otro judío en vez de ser yo? ¿Será que los autores, a los que creo las fuerzas de seguridad están menospreciando en su astucia y peligrosidad, sabían esto y por eso no pintaron el frente de mi casa sino el de las Instituciones de la comunidad? ¿Debo entender que aquellos que no me expresaron su repudio de ninguna de las maneras posibles, y hablo no de la “gente común”, que no tiene ninguna obligación de hacerlo, sino de todos los que su por su función o profesión tenían, sí, la oportunidad de hacerlo, no lo hicieron porque están de acuerdo con lo que allí se expresa?
La verdad es que a una semana de ocurridos los hechos han crecido tanto mi sensación de inseguridad como mi estupor. Y digo esto porque las reacciones al hecho han sido tan diversas y raras que no me tranquilizan en absoluto. Por ejemplo, leyendo en Análisis Digital las declaraciones del Presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) filial Paraná, Diego Dlugovitzky, me asombra enterarme de que, según él ,“Es tremendamente discriminatorio que se actúe contra un grupo por lo que hace una persona, porque acá supuestamente el hecho es para amedrentar a un abogado judío (sic). Pero hay que desterrar esta cuestión de condenar a toda una comunidad por lo que hace una persona en particular”, finalizó. Aclaro, por las dudas, que lo llamé por teléfono para preguntarle qué es lo que cree él que yo hice en particular por lo que me tienen que condenar a mí y no a toda la comunidad. La respuesta fue la usual: que se sacaron de contexto sus declaraciones. Pero tampoco las desmintió ni le pidió al medio que las rectificara. Porque, además, contienen otros errores conceptuales que nos vuelven a llevar a la convicción de que muchos piensan que acá somos todavía “gauchos judíos” (versión inmigratoria de la usualmente utilizada para referirse a los del interior como “indios”),  y que nos da lo mismo una cosa que otra.
Lo que tampoco entiendo muy bien, aunque en realidad como dije más arriba, ya casi no entiendo nada, es por qué me llegaron dos proyectos de resolución presentados en la noche del martes en la Cámara de Diputados de Entre Ríos. En uno de ellos, cuya autoría pertenece al Diputado  por el Departamento Diamante, Jorge Monge, y que publicamos en la página 12 de nuestra edición de hoy, se repudia por igual al atentado contra la comunidad judía como al acto de "rechazar y denostar al ejercicio profesional de la defensa en juicio". Y al mismo tiempo recibimos otro, del legislador local Horacio Fabián Flores, publicado en página 16, que solo decide “Repudiar cualquier hecho que manifieste discriminación en relación a la raza (sic), credo, condición social o sexo de la persona humana y cualquier institución, más allá de sus creencias e ideologías”.
“La diferencia entre una palabra casi justa y la palabra justa no es una pequeña cuestión; es como la diferencia entre una luciérnaga y la luz eléctrica.” Mark Twain.
                                                   Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso




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