viernes, 26 de marzo de 2010

Desordenanzas

Desordenanzas - Editorial del 26 de marzo de 2010
No es esta una excepción a la regla que nos ha llevado tantas veces a elegir el tema acerca del cual escribir cada semana. Otra vez un detonante particular nos motiva, y aunque terminemos alejándonos de él, debemos reconocer la causa, motivo, razón o circunstancia que nos inspiró.
Y más todavía. Habiendo comenzado su redacción durante el pasado fin de semana, “en caliente”, los hechos ocurridos en la ciudad de Baradero, que son de público conocimiento, agregaron ingredientes necesarios para la concreción de la idea.
Este gobierno municipal de Basavilbaso, y al decir éste nos estamos refiriendo genéricamente a los tres últimos que incluyen al actual, haciéndolo así por el tácito pedido de los mismos actores principales, que suelen referirse a las últimas tres administraciones, las de Aldáz, Flores y Rossi, como una sola, se ha caracterizado por legislar normas vacías de sustento, que nacieron con la predicción de terminar siendo letra muerta en un muy breve plazo.
Una de las consideraciones que debe tener el legislador, en todos los órdenes estaduales, respecto a las normas que piensa brindar a la comunidad, es la de sancionar leyes que tengan como fuentes las que la doctrina considera como tales, y no el capricho de algún funcionario que se despertó convencido de que eran necesarias, y valiéndose de eso, persuadió a propios y extraños de lo “imprescindibles” que resultaban para gobernar. O sea, básicamente, una especie de Decretos de Necesidad y Urgencia de entrecasa, nacidos al amparo de una “posición voluntarista” que parte de mandatos externos o “divinos” que no pueden ser considerados como una premisa de deducción. El contenido de los mandatos no se deduce linealmente de algo preciso sino que son deducciones de contenido amplio. Lo que importa es la necesidad lógica de orden. ¡Así nos fue con esos criterios!
La dialéctica hegeliana, a la que parece ser afecto el Director de Asuntos Institucionales y Jurídicos, plantea los graves riesgos de esta forma de ver las normas, ya que para ellos, por ejemplo, el que rompe el sistema jurídico es un anarquista. Un anarquista, sin embargo, puede creer en lo que hace y universalizar su intención. Además está dispuesto a asumir sus consecuencias. A veces la anarquía resulta ser un grito de rebeldía frente a las iniquidades y a las injusticias.
Hemos luchado siempre en defensa de que las cuestiones políticas no se conviertan en cuestiones personales. Nos ha dolido cuando lo han hecho con nosotros, y es por eso que ponemos siempre el énfasis en hacer la aclaración de que no se trata de “enojarse con el cartero”, sino de aceptar las críticas al estilo de Tácito, nuestro amigo en el tiempo y la distancia. El respeto personal que tenemos hacia todos y cada uno de los funcionarios de esta administración (trilógica), la amistad que nos une con algunos de ellos, y la relación profesional con otros, no nos puede impedir un análisis profundo y claro (por lo menos a nosotros nos parece claro), ni, mucho menos, la expresión pública de lo que entendemos son graves defectos normativos y de aplicación.
Vamos a tomar como ejemplo solo tres Ordenanzas, que fueron en su génesis las más notables y porque terminaron produciendo, casi, un apocalipsis. Son ellas la N° 100/2006 denominada, creemos que desmesurada y pomposamente, “Digesto del Plan General de Ordenamiento Territorial de Basavilbaso”; la N° 148/2008, de Tránsito, que pretendió poner “en vereda” (si se nos acepta el juego de palabras) a los camioneros sin lograr ninguno de sus objetivos, y, finalmente, la N° 158/2008, que pone en vigencia un Código Municipal de Faltas que ya analizáramos “in extenso” a pocos días de su sanción, y que ha demostrado, en los hechos, su absoluta ineficacia ante el más simple recurso presentado por un infractor.
Los hechos ocurridos en Baradero nos demuestran, por aplicación del viejo adagio que reza “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”, que si pretendemos una mayor seguridad, tanto en la vida como en el tránsito, no podemos criticar los controles rutinarios y tenemos que acostumbrarnos de una buena vez a respetar y hacer respetar la Ley.
El respeto a la ley y a las reglas debería ser algo sin discusión. En los países serios a nadie se le ocurre no usar casco, porque además uno sabe que eso va a ser sancionado. La ley es para cumplirla. Acá no es así. Estamos cansados de ver motociclistas que no usan el casco, pasan por delante de los inspectores, y nada ocurre. En un país donde el gobierno no respeta a las Instituciones ni a los ciudadanos, donde la policía no cuenta con medios ni tiene un entrenamiento apropiado, donde ganan sueldos miserables, donde en el mismo gobierno hay funcionarios que por sus antecedentes no deberían ocupar esos cargos, en un país donde no se dan ejemplos de arriba hacia abajo, no se puede pretender más que esto que sucede.
No nos parece que una infracción de tránsito justifique una persecución riesgosa donde corre peligro la vida de los infractores, de los inspectores y de algún tercero que tenga la mala fortuna de cruzarse en el camino. Pero habida cuenta de que hay jóvenes que potenciados con alguna ingesta se desinhiben y cometen actos de irracionalidad, la autoridad tendría que evaluar los riesgos y elegir el mal menor. Tal vez esto sea consecuencia de que mucho personal municipal de pueblos del interior accede a un cargo o puesto por ayuda o en pago de favores y no tiene capacidad profesional y a veces tampoco sentido común. Al fin y al cabo en pueblos chicos se conocen todos y todo el mundo se puede ubicar.
Sigamos apañando estas actitudes y seguiremos viviendo en el “País Jardín de Infantes”. ¿Tanto nos cuesta educar a nuestros hijos? Si como padres los autorizamos a andar en moto, primero debemos advertirlos de un montón de cosas. Entre ellas, que usen casco, y que, aunque parezca de Perogrullo, si un oficial de policía les ordena detenerse, se tienen que detener. Básicamente porque huir de la policía puede ser una travesura, pero también puede terminar así. Después, habrá que ver si es verdad que el inspector les tiró el auto, si es verdad que huyeron... Habrá que ver qué grado de responsabilidad tuvieron los funcionarios (si es que la tuvieron) en ese final trágico. ¡Pero, por favor, dejemos de justificar todas las acciones de nuestros hijos sólo para salvar nuestras ropas como formadores!
El problema general del tránsito es que nadie lo controla, más allá de la perfección o imperfección de la norma. Aceptemos también que impactan mucho los tan mentados “procedimientos” que periódicamente se realizan, como si la única manera que tienen para hacer ver su presencia es parar a quienes no tienen casco y van en moto, ¡pero solo ese día! Parece que el manejo preciso de las estadísticas les permite determinar en qué fecha y horario se potencia la posibilidad de accidentes, porque durante el resto de las horas, de los días y de los meses, el paso es libre. No olvidemos que además de la obligación de cumplir las normas, y como contrapartida, está la obligación de los funcionarios de hacerlas cumplir. Y que mientras la primera de las potencias, en este caso, es contravencional, la segunda es un delito y está tipificado en el Código Penal como “Incumplimiento de los Deberes del Funcionario Público”.
Difícilmente la falta de casco ocasione un accidente, y, como sabemos, nuestra Constitución establece que “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”. Pero, en ese caso, si es que los integrantes del Departamento Ejecutivo Municipal así lo entienden, y coinciden con nosotros en que la responsabilidad sigue siendo de los formadores, o sea de los padres, cuando los motociclistas son menores, o de cada uno de nosotros, cuando adquirimos conciencia de nuestros actos, deben derogar la Ordenanza, efectivamente, y no como está ahora, abolida por el uso y el desuso.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 19 de marzo de 2010

Mayoría de edad - Editorial del 19 de marzo de 2010
Casi justo en simultáneo con la sanción de la Ley 26.579, que establece la mayoría de edad a los 18 años, y que permite a los jóvenes ejercer plenos derechos en materia civil y comercial, tramitar documentos, firmar contratos, encarar emprendimientos comerciales y casarse sin autorización de sus padres, tenemos que recordar un acontecimiento que, pese a cumplir esa misma cantidad de años, no se ve beneficiado por ningún sistema legal vigente, y mucho menos por uno jurisprudencial.
Estamos escribiendo esto refiriéndonos, por supuesto, pasados dos días del absurdo cumpleaños, al atentado a la Embajada de Israel en la Argentina, hecho ocurrido el 17 de marzo de 1992, a las 14,42, que terminó con la vida de 29 personas, entre israelíes y argentinos, e hirió otras 242, destruyendo, además de la legación israelí y de una iglesia católica y una escuela ubicadas en edificios cercanos, cien años de convivencia casi inalterable, que hacían imprevisible un hecho de esas características, y que, por esas mismas razones, lo agravan hasta un punto de no retorno.
Cuando el vapor Wesser, de bandera alemana, llegó a las costas argentinas (al puerto de Buenos Aires, más precisamente), en el año 1889, muchos de los que en él llegaron no sabían de la existencia de estas tierras hasta poco antes de embarcar. Pero estaban ansiosos por cultivarla y, sobre todo, por alejarse de la miseria y la persecución que dejaban en Rusia.
La presencia de los judíos aquí obedeció, entonces, tanto a factores de expulsión como de atracción, al igual que ocurrió con la mayoría de las corrientes inmigratorias que poblaron nuestro suelo, y que hicieron decir alguna vez a un poeta que los argentinos "descendemos de los barcos".
En Rusia los judíos eran blanco de los pogroms desatados por las autoridades tras el cruento asesinato del zar Alejandro II, así que para ellos, esos perseguidos consuetudinarios, la Argentina aparecía como una síntesis de todas las virtudes: grandes extensiones de tierras ricas y vacías, sin estructuras tradicionales anquilosadas que les impidieran crecer y con una fuerte política inmigratoria.
El proyecto, sabemos bien los basavilbasenses, estuvo apoyado desde su inicio por el Barón Mauricio de Hirsch, cuya máxima, que ya deberían escuchar varios "prohombres" de estos días, era "las dádivas agotan la fortuna de quienes las dan y no resuelven el problema de quienes las reciben" (como todo tiene que ver con todo, y ya que estamos, al que le caiga el sayo, que se lo ponga).
Tomamos como punto de partida para nuestra historia de hoy la llegada del vapor Wesser, porque hasta ese momento solo había 300 judíos en el país, mientras que cincuenta años después la cifra llegaba al medio millón.
Pero hay algo que debemos saber, y decir, porque además no es una historia distinta a la de los otros inmigrantes que poblaron las tierras del Plata. O sea de la historia de sus abuelos y abuelas, amigo lector, que vinieron de España, de Italia, de Austria, de Yugoeslavia, de Alemania , etc., etc. Sabemos muy bien que si no hubiese sido por las guerras que asolaban esos países, por las persecuciones de raíz ideológica, o por el hambre que sufrían, muy pocos hubiesen cruzado el Atlántico para venir a "hacer la América". Y muchos de esos que vinieron, (no vamos a repetir la lista de sus países de origen), se volvieron (cuando pudieron) o añoraron (y añoran hasta el día de hoy) la tierra de sus ancestros, aún de generación en generación, comiendo sus comidas típicas, enarbolando sus banderas (junto a nuestra celeste y blanca), cantando sus canciones tradicionales y aprendiendo su idioma, sin que a nadie se le ocurra acusarlos de "doble lealtad". Es más, sería extensa (casi interminable) la lista de aquellos descendientes de españoles o de italianos que han gestionado la doble nacionalidad para tener una vía de escape en los momentos de crisis que ha vivido la Argentina, y también para una finalidad mucho más "prosaica" como es la de jugar al fútbol o al básquet en algún equipo europeo como "oriundo", sin que por ello sean acusados de cipayo o de vendepatria, ni se le cuestione su "argentinidad". Hasta conocemos casos en que han corregido la grafía de sus apellidos, sacándoles el "toque" especial de simplismo que le dieron los agentes aduaneros de aquellos tiempos, para volver a escribirlos tal y como lo hacían en los países de donde fueron "expulsados" sus abuelos. La Argentina ha tenido ya Presidentes de la Nación (Alfonsín, Menem y Kirchner, por citar solo algunos ejemplos) que descienden de esas corrientes inmigratorias que nunca negaron la Patria de sus antepasados. Es más, los dos primeros citados fueron considerados "ciudadanos ilustres" de las aldeas de las que provenían sus padres, "allende Galicia", uno, y en Siria, el otro.
Las estadísticas, que en el caso de los judíos argentinos se llevaron celosamente, comprueban que después del año 1948, concomitantemente con la creación del Estado de Israel (recreación, deberíamos decir, en verdad, si nos atenemos a la historia bíblica), la población judía de la Argentina se redujo a la mitad, al igual que lo que pasó con la mayoría de las comunidades en las que se habían asentado en la diáspora. Y es lógico que así fuera, porque el camino errante del pueblo judío no fue transitado por propia voluntad, sino por imposición de las circunstancias, que las más de las veces fueron violentas, arbitrarias y de un día para el otro.
El Estado de Israel es el producto colectivo más notable del judaísmo, por lo menos en el último siglo, y después de que Teodoro Hertzl sembrara la semilla de la "Vieja Nueva Patria" (alterneurer land) con aquello de "si lo soñáis, será posible". Es la madre patria de los judíos dispersos en el mundo, y no por eso es negadora de la nacionalidad propia de cada uno de ellos. Ya dijimos acá alguna vez, usando como modelo la teoría de conjuntos de las matemáticas, que el término judío es omnicomprensivo, por ejemplo, de los israelíes, que son solo los judíos (y algunos no judíos) que viven en Israel.
El reclamo por el esclarecimiento de los hechos ocurridos tanto en la Embajada como en la sede de la AMIA no debería ser una cuestión menor, como parece adjetivarse cada vez que se reclama "justicia y memoria" desde las instituciones judías de la Argentina. Hay que denunciar, además, que no alcanza con las lamentaciones con que han regado los palcos de los actos públicos en recordación de esos atentados cuántos funcionarios de mayor o menor rango han concurrido, en representación del gobierno nacional. Nuestra Cancillería, la de todos los argentinos, debería hacer algo más que discursos irrelevantes dichos de las paredes para adentro, sermoneando a quienes no necesitamos sermones. Deberían transformar esta repugnante agresión que hoy (o hace dos días) cumplió la mayoría de edad en un motivo suficiente para forzar a que los organismos internacionales condenen de modo específico a aquellos regímenes que disfrazan sus conductas antijudías bajo retorcidas cabriolas del lenguaje. Y que los funcionarios cómplices de aquellos tiempos y de ahora (D'Elia, por ejemplo) renuncien a sus puestos y a sus sueldos. ¡O que se los quiten!
De lo que sí estamos seguros es de que hay que contribuir desde el lugar en el que uno lucha (el periodismo, la política, el sindicalismo, las artes, los deportes) a terminar de una vez por todas con las confusiones que alientan los que hacen de la "sociedad del odio" un fin en sí mismo.
No es tan complicada la cosa ni tan difícil de entender. El atentado que seguimos lamentando, y que dudamos que la justicia alguna vez aclare, se produjo contra la sede de la embajada de un país con el que la Argentina tiene relaciones diplomáticas y al que reconoció casi inmediatamente a su creación.
Y en nuestro país viven (vivimos) argentinos por nacionalidad y judíos por religión, tradición y ancestralidad, que no somos ni menos ni más que otros, y a los que nadie tiene derecho a cuestionar su lealtad por el más que válido reclamo de que no se sigan burlando de los muertos.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 12 de marzo de 2010

Dos siglos para aplaudir, dos meses para llorar - Editorial del 12 de marzo de 2010
El 13 de enero de 1974, en el Gran Premio de Fórmula 1 de la Argentina, cuando punteaba con comodidad, Carlos Reutemann se quedó sin nafta. Le faltaba media vuelta para ganar la carrera.
“Dos horas para aplaudir, dos minutos para llorar”, tituló la semana siguiente, de manera harto elocuente, la Revista El Gráfico. Una síntesis perfecta de los sentimientos de los casi 100.000 espectadores que ese día asistieron al Autódromo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires con la esperanza de ver el primer triunfo puntuable de Reutemann en la máxima categoría del automovilismo deportivo mundial.
Por estos días estamos viviendo un drama parecido, aunque potenciado, ya que los que nos estamos quedando “sin nafta”, literalmente, somos los argentinos, y de ahí la paráfrasis del título de hoy. Si hasta parece mentira que estemos hablando de la que fuera la empresa estatal más grande del país, ahora en manos privadas, que tuvo su prehistoria con los primeros emprendimientos en las provincias del norte, los vaticinios del Perito Moreno, el hallazgo de 1907 y la intensa labor llevada a cabo por el General Mosconi.
Yacimientos Petrolíferos Fiscales fue el principal activo estratégico y económicamente viable del Estado argentino entre 1922 y 1992, logrando expandir la oferta y la producción de energía en todas sus formas , diversificando el suministro eléctrico y permitiendo una configuración de la estructura socioeconómica del país basada en la industrialización para sustituir importaciones de productos de consumo masivo, además en industrias claves como el acero, petroquímica, automotriz, aeronáutica y naval, y en el avance científico-tecnológico del campo nuclear.
Pero todo esto está superado por la noticia de esta semana, que tiene que ver con que YPF deberá importar nafta para el consumo de los argentinos.
Este es un hecho tan grave, que no se producía desde hace tres décadas y que en ese momento sólo se efectuó por cuestiones de costos, y no por escasez. Uno o dos barcos llegarán la semana próxima al país con 50.000 metros cúbicos de nafta súper para que YPF la venda en el mercado interno, según informaron desde la empresa.
Todo esto es consecuencia directa de que la última dictadura militar tejió un conjunto de argumentos que posibilitaron la articulación de una estrategia discursiva cuyo objetivo fundamental fue “desacreditar y desvirtuar” la rica y pujante historia de YPF como principal activo estratégico del país. Es necesario saber y considerar que sin este conjunto de sofismas tan bien urdidos, difícilmente se hubiera podido encarar el proceso de enajenación y extranjerización de los activos del sector hidrocarburífero argentino, que derivó en la definitiva reformulación del modelo energético en la década de los ’90.
Por otra parte, no debe olvidarse el papel que desempeñaron los periodistas Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, que hábilmente comenzaron a elaborar un plan comunicacional que combinó desinformación con datos falsos, con el malhadado objetivo de inventar una trama central que vinculara el denominado “modelo económico estatista” con el pasado de infortunios económicos que el país sufrió durante décadas.
A su vez, otro de los aspectos que no suelen ser abordados con seriedad al tratar el caso YPF, es la mecánica de endeudamiento fraudulento en la que la empresa fue intencionalmente involucrada para justificar, entre otras cosas, el carácter deficitario, ineficiente y hasta corrupto de la conducción estatal de la misma.
El otro argumento utilizado en ese momento, que refiere a la supuesta incapacidad del Estado para realizar inversiones de capital de riesgo en exploración hidrocarburífera, es, tal vez, el más escandaloso de los sofismas que se podrían haber construido como eje argumental en torno a la situación de la YPF estatal.
Por otra parte, si se comparan los esfuerzos exploratorios de los años ’80 con los correspondientes a la gestión privada, se observa una enorme brecha, ya que la gestión estatal de YPF realizó en los años ’80 un promedio anual de 117 pozos exploratorios, y la gestión privada entre 1999 y 2005 registra un promedio anual de apenas 26 pozos exploratorios, sobre la base de datos de la Secretaría de Energía de la Nación. Cabe señalar que los datos concernientes a la década de 1990 han sido falseados por las compañías petroleras, con el conocimiento de los secretarios de Energía “menemistas”, para justificar el supuesto incremento de reservas inmediatamente después de la privatización de YPF, en un contexto de “desaparición irracional de reservas”.
En verdad, esta auténtica mentira institucionalizada y difundida a través de los medios de comunicación que hablaban reiteradamente sobre la ineficiencia y corrupción asociadas a la “presencia asfixiante” del Estado en materia económica, se parece mucho a aquello que Arturo Jauretche refería como las “zonceras argentinas”.
Y hablando de “zonceras”, José María Díaz Bancalari, Diputado de la Nación, acusó hace pocos días, a propósito de la actitud de algunos legisladores de la oposición respecto al tema del DNU por las reservas y el pliego de Mercedes Marcó del Pont, de “haber sido cómplices de la Alianza”, que “tanto daño le causó al país”.
Sin negar la validez de sus dichos, que no estamos hoy para eso, debería recordar Díaz Bancalari que esta situación que estamos viviendo con YPF y el petróleo es consecuencia directa de lo que hizo el gobierno peronista de Menem, con el aplauso del Congreso peronista (que él integraba e integra) , y las felicitaciones de los peronistas Néstor Kirchner y Cristina Fernández, quienes, dicho sea de paso, se embolsaron las regalías del petróleo, las sacaron del país, y ahora dicen (y no dicen) que las trajeron, pero de una forma tan confusa que finalmente nadie sabe a ciencia cierta, qué pasó con ese dinero.
Fue a raíz de la privatización llevada a cabo por Menem que comenzaron los problemas con YPF. Y con el apoyo de Kirchner, y de muchos que por esas vueltas de la rueda ahora son oposición pero que miraban para otro lado cuando el saqueo se llevaba a cabo durante los ‘90.
Ese pésimo esquema privatizador fijó libre disponibilidad del crudo para las operadoras, lo cual les permitió exportar, siendo que Argentina es un país que tiene petróleo, pero que no le sobra, y sin tener en cuenta que los hidrocarburos son un recurso no renovable, cada vez más escaso y más caro de extraer. Esta es una realidad con la que tendremos que convivir.
Esto es otra muestra más de cómo el kirchnerismo intenta tapar el sol con la mano. Así de sencillo. De la misma manera que se falsean las estadísticas del INDEC, el kirchnerismo siempre ha intentado mostrar otras cifras que les fuesen favorables a su gestión. Con el tema de los combustibles ya no se podrán hacer los distraídos, porque que el país sin ellos no se mueve, y esta real escasez no puede ya ocultarse.
¿A quién culparán los Kirchner por esto ahora?
Si sabían que los contratos no preveían inversión para exploración de ningún tipo, ¿por qué no intentaron modificarlos cuando tenían amplia mayoría en el Congreso? ¿Será para no hacer enojar a sus amigos Eskenazi? ¿Para qué reclamamos con tanto énfasis por el petróleo de Malvinas, si no explotamos lo que tenemos en el continente?
Y ya que celebramos hace pocos días la Fiesta del Riel, estamos obligados a decir que, como agravante a esta situación, una sola locomotora transportaría lo que hoy transportan 40 camiones de Moyano.
Intentando despojarnos de toda intencionalidad político-partidaria, no hay nafta porque no hay materia prima suficiente, esto es petróleo. La extracción viene bajando desde los 40 millones de m3 anuales, a los 35 actuales, a razón de un millón por año. Argentina tiene reservas por 2.200 millones de m3 y Brasil por 50.000 millones de m3. ¿Por qué? En un país no hubo políticas de estado para que se explore y en el otro si las hubo.
Como dijo el mismo Jauretche: “En el territorio más rico de la tierra, vive un pueblo pobre, mal nutrido y con salarios de hambre. Hasta que los argentinos recuperemos para la Nación y el Pueblo el dominio de nuestras riquezas no seremos una Nación Soberana ni un Pueblo Feliz.”
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 4 de marzo de 2010

Madre hay una sola

Madre hay una sola - Editorial del 5 de marzo de2010
Hebe de Bonafini es uno de los dos o tres "personajes" de la historia argentina contemporánea de los que no se puede hablar mal, según los dictados de un "establishment" supuestamente progresista. Y por supuesto que cualquiera que lo haga será tildado, inmediatamente, de facho, gorila, reaccionario, golpista, y cualquier otro epíteto descalificante que usted se pueda imaginar.
Tal situación de riesgo a la que estamos expuestos quienes acostumbramos a decir lo que pensamos (y a pensar lo que decimos) lleva a que ella pueda hacer de su vida pública y privada lo que quiera, sabiéndose a salvo de las críticas que otros chupamedias se ocupan de acallar.
Pero nosotros no tenemos por qué aguantar que Hebe de Bonafini nos diga que somos una mierda, ni aun cuando lo haya dicho "generalizando", porque entonces, también generalizaban "los milicos hijos de puta" (generalizando) cuando decían que los "subversivos" (generalizando) querían terminar con la "civilización occidental y cristiana" (generalizando).
No entendemos el porqué de la actitud de cierta gente, que ha dado muestras de comprensión (ya dijimos alguna vez que no nos gusta la palabra tolerancia) y sin embargo se "babea" ante cualquier estupidez que diga esta señora. Están equivocados quienes piensan o suponen que el dolor de haber perdido un hijo le autoriza a ir contra todos. Ya lo hizo alguna vez con referencia a Malvinas, y también opinando acerca de la realidad de Israel y el sionismo. No sabemos exactamente qué es lo que la guía a actuar así, pero no podemos de ninguna manera coincidir con ella en esta prédica discriminadora. Es más, el Inadi tendría que haber actuado ya interponiendo una denuncia por haber infringido la ley, salvo que la "obsecuencia debida" de Claudio Morgado (heredada de María José Lubertino) le indique que hay discriminaciones que no constituyen delito por aquello de "hacete amigo del juez…".
El fascismo, un proceso político que ocurrió en la Italia de la primera mitad del siglo pasado, se extendió como concepto a toda forma de negación del otro y de su derecho a pensar y expresarse de manera distinta a la propia. Curiosamente, lo que se verifica en las expresiones de la Sra. Hebe de Bonafini, es que desconoce que en política el concepto "oposición" refiere a un sector que cumple el rol de controlar al poder gobernante para que, de este modo, se mantengan los principios de la democracia y asegurar que quien esté en el ejercicio del poder pueda tener observadores que sin gobernar sepan opinar seriamente desde afuera.
Así pues, es posible observar el contenido positivo de la relación amigo-enemigo como conciencia de la igualdad y de la otredad, la cual se define marcando al grupo entre los que se distinguen de los otros con base en ciertos referentes, porque así es el juego de la democracia.
Ahora, si la Señora Bonafini pretende vivir en un sistema totalitario, que lo diga. Expresamente. Aunque de sus manifestaciones públicas ya surge, tácitamente, que no acepta opiniones en contrario.
Recordamos haber publicado, en plena crisis del campo, que la Asociación Madres de Plaza de Mayo de Gualeguaychú tomó distancia de las declaraciones de la titular de la entidad, "madre putativa de todos los argentinos", según Néstor Kirchner, que había reclamado la detención de dirigentes agropecuarios.
Mireya González, de Madres de Gualeguaychú, justificó en esa oportunidad la "lucha social" de los dirigentes de la Federación Agraria, Alfredo de Ángeli y Juan Ferrari, y dijo que no creía que hubiera intentos de desestabilización. González, madre de "Nony" González, detenida y desaparecida durante la última dictadura militar, aclaró que entre las Madres de Plaza de Mayo de Gualeguaychú y Hebe de Bonafini "hace un tiempo largo que lo que queda en común es la búsqueda de los hijos y de la Justicia, pero no la forma de trabajar".
Acá debemos, forzosamente, transcribir una frase de John Stuart Mill que ya hemos usado, pero que es sumamente esclarecedora: "si toda la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase, como ella misma lo sería si, teniendo poder bastante, impidiera que hablara la humanidad".
En todo caso, nos cabe preguntar a nosotros, ¿también es oposición "Chiche" Duhalde? Porque alguna vez, hablando de Néstor Kirchner, utilizó una ácida comparación: "Que Kirchner festeje el Día de la Lealtad es como si (Sergio) Schoklender festejara el Día de la Madre".La esposa de Eduardo Duhalde comparó así al ex mandatario con quien fuera sentenciado a prisión justamente por ser autor del homicidio de sus propios padres. Liberado hace unos años, Shocklender fue adoptado casi como un hijo por Hebe de Bonafini, quién lo puso a cargo del manejo financiero de la organización Madres de Plaza de Mayo.
Hay mucha gente que admiraba a Hebe por su lucha, por su dolor y es cierto que, por sobre cualquier ideología, generaba mucho respeto. Pero con el correr de los últimos años se ha vuelto intolerante, (¿Diana Conti diría stalinista?), al punto de llegar a defender, ¿inconscientemente? aquello que combatieron sus propios hijos: el poder y la riqueza en manos de unos pocos.
Una cosa que nos preocupa seriamente, más allá de estar o no de acuerdo, es por qué siempre es tan categórica para descalificar a los demás. No le favorece en nada esa postura si es que pretende hacernos creer que acepta vivir en esta democracia que dice defender.
Hace un tiempo, esta gran defensora de los Derechos Humanos en la Argentina (que lo fue, realmente, aunque ya no), protagonizó una batalla campal junto a sus seguidoras en contra de un grupo de personas de origen boliviano que realizaba una protesta por la inseguridad.
La comunidad boliviana llevaba el féretro de un albañil muerto en un hecho, presumiblemente de "gatillo fácil", hacia Lomas de Zamora, pasando por Plaza de Mayo para protestar por tan absurda muerte. En ese momento la señora de Bonafini se encontraba haciendo su programa radial frente a la Casa Rosada y, forcejeando ella con algunos hombres de esa marcha, como si el monopolio de los DDHH fuera de su exclusiva propiedad, les gritaba lo que parece ser una recurrencia en ella: "vayanse, bolivianos de mierda".
En una de esas un análisis profundo de la realidad nos permite descubrir que la oposición está perforada por las ambiciones personales, pero de ahí a defenestrarla con un epíteto tan grueso, hay un largo camino, que, por ejemplo, debería empezar reconociendo que el oficialismo tiene unidad de mando y por eso avanza, mal, con chicanas, pero al final consigue lo que quiere. Aunque, como dijo Reutemann (¿también es oposición?) "se van a llevar hasta el obelisco".
Y, ya que estamos, nunca le hemos escuchado mencionar, por ejemplo, que el "exterminio" de la guerrilla sin juicio previo se decidió bajo un gobierno elegido democráticamente, y que no era precisamente de esos partidos que ella entiende como "oposición". Ítalo Luder era el presidente provisional cuando se decreta la libre acción de las Fuerzas Armadas en Tucumán, y el mismo Luder y Cafiero fueron los mentores de nombrar a Jorge Rafael Videla como Jefe del Ejército en 1975.
Entonces, a no confundirse.
Es muy duro encontrarse con que algunos íconos de ayer no son mucho mejores que aquellos contra los que lucharon en el pasado.
Es lamentable ver cómo nos hemos deshumanizado y cuán pocos quedan fieles a sus ideales de antaño.
El poderoso caballero, "Don Dinero", ganó la partida y los que todavía creemos en cosas que están fuera del alcance del poder económico, somos cada vez menos.
Pero, sin embargo, hay algunos que no se casan con nadie a cambio de un subsidio, y siguen la misma línea que emprendieron en aquellas épocas oscuras. Y "ni olvidan ni perdonan". Verdaderamente.
Que para eso no es necesario odiar.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso