jueves, 27 de octubre de 2011

El enemigo de mi enemigo

El enemigo de mi enemigo - Editorial del 28 de octubre de 2011
Aunque respecto al nivel nacional las elecciones del pasado domingo se presentaban sin la menor incertidumbre, casi como lo que los abogados llamamos "una cuestión de mero trámite", para los entrerrianos había algunas dudas en cuanto a quién iba a ser electo gobernador, aunque no tantas como a priori teníamos los basavilbasenses respecto a la persona que ocuparía el rol de ser nuestro mandatario en estos próximos cuatro años.
Por supuesto que con las cartas ya sobre la mesa es fácil pronosticar un poker de ases. Y aún cuando en los últimos días algunos hechos habían generado dudas y certezas, a la vez, hay que reconocer que nadie se atrevía a armar una planilla de resultados como la que hoy tenemos impresa en esta edición, con guarismos tan claros y contundentes. Nosotros mismos habíamos adelantado el orden, pero nunca pensamos en esa diferencia.
Con posterioridad a las elecciones internas del 14 de agosto, y ya con Perla Battilana como candidata del Frente para la Victoria, se podía avizorar un horizonte complicado, teniendo en cuenta no solo las rivalidades existentes entre los peronistas de Busti y los de Urribarri, sino también las propias heridas que el enfrentamiento interno había producido en las filas kirchneristas, dejando en evidencia diferencias de criterio y de formas de hacer política que resultaron difíciles de superar, aún cuando se confiara en que el paso del tiempo curara las heridas.
Así, y mientras públicamente se insistía en el clásico "el que gana conduce y el que pierde acompaña", las puertas no se abrían y tampoco aquellos que se esperaba que entraran demostraban demasiado interés en entrar. Era una especie de "la casa se reserva el derecho de admisión", en la que los patovicas estaban en abstracto y eran como las brujas, en las que nadie cree, pero "que las hay, las hay". Esos que ahora Battilana identifica como responsables de la derrota, asignándoles, elípticamente, "nombre y apellido", desaparecieron de la escena partidaria al punto tal de que los últimos días de campaña resultaron raros sin ellos, tanto por su ausencia de los medios (que los tenían como "clientes" permanentes en los últimos veinte años, por lo menos, en vivo o desde sus teléfonos oficiales), como por la notoria falta que le significó al folclore característico de las veredas, pasillos y galerías de las escuelas en las que se vota en Basavilbaso, acostumbradas a su tránsito permanente y casi arrollador.
Esos datos no son menores, y debían haberse tenido en cuenta desde los espacios estratégicos del FpV, ya que hacer una caravana encabezada nada menos que por el gobernador, con treinta autos de funcionarios y de candidatos, y muy pocos más de votantes convencidos o en vías de convencerse, era un llamado de atención. Casi como un pico de fiebre en medio de un simple resfrío. Y no alcanzaba para justificar el fracaso hablar de la hora impropia de un día hábil. Si así lo eligieron entonces ese es el punto de inicio del error. Casi que les hubiese convenido no hacerlo, porque en la calle se volcaron muchas intenciones de voto a la luz de esa pobreza de imagen.
Por suerte están los editoriales impresos y volcados al blog, y en ellos la referencia que hacíamos, previo al PASO, respecto a que había muchos a los que les costaba entender que, por definición, una democracia es la viva expresión de múltiples voces y múltiples opciones. Lo que acá se intentó hacer, y se pagó muy caro, fue que prevaleciera la opinión de "13" dirigentes reunidos en la sede de un partido, buscando de esa manera mantener a raya el disenso utilizando el poder.
¿Dónde están, entonces, los mil cuatrocientos votos que perdió Perla Battilana en estos dos meses que pasaron entre las internas y las generales? ¿Eran votos peronistas que ahora votaron a Valenzuela, después de haber aprovechado la oportunidad que les dio el gobierno provincial con ese invento que sólo le sirvió a Urribarri? ¿O eran votos radicales a los que, supuestamente, les convenía que perdiera Giordanengo? ¿Y dónde están, entonces, los ¡dos mil doscientos! votos de Giordanengo? ¿Fueron en parte para Rinaldi? ¿Y si es así, cuáles son los votos genuinos de la UCR?
Son demasiadas preguntas que alguien debería contestar, porque el análisis de los resultados también forma parte de la política. No alcanza con felicitar al contrario y decir que no se pondrán piedras en el camino. Si uno se proponía como opción es porque se creía mejor que el otro. Y en ese caso deberá seguir luchando por sus principios y sus ideas durante estos cuatro años, para lograr que se puedan plasmar en hechos. Y si no es así, como nos tememos, quiere decir que las opciones eran meramente coyunturales, y no había nada detrás que las sostuviera. Algo así como un decorado de un estudio de cine, que de frente parece una casa, pero ya al pasar la puerta se puede advertir que es solo una fachada, apenas sostenida por dos tirantes que ya se usaron otras veces en otras escenografías, y que se seguirán usando en tantas más, mientras la ficción supere a la realidad.
Pero lo que también hay que preguntarse, y contestarse, es qué le pasó a la oposición. Tenemos para nosotros que las carencias tuvieron que ver, en general, con la falta de visión, y en particular, en muchos casos, con la falta de talento y de grandeza. También hablamos alguna vez, y dijimos que "quién quiera oír que oiga", que hubo demasiado egoísmo, demasiada perspectiva limitada a no más allá de sus narices y, sobre todo, una falta alarmante de oídos para las necesidades y reclamos de la gente. Lo poco que se propuso no alcanzó para seducir a un electorado que hace tiempo está buscando algo "bueno por conocer", y no lo encuentra. El kirchnerismo ha hecho suya la teoría del "menosmalismo", entonces, como no hay otra cosa, se vota eso. Y si, encima, la oposición produce malas alternativas, la gente elige entre lo que tiene disponible, y decide que no es necesario cambiar, también seguramente porque las opciones que se les brindan se han empobrecido súbitamente, no por fatalidad sino por propios "méritos".
El 1º de Julio de 1896, momentos antes de su suicidio, Leandro N. Alem, fundador de la Unión Cívica Radical, escribió un testamento político y lo dejó bajo sobre, con un rótulo que decía: para publicar. De él se nos ocurrió extraer un párrafo que si bien está fuera de contexto, es sumamente claro: ¡Ah, cuánto bien ha podido hacer este partido, si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores! ¡No importa! Todavía puede hacer mucho.
Juan Domingo Perón, que también murió un 1° de julio (1974) y que si bien no dejó un testamento político único, lo dejó expresado en frases y discursos, dijo: "Para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo. Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el conductor siempre trabaja para los demás, jamás para él".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 20 de octubre de 2011

No te creo nada

No te creo nada - Editorial del 20 de octubre de 2011
No me hace mucha gracia usar el título de un tema de Ignacio Copani, justamente porque él es uno de los protagonistas de la historia de obsecuencia que será el nudo central de la página editorial de hoy. Pero lo voy a utilizar igual porque describe muy bien la postura en la que me encuentro frente a la propaganda política en general, pero básicamente a la del Frente para la Victoria, en sus tres versiones: nacional, provincial y municipal.
Y para ir, como en el método científico, de un marco general de referencia hacia un caso en particular, debo decir que no nos parece que haya habido, previo a esta elección, una autocrítica creíble y razonada ante la sociedad de parte de los partidos políticos.
El radicalismo aún no trascendió el comité como forma orgánica de participación y mal que les pese a muchos, sigue siendo un partido liberal en su organización interna, derramado territorialmente sobre el país. Solo mediante intentos aislados, y en ciertos y determinados lugares, logra insertarse en las estructuras intermedias y formas alternativas de política.
Yo creo que estos modos de participación no alcanzan. No sirve el ciudadano pasivo que convalida o impugna decisiones externas. Así, cada hombre y cada mujer son políticos "ocasionalmente", cuando el sistema los obliga o convoca, pero dejan el ejercicio diario de la política en manos de los "profesionales".
La profesionalización de la actividad política, la inexistencia en los partidos de mecanismos de debate y reflexión que no sean meramente declarativos, y el no ejercicio de la conciencia crítica movilizadora y colectiva son recibidos alborozadamente por una oligarquía que ya no es vacuna, que dispone del uso de importantes medios de comunicación, y que goza de una sensación de impunidad que trasmite y de una acción constante y coherente.
Creo que la campaña para las elecciones internas del 14 de agosto, y con más razón esta que está terminando con miras al acto comicial del próximo domingo, han acentuado esta sensación de inmediatez y de lejanía de los fines que nos impide incorporarnos a una dinámica que permita quebrar los privilegios que, hoy más que nunca, existen en la Argentina.
Aunque alguna dirección política, impregnada de soberbia, se sienta incómoda, lo real es que existen aparatos que no explican a los afiliados los proyectos políticos alternativos ni los integran a éstos, si es que efectivamente existen. El subdesarrollo, la crisis y el corporativismo están también dentro de los partidos populares y hay que destruirlos cotidianamente, aventurándose sin complejos a formas nuevas y progresistas de participación sin dejar de lado, nunca, la militancia política.
Lamentablemente, para muchos de estos dirigentes el poder es solo un hecho puntual traducible en un resultado electoral, y no, como debe ser, un ejercicio constante. Así, muchos van , sin que se les caiga ya la cara de vergüenza, detrás de candidaturas "seguras", y cuentan los votos no para ganar sino para ver si "entran". Así no hay proyecto político que valga, porque no hay movilización, no hay discusión y mucho menos participación. Y cada vez cuesta más incorporar la actividad política a la dimensión cotidiana del pueblo.
El perfil del hombre light que alguna vez describiéramos en esta página, se vio acabadamente delineado en esta campaña insulsa y tan sui generis que no conmovió a nadie. No sé si la razón está dada por la falsa lectura derrotista que muchos extrajeron del PASO, o por la falta de sustancia que se advierte en casi todas las propuestas. Pero lo cierto es que nadie sabe ya para qué vota, y mucho menos entiende la diferencia entre aquellos por los que tiene que votar. La única excepción está dada, en estos pueblos chicos, por la afinidad social que uno puede tener con tal o cual candidato, pero nada que ver con lo ideológico, como debería ser. He visto en estas "caravanas" de últimos modelos que han suplido a los antiguos mitines, a muchos que ahora tocan bocina por los mismos a los que antes denostaban. A estos personajes en política se los llama tránsfugas, y resulta muy difícil (¿imposible?) construir algo sustentable con ellos.
La única enseñanza que creo va a dejar esta elección, por lo menos en nuestra provincia y en nuestro pueblo, es la demostración de que así como es difícil crear mitos políticos que encarnen al pueblo, es tanto o más difícil enterrar esos mismos mitos cuando se vuelven inútiles. Y el mito de la unidad peronista es uno de ellos, en tanto sinónimo de la identidad peronista. El mismo Perón, con su socarronería criolla, solía referirse al tema diciendo: "en el país hay radicales, conservadores, socialistas, comunistas…" Y peronistas, general?, le preguntaban. "Ah, peronistas somos todos".
Hoy el Frente para la Victoria que inventaron los Kirchner, sabiamente, intenta utilizar la fragmentación y la confrontación ideológica, rejuntando todo con el pegamento chirle de la retórica, y sosteniéndose en propuestas pragmáticas que tienen menos que ver con la doctrina que con el estilo político del peronismo.
En los hechos, el triunfo del Frente para la Victoria profundizará, sin dudas, aquellos vicios que tanto se notan en la dirigencia ensoberbecida y en los medios genuflexos. Habrá que buscar con lupa las noticias que nos hablen de la verdadera realidad, y uno hasta dudará de los resultados de los partidos relatados en el Fútbol para Todos, ya que no sonará muy extraño que la desesperación que hoy tienen algunos por chuparle las medias al poder lleve a Marcelo Araujo, terrible exponente de la alpargatería política, a gritar un gol de Cristina cuando menos lo pensemos. La TV Pública, que había amagado con convertirse por fin en un espacio para la difusión de la cultura, en el amplio sentido de la palabra, ha terminado por ser un interlineado de proselitismo hasta en los programas de cocina.
No puedo resistir a la tentación de volver a usar, por enésima vez, la genial frase del genial Víctor Hugo (el escritor francés, no el cada vez más obsecuente relator), que forma parte de la genial obra "Los Miserables" que nunca me cansaré de recomendar:
"Los que dejan que los humillen por temor o facilismo perpetúan no sólo su propia humillación, sino la de sus descendientes. No comprenden que mientras más se dobleguen más los doblegarán. Al contrario, aquellos que no aceptan que los humillen y que no entregan sus conciencias, aunque anden desnudos y tan sólo coman mendrugos de pan, son mucho más dignos que los que se visten de seda a expensas de sus conciencias".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 13 de octubre de 2011

Blanco sobre negro

Blanco sobre negro - Editorial del 14 de octubre de 2011
Muchas veces dudo al decidir el tema del editorial. Y casi siempre la duda tiene que ver con la reiteración de la materia, sobre todo cuando se refiere a cuestiones de índole religiosa.
El lector conoce mi condición de judío practicante y militante, y es por eso que en ocasiones me parece que un semanario como Crónica debe tratar de demostrar cotidianamente que no responde a un solo sector religioso. Y lo mismo me sucede cuando el tema es político, ya que también resulta evidente mi práctica y mi militancia en el radicalismo. Y así lo hago, aunque no le escapo a la responsabilidad de involucrarme cuando debo hacerlo.
Pero bueno, más allá de mi intención, y cuando pensaba tocar solo tangencialmente esta cuestión, en medio de la satisfacción que le generó a los integrantes del Coro Magnificat, y a mí personalmente, la serie de actuaciones en la ciudad de Ituzaingó, Provincia de Corrientes, en el marco del Itu Coral 2011, necesito imperiosamente profundizar uno de los aspectos, a fin de contrastarlo con otro hecho, ocurrido casi paralelamente, y que, a pesar de que queda en evidencia por sí mismo, adquiere mayor gravedad al compararlo.
Para comenzar por lo grato, quienes hace muchos años formamos parte de la vida coral, sabemos que el hecho de cantar juntos genera, casi por definición, una actitud de solidaridad y compañerismo que excede cualquier tipo de antinomias. Muchas veces he destacado acá, a falta de que otro lo hiciera, la memorable experiencia que significó para quienes integrábamos el Magníficat en el año 1997, entre ellos dos monjas del Instituto Cristo Rey, participar activamente del Día del Perdón en la Sinagoga local, acompañando al oficiante en el canto del Kol Nidre, una de las piezas litúrgicas más caras al sentimiento del pueblo judío y dando marco al resto de la ceremonia con canciones especialmente preparadas para la ocasión, y muchas de ellas en hebreo. Para los que no son "de acá" debo decir que entre las veinticinco personas que en ese momento lo conformaban, el único judío era yo, lo cual ya de por sí resulta significativo.
Paralelamente a eso, y como contrapartida, el mismo coro, con los mismos integrantes, y sin que aquello ni ésto significara para ninguno de ellos una mengua de sus ideales religiosos (diría yo que al contrario), participó de ceremonias católicas y cristianas, ya que su repertorio, por ser una característica propia de los fundamentos del canto coral, siempre tiene obras que encajan a la perfección en la liturgia.
Y fue en ese mismo sentido que el pasado domingo, cada uno de los ocho coros participantes, entre ellos 4 coros paraguayos, cantara en distintas iglesias de la ciudad de Ituzaingó, como cierre de los tres días de actividad artística, y como una manera de devolver a la comunidad el afecto expresado en las salas de actuación. Por tener el Magníficat el plus que mencionaba más arriba, y luego de ponernos de acuerdo con el párroco, entrerriano él, participamos de la misa con cuatro temas: en la entrada, la comunión, la Acción de Gracias y la despedida. La emoción con que lo hicimos fue indescriptible, debiendo destacar yo en este caso que la proporción religiosa se mantiene. Y en un hecho para mí inédito, después de estar cantando desde hace más de veinte años, al terminar la interpretación del Te Deum, dentro de la misa, los fieles se pusieron de pie y aplaudieron. Muchos de ellos a lágrima viva. Como me decía Tati justo cuando estaba escribiendo esto, uno no debe esperar otro tipo de milagros o expresiones de fe. Con eso alcanza.
Terminó la misa, y con toda la gente sin moverse de sus lugares, el Coro cantó dos chamarritas, aprovechando la provincianía del cura, y luego un popurrí de canciones israelíes, obviamente cantadas en hebreo, para culminar con la Canción para el Acercamiento, con esos mismos fieles, el cura y nosotros, tomados de la mano.
Seguramente a muchos les parecerá esto ingenuo. Me hago cargo de que estamos en tiempos en los que se manejan otros valores, pero yo me quedo con éstos. Con la cara de la gente, con las lágrimas de quienes nos conocían y de quienes no, y con los mensajes que recibimos después, que hablan de una emoción que Miguel nos ayudó a traducir mientras estuvo con nosotros, y ahora que ya no está.
Pero…
A poco de regresar, y luego de tres días de "abstinencia" cibernética, lo primero que leo cuando prendo la computadora, es una noticia que me deja azorado, y más, como decía, al compararla.
Específicamente la cuestión tiene que ver con que, en una iglesia de la ciudad de Concordia, en ocasión en que una persona de religión judía (homónima de quién esto firma) acompañó a una amiga enferma a misa, se encontró con un cura que, (ahora dice que fue sacado de contexto) expresó: "los judíos son tan mentirosos que tienen el alma podrida hasta los huesos".
No importan ahora las explicaciones. Por lo menos a mi no me importan. Fui criado en un ambiente de comprensión (no de tolerancia, que no es lo mismo) hacia el otro, y así viví toda mi vida. Y aprendí que el que piensa en forma discriminatoria, no tiene perdón a la hora de pretender explicar que no quiso decir lo que dijo. Y para esto, así como Miguel me sobrevuela para conseguir sacar agua de la piedra en esta nueva versión del Magníficat, mi padre me recuerda que no hay manera de que uno diga lo que no piensa.
Ya resulta intrascendente que finalmente actúe el Inadi o que el párroco deje por un tiempo de dar misa. Tampoco hace a la cuestión que el obispo de Concordia, monseñor Luis Collazuol, señale que el presbítero le comunicó que no "estuvo en su ánimo y en sus palabras" ofender, y que la denunciante estaría "descontextualizando" lo expresado por el sacerdote.
A mí me parece patético que alguien pretenda explicar la frase "los judíos son tan mentirosos que tienen el alma podrida hasta los huesos" a partir de la falta de ánimo de ofender o de una supuesta descontextualización. ¿¡En qué otro contexto que no sea demencial se puede decir una cosa como esa!?
Solo faltó en esa pretendida justificación la tan mentada frase "tengo un amigo judío", aunque el obispo indicó su "respeto y el del sacerdote Belli a la comunidad judía de significativa presencia en nuestra región".
Y también sé, muy bien, que la discriminación igualmente puede ser inversa. No todos militan de la misma manera la relación interreligiosa. Seguramente para muchos de los míos algunos dichos y hechos aquí relatados constituirían casi una "herejía", y no faltarán casos en que se haya invertido el orden de los factores, y el sector que ahora es víctima haya sido victimario de hechos discriminatorios, aunque no con la condición de hacerlo desde una mayoría.
Y termino con Albert Einstein:
¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

lunes, 10 de octubre de 2011

¿Cuándo comienza la vida?

¿Cuándo comienza la vida? - Editorial del 7 de octubre de 2011
La carga moral que rodea al aborto, y que impregna su penalización, proviene de identificar la interrupción voluntaria del embarazo con un homicidio, es decir, con la destrucción de la vida humana.
Entonces, la primera pregunta que nos debemos hacer es, obviamente, ¿puede considerarse al óvulo fecundado como vida plena? Y, en todo caso, ¿cuándo empieza realmente la vida humana?
Tales cuestiones encuentran respuesta más bien en la filosofía, los dogmas o las ideologías que en la ciencia misma. Hasta la propia Iglesia católica ha variado su concepto doctrinario con el tiempo. En la Edad Media, Tomás de Aquino y otros teólogos sostenían que no podía hablarse de homicidio si no existía el alma, hecho que solo ocurría a los cuarenta días de crecimiento del embrión masculino y los ochenta días del femenino. El Papa Pío IX suspendió, en 1869, esa diferencia entre feto animado e inanimado, y el aborto volvió a considerarse asesinato en cualquier estadio del desarrollo embrionario, perspectiva que perdura actualmente.
Científicos vinculados a la cosmovisión católica coinciden en este punto de vista, sosteniendo que tachar al embrión de ser humano incompleto es tanto como decir que el niño, antes de la pubertad, no es un ser humano.
Incluso una revista dirigida por jesuitas franceses, en un artículo publicado en la década del '70, diferenciaba tres categorías: la vida en el sentido biológico más general; la vida humana, propia de nuestra especie y la vida humana humanizada, resultante de relaciones sociales adecuadas. El texto argumentaba que el objetivo de la procreación es la vida humana humanizada, y sobre esas bases aceptaba el aborto legal y restringido cuando el nacimiento no estuviera en condiciones de garantizar una humanización mínima.
En nuestra cátedra de Ética y Deontología solemos analizar ésto como un dilema moral, que se presenta ante el razonamiento de manera similar al más simple del huevo y la gallina. En verdad tienen algo de razón los que opinan que la vida no empieza, sino que se trasmite mediante los ciclos reproductores de los que son parte esencial el óvulo y el espermatozoide, ambos vivos y ambos igualmente humanos en la medida en que contienen el mensaje genético, la potencialidad del ser humano.
Desde ese punto de vista no sólo el feto, sino el embrión y su estado anterior, el cigoto, y aún antes, el espermatozoide y el óvulo, serían vida humana potencial pero no persona humana. Así, sería tan absurdo hablar de homicidio en el aborto como suponerlo en el método Ogino (autorizado por la Iglesia) que planifica la paternidad por abstinencia voluntaria en el período de ovulación y condena así al ovulo a la muerte celular por falta de fecundación.
Nos concedimos el derecho a hacer esta introducción de tono científico, en la seguridad de que se está dirigiendo, interesadamente, la discusión por un terreno equivocado. Pareciera que lo que se pretende es decidir si uno está o no a favor del aborto, cuando la cuestión pasa por si uno está o no a favor de una ley que lo despenalice. Salvando las distancias, y volviendo el tiempo atrás, cuando se discutió la cuestión del divorcio vincular, parecía que la voluntad de votar una ley que lo permitiera, concluiría en una catarata de acciones judiciales en tal sentido, que "corromperían la esencia de la familia". Sin embargo eso no fue así. Si bien en los primeros tiempos la estadística demostró que hubo muchos casos, solo fue para judicializar situaciones de hecho que venían ya de varios años, y que, incluso, incrementaron también la estadística de casamientos, como resultado lógico. Hoy en día, y más allá de cuestiones culturales que no dependen de una ley, no hay más casos de divorcios que los que se originan en las peleas de pareja.
No creemos que alguien pueda cometer la inconsciencia de quedar embarazada sólo para abortar. Y en caso de que eso sea posible, nada le impide hacerlo ahora. De hecho, la diferencia está en que, existiendo la ley, encontrará un sustento sanitario adecuado para hacerlo. No es que porque esté prohibido haya ahora un guardián que esté custodiando celosamente la prohibición de abortar, ni que, a contrario sensu, la sanción de la norma vaya a generar un libertinaje abortivo.
La realidad indica que, ilegal y clandestino, el aborto es una de las operaciones que más se practica en la Argentina. Según los datos, con la verosimilitud que uno puede otorgarles teniendo en cuenta esas dos condiciones de ilegalidad y clandestinidad, se verifican en el país más de 300 mil abortos por año, o sea casi uno por minuto, involucrando a mujeres de todas las zonas y clases sociales. Obviamente que las condiciones en que se realizan, en cuanto a seguridad, higiene y profesionalidad, varían sustancialmente de acuerdo con la capacidad de pago, ya que por algún lugar de ese territorio económico cruza la línea que separa la vida de la muerte, y los traumas ginecológicos duraderos de la aséptica "cirugía menor".
Pero más allá de su concreción exitosa o no, el aborto resulta siempre una operación psicológicamente traumática. ¿Qué es entonces lo que empuja a decenas de miles de mujeres a padecerlo hasta con recurrencia? Seguramente que no la existencia de una ley que lo impida o lo permita. De hecho estas operaciones no se multiplican en los países donde la represión se debilita. En Latinoamérica, cuyas leyes son por lo general prohibitivas, el número de abortos duplica el de Estados Unidos, donde la gestación puede interrumpirse.
De estos hechos parece surgir la necesidad de un sinceramiento, en que nosotros estamos embarcados hoy desde esta página. De un lado el requisito indispensable de hablar con mayor franqueza de la sexualidad, y generalizar el tratamiento del tema en las escuelas, desde los últimos niveles de la primaria.
Además, es sumamente necesario reconocer que la hipocresía en materia de métodos anticonceptivos tiende a ampliar la "cosecha" de abortos. La ausencia de un enfoque abierto sobre el aborto mismo, la persistencia de una actitud represiva y negadora solo niegan, en verdad, la posibilidad de que quienes se ven empujadas irremisiblemente a interrumpir una gestación lo hagan en condiciones adecuadas, en ambientes limpios, y sometidas a la atención de profesionales comprensivos.
Por cierto, eso no es sencillo de conseguir. El aborto supone una discusión muy traumática sobre la vida y la supresión de la vida, y esta no es una materia apta para las abstracciones o las actitudes neutras.
Y somos quizás los hombres los que estamos más obligados a tratar este tema con respeto y consideración.
Y por eso, otra vez debemos recurrir a Sor Juana Inés de la Cruz:
"Hombres necios que acusáis
A la mujer sin razón
Sin ver que sois la ocasión
De lo mismo que juzgáis".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso