viernes, 12 de marzo de 2010

Dos siglos para aplaudir, dos meses para llorar - Editorial del 12 de marzo de 2010
El 13 de enero de 1974, en el Gran Premio de Fórmula 1 de la Argentina, cuando punteaba con comodidad, Carlos Reutemann se quedó sin nafta. Le faltaba media vuelta para ganar la carrera.
“Dos horas para aplaudir, dos minutos para llorar”, tituló la semana siguiente, de manera harto elocuente, la Revista El Gráfico. Una síntesis perfecta de los sentimientos de los casi 100.000 espectadores que ese día asistieron al Autódromo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires con la esperanza de ver el primer triunfo puntuable de Reutemann en la máxima categoría del automovilismo deportivo mundial.
Por estos días estamos viviendo un drama parecido, aunque potenciado, ya que los que nos estamos quedando “sin nafta”, literalmente, somos los argentinos, y de ahí la paráfrasis del título de hoy. Si hasta parece mentira que estemos hablando de la que fuera la empresa estatal más grande del país, ahora en manos privadas, que tuvo su prehistoria con los primeros emprendimientos en las provincias del norte, los vaticinios del Perito Moreno, el hallazgo de 1907 y la intensa labor llevada a cabo por el General Mosconi.
Yacimientos Petrolíferos Fiscales fue el principal activo estratégico y económicamente viable del Estado argentino entre 1922 y 1992, logrando expandir la oferta y la producción de energía en todas sus formas , diversificando el suministro eléctrico y permitiendo una configuración de la estructura socioeconómica del país basada en la industrialización para sustituir importaciones de productos de consumo masivo, además en industrias claves como el acero, petroquímica, automotriz, aeronáutica y naval, y en el avance científico-tecnológico del campo nuclear.
Pero todo esto está superado por la noticia de esta semana, que tiene que ver con que YPF deberá importar nafta para el consumo de los argentinos.
Este es un hecho tan grave, que no se producía desde hace tres décadas y que en ese momento sólo se efectuó por cuestiones de costos, y no por escasez. Uno o dos barcos llegarán la semana próxima al país con 50.000 metros cúbicos de nafta súper para que YPF la venda en el mercado interno, según informaron desde la empresa.
Todo esto es consecuencia directa de que la última dictadura militar tejió un conjunto de argumentos que posibilitaron la articulación de una estrategia discursiva cuyo objetivo fundamental fue “desacreditar y desvirtuar” la rica y pujante historia de YPF como principal activo estratégico del país. Es necesario saber y considerar que sin este conjunto de sofismas tan bien urdidos, difícilmente se hubiera podido encarar el proceso de enajenación y extranjerización de los activos del sector hidrocarburífero argentino, que derivó en la definitiva reformulación del modelo energético en la década de los ’90.
Por otra parte, no debe olvidarse el papel que desempeñaron los periodistas Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, que hábilmente comenzaron a elaborar un plan comunicacional que combinó desinformación con datos falsos, con el malhadado objetivo de inventar una trama central que vinculara el denominado “modelo económico estatista” con el pasado de infortunios económicos que el país sufrió durante décadas.
A su vez, otro de los aspectos que no suelen ser abordados con seriedad al tratar el caso YPF, es la mecánica de endeudamiento fraudulento en la que la empresa fue intencionalmente involucrada para justificar, entre otras cosas, el carácter deficitario, ineficiente y hasta corrupto de la conducción estatal de la misma.
El otro argumento utilizado en ese momento, que refiere a la supuesta incapacidad del Estado para realizar inversiones de capital de riesgo en exploración hidrocarburífera, es, tal vez, el más escandaloso de los sofismas que se podrían haber construido como eje argumental en torno a la situación de la YPF estatal.
Por otra parte, si se comparan los esfuerzos exploratorios de los años ’80 con los correspondientes a la gestión privada, se observa una enorme brecha, ya que la gestión estatal de YPF realizó en los años ’80 un promedio anual de 117 pozos exploratorios, y la gestión privada entre 1999 y 2005 registra un promedio anual de apenas 26 pozos exploratorios, sobre la base de datos de la Secretaría de Energía de la Nación. Cabe señalar que los datos concernientes a la década de 1990 han sido falseados por las compañías petroleras, con el conocimiento de los secretarios de Energía “menemistas”, para justificar el supuesto incremento de reservas inmediatamente después de la privatización de YPF, en un contexto de “desaparición irracional de reservas”.
En verdad, esta auténtica mentira institucionalizada y difundida a través de los medios de comunicación que hablaban reiteradamente sobre la ineficiencia y corrupción asociadas a la “presencia asfixiante” del Estado en materia económica, se parece mucho a aquello que Arturo Jauretche refería como las “zonceras argentinas”.
Y hablando de “zonceras”, José María Díaz Bancalari, Diputado de la Nación, acusó hace pocos días, a propósito de la actitud de algunos legisladores de la oposición respecto al tema del DNU por las reservas y el pliego de Mercedes Marcó del Pont, de “haber sido cómplices de la Alianza”, que “tanto daño le causó al país”.
Sin negar la validez de sus dichos, que no estamos hoy para eso, debería recordar Díaz Bancalari que esta situación que estamos viviendo con YPF y el petróleo es consecuencia directa de lo que hizo el gobierno peronista de Menem, con el aplauso del Congreso peronista (que él integraba e integra) , y las felicitaciones de los peronistas Néstor Kirchner y Cristina Fernández, quienes, dicho sea de paso, se embolsaron las regalías del petróleo, las sacaron del país, y ahora dicen (y no dicen) que las trajeron, pero de una forma tan confusa que finalmente nadie sabe a ciencia cierta, qué pasó con ese dinero.
Fue a raíz de la privatización llevada a cabo por Menem que comenzaron los problemas con YPF. Y con el apoyo de Kirchner, y de muchos que por esas vueltas de la rueda ahora son oposición pero que miraban para otro lado cuando el saqueo se llevaba a cabo durante los ‘90.
Ese pésimo esquema privatizador fijó libre disponibilidad del crudo para las operadoras, lo cual les permitió exportar, siendo que Argentina es un país que tiene petróleo, pero que no le sobra, y sin tener en cuenta que los hidrocarburos son un recurso no renovable, cada vez más escaso y más caro de extraer. Esta es una realidad con la que tendremos que convivir.
Esto es otra muestra más de cómo el kirchnerismo intenta tapar el sol con la mano. Así de sencillo. De la misma manera que se falsean las estadísticas del INDEC, el kirchnerismo siempre ha intentado mostrar otras cifras que les fuesen favorables a su gestión. Con el tema de los combustibles ya no se podrán hacer los distraídos, porque que el país sin ellos no se mueve, y esta real escasez no puede ya ocultarse.
¿A quién culparán los Kirchner por esto ahora?
Si sabían que los contratos no preveían inversión para exploración de ningún tipo, ¿por qué no intentaron modificarlos cuando tenían amplia mayoría en el Congreso? ¿Será para no hacer enojar a sus amigos Eskenazi? ¿Para qué reclamamos con tanto énfasis por el petróleo de Malvinas, si no explotamos lo que tenemos en el continente?
Y ya que celebramos hace pocos días la Fiesta del Riel, estamos obligados a decir que, como agravante a esta situación, una sola locomotora transportaría lo que hoy transportan 40 camiones de Moyano.
Intentando despojarnos de toda intencionalidad político-partidaria, no hay nafta porque no hay materia prima suficiente, esto es petróleo. La extracción viene bajando desde los 40 millones de m3 anuales, a los 35 actuales, a razón de un millón por año. Argentina tiene reservas por 2.200 millones de m3 y Brasil por 50.000 millones de m3. ¿Por qué? En un país no hubo políticas de estado para que se explore y en el otro si las hubo.
Como dijo el mismo Jauretche: “En el territorio más rico de la tierra, vive un pueblo pobre, mal nutrido y con salarios de hambre. Hasta que los argentinos recuperemos para la Nación y el Pueblo el dominio de nuestras riquezas no seremos una Nación Soberana ni un Pueblo Feliz.”
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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