jueves, 26 de abril de 2012

Todo es según el color…

Todo es según el color… - Editorial del 27 de abril de 2012 El 2 de abril de 1982 a ningún argentino se le hubiese ocurrido negarse a festejar con ahínco la recuperación de nuestras Malvinas, pese a que muchos de esos mismos festejantes sabían cuál era la jugada del gobierno militar, o más precisamente de Galtieri. Se había anticipado, incluso, cuando dos días antes la gente se manifestó en la misma plaza en su contra. Un gobierno que quiere ser populista necesita, en tiempos de crisis, apelar a medidas impactantes, más allá del resultado final de esa movida, que de últimas no sólo no les interesa sino que, muchas veces, apuestan a que les salga mal. Y eso porque en esta mezcla rara de negocios y política, lo malo para todos puede llegar a ser bueno para ellos. Más o menos lo mismo, en lo que tiene que ver con la apelación al sentimiento popular, nos pasó a casi todos en junio de 1978, cuando nos hicieron creer que el Mundial era "lo más", y que por su arbitrio los argentinos nos convertíamos, súbitamente, en "derechos y humanos". Hasta convalidamos un "arreglo" con Perú para hacerle los goles que nos hacían falta, sin pensar en el precio del oprobio. La Copa pudo más que nuestra Historia. Y ya que hablamos de nuestra Historia, tenemos que decir que tiene muchos hitos parecidos, seguramente por nuestra ascendencia mayoritariamente latina y "sanguínea". Y la mayoría de ellos, salvando quizás únicamente la gesta popular del 17 de octubre de 1945, solo ha servido para enmascarar oscuros intereses personales. Por supuesto que el lector ya se irá imaginando que el editorial de hoy será un "toque" al tema de la privatización de YPF, decidida por el mismo partido y casi los mismos actores que en la década del '90 (no hace mucho) decidieron su privatización. Y hago la comparación, que a mí me resulta odiosa, con aquellos dos momentos típicos de la más artera demagogia, porque así como no se nos iba la vida si no salíamos campeones de fútbol, y mucho menos si dejábamos pasar esa oportunidad de recuperar nuestras islas con una ilusoria capacidad militar y "cero" estrategia, hacerle creer a la gente que lo de que la YPF que expropiamos es la misma que fue bandera de nuestra soberanía, es tratar al pueblo de idiota. En primer lugar no he escuchado a ninguno de los iluminados títeres del escenario kirchnerista reconocer (y ese sería un muy buen principio para la credibilidad) que privatizarla fue un error del peronismo, que no solo perjudicó los intereses nacionales, sino que ha significado espectaculares transferencias de recursos a grupos económicos amigos del poder, que además, seguirán teniendo, a futuro, aseguradas sus ganancias ya que como "garantía" han puesto al zorro a cuidar el gallinero, que esa y no otra cosa es la desvergonzada decisión de nombrar interventor de la empresa a Julio De Vido. A mi, particularmente, me recuerda al show de poner a Maradona al frente de la campaña "Sol sin drogas". Ellos siguen haciendo lo mismo, impunemente, y nosotros nos la seguimos creyendo, estúpidamente. Para colmo de males esas "equivocaciones" de hace 20 años ahora dan pie para que desde la "madre patria" nos amenacen funcionarios que ni siquiera pueden solucionar los problemas de su país. Repito que me asquea esa apelación a un falso patriotismo que a ellos ni siquiera los conmueve, pero que usan para medir nuestro nivel de aprobación y considerarnos traidores si no "bancamos" esta payasada. Y no se salva tampoco del estigma el actual vicepresidente amado (¿por quién?), ya que su mentor ideológico, el Ing. Alvaro Alzogaray, fue el socio entusiasta de Menem en ese negociado que consistió en desguazar el Estado y entregar nuestros recursos naturales y empresas estratégicas, sobre todo en el sector energético, como YPF, Gas del Estado, las compañías de electricidad, y la aeronáutica de bandera, Entel, Encotel, etc. La memoria, en la que todo está guardado, y no solo lo que le conviene al perfil "derecho humanista" del kirchnerismo, mal que les pese, también atesora en los papeles, que no mienten, que Menem contó con el apoyo de casi todos los gobernadores, entre quienes se destacó por su fervor privatista el entonces Gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, que en esa misma instancia pronunció la célebre frase que ahora nadie recuerda "estamos ante el más grande presidente de la historia" (sic). Pero además Cristina Fernández de Kirchner, por entonces legisladora provincial, también votó a favor en la legislatura santacruceña. ¡Y no estamos hablando de "pecados de juventud"! Entre medio de tanto discurso altisonante y de tanta recurrencia al amor a la Patria, yo creo que va siendo hora de reivindicar la coherencia, primer paso si es que se quiere de verdad desandar el camino transitado y comenzar una nueva etapa. Yo tengo más que una mera sospecha de las verdaderas intenciones del gobierno nacional en esta materia. No me resulta fácil creer que quienes fueron cómplices y partícipes necesarios de la entrega y el vaciamiento sean creíbles cuando se presentan como los "salvadores de la Patria" y comparan la recuperación de lo que ellos mismos perdieron. Además nadie dice nada respecto a las graciosas concesiones que sus majestades (de acá, no las reales españolas) les hicieron a sus amigos Cristóbal López, Lázaro Báez y Rudy Ulloa (devenidos rápidamente en riquísimos empresarios petroleros desde su apenas reciente pasado de choferes o guardaespaldas) y a los amigos de todos los poderosos, José Luis Manzano y Daniel Vila. Estos "concesionarios" que nunca explotaron ningún yacimiento, solo nos explotaron a nosotros, a nuestros bolsillos y a nuestra paciencia. Fueron meros intermediarios entre esos favores y las empresas que les compraron el "regalo". ¿Por qué no están estas anécdotas en los fundamentos de este proyecto que se está votando mientras yo escribo estas líneas, y que pomposamente han titulado "De la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina"? Cuando la recuperación del control de YPF en manos del Estado nacional sea el verdadero propósito, nosotros estaremos de acuerdo. Mientras tanto que se vayan a vender espejitos de colores a otro lado. Y para los que entendieron que estaban ante una encrucijada histórica y votaron, supuestamente, con el corazón y no con la razón, les dejo esta frase de Leandro N. Alem, indiscutido e indiscutible defensor de nuestra soberanía política: "Nunca he participado de esa idea de que en política se hace lo que se puede y no lo que se quiere. Para mí hay una tercera fórmula que es la verdadera. En política, como en todo, se hace lo que se debe, y cuando lo que se puede hacer es malo, ¡no se hace nada!". (Gracias Vivi) Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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