jueves, 13 de septiembre de 2012

Espejitos de colores

Espejitos de colores - Editorial del 14 de septiembre de 2012 Dos fechas me motivan a escribir el editorial de hoy. Una que ya pasó, y con la cual, por una cuestión más que emocional, debía haber escrito la semana pasada (me volvió a superar lo coyuntural), y la otra muy próxima en el tiempo. Por supuesto que la primera de ellas es la del 6 de septiembre, día en el que se debía haber recordado, con mucha más enjundia que con la que se recuerdan otros hechos, el primer golpe de estado atestado a la democracia, en el año 1930, contra un gobierno encabezado por Hipólito Yrigoyen (con Y griega, no con I latina, ya que estamos) elegido por el pueblo, en elecciones libres y sin fraude. Ese golpe, ominoso, quebró la estabilidad institucional a través de un gobierno de facto encabezado por el general José Félix Uriburu, reprimió a la militancia radical, intentó imponer un régimen fascista, y finalmente, entregó el gobierno, graciosamente, a una coalición conservadora encabezada por el general Agustín P. Justo. En tiempos en que estamos discutiendo la posibilidad de que los que cumplen 16 años tengan derecho al voto, y también en tiempos en que tanto se habla de la “militancia” en las escuelas, bueno es decir, con constancias históricas, que la víspera de ese golpe, el por entonces Juan Domingo Perón fue designado ayudante del teniente coronel Descalzo y el 6 de septiembre los dos fueron a la Escuela Superior de Guerra donde aseguraron su adhesión a la asonada. Luego se dirigieron al Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín con un grupo de soldados, arrestaron a su jefe que se negaba a adherirse y lo reemplazaron por otro. Se formó entonces una columna con tropas en la que Perón iba en un auto blindado armado con cuatro ametralladoras y marcharon a la Casa Rosada a la que encontraron invadida por civiles que estaban causando destrozos, por lo que trataron de desalojarlos pacíficamente. Durante ese día permaneció en el lugar resguardando la seguridad hasta que llegaron las tropas restantes y a la noche patrulló las calles de la ciudad de Buenos Aires para prevenir desmanes. El segundo de los hechos, tercer golpe de estado que se produce en la Argentina (dejo expresamente de lado el segundo, porque me va a dar el pie más tarde el relato), acaece el 16 de septiembre de 1955, cuando las fuerzas opositoras al peronismo deciden derrocar a Perón bajo el nombre de Revolución Libertadora (luego rebautizada por la militancia peronista como “Fusiladora”) y que fuera quizás la más sangrienta experiencia de apoderamiento ilegítimo del gobierno, por lo menos hasta el incomparable genocidio del autodenominado “Proceso”. Y había dejado, dije que expresamente, la mención del segundo golpe, ocurrido el 4 de junio de 1943 “jornada redentora de la patria” según una marcha que cantaban los cadetes del Colegio Militar de la Nación: "¡4 de junio! / Jornada redentora de la Patria. / El civil de bien / y el soldado leal / guardan tu gloria inmortal. / ¡4 de junio! / Olímpico episodio de la historia. / Triunfa la razón! / grite el corazón: ¡honradez, libertad y honor! ..." Digo, porque si vamos a propiciar la militancia política de los jóvenes en las escuelas y colegios, tenemos que animarnos a hablar de todo, y no solamente de lo que “nos conviene”. Porque fue en el transcurso del golpe de estado del 43 cuando emergió la figura del entonces coronel Juan Perón, originándose allí el peronismo. La Revolución del 43 fue un golpe de estado militar que derrocó al gobierno de Ramón Castillo. Fue encabezado por los generales Arturo Rawson y Pedro Pablo Ramírez, y apoyado entre otros por un grupo de jóvenes oficiales del Ejército Argentino nucleados en el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que se oponía a la participación argentina en la Segunda Guerra Mundial sosteniendo la tradicional posición “neutralista” de la Argentina, que más bien quería decir favorable a Alemania. El GOU fue un grupo de enlace bastante informal entre jóvenes oficiales superiores que consideraban necesario "restablecer la moral y disciplina dentro del ejército". Este grupo se declaraba en contra del comunismo. Entre los fundadores del GOU se encontraba, como dije antes, el coronel Juan Domingo Perón, quien formaba parte del estado mayor revolucionario antiyrigoyenista desde septiembre de 1930. El programa del GOU se convirtió, finalmente, en el programa de la revolución del 43. En realidad, el GOU recién se formaliza operativamente después de la revolución de junio, como una especie de prolongación del ministerio de Guerra del que Perón era secretario. Allí era donde se imprimían las circulares del GOU con los mimeógrafos oficiales. El general Farrell, ministro de Guerra, y su esposa Beatriz Verdún, convocaban a los jefes y oficiales para que se encontraran con el mismo Perón. La proclama revolucionaria es un documento ad usum militaris que invoca el supremo derecho de las armas de “tutelar los sagrados intereses de la patria contra el fraude, la venalidad, el peculado y la corrupción”. Fuera del "fraude", lo mismo decía la de 1930, solamente que con signo distinto. Pero en 1930 las armas equivocaron el remedio y dieron origen a la década infame: ahora devolvían al pueblo sus derechos y garantía conculcados. No era la primera, ni sería la última vez: en 1955, 1962, 1966 y 1976, las equivocaciones y los remedios se sucedieron sin mellar "la misión y esencia de las fuerzas armadas". Como yo creo que la “ignorática” (neologismo que no sé si acabo de inventar) es la ciencia que más dominan esos mismos jóvenes que el oportunismo kirchnerista pretende hacer votar a cambio del título de hoy, es que me atreví a oponer a lo que se está pretendiendo imponer como verdad revelada, algunas verdades ocultadas, como demostración de que no todo lo que reluce es oro. No está en mi ánimo (y no me preocupa tampoco que alguien piense que sí) el defenestrar la figura de Perón, a quién admiro en alguno de sus aspectos, pero del que sé, positivamente, aunque parezca ésta una verdad de Perogrullo, que era un ser humano, y como tal, imperfecto. Solamente pretendo utilizar su ejemplo para demostrar que lo que se quiere hacer desde “la Cámpora”, elevando a la categoría de prócer a Néstor Kirchner, y llevándole ésto como una verdad revelada a los chicos de los colegios y de las escuelas, es un atentado contra la misma democracia. Y lo digo desde la autoridad que me da haber presidido, en el año 1972, acá en Basavilbaso, un Centro de Estudiantes que, en plena dictadura militar (hago un alto más que necesario para “recordar” que el gobierno de Onganía, Levingston y Lanusse, mal que le pese a algunos “prohombres” que fueron funcionarios de ese gobierno de facto, también fue una dictadura), organizó y llevó a cabo una marcha del silencio alrededor del Monumento a la Madre, a los pocos días de los hechos de Trelew. ¡Eso sí era hacer política! Para los que defienden a ultranza este proyecto de “militancia” que confunde a la gente y que pretende monopolizar la política partidaria, aconsejo releer a Paulo Freire: “Enseñar exige respeto a los saberes y a la autonomía, enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo, enseñar exige generosidad, saber escuchar y la firme convicción de que nadie es, si se prohíbe que otros sean". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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