jueves, 6 de septiembre de 2012

Diario de la guerra del cerdo (o Viejos son los trapos)

Diario de la guerra del cerdo (o Viejos son los trapos) Editorial del 31 de agosto de 2012 "Diario de la guerra del cerdo" es una novela extraña de Adolfo Bioy Casares escrita en el año 1969, que plantea una guerra generacional de los jóvenes contra los "cerdos", epíteto dado a los viejos. Lo que se puede ver en muchos aspectos de la vida (el cruce generacional es principalmente notorio en los deportes, pero el mundo cultural no es ajeno a esto, pensemos sino en las vanguardias), en la novela adquiera una naturaleza radical. No sólo hay competencia entre las generaciones, no sólo hay recelo, sino que la lucha se vuelve explícita, una "guerra", y cuando hay una guerra gana el más fuerte, y éste suele ser el joven. Así, vemos cómo los viejos son víctimas de la violencia y la arrogancia de los jóvenes: se ve ya en el primer capítulo, cuando un grupo mata al diariero don Manuel sin ningún tipo de razón (como si pudiera haber razones cuando se trata de matar a alguien). La violencia se extiende a lo largo de toda la novela, y así el lector es testigo de distintos ataques, persecuciones y asesinatos, siempre de los jóvenes contra los viejos, los cuales se debaten entre los deseos de continuar su vida normal, la indignación y el miedo. Este libro también dio lugar a una película de Leopoldo Torre Nilsson, con guion de Beatríz Guido, hecha en el año 1975, que toma la idea base y la reconstruye incluso con un poco más de violencia, seguramente exigida por el "ritmo" cinematográfico. Todo esto viene a cuento, por si todavía no lo notaron, por las declaraciones de Cristina Fernández de Kirchner, que reforzó su respaldo a las actividades de adoctrinamiento político en escuelas y cárceles que realiza la agrupación juvenil kirchnerista La Cámpora, y hasta defendió con vehemencia a los "jóvenes que tomaron cerveza e hicieron algún lío". "¿Saben qué creo que les molesta a algunos viejos?: los jóvenes", sentenció. Dado que la señora Presidente de la Nación me lleva tres años, y como me siento fuertemente "tocado" por su afirmación que considero discriminatoria y con la que vuelve a caer en uno de sus pecados, cual es el de la generalización, es que voy a tratar de rebatir sus argumentos. Ya una vez cometió ese "pecado", en oportunidad del "cepo" al dólar, cuando al criticar a un abogado por haber planteado un Recurso de Amparo en contra de esa medida, aseguró que "esto me sonó más, siendo abogado y conociendo el paño, a preparar la chapita para luego comenzar con la industria del juicio, a la que son tan afectos". Vergonzosa la afirmación y también vergonzosa la falta de respuesta de los Colegios de Abogados, que se supone deben ser nuestro paraguas protector frente a este tipo de afrentas, y también fui yo quién desde acá lo hizo notar. Cristina Fernández, en esta oportunidad, y desde el atril de la Casa Rosada, y desde una cadena nacional de la que usa y abusa, en su reaparición tras dos días de reposo por su lipotimia, denunció que "en los medios" hay "un gataflorismo con los jóvenes". Y les reclamó que los "dejen vivir su propia experiencia histórica". Todo esto mientras por otro lado, con el guiño cómplice de los chupamedias que la rodean, prepara el terreno para su re relección, para lo que parece que no hay que "dejarles vivir su propia experiencia" en este caso, sino seguir soportando su presencia. A mí me parece, y a esto lo digo consciente de que estoy llegando a la misma falta de respeto con la que ella utilizó el término, que la que está cercana a la historia de la gata Flora es ella misma. Es claro que en la lectura entre líneas que tengo por costumbre hacer en estos editoriales, puedo pensar, con todo el derecho que me da vivir en una democracia que es a la vez una república, que tras un reciente descenso en las encuestas, Cristina Kirchner quiere fortalecer su penetración en el electorado joven, con miras a las elecciones legislativas de 2013. Y, además, porque unido al tono de estas, para mí, "tontas" declaraciones, también es evidente que apoya el proyecto de ley del senador Aníbal Fernández para bajar la edad de votación a los 16 años. Como diría Les Luthiers, "caramba, qué coincidencia". Yo, que estoy en contacto permanente con los jóvenes desde hace más de veinte años, en mi cátedra en la escuela secundaria y en la Universidad, o sea prácticamente desde que yo mismo "era joven", puedo demostrar con fundamento que no es ese el problema, ya que nadie tiene la verdad solamente por pertenecer a un grupo etario, y mucho menos cuando se pretende, además, que esa verdad ser propiedad exclusiva de un sector político determinado. Es sintomático que solo lleguen los elogios para La Cámpora y a su agrupación subsidiaria, el Vatayón Militante. Eso significa que lo que se intenta promover no es la militancia política sino la militancia partidaria, que no es lo mismo. "Y hay una gran contradicción, porque los medios por ahí sacan chicos que están bailando y los critican. Cuando van a bailar, porque van a bailar, cuando tomaron cerveza e hicieron algún lío es porque tomaron cerveza e hicieron algún lío; cuando militan porque militan", dijo Cristina, sin asumir que el problema de la falta de incentivos para el desarrollo intelectual de la juventud argentina es, seguramente, el principal problema de la Argentina. Y no es precisamente por el camino de privilegiar el "bailar" y el "tomar cerveza" como vamos a solucionar la cosa. No sé si sabrá la Sra. Presidente que el fin de semana del 17 de agosto, en el marco de la fiesta de disfraces que se realizó en Paraná, el periodista de El Diario, Pablo Bizai, fotografió a tres jóvenes disfrazados con indumentaria notoriamente nazi, en un lugar ubicado a pocas cuadras de la Casa de Gobierno, cerca de la medianoche del domingo 19. La imagen difundida a través de la red social Facebook se multiplicó de la mano de miles de usuarios en pocas horas y encontró repetidas muestras de rechazo, más allá de la polémica que se generó entre los internautas. Resalto eso porque me resulta sintomático que esos "chicos", vestidos con uniformes de las SS y usando brazaletes con la cruz gamada, estaban precisamente tomando cerveza y preparándose para ir a bailar. ¿Será entonces esa militancia que preanunciaba su vestimenta la que se está prohijando? Más allá del juego político a que nos tiene acostumbrado el kirchnerismo, que es quizás la única herencia que mantiene del folclore peronista, yo particularmente no estoy dispuesto a aceptar que en mis horas de clase se pretenda mezclar ciencia con proselitismo barato. Lo digo por las dudas, porque una amiga por todos conocida, que ocupa un importante cargo en el Consejo General de la Provincia, quedó en hacerme llegar un material que supuestamente me haría cambiar de opinión respecto a esta convicción, cosa que por ahora no hizo. Y como en varias ciudades de Entre Ríos se han repetido, con distintas repercusiones mediáticas e incluso con distintas respuestas de los docentes a cargo de las horas en las que se desarrollaron, esas actividades que para mí son totalmente faltas de ética (precisamente esa es la materia que dicto), no es ilógico pensar que, aun cuando no nos llegaron o nos llegaron tarde varios de los planes "Para Todos" que propuso Cristina Fernández como panacea universal, finalmente nos llegue, antes de que tengamos tiempo de darnos cuenta, esta "militancia para todos" que incluye el endiosamiento de un líder cuyo desempeño político terminó hace demasiado poco como para constituirlo ya en un prohombre de la Argentina. Estamos obligados a prestar atención a lo que se está plantando, porque eso mismo será lo que finalmente se cosechará. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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