viernes, 31 de julio de 2009

El lado en el que estoy

El lado en el que estoy (1)
Editorial del 31 de julio de 2009

(1) Nota del editor: Para poder entender las razones del presente editorial es necesario leer previamente el comunicado de la Cooperativa Lucienville, emitido a raíz de los hechos suscitados por los despidos sin causa de tres empleados de la planta de la citada entidad, y que trascribimos a continuación:

Ante insólita actitud asumida por un conjunto de personas, consistente en “escrachar” públicamente a nuestra institución y a sus funcionarios, bajo el falso pretexto de defender los derechos de nuestros empleados, el Consejo de Administración de la “Cooperativa Agrícola Lucienville Ltda.” se ve en la necesidad de aclarar por éste medio y por única vez a la opinión pública:
Que el reciente despido de tres dependientes responde a razones de eficiencia en el manejo de la Cooperativa y no constituye más que el ejercicio lícito, normal y adecuado de una prerrogativa que la ley reconoce a favor del empleador, y que ha sido seguido de la inmediata e íntegra indemnización de las personas desvinculadas.
Que consideramos cobardes e impropias de nuestros medio tanto éste tipo de acciones cuanto la previa circulación de anónimos, y que probablemente por tales razones no fueron secundadas por nuestros trabajadores y solo ejercidas por quienes se titulan sus representantes, que viajaron desde otra ciudad con tal deleznable propósito.
Que, concientes de vivir en un estado de derecho y en la seguridad de no contrariar ninguna norma legal ni ética, no permitiremos que se condicione el manejo de nuestra institución por actos de prepotencia y hostigamiento ejercidos por agitadores que carecen de toda relación con nuestra institución.
Basavilbaso, Julio 29 de 2009

Es rarísimo esto. El año pasado todos teníamos que decir “soy del campo” y “bancarnos” los cortes calladitos la boca. NUNCA ví “protección” policial para los que, teniendo suma necesidad, pretendíamos cruzar por alguno de los “piquetes”. Sin embargo, frente a una marcha de no más de cuarenta personas (posiblemente las únicas cuarenta personas sin miedo que se pudo juntar), había dos móviles policiales rondando las instalaciones de la Cooperativa Lucienville, con una cantidad importante de efectivos.

¿Dónde está escrito que los derechos patrimoniales de los productores agrícolas (más específicamente de los productores sojeros) son más importantes que los de Héctor Parinelli de darle de comer a sus hijas?

Participé del acto desarrollado frente a las instalaciones de la más que centenaria entidad convencido (como lo estoy todavía al escribir esto y lo estaré, más que seguramente, por siempre) de que las luchas por los derechos valen la pena, y que no hay, en ese camino, niveles de prioridad. O, en todo caso, las prioridades están dadas por las necesidades de los que menos tienen.
No entiendo, entonces, y note el lector que he vuelto a utilizar la primera persona del singular (en vez del tradicional “nosotros”, para definir que no involucro a nadie más en mis afirmaciones) por qué parece ser molesto que alguien se preocupe por defender los derechos de los trabajadores.

No es cierto, como dice el comunicado de la Cooperativa Lucienville que transcribimos en páginas interiores de la presente edición, que ese sea un “deleznable” propósito. Por haber estado presente en el lugar y haber expresado mi adhesión, rechazo vehementemente la utilización de ese término, que significa “despreciable”, y me siento aludido por esa calificación.
En este país, hasta ahora republicano (no me animo a afirmar que sea democrático), manifestarse y expresar las ideas no puede ser calificado livianamente de “escrache”, más que nada cuando están frescas en las retinas y en los oídos de algunos memoriosos como el que esto firma, las expresiones, los cánticos y las vías de hecho puestas en práctica durante los días del llamado “conflicto del campo”. Que la gran mayoría de los medios haya sido complaciente no quiere decir que todo lo que ocurrió en ese marco, digo, en el marco de ese “conflicto”, haya sido “lícito, normal y adecuado”.

En cada una de las marchas y cortes hubo ruido, cánticos y hasta expresiones que más de uno consideró ofensivas hacia funcionarios públicos, respecto a los que se debe un especial respeto por el cargo que ostentan. Muchos soportamos (sí, soportamos) esa situación suponiendo y dando por ciertas las afirmaciones que se hacían por esos días acerca de que limitar la actividad del campo y reducir sus ingresos era atentar contra la economía del país, dependiente en gran escala de los recursos provenientes del agro. Así, por ejemplo, y aunque en esta página elaboramos coetáneamente pensamientos disímiles y pusimos en tela de juicio la validez de ciertos y determinados argumentos, retardábamos pacíficamente muchos de nuestros viajes, aceptando los cortes sin oponer resistencia, aún convencidos de que, como dice la nota antes citada, textualmente, “concientes de vivir en un estado de derecho...no permitiremos que se condicione...con actos de prepotencia y hostigamiento ejercidos por agitadores...”. ¿O no le parece a Ud., amigo lector, desapasionadamente, que las situaciones se parecen y que uno debe aceptar que lo que estaba bien antes también está bien ahora?

Ya hemos dicho varias veces, y tenemos un trabajo elaborado al respecto, que somos contrarios al denominado “despido sin causa”, que de ninguna manera puede defenderse con el único argumento del pago de la “inmediata e íntegra indemnización de las personas desvinculadas”. Es sabido que en el ámbito del empleo público hace falta un sumario previo para disponer la cesantía del agente, y no es descabellado imaginar, en los tiempos que vivimos y con los avances que van teniendo en el mundo las teorías respecto a los derechos de tercera o cuarta generación, que llegue el día en que no alcance con que al patrón no le guste la cara de su obrero para que pueda despedirlo, metiendo mano a un bolsillo generalmente bastante provisto, y decidiendo de un plumazo el futuro de una familia.

Basavilbaso es una víctima de ese proceder en lo que al ferrocarril respecta. La política neoliberal del menemismo terminó con una pléyade de trabajadores de toda una vida, abonándoles una suma de dinero que la gran mayoría dilapidó por falta de experiencia en el “cuentrapropismo”. Esto llevó, consecuente y fatalmente, con el paso del tiempo, a la generación de los tan criticados “planes”, que conllevan además de una pérdida de dignidad un acrecentamiento del clientelismo político, impropio de una república y causa directa de que dudemos de que estemos en democracia.
Pero, y esto no puede ser ignorado, en este caso no estamos hablando de cualquier “empresa privada”. Esta es una que está organizada bajo la forma cooperativa, la que tuvo su inicio en la ciudad de Rochdale, en Inglaterra.

Como pareciera ser que los actuales directivos ignoran los denominados “Principios de Rochdale”, y porque los mismos se dan de bruces con el contenido de la nota antes citada (¡tantas veces citada!), trascribiremos un párrafo que ya es historia:
“En 1844, un grupo de obreros ingleses creó una organización cooperativa de carácter legal, con los aportes de sus integrantes. El 24 de octubre de 1844 crearon el primer Almacén Cooperativo en la Ciudad de Rochdale, Inglaterra, considerado hoy como el origen de este tipo de entidades (si bien han existido otros intentos anteriores). Estaba formado por 28 tejedores desocupados de la fábrica de tejido de Rochdale, por haber participado de una huelga, y aportaron como capital a la nueva Sociedad la cantidad de 28 peniques cada uno. Hoy son conocidos como "Los Pioneros de Rochdale".

¿Quiere que abunde más? La Bandera de la Cooperación está formada por los colores del arco iris, que simbolizan los ideales y objetivos de paz universal, la unidad que supera las diferencias políticas, económicas, sociales, raciales o religiosas y la esperanza de humanidad en un mundo mejor, donde reine la libertad, la dignidad personal, la justicia social y la solidaridad.
Entonces, ¿“esas razones de eficiencia en el manejo de la cooperativa” tendrán la suficiente entidad como para dejar en la calle a tres obreros y “en la cuerda floja” a todos los demás, por aquello de “si las barbas de tu vecino...”?
¿No será demasiado atrevido pensar, como se dice (¡otra vez la nota!) que “no fueron secundados por nuestros trabajadores” solo por efecto del miedo?
Me preocupa, sí, y mucho, que más allá del miedo y de los “compromisos” no hayan estado presentes otros gremios (más que Agmer, orgánicamente) ni los partidos políticos con representación en Basavilbaso, o por lo menos los que han nacido para defender los derechos de los que menos tienen.

Y eso sin entrar a considerar que, si bien el origen de esta institución fundada el 12 de agosto de 1900 por un grupo de 15 colonos de la aldea Novibuco de la colonia Lucienville junto al maestro de la escuela y al administrador de la Jewish Colonization Asociation, respondió a las necesidades de los colonos judíos, con el correr del tiempo, integró a todos aquellos productores agropecuarios identificados con el proyecto cooperativista, sin tener en cuenta el componente étnico o religioso, como corresponde a este tipo de institución, que privilegia los valores de autoayuda, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad.
Me siento íntimamente ofendido por la calificación de “prepotente”, “hostigador” y “agitador” con la que se me califica por el solo hecho de haber cumplido con mis principios. Y en cuánto a las dudas expresadas en la nota respecto a la representatividad, quién esto escribe y los restantes dos oradores, más allá del derecho que tenemos como ciudadanos de una república y no de un feudo, como piensan algunos, fuimos elegidos en elecciones tan libres como las que les otorgaron sus funciones a los firmantes de la nota. E, incluso, por un universo más amplio.

Federico García Lorca, genial poeta al que solo pudieron callar los fascistas españoles matándolo, dijo una vez: “siempre estaré al lado de los que nada tienen y a los que hasta la tranquilidad de la nada se les niega”.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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