La nueva burguesía
nacional – Editorial del 18 de marzo de 2016
En los primeros días de octubre del año 2003, Néstor Kirchner pronunciaba un discurso durante un acto en el
que los banqueros nacionales agrupados en ADEBA comprometieron 500 millones de
pesos para financiar la ejecución de obras públicas.
Ese día, y cuando después de mucho tiempo de que no se usara el
término, el entonces Presidente de la
Nación habló de crear una “nueva burguesía nacional", ¿casualmente?
delante de los que cualquier peronista hubiese descripto, entonces, como la
“vieja”, dejó entrever algunos conceptos que uno no puede menos que recordar
ahora y recurrir a los archivos, a la luz de ciertos acontecimientos que son de
amplio dominio público y que hacen necesario releer con otro criterio esas y
otras de sus palabras. Por ejemplo, las del discurso de asunción presidencial
pronunciado el 25 de mayo de 2003 ante la Asamblea Legislativa, donde quedaron
plasmados los deseos que guiarían sus diversas medidas de gobierno (ahora nos
damos cabal cuenta de ello).
Destacaba en esa oportunidad que nuestro pasado estaba lleno de
“fracasos, dolor, enfrentamientos, energías mal gastadas en luchas estériles,
al punto de enfrentar a los dirigentes con sus representados (y) a los
argentinos entre sí” y proponía: “se trata de cambiar, no de destruir; de sumar
cambios, no de dividir; de aprovechar las diversidades sin anularlas”. Tras la
crisis de representatividad de finales de 2001, Kirchner señalaba: “Hay que
reconciliar a la política, a las instituciones y al gobierno con la sociedad”.
En términos de política económica se propuso “reconstruir un
capitalismo nacional que” permitiera “reinstalar la movilidad social
ascendente. (…) Hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos”
pudieran “aspirar a vivir mejor que sus padres, sobre la base de su esfuerzo,
capacidad y trabajo”. “El objetivo básico de la política económica será –decía-
el de asegurar un crecimiento estable, que permita una expansión de la
actividad y del empleo constante… (…), una mayor distribución del ingreso, que
fortalezca nuestra clase media y que saque de la pobreza extrema a todos los
compatriotas”. Y destacaba: “No se puede recurrir al ajuste ni incrementar el
endeudamiento. No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y la
exclusión de los argentinos…”. (¿Estará equivocada sobre este punto Lilita
Carrió cuando asegura que "Néstor Kirchner decidió pagarle al Fondo
Monetario Internacional con liquidez, con fondos de las reservas de los
argentinos. Le pagó cash al FMI y se endeudó con la ANSES?”)
Se refería también Néstor a la educación como el mayor factor de
“cohesión y desarrollo humano” y
enfatizaba: “La igualdad educativa es para nosotros un principio
irrenunciable”.
Si bien debemos confesar que en su momento no entendimos mucho el
contenido de su mensaje, seguramente por falta de capacidad para apreciar los
dichos de un estadista, ahora, a la luz de estos recientes acontecimientos,
podemos desgranar sus palabras y darles un contenido. Somos un poco más adultos
y nuestra capacidad de comprensión ha mejorado, permitiéndonos aprender lo que
antes no entendíamos.
Por ejemplo, cuando él decía, textualmente, “se trata de cambiar, no
de destruir; de sumar cambios, no de dividir; de aprovechar las diversidades sin
anularlas”, y uno ve el video de lo que pasó en la mesa de dinero denominada
entre los amigos “la Rosadita”, por fin entiende qué era eso de “cambiar”
(pesos por dólares y euros); “de sumar…no de dividir” (las máquinas de contar
plata hacían eso, justamente, ya que no saben otra cosa); de “aprovechar las
diversidades” (y vaya si las
aprovecharon. Más que eso, las ahondaron, porque ellos se enriquecieron en
detrimento del empobrecimiento del pueblo).
Luego, cuando dijo que “tenemos que reconstruir un capitalismo
nacional que permitiera reinstalar la movilidad social ascendente”, volvió a
ser ese estadista visionario, ya que por lo menos en dos o tres casos esa
“movilidad social ascendente” se concretó y en grande, ya que para dar un solo
ejemplo, Lázaro Báez, uno de sus mejores amigos, de quién muchos dicen era su
“palo blanco” (término que, según Cristóbal López, otro de rápido ascenso,
significa “testaferro”) terminó de
grande el colegio secundario, trabajó algunos años como empleado bancario,
tanto en el Banco Nación como en el Banco de la Provincia de Santa Cruz y desde
2005 ascendió rápidamente por la enorme cantidad de obras públicas adjudicadas
a sus empresas, que obtuvieron el 82 % de las licitaciones en contratos
estatales otorgados por el gobierno de la provincia de Santa Cruz durante la presidencia
de Néstor Kirchner. Además conformó el directorio de Austral Construcciones
S.A., que obtuvo casi todas las obras públicas en la provincia de Santa Cruz en
ese período, y que ganó el 12 % de los contratos licitados por el Ministerio de
Planificación de la Nación, siendo Julio de Vido el ministro, y en cinco años
recibió 4000 millones de pesos en contratos estatales y 1200 millones en
contratos de la provincia de Santa Cruz. La verdad, premonitoria y certera
frase de Kirchner esa de la “movilidad social ascendente”. Lástima que fuera
para cuatro o cinco, no más. Esperemos que en la próxima década ganada que
podamos conseguir, luego del fracaso de esta gestión que se empeña en
investigar corrupciones y sanear la economía enferma de subsidios, la
“movilidad” alcance a algunos más. Pero no podemos ser tan negativos y debemos
reconocer que siempre hay sectores más abiertos a entender y estar preparados
para “ascender”.
Luego él, muy seguro de lo que afirmaba, dijo que iba a “hacer nacer
una Argentina con progreso social”, donde los hijos pudieran “aspirar a vivir
mejor que sus padres, sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo”. Hay
que tener en cuenta que a eso lo dijo, públicamente, en 2003, sin siquiera
imaginar lo que, diez años después, iba a hacer el hijo de Lázaro Báez para
vivir mejor que su padre. Obviamente que nos quedan dudas, primero, de que haya
sido efectivamente en base a su “esfuerzo, capacidad y trabajo”, pero que con
lo que juntó con pala va a poder vivir mejor que su padre, casi no queda
ninguna duda. Y creemos que hay otros hijos, no muchos, máximo uno o dos, pero
ya explicamos más arriba por qué, que estarán en la misma situación.
Lástima que el video recién se conoció por estos días, porque si lo
hubiésemos conocido antes eso habría contribuido enormemente a lograr otro de
sus objetivos, que era el de que la
educación sea el mayor factor de “cohesión y desarrollo humano”. En tiempos de
la cultura audiovisual, la imagen de Martín Báez y de sus amigos contando las
“balas” de dinero recién salidas del horno y metidas en bolsos para ser
llevadas en avión a Santa Cruz son sumamente descriptivas. Ahí sí que una
imagen vale más que mil palabras. Visionario Néstor. Tuvimos que consultar una enciclopedia
para no errarle en la ubicación témporo-espacial, y ahí descubrimos que la
frase “El ejemplo no es lo mejor para convencer a los demás: es lo único” es
de Albert Schweitzer, médico, filósofo,
teólogo, y músico alemán nacionalizado francés, misionero en África y Premio
Nobel de la Paz en 1952. Casi casi creíamos que era de Kirchner. Pero es claro,
cotejando ciertas fechas nos dimos cuenta de que no podía ser.
Menos mal que el ex Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, entrevistado
por Fantino, evitó pronunciarse sobre el
video que difundió Canal 13 que muestra a Martín, el hijo de Lázaro, contando
millones de dólares en esa sala de “La Rosadita”, la financiera que funcionaba
en un edifico de Puerto Madero ligada con la investigación conocida como “La
ruta del dinero K”. Pero sí preguntó si "contar plata es un delito" y
aprovechó para tomar distancia del empresario kirchnerista. Rescatamos de acá
dos cosas: primero, que nos venga a enseñar que contar dinero no es un delito.
Gracias por esclarecer nuestro escaso conocimiento sobre el tema. Y, la
segunda, esa aptitud que parece innata en ese grupo de dirigentes que supo ser
isabelista, menemista, duhaldista y kirchnerista, para abandonar el barco en
cuánto empieza a hacer agua.
¡Aníbal! por supuesto que el acto de contar plata no puede ser delito,
siempre y cuando tengamos derecho a hacerlo y podamos probar que es nuestro o
que nos autorizaron. Para la justicia esto es tan fácil de solucionar que hasta
nos parece raro que no se haga: que les pidan las pruebas de depósitos y
transacciones que daban origen a ese dinero en dólares, pesos y euros en
efectivo. Si no pueden comprobar el origen y solo que lo “movían”, se los procesa por evasión de impuestos o de las
propias reglas de control del dólar en ese periodo, en el que no se podía
comprar y vender moneda extranjera libremente. Ni siquiera es necesario hablar
por ahora de corrupción sino de un delito común que hace más inentendible el
por qué en nuestro país merece más pena el que le roba a un argentino que el
que le roba a todos.
Dr. Mario Ignacio Arcusin para Semanario Crónica de Basavilbaso
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