¡Allí Cosquín! – Editorial del 5 de
febrero de 2016
Obviamente
el título de este reencuentro es una
doble paráfrasis, ya que a la vez de cambiarle el sentido a la frase que
tradicionalmente le da inicio al Festival Nacional de Folclore, es también una
especie de explicación respecto a la razón por la cual estuvimos por algunos
días ausentes de vuestros hogares.
En realidad
se dio una suma de cosas que tuvieron su sustento en la necesidad de tomarnos
un descanso, suponiendo, ahora con razón, que el mes de enero no es muy pródigo
en noticias. En lo que sí fue generoso fue en el descubrimiento de la
importancia que tiene Crónica en los hogares, ya que pese a que habíamos
anunciado en la última edición de diciembre que más que probablemente íbamos a
tomarnos un descanso, fueron innumerables los llamados y las inquietudes que
recibíamos en la calle preguntándonos por qué no les llegaba el semanario.
Una vez
hecha esta extensa pero necesaria introducción, vamos a dar criterio al título,
que estrictamente tiene que ver con que aprovechamos el "parate" para
concurrir al Festival, lo que nos permitió ser testigos presenciales de un
hecho que puede ser juzgado de distintas formas, ya que no todos pensamos
igual, pero que entendimos debíamos contar desde nuestra propia visión.
Varias veces
hemos dejado en claro que desde el punto de vista estrictamente musical Soledad
Pastorutti no es una excelsa intérprete, más allá de que con el tiempo, y
seguramente con clases de canto, ha progresado de manera muy interesante.
Tampoco podemos ignorar que se ha transformado en un fenómeno de idolatría
popular, lo que hace que en cualquier lugar en el que se presente sea seguida
por una multitud, ovacionada, y lo que es muy importante para los que cantamos,
acompañada en cada uno de sus temas por un impresionante coro formado por el
público presente. Eso constituye una medida que no admite, desde nuestro punto
de vista, ninguna discusión, por lo menos en lo que hace a lo artístico. La
música folclórica argentina, salvo quizás la excepción de Mercedes Sosa, no ha
hecho coincidir necesariamente la condición de ídolo con la calidad vocal. Hay
otras cosas que equilibran la balanza, y tienen que ver con el carisma, con el
repertorio, en fin, con la llegada al público que, en eso, nunca se equivoca.
Podríamos dar acá muchos nombres de artistas populares que seguramente no
resistirían un examen técnico exhaustivo, pero supongo que ustedes ya se
estarán imaginando a quiénes nos referimos.
Por eso
creemos que hay que reconocer, haciendo
una especie de nota respecto a lo sucedido el martes 26 en el Atahualpa
Yupanqui, que por más que nos guste o no, fue quizás de las cosas más
importantes que hayan pasado a nivel popular en la historia del Festival e
incluso, yendo más allá todavía, del folclore argentino masivo. Fue, por
ejemplo, sin dudas, la única vez que tantos artistas de tanta aceptación
popular y algunos de mucha calidad vocal, hayan simplemente "pasado"
por el escenario para homenajear, cantando con ella una sola canción, a alguien
que a la luz de los hechos y a estas alturas, es algo más que el agite de
poncho que demostró hace veinte años. Esto demuestra, además de todo lo que
dijimos más arriba, y teniendo en cuenta el amplio espectro de invitados, que
Soledad es la artista que quizás ha mejorado más desde sus inicios (quizás
también la que más tenía que mejorar de acuerdo a su calidad inicial) pero también la que podría haberse
quedado en aquéllos laureles tan particulares que supo tener en sus comienzos.
Creo que debemos aplaudir a Soledad por su afán de mejorar; por juntarlos a
todos y por seguir estando, pese a que todavía haya muchos que solo critican.
Es por eso que hemos decidido reconocer
hoy en esta página que lo que pasó ese día en el escenario no era una cosa tan
"liviana".
"Vamos
a recorrer un poco con canciones y con gente que ha formado parte de
ellas", dijo al comenzar. Y pudiendo hacerlo con algún cantor de renombre,
lo hizo con un "gringo santafesino que escribe canciones hermosas",
presentando a Julián Ratti, a quién debemos confesar no conocíamos, y hacer juntos "Potrerito de la
infancia".
Luego, en un
espectáculo sin interrupciones, y para demostrar su versatilidad, pasaron
Orlando Vera Cruz, con quién, con los rasguidos de su guitarra, y junto a las palmas de la gente, hicieron
"Pilchas gauchas"; luego Facundo Saravia, autor de una de las
chacareras del segundo disco de la Sole, "Si de cantar se trata",
para seguir con uno de los puntos más altos (hubo varios y los vamos a
destacar) como fue la actuación junto a Yamila Cafrune (también se sumó
Natalia, la hermana de Soledad), para hacer el cásico "De mi madre".
Con una breve
anécdota de cómo los conoció, la cantautora recibió a Los Alonsitos para
empezar a ponerle ritmo a la noche con "Kilómetro 11", y continuar el
estilo chamamecero con Mario Bofill y su "Cantalicio vendió su
acordeón".
En un
homenaje a los pueblos originarios, así como nosotros con el coro hacemos
"Chaltén", ella junto a Marité
Berbel, de una familia de artistas populares, hicieron sonar la hermosa
"Amutuy".
Como era
necesario recurrir a la localía, los siguientes fueron "Los 4 de Córdoba", con quienes, como
no podía ser de otra manera, hizo
"Del norte cordobés", cuyas estrofas
bajaron para que las corearan todos los presentes.
"Mi
idea es empezar a cantar como lo hacen ellos, no sé si me va a salir
bien", agregó, con mucho tino. Entonces así, vestidos de celeste y con la
ovación del público, Los Manseros Santiagueños se sumaron a la fiesta de
cumpleaños para hacer "Chacarera para mi vuelta". Y las chacareras
siguieron con Cuti y Roberto Carabajal,
con la muy alegórica "Entre a mi pago sin golpear".
Muchas de
estas cosas no se han ensayado, pero la intención estuvo siempre",
anticipó. "Gracias a todo el público maravilloso que nos acompaña hace 20
años", decía mientras el público se encendía.
Raly
Barrionuevo, con guitarra en mano, fue el siguiente en la extensa lista para
cantar con la oriunda de Arequito. "Una de las voces más hermosas del
folclore", aseveró la cantante, y así hizo con él una bella versión de
"Luna cautiva".
En otro de
los momentos emotivos de la noche homenajeó, con su hermana, a Tamara Castro,
con "Zamba de amor en el vuelo", a medida que la pantalla proyectaba
un video con imágenes de la cantante folclórica fallecida en un accidente en
2006.
"Una de
las respuestas positivas que más sorprendió fue la de él. Es un acto de
generosidad que la gente no suele comprender. Él no estaba en la grilla de
festival y vino. No sé cómo describir este momento. Es muy fuerte lo que se
siente estar acompañada de gente aquí arriba", contó antes de que
entrara Jorge Rojas, para cantar
"Esperando tu regreso", al tiempo que la platea femenina se quedaba
sin voz con los gritos para el ex nochero.
"Este
es un tipo de ley, si te da palabra es así", fueron las palabras con las
que presentó al Chaqueño Palavecino, quien ingresó con dos copas con vino tinto
para brindar por los 20 años y cantar "La Litoraleña".
Apenas
pasadas las tres de la madrugada la voz de Luciano Pereyra se escuchó desde el
escenario para hacer junto a su colega "Zamba para decir adiós".
"Tiene la voz más dulce que conozco, no es fácil cantar al lado de
él", había dicho muy emocionada Soledad minutos antes. "Te quiero, te
admiro y como argentino te amo", dijo el cantante antes de irse.
Promediando
su exorbitante noche y para ponerle más fiesta a la cuarta luna coscoína, Los
Tekis pisaron el escenario para entonar las estrofas de "Tren del
cielo", para luego darle pie a Los Nocheros y así interpretar "Las
Moras".
Finalmente
rindió homenaje a Mercedes Sosa con "Agua, fuego, tierra y viento", a
medida que en la pantalla estaba el fragmento de la canción con la parte de
Mercedes para que Soledad pueda simular el canto a dúo.
Pero allí no
terminaban las sorpresas, porque si bien la pantalla fue un espejo que reflejó
a grandes artistas que ya no estaban, también mostró a otros como a Horacio Guarany
enviándole sus saludos. Seguido del
video, la Sole cantó "Nada tengo de ti", tema que en alguna ocasión
hizo junto al cantante.
Dejamos para
el final lo que creemos es la conjunción más representativa de la actual música
popular argentina de origen folclórico: cuando fue su turno con la estrella de
la noche, Abel Pintos reconoció lo importante que fue la primera participación
de la cantante en 1996 para abrirle el camino a las nuevas generaciones del
folklore, las que renovaron el género. Y la versión que hicieron de
"Cuando llegue el alba" fue inolvidable.
Tenemos
también críticas, pero las dejamos para otro día. Cosquín se merece los elogios
porque mantiene la vigencia desde hace 56 años, que no es poco.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario
Crónica de Basavilbaso
un inmenso gusto de conocerlo espero verlo alguna vez
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