Periodismo militante -
Editorial del 3 de abril de 2015
En varias
oportunidades he expresado que uno puede ejercer el periodismo, o en verdad
debe hacerlo, sin ocultar su filiación política, religiosa y ni siquiera
deportiva, ya que, si lo hace, el lector, oyente o televidente puede ver
tergiversada la idea que recibe, en virtud de la confusión respecto al emisor.
Pero eso de
ninguna manera debe significar una pérdida de objetividad, elemento
indispensable del buen ejercicio de esta noble tarea de informar, en forma de
crónica o de opinión, pero sobre todo cuando se hace de esta última manera, ya
que, consciente o inconscientemente, se le imprime a la noticia una impronta
personal.
Pero hay
excepciones a esta regla. Y una de ellas está dada cuando uno elige expresarse
precisamente sobre alguna de esas propias militancias. O sea, para ser más
claro, el periodismo pasa a ser militante, en mi caso, y para ser concreto,
cuando hablo de temas que tienen que ver con el judaísmo, con la pasión por
Boca Juniors, o con mi pertenencia ideológica a la Unión Cívica Radical. En
esos todos esos supuestos, obviamente, lo que escriba y firme va a expresar mi
parecer como creyente, hincha o militante.
Entonces,
entrando en tema, semanas atrás escribí un editorial en el que daba mi opinión
respecto a lo resuelto en la Convención Nacional de la UCR realizada en
Gualeguaychú, y a lo que significaba, a mi entender, el acuerdo programático o
meramente electoralista (todavía no lo tengo muy en claro) entre dicho partido
nacional, más que centenario, que gobernó varias veces la Nación y más veces
determinadas provincias, como la nuestra, y un partido "nuevo",
llamado Pro, nacido al influjo de Mauricio Macri, como consecuencia más que
directa de su muy exitoso paso por la presidencia de Boca, en tiempos en que se
trataba de incorporar a la política a personajes extrapolados de otras actividades.
Así, por ejemplo, llegó también Scioli desde la práctica de un deporte, lo
mismo Reutemann, y desde el canto Ramón "Palito" Ortega. Macri, como
es sabido, gobierna la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aprovechando un
electorado muy especial que casi siempre le permitió ganar a candidatos
radicales, y que ahora es usufructuado por esta fuerza de derecha a cuyos
simpatizantes, que se los identifica como la "ola amarilla", la
verdad es que no sé cómo llamarlos. A veces me entra la duda respecto a si
decirles "prosistas", aunque esto los acercaría más al cuento o a la
novela, o "procesistas", obviamente un adjetivo demasiado emparentado
con la trágica historia reciente de la Argentina.
Lo que se
"construyó" ese fin de semana del 14 de marzo en Gualeguaychú, para
ponerlo en términos claros, es una alianza de centroderecha, moderada, que sabe
que no puede ni debe romper todo y que, aún, ni siquiera articuló un programa
de gobierno, y que para algunos, aunque no para Macri, todavía no se sabe
siquiera quién va a ser el candidato a presidente y quién a vice. Y digo
"salvo Macri", porque a los pocos días de felicitarlo a Sanz y de que
supuestamente comenzaran las reuniones "programáticas", fue
contundente cuando frenó la ola de especulaciones acerca de los alcances del
acuerdo con la UCR y la Coalición Cívica y confirmó que su compañero de fórmula
"no va a ser un dirigente radical" ya que la alianza no es "para
repartir cargos". Es más, su "alter ego", el
"brillante" Horacio Rodríguez Larreta, fue más allá todavía al opinar
que "el vice de Macri tiene que ser del PRO" y descartar de plano la
posibilidad de que acompañe Sanz o inclusive el peronista Carlos Reutemann.
De todas
maneras yo insisto que lo que sí se sabe a ciencia cierta es que es la única
opción con posibilidades de reemplazar a este gobierno que, financieramente, va
a dejar al país al borde de la quiebra o algo peor, y además profundamente
desmoralizado, y que entre corruptos e inútiles ha conformado una verdadera
oclocracia (gobierno de los peores, y así titulé uno de mis editoriales hace ya
un tiempo). Y esto es un dato concreto, real, no sobre algo que podría ocurrir
eventualmente con el desempeño de una alianza entre el PRO y la UCR, que
todavía está en pañales.
La resuelto
por la citada Convención, para pasar al tema que me interesa sobremanera, y que
es el de mi provincia y el de mi ciudad, contiene una parte que permite que se
avance en los aspectos programáticos del pacto con Macri y se "interprete
y resuelva" los alcances del artículo quinto de la resolución de la
Convención en lo referido a los acuerdos provinciales.
El artículo
en cuestión contempla la posibilidad de alianzas en los distritos más allá de
los límites del acuerdo UCR-PRO-Coalición Cívica-ARI, e incluso a colgar las
boletas a candidatos a presidente de otras fuerzas o frentes, pero los supedita
a que sean autorizados de "manera excepcional" por el Comité
Nacional, lo que, en principio, según algunos de nosotros, vulneraría las
autonomías provinciales.
En el
Congreso Radical de San Salvador del pasado sábado, en mi carácter de Congresal
Titular por el Departamento Uruguay, defendí la teoría de que en nuestra
"patria chica", precisamente, el acuerdo debía ser más amplio, y lo
argumenté, en mi discurso, en dos razones principales. Una de ellas tiene que
ver con que en Entre Ríos hay otras fuerzas opositoras, naturalmente aliadas
del radicalismo, con un considerable caudal electoral, y, lo que es más
importante, con una mayor coincidencia programática. Y la segunda de esas
razones estaba fundada en que, a mi entender, el Pro solo estaba buscando
obtener un sustento de infra y súper estructura, del que carece.
Lamentablemente
algunos compromisos evidentemente adquiridos con anterioridad impidieron que
los que se sabían ganadores (como finalmente lo fueron, aunque por simple
mayoría) aceptaran pasar a un cuarto
intermedio que evitara la votación y que lograra una redacción común al
documento, ya que las diferencias eran, si se quiere, mínimas, y tenían que ver
con que se evitara en el texto la mención que decía "adherir en todos sus
términos a las resoluciones emanadas de la Honorable Convención Nacional,
realizada en Gualeguaychú los días 14 y 15 de Marzo de 2015, que definen los
lineamientos fundamentales del programa de gobierno, los acuerdos políticos-programáticos
y la política de alianzas nacionales de la Unión Cívica Radical", por
considerarla redundante, ya que el partido es nacional y por ello las
resoluciones que toma su máxima autoridad son para todos los distritos, pero
siempre en el orden estrictamente nacional, por lo que también queda
sobreentendido que las provincias pueden tomar las determinaciones que amplíen
ese espectro. Y fue justamente ese el principal escollo, dado que el sector que
finalmente logró su objetivo, y pese a que el Diputado Nacional Jorge
D'Agostino, uno de sus referentes, había concedido en su discurso que se
cambiara la palabra "adherir" por la de "respetar", a eso
no lo cumplió y terminó por impedir el consenso y llevar a una ardua votación
nominal que tuvo el resultado por todos conocido.
Esa
votación, entonces, demostró que si bien en el Congreso los principales
dirigentes coincidían en la necesidad de ampliar los acuerdos en la provincia,
hubo consideración en pugna entre quienes buscaban resaltar el acuerdo nacional
con el PRO y quienes intentaron minimizarlo. Y eso deja en claro, por lo menos
a mí ver, que en cada uno de los distritos se están dando situaciones de
tensión y rigidez que evidencian que no habría pautas claras en el acuerdo.
A mí,
particularmente, me duele ver a mi partido de toda la vida, la UCR,
encolumnarse detrás de uno recién surgido y sin estructura territorial. Da pena
que sus principales dirigentes se peleen y que no hayan podido consensuar un
candidato propio, o por lo menos dejar en claro la obligación de encabezar las
listas y ocupar los primeros lugares, por historia, por caudal de votos y
afiliados, y por conciencia programática y no pragmática.
Porque, por
ejemplo, y para seguir con las palabras parecidas, resulta paradigmático que en
nuestra ciudad, dos días después del Congreso, el precandidato a intendente por
el Pro, Gustavo Hein, asegure que "de no prosperar las negociaciones con
la UCR, será candidato en las PASO, porque `no quiere que nos una el
espanto".
Frase de
Raúl Alfonsín allá por 1983: "Nosotros venimos a afirmar que no creemos
esto de que la sociedad se haya derechizado. La sociedad estuvo confundida y
está cada vez más clara, pero si se hubiera derechizado, lo que tiene que hacer
la Unión Cívica Radical en todo caso es prepararse para perder elecciones, pero
nunca para hacerse conservadora".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso
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