Margarita, mucha mujer -
Editorial del 10 de abril de 2015
El pasado
lunes tuve la satisfacción de ver uno de los mejores programas de los últimos
años en la televisión argentina. Estoy hablando del reportaje que le hizo Alejandro
Fantino, en “Animales sueltos”, a Margarita Barrientos. Impresionante, emotivo,
cargado de verdades y de vergüenzas ajenas. Y
digo esto tanto por lo que contó como por lo que surge de comparar su
ejemplo con los ejemplos cotidianos que nos sacuden.
El solo
hecho de escucharla hablar, tarde a la noche, a una hora en la que uno ya está
de vuelta de todo y puede concentrarse
hasta las lágrimas, y re enterarse de la existencia de argentinas y argentinos
como esta mujer y su esposo, hace muy bien. Ellos son un ejemplo a seguir por quienes
desean que esta Nación nuestra salga de la desgraciada situación en la que se
encuentra desde hace ya más de cien años. Este es el espíritu que hace falta.
Este país no necesita plata, solo necesita un puñado de corazones como estos.
Cuando esa maravillosa “gurisa” de once años vio que llegó adonde quería ir, no
esperó a que el tren parara. Se tiró. Llegó a Buenos Aires literalmente “a los
golpes”: venía desde Santiago del Estero en busca de su hermano. Le habían
indicado que se tomara el tren y se bajara cuando viera el arco que decía
"José C. Paz". Tenía apenas once años y hasta entonces no había
salido de su tierra natal. Como no sabía que el tren paraba en cada estación,
se tiró del coche en movimiento cuando vio el cartel, por miedo a que no frenara,
y terminó en el hospital, donde en su inocencia, al ver a los médicos y
enfermeras que la estaban atendiendo, y a ella misma, vestidos de blanco, pensó
que estaba en el Cielo.
En cambio,
la mayoría de nosotros está esperando que se vayan estos, que vengan aquellos,
que se den las condiciones, que tengamos tiempo, que las cosas cambien por sí
solas, que los astros nos otorguen las fuerzas necesarias y nos hagan ver las
señales inconfundibles de que ha llegado el momento, que nos den de comer en la
boca y que nos lleven a la cama. Yo propongo como “tarea para el hogar” que el
que se quiera despertar vaya a visitar a Los Piletones. Eso voy a hacer yo la
próxima vez que viaje a Buenos Aires porque quiero ver con mis propios ojos lo
que esa mujer pudo hacer desde la orfandad en que la dejó la muerte de su madre
y el abandono de su padre a una edad en la que nosotros ni siquiera sabemos
andar solos por la calle. Ella se hizo cargo de su rancho y de su hermana hasta
que se dio cuenta de que no podía más y se fue a Buenos Aires a encontrarse con
lo que estaba buscando el destino para ella.
El dolor
ajeno tiene un efecto demoledor en uno. Demuele y angustia. Y esa experiencia,
cuando se repite día tras día durante algún tiempo, finalmente, produce un
cambio adentro de uno. Nos despierta, nos vuelve sensibles y humildes, atentos
y diligentes. Los argentinos no somos tan malos. Ni el más malo de nosotros es
tan malo. Muchos de nosotros podemos cambiar con un par de buenos sacudones.
Pero para eso hay que exponerse a esa experiencia de servir a la sociedad.
Servirla como si fuéramos sirvientes. Servirla desde abajo, no desde arriba.
Acá hay oro en bruto. Lo que pasa es que está tapado de barro. Hay que
limpiarlo.
Porque Margarita
descubrió hace mucho ya que no necesita de carteras Louis Vuitton o relojes Cartier
para ayudar a los pobres y a los sin techo y con hambre. Ella dice: "Ojalá
nadie tuviera que venir acá, porque todos deberían tener su comida y su vida
digna, pero mientras no sea así, acá siempre va a haber un plato de comida para
cualquiera que lo necesite".
Se suele opinar
que uno de los principales disparadores de la pobreza es el número de hijos.
Alguien podría decirlo exactamente al revés: Uno de los principales
disparadores del número de hijos es la pobreza. Yo pienso que no hay una relación causa efecto
en esto. Son situaciones complejas donde intervienen la condición de origen (lo
dado al momento de nacer), la educación, lo que ayuda o no la comunidad y el
estado, la educación sexual, las opciones que tiene a su alcance la gente y
muchas otras cosas más. Pero para comprender hay que ponerse en el lugar del
otro, y ver la vida desde el cristal del otro. Porque si analizo la vida de los
demás desde la óptica de mi propia vida, seguramente voy a decir, lo que se
suele decir de “paternidad responsable”, etc., etc. Creo que, en todo esto, se
requiere más acción y menos filosofía.
Los Piletones
nació en un villa pero hoy vemos que el gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires le está dando una ayuda invalorable. Se urbanizó la villa y se
están haciendo casas de material. Pero más allá de eso Margarita ha levantado
un comedor, una farmacia, un centro de salud, una escuela de música, un hogar
de ancianos, un jardín de infantes, y esto, lo dijo, gracias también a mucha
gente solidaria que ha ayudado. Y fue muy sabia al mencionar que los planes no
sirven de nada; que la gente misma que recibe estos planes le dice que lo que
quieren es trabajar dignamente y no estar a expensas de tener que correr aunque
no quieran, para hacer número en actos oficiales del gobierno nacional. Si no
se trabaja en la educación desde el hogar, no se podrá lograr nada con los
niños, dijo también. Si nos llamamos cristianos, musulmanes, judíos, o de la
religión que sea, es decir si nos llamamos “gente de fe”, debiéramos tomar el
ejemplo de esta mujer como el de tanta otra gente honesta y solidaria que hace
tanto por los demás sin pedir nada a cambio, salvo lo que sea imprescindible,
para tanto pobre que acude en búsqueda de ayuda.
Y a los políticos
que viven rodeados de riqueza y ambicionan cada día más y son corruptos y
sinvergüenzas, habría que recordarles las palabras de René Favaloro, cuando
dijo entre tantas verdades: "no sé para qué hay quienes quieren tanta
riqueza, si al final cuando se mueran lo único que se llevaran es una
mortaja".
¿Soluciones?
Para tener acceso a cargos jerárquicos dentro de la función pública el Estado Nacional
debería implementar la obligatoriedad de realizar un año de trabajo full time
en comedores comunitarios y otros emprendimientos semejantes. Esto permitiría
que los futuros funcionarios desarrollasen el espíritu, la sensibilidad y las
habilidades para servir adecuadamente a la comunidad. Quizás sea necesario que
acá pasen muchos años aún para darse cuenta de que lo primordial es desarrollar
un espíritu genuinamente sensible y diligente para trabajar con la cosa
pública.
¿Cuantos
políticos que se rasgan las vestiduras no han hecho ni un poco de lo que ha
hecho esta mujer, a quien el conductor llamó “Un ángel en la tierra”?
Y nosotros,
como sociedad, debemos tomar ejemplo también. La vida no pasa por la TV y la
farándula; pasa por lo que cada sociedad tenga como valor. ¿O acaso es mejor
criticar y quedarse en casa mirando televisión, en lugar de pensar qué se puede
hacer por algo y por alguien?
Pero es
claro. La realidad es otra y las necesidades políticas pesan. El vicegobernador
de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, distinguió el lunes a la madre y a la
hermana de Cristina Fernández de Kirchner en un acto que se realizó en el
Teatro Argentino de La Plata. Ofelia Wilhem y Giselle Fernández recibieron una
medalla de oro. "Estas mujeres
tienen la condición gigante de haber formado a nuestra Presidenta y ese
espíritu que advertimos en Cristina lo tienen en su ciudad y en su
barrio", dijo Mariotto.
¡Faltaría un
reconocimiento al espermatozoide que ganó la “exitosa” carrera, digo, como para
ser ecuánimes!
Ellas
premiadas y Margarita peleando todos los días para dar de comer a los
hambrientos.
¡Pobre República!
Dr. Mario
Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso
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