Zeitung Tag (La
mañana de los diarios rotos) - Editorial del 6 de febrero de 2015
La Noche de
los Cristales Rotos (en alemán: Kristallnacht) fue el inicio de una serie de
ataques combinados ocurridos en la Alemania nazi (comprendiendo Austria
también) durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 y llevado a cabo por
las tropas de asalto de las SA conjuntamente con la población civil, mientras
las autoridades alemanas observaban sin intervenir.
Presentado
por los responsables nazis como una reacción "espontánea" de la
población tras el asesinato, el 7 de noviembre de 1938, de Ernst von Rath,
secretario de la embajada alemana en París por un joven judío polaco de origen
alemán, Herschel Grynszpan, los pogromos fueron ordenados en realidad por el
canciller del Reich, Adolf Hitler, organizados por Joseph Goebbels y cometidos
por miembros de la Sturmabteilung (SA), la Schutzstaffel (SS) y las Juventudes
Hitlerianas, apoyadas por el Sicherheitsdienst (SD), la Gestapo y otras fuerzas
de la policía.
Los ataques
dejaron las calles cubiertas de vidrios rotos pertenecientes a los escaparates
de las tiendas y a las ventanas de los edificios de propiedad judía, y de ahí
el nombre con el que se la conoce.
La
Kristallnacht fue seguida por una persistente persecución política y económica
a la población judía, y es considerada por los historiadores como parte de la
política racial en la Alemania nazi y el paso previo del inicio de la Solución
Final y del Holocausto.
El
"juego" de palabras me llevó a trazar un paralelo entre ese hecho y
el aparentemente ingenuo y menos grave protagonizado el lunes por la mañana por
el Jefe de Gabinete de Ministros de la Presidencia de la Nación, Cr. Jorge
Capitanich, mientras cumplía sus funciones de vocero de prensa de su Jefa.
En lo que
sin dudas debe ser uno de los más viles ataques a la libertad de expresión, y
para decir eso me avalan mis casi veinte años de ejercicio del periodismo y de
la editorialización de temas de actualidad, el Sr. Capitanich rompió delante de
los periodistas presentes en esa pseudo "conferencia de prensa" dos
hojas del diario Clarín que expresaban noticias que a él y sus superiores
jerárquicos no le gustaban, cayendo luego (y en ese momento también) en el
ridículo teniendo en cuenta que lo que él ridiculizó rasgando la página fue
luego ratificado por la Fiscal de la causa, que, casualmente, mientras yo
escribo esta columna y analizo el hecho, pide "vacaciones".
No es
posible, desde hace quince días a la fecha, contados desde la absurda muerte
del Fiscal Nisman (y acá ni siquiera importa si fue por suicidio, por suicidio
inducido, por homicidio o por asesinato [alguna vez aclaré que no son
sinónimos]), hablar de nada en la Argentina sintiendo que se está parado sobre
bases sólidas. No hubo seriedad en el tratamiento del tema en las horas previas
a la publicidad del hecho, ni mucho menos la hay ahora, con demoras,
intervención de terceros que nada tienen que ver, y mezcla de politiquería de
parte del gobierno y de una oposición en su mayoría incapaz de que se le caiga
una idea de la cabeza.
El programa
Intratables, que se ve por América TV, y que se ha constituido en el foro más
apto para escuchar todas las voces, con la condición sine qua non de que uno
esté lo suficientemente preparado como para saber quién es el que
circunstancialmente habla y a qué sector político, social o económico responde,
pero que se destaca por la generosa amplitud con la que otorga espacio a todo
aquél que tenga algo que decir, ofreció en su edición del pasado domingo un
panel de jóvenes (bienvenida sea la participación política de la juventud) que
se presentaron como pertenecientes a la agrupación Unidos y Organizados (por lo
menos eso se leía en sus remeras). Pero,
señores, no todo es decir soy joven y militante, y menos cuando se les acerca
un micrófono por medio del cual hablarle a un espectro de más de medio millón
de televidentes. A la pregunta de Santiago del Moro, conductor del programa,
acerca de cuál era el candidato del kirchnerismo que apoyarían, dijeron, muy
sueltos de cuerpo, que "el que diga Cristina".
Como parece
que en su formación obviaron enseñarles que estamos viviendo en democracia,
considero apropiado contarles, aunque no creo que lean esta pueblerina página,
que deben conocer la historia de Calígula, senador romano cuya administración tuvo una época inicial
marcada por una creciente prosperidad y una gestión impecable. No obstante, una
grave enfermedad que sufrió el emperador marcó un punto de inflexión en su modo
de reinar y a pesar de que una serie de errores en su administración habían
derivado en una crisis económica y en una hambruna, emprendió un conjunto de
reformas públicas y urbanísticas que acabaron por vaciar el tesoro. Acuciado
por las deudas, puso en marcha una serie de medidas desesperadas para restablecer
las finanzas imperiales, entre las que destacó la de pedir dinero a la plebe (y
no devolvérselo, por supuesto). Pero a lo que quería referirme, en obvia
alusión a lo que sucedió aquella noche con los jóvenes militantes, es que el
citado emperador nombró Cónsul de Roma a su caballo Incitatus, que de esta
manera pasaría a la historia como el único caballo (pero seguramente no el último, a la luz de estos acontecimientos)
en haber sido un elevado dignatario de una súper-potencia mundial.
Yo quiero
combinar las dos noticias, la del exgobernador del Chaco de los desnutridos y
la del panel de obsecuentes, para tratar de entender este discurso cambiante
que tiene el kirchnerismo, en general, según le venga bien, pero en particular
en estos últimos días respecto a la muerte de Nisman, en la que han ido desde
el ¿suicidio? a la novela de John Le Carre.
Es muy grave
para la población en general, pero para los que hacemos periodismo y nos gusta
escribir lo que pensamos, en particular, ver que se rasga desaprensivamente el
trabajo que hicimos. Y es por eso que no creo exagerar con el título ni con la
comparación, ni tampoco creo que hayan exagerado quienes alertaron en estos
últimos días respecto a un giro hacia la autocracia, el autoritarismo y el
totalitarismo. Muchas veces me he jactado de la amplia hemeroteca que conservo
a lo largo de los años, y ella me permite extraer un párrafo que deberíamos
leer con atención: "El 29 de abril de 1976, Luciano Benjamín Menéndez,
jefe del III Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba, ordenó una quema
colectiva de libros, entre los que se hallaban obras de Proust, García Márquez,
Cortázar, Neruda, Vargas Llosa, Saint-Exupéry y Galeano. La medida alcanzó a
textos de autores marxistas, estructuralistas, novelistas soviéticos, latinoamericanos
y argentinos. Dijo que lo hacía 'a fin de que no quede ninguna parte de estos
libros, folletos, revistas... para que con este material no se siga engañando a
nuestros hijos'. Y agregó: "De la misma manera que destruimos por el fuego
la documentación perniciosa que afecta al intelecto y nuestra manera de ser
cristiana, serán destruidos los enemigos del alma argentina". Fuente:
diario La Opinión, 30 de abril de 1976.
Al día
siguiente de esa absurda "mise en scene" se conocieron las
declaraciones de la fiscal a cargo, que rectificó el primer comunicado diciendo
que en verdad los borradores existen y están adecuadamente incorporados a la
causa de su investigación; que aún no están en manos del Juez Lijo porque la
investigación a su cargo no está terminada; que fue un error de interpretación
"pero que los borradores existen y están adecuadamente incorporados a la
causa", reitera, una y otra vez; y publica copia de los borradores, que
datan desde antes de junio del 2014.
O sea que
fue así como, finalmente, Capitanich quedó ante el país y el mundo como un
charlatán y un funcionario que no está a la altura del cargo que ostenta.
"Se
puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede
engañar a todos todo el tiempo". Abraham Lincoln (¡Ahora me van a decir
que era de la CIA!)
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario
Crónica de Basavilbaso
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