jueves, 30 de octubre de 2014

Las Guerras Púnicas

Las Guerras Púnicas –Editorial del 31 de octubre de 2014
Las Guerras Púnicas fueron tres guerras que enfrentaron entre los años 264 a. C. y 146 a. C. a las dos principales potencias del Mediterráneo occidental de la época: Roma y Cartago.
Reciben su nombre del nombre latino usado por los romanos para referirse a los cartagineses y a sus ancestros fenicios. Por su parte, obviamente, los cartagineses llamaron a estos conflictos "guerras romanas", como no podía ser de otra manera. Pero como a la historia la escriben los que ganan, como dice en su canción Lito Nebbia, hasta nosotros han llegado como Guerras Púnicas.
Al final de la Tercera de esas guerras, después de décadas de un conflicto muy sangriento, Roma conquistó todas las posesiones cartaginesas y arrasó la ciudad de Cartago (Delenda est Cartago, o destruida sea Cartago), su capital, con lo que la hizo desaparecer de la faz de la tierra.
Antes de que el lector se devane los sesos tratando de entender para qué este editorialista se fue tan atrás, y qué tema tendrá que ver con romanos y cartagineses, voy a aclarar que, más allá de que no viene mal aprender un poquito, la referencia es lateral, y nada tiene que ver específicamente con la cuestión a tratar hoy.
Simplemente quiero decir que cuando dicto Historia en el colegio secundario, como lo hago este año, hablo de hechos de los que, por supuesto, no he participado. Para aventar dudas, sobre todo en aquellos que me hayan visto las canas (no hablemos de los alumnos, porque para ellos un profesor de 22 años es igual "el viejo de Historia"), yo no estuve como cronista en aquellas guerras púnicas, como tampoco estuve en la Revolución Francesa, ni con Ricardo Corazón de León en las Cruzadas, ni mucho menos con San Martín en sus campañas libertadoras. Sin embargo hablo de estos temas en clase, no leyendo de un libro frente a ellos, sino volcando el acopio de los conocimientos que sobre estas y otras cuestiones fui acumulando con el paso de los años, por lecturas y "de oídas". Como para demostrar lo mismo en otros campos, no todos los peronistas de pura cepa han estado en la Plaza el 17 de Octubre de 1945, ni todos los radicales el 26 de julio de 1890 en la llamada Revolución del Parque. Sin embargo no nos privamos de hablar de ello, dando opiniones, cuestionando, analizando y "bajando línea".
Ahora, sí, entonces, después de este largo pero necesario introito, me voy a dedicar a reflexionar respecto a lo que quiero decir hoy.
La pasada semana, justo en un día como hoy, cargado de actividades, se desarrolló en el SUM de la Escuela N° 91 una capacitación destinada principalmente a docentes, a cargo de la Magister Julia Bernik, nacida, criada, formada y educada en Basavilbaso (trato de no mezclar lo afectivo) y del Lic. Carlos Sklyar, de quién se resaltó que era descendiente de una familia judía colonizada en nuestra ciudad, pese a que sus lazos personales con esta pequeña aldea eran hasta esa fecha casi (o totalmente) inexistentes.
Yo no pude estar presente, como dicen los políticos, por "compromisos contraídos con anterioridad", básicamente porque el miércoles es el día de cierre de la edición del semanario, y es muy complicado restarle horas de trabajo. Pero, haciendo honor al "introito", recibí comentarios variados respecto al contenido de la misma, y voy a intentar dar mi opinión respecto a algunos de ellos.
En principio el lector conoce mi postura respecto a la costumbre que tenemos en estos pueblos de provincia de "adorar" lo que viene de afuera, sin pensar a veces que lo mismo lo tenemos acá. Y con esto quiero dar lugar a la convicción de que lo que dijo Julia fue más o menos lo que luego dijo la eminencia que nos visitó. Y no me quedan dudas, absolutamente, de que hay en Basavilbaso algunos más que podrían haber complementado la charla "casi" con los mismos conocimientos.
Y todo eso más allá de que comparto totalmente lo que me dijo días después un colega, respecto a que, sin dejar de reconocer los avances que hubo en la educación, que de todas maneras no son tantos como se pregonan, muchas de las cosas que dijo Sklyar no son tan así, y seguramente él mismo no se formó con esos métodos que ahora propone. Yo buscaría y ahondaría un poco más en las razones de la más que importante deserción escolar, tanto a nivel secundario como universitario. Si no nos ponemos a trabajar en serio en eso, y no analizamos números y causas, estamos "al horno con papas", como se dice en la calle. Sin ir más lejos, hace cuarenta años nos recibíamos no más de cuarenta en dos colegios secundarios que había en Basso, mientras que ahora terminan casi doscientos. Sin embargo el porcentaje de los que luego terminan una carrera terciaria o universitaria no se condice con ese aumento. ¿Por qué? En una de esas puede ser el tema de una próxima "capacitación". Eso sí, sin miedos y sin tabúes.
Y volviendo al tema de los "extranjeros", y sin llegar al extremo xenofóbico que está demostrando nuestro gobierno nacional a través de algunos conspicuos representantes, vuelvo a iterar que últimamente se nos ha dado por negar lo nuestro, no solamente lo que conocemos y quizás por eso no apreciamos, sino también lo que ni siquiera intentamos conocer. Así como Julia Bernik podría venir más seguido a hablar sobre la materia que domina, hay varios graduados universitarios más o menos jóvenes, que viven acá o que han resuelto no volver, generalmente porque no pueden ejercer su especialidad aquí, que son buscados desde otros lugares del país y del extranjero, e ignorados en su propio pueblo.
Hace algunas semanas disentía con  un lector respecto a lo que él suponía eran faltas de críticas a la gestión local, pero ahora debo aceptar que, por ahí, los medios de comunicación somos cómplices de esto que estoy denunciando, al resaltar los logros de los deportistas, por ejemplo, y no hacerlo con aquellos que se destacan en otros ámbitos, sobre todo en lo que tiene que ver con lo cultural, lo educativo, lo intelectual y lo científico.
En Crónica solemos publicar cuando alguno de nuestros conocidos o exalumnos culmina sus estudios universitarios, pero después, a veces por pudor propio o respeto al pudor ajeno, no seguimos haciendo notar sus logros.              
Andrés Conte, por ejemplo, pasó hace poco seis meses en Francia, más precisamente en el Paris Tech, Instituto Tecnológico de París, una institución pública de educación superior francesa que reúne doce de las más prestigiosas escuelas de ingeniería de París, y con la cual la UNL tiene un convenio de doble titulación o, como en este caso, de un intercambio en su especialidad, que es la de Ingeniero en Recursos Hídricos.
Gabriel Zabal, que fue mi alumno en la Escuela Técnica, trabajó en el Parque Nacional Galápagos, donde prestó colaboración en el área de Comunicación Ambiental, abocado a la realización "de un film institucional que tendrá como fin ser la carta de presentación de la institución a nivel mundial".
Por estas horas, alguien muy relacionado a este editorialista está participando como expositora en un Congreso en la ciudad de Puerto Madryn, sobre el tema específico de su Maestría en Administración Estratégica de Negocios, que es "Calidad de Productos", y a su regreso, desde el fin de semana, será una de las pocas representantes argentinas en un Congreso sobre "Evaluación Económica y Financiera de Proyectos de Inversión" en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República del Uruguay. Pero acá esas cosas no se saben.
Y se sabe que el Coro Municipal "Magnificat" va a participar el fin de semana en una serie de actuaciones fuera de la provincia, a las que fue especialmente invitado, porque el mismo coro se encargó de publicitarlo. Y a su regreso va a cantar, el lunes, en el aniversario del Club Ramsar Juniors, cuyos dirigentes decidieron que corresponde darle el lugar a alguien "de acá", sin aceptar imposiciones, como hicieron otros.
Pero esto tiene poca prensa. Y poco reconocimiento. Y poco Decreto de Ciudadano Ilustre. Y poco regalo de libros e historias familiares…y podría seguir citando ausencias. Será por eso, quizás, que a nuestro pueblo le falta Identidad. Porque tratamos de importarla cuando la tenemos acá.   Y porque, como dijo Erich Fromm, "No se puede defender lo que no se ama, y no se puede amar lo que no se conoce".                            
                                                    Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso


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