jueves, 6 de febrero de 2014

Carthago Delenda est

Carthago Delenda est – Editorial del 7 de febrero de 2014 El título que elegimos para hoy, y que traducido al castellano (está en latín) quiere decir: "Cartago debe ser destruida" responde a una famosa locución atribuida a Catón el Viejo, la que, según fuentes antiguas, pronunciaba cada vez que finalizaba todos y cada uno de sus discursos en el Senado Romano durante los últimos años de las Guerras Púnicas, alrededor del 150 a.C. Ninguna de esas fuentes establece exactamente la forma en que lo hacía, si como se escribe en la actualidad, 'Carthago delenda est', o la más completa, 'Ceterum censeo Carthaginem esse delendam' ('Y además opino que Cartago debe ser destruida'). El objetivo de Catón se cumplió por completo. La ciudad fue borrada de la faz de la tierra y con tal éxito que los arqueólogos solo han encontrado restos del lugar que alguna vez fue el más rico del Mediterráneo. La frase se convirtió así en un modo de expresar la tenaz insistencia sobre una idea fija en cuyo empeño no se ceja hasta haber logrado realizarla, y en tal sentido se utiliza hoy. Entonces, y como el lector sabe que nos apasiona la Historia, porque de ella se pueden extraer experiencias respecto a situaciones que debemos o no repetir, vamos a trazar un paralelo entre la realidad de aquellos años, que motivara la tan mentada frase de Catón, con nuestra realidad actual, no sin antes explicar, por si hiciera falta, que la apelación a la destrucción no es de ninguna manera literal, ni tiene un sentido material. Somos acérrimos (o sea muy firmes y entusiastas) defensores de la democracia como forma de elección de las autoridades que nos representen, pero también, y fundamentalmente, como forma de vida. Cartago fue una de las ciudades más importante de los Fenicios, navegantes atrevidos y hábiles comerciantes que dejaron huellas de su paso por todos los rincones del Mediterráneo, al punto que nos atrevemos a decir que ningún pueblo del Oriente tuvo tanta influencia sobre el mundo antiguo Pero, aunque el fenicio era industrioso y muy trabajador, también era ávido de ganancia y de lujo, orgulloso e insolente, violento y cruel. Era, sobre todo, embustero y desleal. Se conocía por doquier el doblez de la fe púnica, es decir la duplicidad y mala fe de los fenicios. Vivir para enriquecerse y enriquecerse para luego gozar, tal era su grosero ideal. Con ese fin no desdeñaban de sumar a las ganancias del comercio el botín de la piratería. Con los pueblos fuertes y civilizados comerciaban con fingida honradez; pero se desquitaban con los pueblos indefensos. Merodeaban a lo largo de las costas, y, dada la ocasión propicia, robaban las cosechas y saqueaban las ciudades y templos. Los fenicios abastecieron las cortes orientales de cuánto era preciso para satisfacer el lujo, el vicio y la ostentación. El comercio de los esclavos les valió beneficios enormes. En sus viajes lejanos solían atraer a bordo a niños y mujeres con sus chucherías relucientes, y levaban de repente el ancla, llevándolos cautivos, para venderlos en los mercados de Oriente. El fenicio permaneció así muy próximo a la barbarie por afecto de su excesivo espíritu mercantil. Volviendo a nuestros días, tras su viaje a Cuba para participar de la cumbre de la Celac, la Presidenta reapareció esta semana con un duro discurso en el que pidió a los hombres de negocios que no "fuguen" divisas (¿se acordará de cuando Néstor Kirchner sacó de Santa Cruz seiscientos treinta millones de dólares que luego, según dijo ella misma "se evaporaron"?), reclamó moderación a los gremios y hasta deslizó la posibilidad de una quita de subsidios a las tarifas de servicios como luz y gas, cuando sostuvo que "no es justo" que perciban esos beneficios aquellos que tienen capacidad para comprar dólares. Lo sintomático es que luego de que Cristina Kirchner cargara sus tintas contra empresarios y gremialistas, el jefe del sindicato gastronómico, Luis Barrionuevo, opositor a la Casa Rosada, advirtió que "si en el kirchnerismo tienen miedo de irse antes es porque seguro se van a ir antes". Por supuesto que estas declaraciones tienen relación con lo que había expresado el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, quién dijera que el Gobierno "no se va a ir antes" de las elecciones presidenciales de 2015. "No se ilusionen, no nos vamos a ir antes. Si algo caracteriza a Cristina y a quienes la acompañamos es que estamos dispuestos a dar esta pelea", enfatizó el funcionario. Esa preocupación que expresábamos a la hora de explicar por qué apelamos al título de hoy, tiene que ver, por ejemplo, con la inquietud que nos genera vivir en un país tan extraño en el que, sin ponerse colorado, un incendiario de urnas en elecciones libres (Barrionuevo lo hizo en Catamarca) y además impúdico fraseador sobre la corrupción, cuando dijo en el año 1990 (¿parece todo tan lejano, no?), textualmente, en un programa periodístico, que para que la Argentina salga adelante, "deberíamos (los políticos) dejar de robar durante dos años", tenga todavía influencia sobre los ciudadanos y sus definiciones las tomemos como "liberadoras" de un sistema que nos ahoga. Para seguir con las frases célebres, ya en aquél momento deberíamos haber dicho: "El muerto se ríe del degollado". Lo único válido de las opiniones de Barrionuevo es que hay que tenerlas en cuenta porque está, y estuvo siempre, muy cerca del poder, de modo que esa consideración nuestra que lo incluye entre los corruptos, no lo excluye de todas maneras de los creíbles, Por eso vamos a decir que en 2008 el mismo Barrionuevo, pero ahora "recargado", consideró que entonces era necesario "dejar de robar por seis meses"; en 2010, afirmó que si el Gobierno dejaba de hacerlo, "en dos meses" el país salía adelante y ahora opinó que 30 segundos sin robos bastaban para que eso ocurra. ¿Terrible, no? Como para ir un poco a los ejemplos más claros, hace pocos días el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, sostuvo que existen "ciertas conductas", algunas de ellas calificables como "avaricia", en el comportamiento de actores agropecuarios "que no liquidan divisas" porque tienen una "mayor capacidad de almacenar y ahorrar". Irónicamente, según su última declaración jurada de bienes presentada ante la Oficina Anticorrupción, Capitanich tiene ahorrados $2.711.939 entre dinero en efectivo y plazos fijos. El gobernador de Chaco en uso de licencia, sostiene poseer dos plazos fijos: uno por $2.472.679 y otro por $127.713. Si en el mercado financiero hay algo especulativo, eso es el uso de un plazo fijo. Sin querer, el jefe de Gabinete volvió a complicarse con sus declaraciones, como ya lo había hecho con la eventual "importación de tomates", la posible instalación de cortes programados o la modificación de bienes personales. Su frase "Si todos tuviéramos una actitud constructiva y solidaria, el dinero excedente no se destinaría a la especulación sino a la inversión", debería figurar en el libro de las estupideces, no por lo que expresa, sino por quién la expresa. Nosotros no queremos que Cartago sea destruida. Queremos que se cumplan los plazos constitucionales porque ese es un imperativo de la vida democrática. Pero también creemos que el gobierno debe hacer un sincero mea culpa y darse cuenta de que, más allá de la economía, la gente está necesitando más paz y menos confrontación como sistema, más alegría y menos crispaciones, más concordia y reconciliación en vez de persecuciones judiciales y venganzas, más verdades y menos mentiras, aunque parezca una verdad de Perogrullo. Lo que pasa, además, es que los ciudadanos estamos en una situación de angustia y tensión permanentes, y no aparece ningún Catón que nos diga lo que opina. Es muy triste tener que hacerlo desde un semanario de un pequeño pueblo de provincia, cuando el deber es de otros, que cobran para ello y ocupan bancas. Aunque nosotros estemos motivados en lo que dice la letra de "El Orejano": Porque no me llenan con cuatro mentiras los maracanaces que vienen del pueblo a elogiar divisas ya desmerecidas y hacernos promesas que nunca cumplieron. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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