jueves, 29 de noviembre de 2012

A quién corresponda

A quién corresponda - Editorial del 30 de noviembre de 2012 Cuando empecé a pensar en el tema de esta semana, recordé el título de uno de los mejores discos de Joan Manuel Serrat. Se llama “En tránsito”, es del año 1981, y tiene una hermosa canción cuyo nombre coincide, precisamente, con el editorial de hoy. Porque son sumamente descriptivos, y me vienen como “anillo al dedo” voy a transcribir los versos de una parte de la misma, que, no por casualidad, está subtitulada como “Súplica”: Se sirva tomar medidas y llamar al orden a esos chapuceros que lo dejan todo perdido en nombre del personal. Pero hágalo urgentemente para que no sean necesarios más héroes ni más milagros pa' adecentar el local. No hay otro tiempo que el que nos ha "tocao", acláreles quién manda y quién es el "mandao". Y si no estuviera en su mano poner coto a tales desmanes, mándeles copiar cien veces que "Esas cosas no se hacen". Gracia que espera merecer del recto proceder de quien no suele llamarse a engaño, a quien Dios guarde muchos años. AMÉN. La conjunción entre el nombre del álbum y el del tema debe ir sugiriendo ya al lector acostumbrado a estos juegos, que de lo que vamos a hablar es del problema del tránsito en nuestra ciudad, el que pese a los intentos (vanos) de solucionarlo, se va agudizando, todo con un final que a este momento es absolutamente imprevisible, y que puede generar responsabilidades que supongo ni siquiera se imaginan los responsables. Solamente para dar un ejemplo, el sábado en una calle céntrica, bajo la mirada de un inspector de tránsito, una moto me pasó por la derecha, en un espacio limitadísimo, y con un altísimo riesgo físico para el aprendiz de suicida, y uno mucho más alto para mí, que sin tener nada que ver, me iba a quedar con una horrible sensación para toda la vida. Ya alguien de mi familia pasó por eso, así que sé que eso nunca se supera. Casualmente yo había hablado en la semana en el municipio porque creo que el actual sistema de aplicación de la Ordenanza de Tránsito es, por lo menos, desigual. Me ha tocado ver cómo se le cobra una multa de casi dos mil pesos a una persona que para ganarlos tiene que trabajar todo el mes, mientras se mira para otro lado las más de las veces. A mí que no me “corran con la vaina” de que se están haciendo muchas multas, porque eso no tiene sentido si no se hace una comparación con la cantidad de infracciones que no se castigan. Por supuesto que como hombre del Derecho conozco los principios generales y acepto que el incumplimiento de algunos no puede ser causal de que el mismo se generalice, y en ese orden está bien que se exija, que se confeccionen las actas, que se intime y que se cobre. ¡Pero a todos! Así como se popularizó, con razón, la frase que pregona que la justicia lenta no es justicia, también va llegar la hora en que se haga carne en la gente que si la Constitución dice que todos somos iguales ante la ley, no puede ser que haya algunos más iguales (o desiguales) que otros. Es cierto que no todas las faltas se castigan en el mundo. Y esto comprende delitos y contravenciones. Hay crímenes perfectos que nunca se han resuelto. Pero lo que no es posible es que la autoridad sea testigo del incumplimiento y no haga nada. Este inspector municipal al que hice referencia más arriba, y al que me acerqué luego del incidente para preguntarle si lo había visto (aunque era imposible que no lo hubiese visto), me contestó, casi textualmente: “y qué querés, Mario. Si intento pararlo me pasa por encima”. Puede que eso sea cierto, pero entonces es lógico aventurar, parafraseando alguna ocurrencia de Landriscina, que los inspectores terminan estando ”…como cenicero de moto”. Por supuesto que ellos no son de ninguna manera los responsables del desorden en el que se encuentra el tránsito en Basavilbaso. Los responsables son aquellos que hemos elegido para gobernar, porque llegaron al lugar que ocupan gracias a la política, que es el “arte de lograr el bienestar general”. Acá hace falta poder de decisión, porque si no, tarde o temprano, algún abogado (que podrá ser el firmante, ¿por qué no?) se animará a presentar una denuncia por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Para ello bastará con tomarse el trabajo un fin de semana de filmar o fotografiar el paso de todo tipo de vehículos infringiendo las normas vigentes (pésimas normas, pero vigentes al fin), ante la impertérrita mirada de quienes tienen la obligación de tomar medidas. Y yo creo que la solución no pasa ni siquiera por el incremento de la cantidad de inspectores, ni por la provisión de motocicletas para una mejor vigilancia. Si, por ejemplo, me parece que una cobertura rotativa las 24 hs. del día en los lugares estratégicos que todos conocemos, generará el hábito del cumplimiento. Seguida esa cobertura, por supuesto, por las consecuentes multas y las ejecuciones cuando las mismas no se pueden hacer efectivas. Es sabido que la letra con sangre entra. Y conste que no me refiero solamente a las motos, aunque en este mismo momento (son las doce de la noche del miércoles) estoy escuchando el ir y venir por la Av. San Martín de una con escape libre que me está rompiendo los…tímpanos y no me deja concentrarme. También hablo de los que estacionan en las zonas demarcadas con amarillo en las esquinas (en este caso, y mayormente, 4x4 y no ciclomotores), sin importarles si impiden la visibilidad y crean las condiciones necesarias para que se generen accidentes; a los que circulan a exceso y a defecto de velocidad (es decir muy rápido o muy despacio); a los que aturden con sus equipos de sonido con una música que los demás no tenemos por qué escuchar obligados; a los que manejan sus vehículos empinando al mismo tiempo una botella de cerveza o de vino frizze; a los que no tienen todas las luces (en sus autos), etc. Para ello es imprescindible, en primer lugar, reformular la Ordenanza vigente, que como ya expresara en varias oportunidades, demostrándolo y justificándolo con creces, es un adefesio impresentable. Una vez que eso se haga, lo que restaría, sobre todo después que se han creado tantas secretarías que supongo deben ser necesarias para el funcionamiento del ejecutivo municipal, sería la creación de un Juzgado de Faltas, imprescindible para asegurarle al ciudadano que su incumplimiento no será merituado por quién es a su vez parte, como ocurre ahora. No puedo dejar de suponer que, a la hora de rechazar un descargo, prima seguramente la posibilidad de un ingreso dinerario al fisco antes que el de las garantías constitucionales del debido proceso. Pero es claro que no se pueden primero exaltar las causas y luego agraviarse por los efectos. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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