lunes, 29 de agosto de 2011

Tolerancia cero

Tolerancia cero - Editorial del 26 de agosto de 2011
Otra vez asumo la primera persona del singular, para acometer la tarea de defender una de las luchas más claras y precisas que he debido afrontar en mi vida.
Como saben los lectores, y los que no lo saben se están enterando, a finales de la década de los '90, que los historiadores deberían sobre nombrar como la "segunda década infame", surgió en Basavilbaso un movimiento de docentes autoconvocados, superador de las dirigencias existentes en ese momento, y que lideró los reclamos en la provincia, tanto en cuestiones de fondo como formales. Así, Basavilbaso se constituyó en esos tiempos en un modelo de acatamiento a las medidas de fuerza, asegurándoles a los compañeros un 100% de ausentismo, como diciéndoles, de verdad, "sígannos, que no los vamos a defraudar", pero también desde acá surgieron propuestas e ideas que se convirtieron en representativas del pensamiento de todos.
Fueron paradigmáticas las marchas que hacíamos por las calles de la ciudad, los cánticos que entonábamos, la heterogeneidad de su conformación (medida en presencia de peronistas y radicales, y de otros partidos), la receptividad que teníamos en la comunidad, etc. De esa autoconvocatoria surgió que varios de nosotros pasásemos a representar luego orgánicamente a nuestros compañeros, primero constituyendo una lista en el orden local, que nos llevó a conducir la filial durante un período, junto a amigos inolvidables como Mary, Chango, Susana, Daniel, Tati, Claudia, y muchos más que sumaron en la lucha, y luego, en mi caso particular, pese a no tener el título docente, la militancia me llevó a ser hoy congresal provincial de Agmer, agregando a eso la casi constante presencia como secretario en los congresos, lo que constituye una honra personal, sumamente satisfactoria, y que me compromete mucho más todavía.
Es por eso que me subleva el tratamiento liviano e inconsistente de la problemática del docente entrerriano, tanto cuando se hace desde el gobierno, como cuando los responsables son los ciudadanos, que mal informados o influenciados por quién sabe qué factores, tergiversan las informaciones y generan una confusión que no nos merecemos.
Y cuando digo ciudadanos, me da bronca porque ese sector que estoy denominando genéricamente, y que se queja y hasta despotrica contra los paros docentes, no es un ente abstracto y confuso. No. Está constituido por seres humanos, de carne y hueso, que son, a su vez agentes de la administración pública, empleados de comercio, productores agrícolas, comerciantes, que también reclaman por la reducción de sus ingresos, tengan la forma de descuentos de salarios, de retenciones, de aumento de impuestos, de inflación, etc., etc.
Entonces, escuchar el discurso mentiroso e hipócrita de los gobernantes, es algo a que estoy ya mal acostumbrado. Y mucho menos me sorprende viniendo de estos dirigentes que, por un lado, defienden la teoría del "día no trabajado, día no cobrado", mientras se paseaban durante la campaña de esta estúpida elección abierta que tuvimos que sufrir, dejando de lado sus obligaciones como funcionarios, legisladores o "asesores", pero seguramente cobrando regularmente sus sueldos o dietas, ya que para ellos el aserto no se aplica. He asegurado esto acá muchas veces a lo largo de estos años de lucha, y nadie ha salido a desmentirme presentándome sus recibos de sueldos o sus liquidaciones de dietas en los que conste el descuento por esos días en los que no se presentaron a cumplir con sus "tareas" habituales.
Es más, casi al tiempo que escribo estas líneas, recibo de una agencia de noticias las declaraciones del senador Santiago Gaitán (PJ, Paraná), presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda del cuerpo, quien, muy suelto de cuerpo y gozando de una impunidad total, aseguró que "la actividad legislativa de aquí al 23 de octubre (fecha prevista para las elecciones generales) será muy tranquila y no habrá asuntos importantes a tratar, porque estamos en campaña". Si alguien me puede explicar el porqué de esta burla, dicha el mismo día en que los docentes apelamos a un paro parcial de dos horas como una variante menos lesiva de defensa de nuestros derechos, estoy dispuesto a escucharlo. Mientras, me quedo con una sensación horrible, que no puedo traducir en palabras porque traicionaría las más elementales normas de buenas costumbres y de estilo periodístico. No sé si el amigo lector me entiende, pero creo que sí.
Estos pseudo republicanos, que contradicen con sus acciones la misma definición de República, solo quieren el poder para su propio beneficio personal, y no hesitan en llevar a la más inmoral miseria (económica o social) a todos los que ellos engloban en el concepto de súbditos. Total, mientras nosotros hacemos cuentas para llegar a fin de mes, ellos se pasean en sus autos importados, con vidrios polarizados que los asemejan a una campana de cristal que los aísla del mundo. Y lo digo con absoluta convicción, porque este sistema tiene de democrático solo la forma de elección, pero no la del trato a los mandantes. En eso se parece cada vez más a una dictadura.
Entonces menos entiendo todavía a los docentes, muchos de ellos que marcharon junto a nosotros cuando el gobernador era Montiel, agitando las banderas y sumándose a los gritos en demanda de dignidad en los salarios, que ahora se refugian en el "atenuante" de los descuentos (que por otra parte Montiel no hacía) para trabajar en los días de paro y escudarse en que estos son paros políticos. ¡Pero por supuesto que son paros políticos! ¿Qué duda cabe? Son paros políticos y a mucha honra, porque están hechos en pos de derechos humanos imprescindibles, que solo se pueden defender arrancándoselos a los poderosos de turno, ya que ellos por las buenas no nos concederán nada.
Ya expliqué una vez mis reparos respecto a las opiniones anónimas vertidas en las páginas digitales, y lo sigo sosteniendo porque creo que son una expresión de cobardía, más puestas al lado de quienes ponemos el nombre y apellido cuando opinamos. Y viene a cuento porque en la edición digital de FM Riel, bajo la noticia que anuncia las medidas de fuerza del gremio docente, aparece una tal "Alicia", que más adelante se identifica como docente, y que opina, sin usar signos de pregunta, ni tampoco los de puntuación adecuados, y mucho menos los acentos: "A quien hace huelga, si el gobernador gano por robo, por favor, que vayan a trabajar y dejen de hacer vagancia" (textual). Pobres los alumnos si en verdad esta tal Alicia es docente, porque más allá de los errores formales, debería saber que el gobernador en esta elección no le ganó a nadie, incluyendo en el concepto de "nadie" a ese invento suyo llamado González. Si "Alicia" le enseña así a los alumnos, entonces nos explicamos claramente muchas cosas que pasan en la educación.
Y la cosa no queda ahí. Más adelante, en los mismos comentarios, y como respuesta a Analía, otra vez esta singular "docente" causa vergüenza ajena al leer uno lo que pone, no solamente porque es un cúmulo de faltas de ortografía, sino porque su obsecuencia está llevada al extremo de la inmoralidad. Por suerte yo me quedo tranquilo porque presiento que miente al decir que es docente.
Si lo fuera lucharía junto a nosotros contra la incomprensión y el desprecio que en la actualidad, y desde hace décadas, recae sobre la vocación y la profesión docente en la Argentina. Y digo ésto aun teniendo en cuenta los vicios y las lacras que, como toda profesión, ésta también tiene. No hace falta vanagloriarse de no haber tomado nunca una licencia, como dice ella por ahí. Yo tampoco lo hice, y cuando viajé pedí una sin goce de sueldo, porque es lo que se debe hacer, ya que educar significa dar clase dentro y fuera del aula. ¿Que hay docentes que no hacen eso? Pues que se hagan cargo de sus errores, como debemos hacernos cargo todos.
Porque como escribió Eduardo Galeano: "Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso






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