jueves, 18 de agosto de 2011

Dos puntas tiene el camino

Dos puntas tiene el camino - Editorial del 19 de agosto de 2011
Tomamos prestado un párrafo muy conocido de la tonada "Las dos puntas", porque a nuestro parecer expresa la idea central de la página de hoy.
Por supuesto, y a quienes nos leen habitualmente no les quedará a esta altura ningún tipo de dudas, que el tema que estamos dispuestos a analizar, a nuestra manera, es el de "el día después" de las elecciones del pasado 14 de agosto, que fueron, debemos decirlo, "una mezcla rara de penúltimo linyera y primer polizonte en el viaje a Venus" (como se notará hoy estamos siendo recurrentes a la música popular, en este caso a Piazzolla y su "Balada para un loco").
Entonces, entre tonadas y baladas, debe quedar claro que en nuestra opinión no le hizo muy bien a la democracia esta experiencia inédita desarrollada el domingo, más allá de que, cual excepción que confirma la regla (porque casi toda regla tiene su excepción), en algunos lugares como Basavilbaso sirvió para demostrar, como nos dijo esa misma noche Emilio, que "los carteles no votan".
La invocación a Piazzolla tiene que ver con que a casi nadie le quedó claro que en Entre Ríos había dos elecciones coetáneas: una, el PASO, que de acuerdo a una parte de su nombre (en sigla o acrónimo) era obligatoria; y la otra, el resultado fatal de la maléfica Ley Castrillón, absolutamente voluntaria.
Como para empezar el camino hay que elegir una de las dos puntas, y porque la jerarquía así lo amerita, el triunfo de Cristina, que algunos, quizás sin advertir el alcance del término, califican de "aplastante", es el comienzo indicado. Y aunque en los sistemas democráticos la voluntad popular es suprema, uno no puede menos que conmoverse ante la magnitud de esa expresión, no tanto ya por lo que significa para bien, sino por lo que puede significar para mal.
Acostumbrados como estamos a buscar botones de muestra, el mismo lunes, literalmente ese "día después" que tanto nos preocupa, en el Fútbol para Todos que supimos conseguir, mirando a Boca en la A, debimos soportar la obsecuencia enfermiza de Marcelo Araujo, que no cesó de referirse a Amado Boudou como el futuro Vicepresidente de la Nación, abusando de la TV Pública en beneficio de un partido político. De más está decir que si esa va a ser la tónica con la que se van a encarar las cosas a partir de la lectura anticipada de un resultado que todavía es incierto, "estamos al horno", por usar un lenguaje coloquial moderno. De ahí a que "6 7 8" se convierta en "la razón de nuestra vida", hay solamente un pasito.
Por supuesto que la lectura de este fenómeno es incompleta si no advertimos inteligible la actitud de la oposición, en su mayoría distraída detrás de absurdos e inviables proyectos personales, incompatibles con las necesidades y pretensiones de la gente.¡Después no nos quejemos por la opción hacia el mal menor!
Y similares actitudes observamos (es un decir, porque en realidad escuchamos) durante ese mismo día, viajando bajo la torrencial lluvia, en varias radios entrerrianas, por parte de conductores de programas que no dudaban en resignar su condición humana para convertirse en felpudos del poder, tarea que les insumirá, seguramente, los días que restan hasta al 23 de octubre, y ¡Dios no lo quiera!, por cuatro años más.
Aclaramos acá que la referencia a Dios vale sólo para la obsecuencia, y no para aquellos que, aparentemente, nos van a gobernar hasta 2015. ¡Esa será otra historia!
La inconmensurable vocación de poder (que al no poder medirse se torna un boomerang) que demuestran algunos gobernantes, hizo que esa mezcla se transformara en un "traje a medida" de sus aspiraciones, sin darse cuenta de que, en muchos casos, se iba a tratar de una clara emulación de la parábola del rey desnudo.
El propósito final se logró, de todas maneras, porque la confusión reinante, que alcanzó a las mesas electorales, a los votantes y hasta a los medios de comunicación (nosotros mismos, en esta edición, deslizamos una muestra que a los lectores de la versión de papel y tinta invitamos a descubrir), llevó a interpretar la inexistente contienda interna entre Urribarri y González como algo serio, adjudicando al gobernador un 98% de la voluntad electoralista de los entrerrianos. ¡Soberana estupidez!
Tampoco se debe confundir a la gente con los resultados obtenidos por los otros partidos, sobre todo por aquellos que carecían de la fuerza de arrastre que, inevitablemente, producen las candidaturas locales. No es lícito decir que Benedetti perdió en su pueblo natal, Larroque, como tampoco lo es decir que Rinaldi perdió en su pueblo de adopción, Basavilbaso. Quienes interpretan eso son traidores al pensamiento republicano, ya que las urnas del 23 de octubre serán las únicas voceras autorizadas de la voluntad popular.
Y ya que hablamos de la voluntad popular, y como para ir terminando este que será hoy un editorial un poco más breve, quedó claro que la pretensión de hegemonía que alguien quiso otorgar a una elección de comité (generalizando), suponiendo que el 13 a 2 de los dirigentes debía plasmarse en una igual proporción en los dirigidos, por efectos una supuesta mágica convicción, quedó solamente en eso.
Y a la vez desnudó una evidente soberbia en la lectura de los hechos políticos, que se intentó revertir con un comunicado casi póstumo, que obnubiló las mentes de los conductores al punto tal que, incluso, esbozó una proscripción electoral como última manera de evitar lo inevitable. Decíamos en la frase final de la pasada semana que no se pueden exaltar las causas y luego agraviarse por los efectos. La desesperación por aprovecharse de los frutos del árbol les impidió ver el bosque, y advertir que quienes no tenían el compromiso de elegir una opción propia, urgidos como estaban por esos mismos dirigentes respecto a que había que votar, no iban a encontrar otra manera de hacerlo que intervenir en la interna de los demás, propósito oculto de la Ley Castrillón que terminó justificando aquello de que "no hay peor cuña que la del mismo palo". Eso nos hace acordar a Epímenides, el Cretense, que dijo que todos los cretenses son mentirosos.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso



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