jueves, 9 de junio de 2011

PASO a paso

PASO a paso - Editorial del 10 de junio de 2011
Ya con las listas confirmadas para las elecciones del nuevo sistema PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), uno no puede menos que asombrarse de la interpretación que hacen algunos acerca de las alianzas, siempre subjetivizando las cuestiones según de qué lado esté el crítico. Así, los kirchneristas se ¿olvidan? de que llegaron al poder con Aldo Rico, Duhalde, Gildo Insfrán, los intendentes del conurbano bonaerense, etc., y pretenden convertirse en jueces de los acuerdos que hacen los otros partidos, incluso calificándolos o descalificándolos según se inclinen por quiénes ellos interpretan que representan a lo popular, y quienes no.
Más allá de que estamos convencidos de que ese rol le corresponde a los electores, obviamente con su voto, y no a los iluminados que piensan por los demás, mucho menos pueden convertirse en árbitros de estas cuestiones quienes han transitado por los caminos más embarrados de la política, sin que luego se les cayera la cara de vergüenza. ¿Se puede aceptar, acaso, que se pontifique en contra de una unión electoral, desde el lugar que ellos mismos ocuparon tantas veces? ¿O acaso la memoria colectiva no llega hasta la fórmula Cámpora-Solano Lima? Uno, “el Tío”, supuesto representante del progresismo (aunque esta aseveración sea bastante discutible), y el otro, su vicepresidente (de una fórmula fugaz), representante del más rancio conservadorismo de derecha. Si hasta el también fugaz candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma, Amado Boudou (que tuvo que resignar sus aspiraciones por culpa del “democrático dedo de la Sra. Presidente”), acertó a fundar una agrupación (¡y tanto acertó que ya estaba fundada!) cuyo nombre era “La Solano Lima”, en clara oposición a “La Cámpora”, y en un más que elocuente intento de diferenciarse él, kirchnerista proveniente de la UCEDE, y discípulo de Alsogaray, de quienes se envuelven en las banderas de los montoneros para que se entienda bien a qué sector del peronismo representan. Debemos aclarar acá que el macrismo (supuestamente no progresista) tiene en la Capital una agrupación con ese nombre. ¡Caramba, qué coincidencia!
No sabemos si quienes por estos días se llenan la boca con la referencia a una supuesta antinomia Liberalismo vs. Populismo, saben bien de qué se trata la cuestión, o tocan de oído. Obviamente que uno de los espacios en que es más recurrente el tema es en el “amplísimo” programa “8,7,6” (nosotros ya lo rebautizamos con esta cuenta regresiva, tomando la afirmación de su productor, Diego Gvirtz, que asegura que con otro gobierno es imposible que el programa siga). Allí, cuando no los une el espanto a Clarín, se esmeran en remarcar que éste es el gobierno más popular de la historia, y que el resto fueron todos “liberales”.
No se puede alardear de conocer, si no se acepta que son dos doctrinas político-económicas que han marcado la vida del país. En todo caso uno podría recurrir a algunas preguntas que resultan tentadoras, tales como ¿en qué se diferencian? ¿en qué se parecen? ¿existe un espacio de confluencia liberal populista?, y en ese caso ¿en qué condiciones concretas se produce?
Un análisis desapasionado de esta década, más que nada del período iniciado en 2003, nos va a mostrar que según la definición de “populismo”, la relación entre el poder político y el poder económico debe ser consciente; racional. Y el gobierno debe llevar adelante un arbitraje entre los diferentes sectores y unidades económicas, a fin de evitar que las concentraciones de poder puedan interferir sus intereses con el resto de la sociedad.
Pero es evidente que el kirchnerismo ha construido “Olimpos” de poder económico, en este caso propios o de amigos del poder (cuando no de testaferros), que nadie controla de manera efectiva y sistemática. Lo que pasó en estos días con Sergio Schoklender y la Fundación Madres de Plaza de Mayo es un claro ejemplo, y por algo nosotros premonitoriamente titulábamos la semana pasada con una alusión al “dónde iremos a parar…” El tiempo con que contaron para armar la estafa, y el desparpajo del que hacían gala al ostentar los bienes mal habidos, es similar al que demostró Ricardo Jaime. Sin embargo parece que hasta el momento el famoso aserto “cuando las barbas de tu vecino veas cortar…” no se está cumpliendo, pese a que estas dos muestras de la corrupción “populista” la usan.
Pero no solo se “bardea” este supuesto populismo en el sentido económico. También lo hace en el político, y casi al mismo tiempo en que ataca a los demás por no ser “progres”. En nuestra provincia de Entre Ríos, en la que el derecho de huelga no es respetado por el gobierno, la presidente del Consejo General de Educación, Prof. Graciela Bar, volvió a advertir a los docentes que “día no trabajado es día no pagado”, e instó a los padres de los alumnos a llevar a sus hijos a las instituciones. Y como si esto fuera poco, el Gobernador Urribarri, que según los medios es vicepresidenciable en el intento de reelección del gobierno “popular” de Cristina Fernández, apoyó la postura agregando “creo que nada en la Argentina, ni en ningún lugar del mundo, se arregla dejando de trabajar”.
Para aquellos inadvertidos, les hacemos saber que la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) decidió en un congreso sumamente democrático (en el que no se usó un sombrero y papelitos con los nombres, como sí se hizo en la “elección” de los diputados urribarristas) apoyar la medida de fuerza a la que convocó la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) para este miércoles 8 de junio, y cuyos ejes reivindicativos eran: a) Por La distribución de la Riqueza; b) Por el 82 % móvil para los jubilados con restitución de los aportes patronales; c) Porque la Asignación Universal por Hijo incluya a todos y se convierta en ley; d) Contra la Precarización laboral y el trabajo en negro y, e) Contra el Trabajo Infantil. ¡Nada Menos!
Ahora, Prof. Bar y Sr. Urribarri: si lo que hicieron Uds. no es un apriete, ¿qué es?
Deberían saber ambos que es parte de la más antigua tradición liberal el valorizar las acciones individuales como el mejor medio de destacarse y ascender, al revés que lo que debería hacer si uno es “popular”. El populismo como doctrina enfatiza variadas formas de participación y alienta la integración de grupos para manifestarse socialmente. Mientras la participación social relaciona a la gente y promueve el interés político, el individualismo es el punto de partida del escepticismo, interesado o no.
Como dijimos al comienzo, los ciudadanos con nuestro voto seremos los jueces definitivos de estas posturas. Y no nos dejaremos engañar con espejitos de colores.
Ni el 14 de agosto ni el 23 de octubre.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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