jueves, 10 de marzo de 2011

Simplemente Mujer

Simplemente Mujer - Editorial del 11 de marzo de 2011
Nuestra página de hoy tiene que ver con el Día Internacional de la Mujer, que como es casi una constante recuerda la muerte, en este caso de 129 trabajadoras que realizaron una huelga en la fábrica textil donde trabajaban en Nueva York, en 1857, para pedir una jornada de 10 horas de trabajo e igualdad de salarios que los hombres. En respuesta a la planta ocupada, se prendió fuego al edificio y se trabaron las puertas. Literalmente.
Y justo por estos días sucedieron en nuestro país numerosos crímenes, en una sociedad que no termina de reconocerse a sí misma como cargada de autoritarismo y machismo, que tienen como víctimas a mujeres bajo el signo de un creciente sadismo, asociado con el fuego, como para deleite de los analistas.
Es casi sintomático que cuando una mujer aparece muerta, estará además violada, vejada, apuñalada, descuartizada. Cuando la mujer es víctima de un crimen el hecho tendrá un porcentaje de crueldad adicional.
La mujer golpeada, apaleada, lastimada por su compañero, es un cuadro que se repite con demasiada frecuencia en todo el país. Esto por lo general no se denuncia, porque de todos modos las denuncias de este tipo se reciben generalmente de mala gana en las comisarías, ya que tiende a considerarse como un "problema familiar".
Aún el hombre más pobre, el más desposeído de la tierra tiene, en este mundo patriarcal, un poder, una posesión, una propiedad: su mujer. Y esto no será resuelto por una norma escrita, sino que fue y sigue siendo un problema cultural.
Y sucede porque también las mujeres siguen reproduciendo una estructura de poder donde el hombre tiene una cierta consideración, y sus excesos son vistos como parte de una condición masculina naturalmente más fuerte, más arrogante. Todo viene como consecuencia de una historia de sometimiento que ya lleva siglos y también, en muchos casos, por una imposibilidad de salir de la situación en que se encuentran, determinada por las condiciones económicas, sociales y, como decíamos, culturales.
Por otra parte una porción muy importante de las mujeres argentinas, de las clases populares, es cabeza de familia, es decir se ocupa de la crianza y de la manutención de los hijos, simultáneamente. Sus compañeros no suelen estar presentes como algo "regular", y su condición de trabajadores "en negro" complica mucho la exigencia de la cuota alimentaria. En este sentido, aunque políticamente no estamos de acuerdo con atacar los efectos y nos gustaría más viabilizar recetas para atacar las causas, la Asignación Universal por Hijo viene a ser una importante ayuda para superar esta situación.
Y si nos referimos a las mujeres de lo que se denomina "clase media urbana", resulta evidente que también hay muchas que asumen solas una gran cantidad de tareas: trabajar, criar sus hijos, estudiar y hasta luchar por una causa política o sindical. Y seguramente habrá muchas lectoras que se estarán identificando con estos roles, tanto del párrafo anterior como de éste.
De paso, ya que hablábamos de la actividad política, en estos últimos tiempos, por esta cuestión del "cupo femenino", desde el aspecto legal, por lo menos, se ha reconocido esta situación, como una manera de lograr llegar a ocupar cargos jerárquicos o de mayor responsabilidad. Y decimos "desde el aspecto legal, por lo menos", porque somos conscientes que esto no llega a facilitar totalmente el acceso. Y mucho siguen teniendo que ver en esto las cargas domésticas y laborales que no pueden desatender.
Ayer, casualmente, escuchábamos por la radio, mientras viajábamos en el auto, un reportaje a la Presidente Municipal de Villa Paranacito, una de las cinco mujeres (entre ellas Susy Rossi, nuestra Intendente) que están a cargo de esa función en Entre Ríos. Carmen Toller, que de ella se trata, aseguraba que pese a la imposición que la Constitución de Entre Ríos agregó en la última reforma respecto a la obligatoriedad de cumplimentar en las listas el 50% por género, era muy difícil lograr en su Departamento (Islas del Ibicuy) completar los lugares de las mujeres. Y que eso iba a ser un gran problema a enfrentar en el "armado" previo a las elecciones de este año. Esto demuestra, palmariamente, que lo que decíamos más arriba es verdad: la norma por sí sola no arregla nada. Gracias al "entrenamiento cultural" que tenemos, cuando las mujeres salen de su casa para cumplir otras tareas en el mundo, cargan con la culpa de sentirse "traidoras" del orden natural, por aquello de la idealización del rol materno, es decir el concepto de que la madre es irreemplazable. Así, el trabajo de ama de casa es una tarea rutinaria, donde todo lo que se hace se consume sin que haya un precio ni un reconocimiento especial, pero que si no se realiza es visto como un incumplimiento de las funciones obligatorias. Y a esto lo decimos desde un rol de "padre moderno" que ha cambiado los pañales de sus hijos, les ha cocinado, los ha hecho dormir, ha atendido sus enfermedades, etc., pero siempre bajo el manto protector de una sociedad patriarcal que instituye una diferencia entre los masculino y lo femenino, considerando desde hace siglos que los que tenemos más valor, los mejores, somos los hombres.
Pero en todo esto existe una posibilidad de cambio.
Las generaciones más jóvenes ya vienen con otra impronta. Han visto que ambos padres trabajan afuera y que, en algunos casos, se turnan en las tareas del hogar. Esta experiencia hace que les sea más fácil compartir funciones y no perpetuar los estereotipos, pero también sucede que al cambiar el lugar de la mujer, indefectiblemente se mueve el lugar de su compañero. Alguna vez al tratar el tema del cierre del ferrocarril y las consecuencias no queridas, analizamos la incidencia que la cuestión había tenido en la fortaleza de los matrimonios, al invertir los roles y quedar muchas veces la mujer como único sostén estable de la familia.
A nosotros, que no somos ni machistas ni feministas, no nos queda ninguna duda de que una sociedad mejor debe ser lograda conjuntamente por los hombres y las mujeres. Sin cupos obligatorios.
Eso sí, sabemos también que en todas las cuestiones de la política y del poder, nadie regala nada. Está el ejemplo siempre vigente del sufragio femenino, que se consiguió luchando contra esa injusticia.
Queremos terminar hoy con el final de una poesía ("Tu me quieres blanca") de Alfonsina Storni, seguramente la poeta que mejor describió el dolor de una mujer. Por una razón de espacio separamos los versos con una diagonal. Sugerimos leerlo, de todas maneras, respetando los tiempos de un poema.
Huye hacia los bosques, / Vete a la montaña;
/ Límpiate la boca; / Vive en las cabañas;
Toca con las manos / La tierra mojada; /
Alimenta el cuerpo / Con raíz amarga;
Bebe de las rocas; / Duerme sobre escarcha;
/ Renueva tejidos / Con salitre y agua;
Habla con los pájaros / Y lévate al alba.
Y cuando las carnes / Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto / En ellas el alma
Que por las alcobas / Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre, / Preténdeme blanca,
/ Preténdeme nívea, / Preténdeme casta.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

No hay comentarios:

Publicar un comentario