jueves, 24 de marzo de 2011

Grandezas y miserias

Grandezas y miserias - Editorial del 25 de marzo de 2011
Los lectores advertirán, hoy, que he vuelto a escribir en primera persona del singular. Y eso sucede cada vez que quiero que quede claro (creo que de todas maneras queda claro siempre) que lo que escribo es lo que pienso, y, como tan bien dice y canta Víctor Heredia, “suscribo nombre y apellido, y ruego a Ud. tome partido, para intentar una solución…”
Creo que esta vez, literalmente, voy a terminar pidiendo lo mismo que él.
Otra vez los disparadores de mis pensamientos vuelven a ser algunos hechos ocurridos en nuestro pueblo, que de todas maneras cumplen con aquella máxima que reza “conoce tu aldea y conocerás el mundo”.
Uno de esos hechos me toca en forma personal, directamente. El otro involucra a dos amigos, y como los mismos “se cotizan en las buenas y en las malas”, me pareció conveniente jugar una postura por ellos.
Para empezar por casa, luego de un desempeño de muchos años en el Tribunal de Penas de la Liga Regional de Fútbol, Tribunal que por razones operativas dejó hace mucho tiempo de ser “tri” para convertirse en “uni”, lo que fue reconocidamente aceptado por todos los involucrados, la inminencia de la Asamblea Ordinaria de dicha institución generó una serie de acontecimientos que en sí no pienso considerar acá, sino sólo una de sus derivaciones.
La causa fuente fue la demora en dictar un fallo. La causa fin, algunas consideraciones públicas, que acepto aunque no comparto, sumadas a muchas opiniones al respecto vertidas, en este caso, en una de las páginas digitales locales, más específicamente la de FM Centro.
El caso, para ir directo al grano, es que al publicarse la noticia del intento de reelección de Eduardo Barac en la presidencia, se hace notar que el Club Ramsar Juniors, en ejercicio de lo que creo es su legítimo derecho, opina en la reunión que quién esto escribe no debe continuar en ningún estamento de la Liga, y condiciona su voto a tal hecho.
Hasta acá todo bien, insisto. Es el libre juego que uno acepta al involucrarse en las cuestiones comunitarias sin otro propósito que el de ayudar. ¡Tantas veces he dicho en Crónica, en la cátedra y en cuánta ocasión se me presenta, que el único que no se equivoca es el que no hace nada!¡Y de esos está lleno el universo!
Pero la firme postura del club de la calle Ramírez, defendida vehementemente por su delegado, el Dr. Raúl Ascaino, fue seguida, y acá viene la cosa, por cobardes y viles comentarios, hechos desde el más deleznable anonimato, por personas que, indudablemente ni siquiera se quieren a ellos mismos y a sus ancestros, porque reniegan de su propio nombre y apellido, lo que es lo mismo que negar su identidad.
Más adelante transcribiré uno de esos comentarios, al sólo efecto de hacer notar hasta dónde puede llegar la bajeza de quienes se esconden para tirar piedras. O peor: las tiran y esconden la mano.
Por supuesto que soy consciente de que puedo estar hablando a la pared, ya que es muy difícil que alguien acepte las culpas de este proceder, que por otra parte es lo único que les corresponde hacer. Acá no vale ninguna respuesta que no esté acompañada de un nombre y un apellido y de hacerse cargo de lo que dicen, así como aparece esta página desde hace casi catorce años y seiscientos noventa y dos editoriales.
Ni siquiera sirve entrar a considerar las razones o sinrazones del tema en sí, es decir si está bien o está mal que el fallo se haya demorado más de un año. De lo que aquí se trata es de definir claramente que no estamos en democracia si tenemos miedo de identificarnos cuando opinamos, o, peor, mirándolo desde el otro lado, si nos amparamos en las sombras para decir lo que decimos. Justamente estamos escribiendo esto en vísperas de lo que se ha dado en llamar el “Día de la Memoria”, que recuerda los tiempos en que había que callarse la boca por el miedo, y también los tiempos en los que la represión era efectuada sin nombre y apellido. ¡Caramba, qué coincidencia!
Quiero dejar bien claro que separo las aguas. No tengo nada en contra de las expresiones vertidas en las sesiones de la Liga por el delegado que nombré, ni contra las exigencias efectuadas en la calle por simpatizantes de Ramsar o por integrantes de su Comisión Directiva. Esas fueron hechas de frente, o como se dice vulgarmente, “de hombre a hombre”, y cumplen con las reglas de juego.
Ahora yo me pregunto, y le traslado la pregunta al amigo lector:
¿Qué beneficio le hace a la sociedad, a su derecho a la información, al desarrollo de las actividades recreativas, a la generación de nuevas camadas de dirigentes, a la seriedad y al compromiso, expresiones como la que a continuación transcribo, literalmente extraída de la página citada, incluso respetando su grafía y sus errores:
“el fallo del partido entre ransar y peña deberíamos conocerlos todos, ya q si es cierto lo q dicen es una verdadera canallada, cualquiera pelea, pega, hace disturbios, rompe y no es sancionado, todo se arregla con unos pesos q seguramente pagarán los políticos”.
La verdad, estamos “al horno” si pensamos que esa es la manera de opinar y de “bancarse” las opiniones. Es muy fácil calificar de canallada a un hecho determinado (más allá de la libre opinión acerca de la trascendencia o no de ese hecho), sin darse a conocer, y evitando así el riesgo de ser querellado por calumnias e injurias. Y más todavía la doble acusación de cohecho, dirigida a los supuestos autores activos y pasivos. Tampoco acá tendré contra quién accionar. ¿Entonces cuál es la canallada? ¿Queda claro, no?
El Tribunal de Penas de la Liga Regional no estuvo presidido durante estos últimos años por una persona llamada “anónimo” o identificada por un número. Siempre, al pie de todos los fallos, estaba mi nombre y apellido. Y es más, todas las veces que decidí contestar por el mismo medio que está ahora en tela de juicio, es decir los comentarios de las noticias de las páginas digitales, en esta y en cualquier otra cuestión, porque me parece un muy buen ámbito de discusión, lo hice también con mis datos personales completos.
Hay algunos amigos que me indican que no descarte la posibilidad de la existencia de émulos del Dr. Jekyll, conocido personaje de una novela escrita por Robert Louis Stevenson que trata acerca de la doble personalidad, ya que el personaje se transforma, cada vez más frecuentemente, en Mr. Hyde. Siguiendo la hipótesis de que es posible polarizar y separar componentes de la personalidad, el Dr. Jekyll creó una poción y su correspondiente antídoto, que podía transformar a una persona en la encarnación de su parte maléfica, consiguiendo al mismo tiempo depurar el lado bueno. Sin embargo, esa parte maléfica se fue haciendo más y más fuerte, rebasando la capacidad de Jekyll para controlarla. Eso dicen, algunos amigos, porque creen que no pueden existir tantas personas interesadas en embarrar la cancha con esta cuestión, e incluso, temerariamente, esos mismos amigos dicen que la cosa, finalmente, nada tiene que ver con el fútbol. ¡En fin!
Si todos ponemos algo de nuestra parte, seguramente la forma democrática de vida, que no se agota en una elección, sino que se termina de consolidar cuando asumimos plenamente nuestro rol de ciudadanos, y nos empezamos a respetar entre nosotros, será una realidad. Yo no acepto bajo ninguna circunstancia ese tipo de procederes, despreciables, que rebajan a la humanidad.
Entonces, no sin antes decir que, otra vez, me quedé sin espacio, por lo que este editorial, con el otro tema, continuará la próxima semana, voy a concluir con una frase que Víctor Hugo le hace decir a Jean Valjean en “Los Miserables”, y que ya usé varias veces, pero siempre sirve:
“Es miserable el que humilla y desprecia. Es miserable el que secunda la bajeza porque de ella saca provecho. Pero, desgraciadamente, también es miserable el que se deja humillar aún siendo consciente de ello. Es ese el verdadero problema”.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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