jueves, 30 de septiembre de 2010

Residuos orgánicos

Residuos orgánicos - Editorial del 1 de octubre de 2010
Hace tiempo que venimos insistiendo en esta página respecto a la necesidad de prever la existencia de instalaciones para el reciclado de los residuos orgánicos.
Como suele suceder ante la imprevisión, los hechos han superado a las decisiones, y es por eso que le ha tocado en suerte (o en mala suerte) a este gobierno municipal tener que resolver de qué manera se desprende de lo que no le sirve, a la vez que trata de ubicarlos en algún lugar en el que no molesten a nadie, no afecten al medio, ni se desnaturalicen.
Todo comenzó, entonces, cuando alguien comprendió que la “cadena” estaba rota, y empezó a “revolearla”, de paso. No es un tema menor que, en nuestra ciudad, el Presidente del Honorable Concejo Deliberante, que fue elegido como tal (como Concejal) por el mismo partido que gobierna, haya dicho, textualmente, que “hay gente que cobra sin trabajar en la Municipalidad; hay gente que se lleva todos los subsidios y no importa…no sigue importando nada".
Y, como si esto fuera poco, llevando dos al precio de uno, el citado edil arriesga: "seguramente ahora van a encontrar incompatibilidades temporales, atemporales…que si puedo trabajar en el Cementerio, si puedo ser Concejal…después de ocho años seguro que se van a acordar…¿a qué llegamos?”.
De más está decir (¿volvemos al coloquial “Roberto”?) que lo que habría que hacer acá, si somos serios, es denunciar las dos cosas. La corrupción que significaría la existencia de gente que cobra sin trabajar, y la ilegalidad de las incompatibilidades. Eso está incluido en los deberes de un funcionario público.
Lo que pasa que hay algunos que se enroscan en sí mismos y dicen lo primero que les viene a la cabeza, sin medir las consecuencias. No importa que sepan que van a vivir siete vidas. Hay que decirles que la política no es solo el “arte” de mantenerse con vida. Es un poco más que eso. Más que vegetar con un sueldo “de órdago” como corolario de una militancia “socialmente justa”. No es solo reciclarse en funcionario para poder “volver al pago”. No es solo recitar discursos plagados de lugares comunes o reír con risa fácil y palmear con abundancia genuflexa las graciosas obras de “su majestad”.
Estamos en democracia, y eso significa no solo votar. Significa aceptar que se puede pensar distinto y no por eso estar equivocado. Que puede que el otro tenga algo de razón, aunque no piense como yo.
La lógica brutal de los Kirchner y de sus adláteres, que solo buscan el enriquecimiento personal, y para ello no hesitan en utilizar las armas más procaces u obscenas, no tiene por qué ser imitada por quienes, en el último escalón del podio, nunca saborearán las verdaderas mieles del poder. ¡Con suerte podrán raspar el tarro!
Pero, mientras, se convierten en las herramientas necesarias para el éxito rotundo de una banda que hace rato que desafina, y que va únicamente por el aplauso final y la recaudación.
Este gobierno de derecha, conformado por hombres de derecha (los antecedentes de Néstor Kirchner están tan a la vista que hay que hacerse el ciego para no verlos) que se disfrazaron con los ropajes del progresismo, la cultura y los Derechos Humanos, se sale todos los días de cauce llevándose consigo la dignidad de un pueblo que se resigna (aparentemente) a vivir de los números de una macroeconomía exitosa de la que solamente le llegan las migajas del asistencialismo, o de una obra pública de pésima calidad y de efímera duración. Nada más que eso es lo que estamos soportando, pero no tenemos por qué aceptar que eso suceda. Y la llave la tenemos nosotros. Antes de que sigan llamándonos “turros” y terminen por considerarnos “basura” (estamos a un paso de ello), recuperemos el orgullo perdido y demostremos, de aquí en adelante, que la palabra “ciudadano” debe caerle justa a las personas. Por ejemplo, ya que estamos, esa dignidad significaría que los compañeros docentes que no están haciendo hoy el paro, no deban pensar, como lo hacen, en el bolsillo y en los descuentos, sino en su propia naturaleza de seres humanos que viven en ¿democracia?
Lo que pasa es que a algunos la ciudadanía le queda chica, mientras a otros les queda muy grande.
Esto se parece al antiguo teatro de la comedia, en el que los hombres se vestían de mujeres. Pero este travestismo es terrible porque está hecho para engañar, y más que hacer reír, hace llorar.
Alguna vez contamos acá que un político amigo (o un amigo político, ya que en este caso el orden de los factores tampoco altera el producto), quiso hacernos creer aquello de “robo para la corona”.
Vamos a recurrir, entonces, y aunque no es de los escritores que más estimamos, a Pablo Coelho, quizás para ayudar a algunos a decidirse a hacer lo que tienen que hacer:
El maestro pidió a sus discípulos que fueran y trajeran comida. Estaban de viaje y no conseguían alimentarse bien.
Los discípulos volvieron al final de la tarde. Cada uno traía lo poco conseguido gracias a la caridad: frutas ya podridas, pan duro, vino agrio.
Pero uno de los discípulos traía una cesta de manzanas maduras.
-Siempre haré todo lo posible por ayudar a mi maestro y mis hermanos -dijo, compartiendo las manzanas con los demás.
-¿Dónde has conseguido esto? -preguntó el maestro.
-Tuve que robarlas. Sólo querían darme alimentos pasados, aún sabiendo que predicamos la palabra de Dios.
-Vete de aquí con tus manzanas y no vuelvas nunca más -dijo el maestro-. Aquél que hoy roba por mí, mañana terminará robando de mí.

El kirchnerismo, y sus chupamedias, se jactan de que tenemos la más amplia libertad de expresión.
Y es cierto.
Gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que nos pase nada.
Y al gobernante tampoco.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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