jueves, 9 de junio de 2016

Moreno y Moreno

Moreno y Moreno – Editorial del 10 de junio de 2016
El pasado 7 de junio se festejó en nuestro país el Día del Periodista, en homenaje a Mariano Moreno (el Grande), seguramente “el” revolucionario de la Revolución de Mayo, y tomando la fecha  de la aparición del primer número de su periódico “La Gazeta de Buenos Ayres”. En uno de los primeros números el Moreno Prócer decía, ¿premonitoriamente?: “El gobierno antiguo nos había condenado a vegetar en la oscuridad y abatimiento, pero como la naturaleza nos ha criado para grandes cosas, hemos empezado a obrarlas, limpiando el terreno de tanto mandón ignorante”.
Pues bien, el día anterior a esta celebración, y en un modelo de periodismo que yo no comparto, Mauro Viale llevó a su programa a Guillermo Moreno (el pequeño). El ex funcionario del kirchnerismo realizó una polémica y desafortunada comparación entre el gobierno de Mauricio Macri y la dictadura: "Videla tiraba a nuestros compañeros al mar, pero no se metió con el precio de la comida".
En la entrevista junto a Viale, Moreno disparó duro contra el macrismo y lo acusó de gobernar para la "oligarquía". Además, el ex secretario de Comercio habló del aumento de precios en los alimentos: "No hubo gobierno más brutal que este en los últimos setenta años que le haya sacado la comida de la boca a la gente". Para cerrar, Moreno opinó: "El peor de los nuestros, es mejor que el mejor de ellos".
Sus comentarios lo pintaron de cuerpo entero. El tipejo admira a Videla, a quién siempre quiso emular. Para él, evidentemente, Videla fue un ejemplo a seguir, y su actitud durante los doce años del Gobierno kirchnerista así lo demostró. El tipo ejerció violencia de género con mujeres;  apuntó con revólveres sobre escritorios a ejecutivos de empresas;  amenazó;  dijo que él a sus enemigos les rompía la columna vertebral y le arrancaba los ojos; “patoteó” a todo el mundo mostrando un autoritarismo y tendencias de torturador que quedaron grabadas en las pantallas de TV. Pero no nos engañemos, esta basura también es un cobarde pollerudo que sale siempre custodiado, y que además comienza a vociferar, evidentemente, cuando alguno de sus jefes se lo ordena.
Si en este País hubiera más gente lúcida, Moreno no existiría como figura política. Me parece que no existiría ni siquiera como personaje público.
Moreno, cuando comparó a este gobierno con la dictadura, debe haber estado escribiendo sus memorias de dictador de cuarta, revólver sobre la mesa, destrucción de organismos para adaptarlos a sus necesidades, invasión de asambleas, guantes de box y todo lo que Olmedo supo reflejar en el pintoresco dictadorzuelo que apodó el “General González” (lo pronunciaba “yeneral”).
¿Qué puede esperarse de este atrofiado sujeto? Guillermo Moreno, chato, matón, mediocre y de escasas luces, no puede desconocer que Martínez de Hoz (con su tablita), desde el Ministerio de Economía (a partir del golpe militar de 1976) generó millares o millones de desocupados y hambre en el país. Las fábricas argentinas cerraban sus puertas en carácter transitivo a la apertura de la importación de cualquier pavada. Ya ni paraguas se hacían en la Argentina de Videla.
¿Recién ahora se dan cuenta que este payaso impresentable es capaz de hacer y decir cualquier cosa como otros tantos del FpV?  Esto ya lo venía haciendo desde su "exitoso" paso por la gestión pública y ninguno le ponía bozal ni freno a sus bestialidades. Este mamarracho es lo más parecido a la "Ultra Moderna Cosechadora de Producción Nacional " que llevaron a Angola (junto al reparto de medias y otras chucherías con leyendas de Clarín Miente), o sea, es un Aparato  Grandote y Ruidoso pero que nunca funcionó ni trabajó en ningún campo; solo es un montón de cartón pintado que hicieron (y hacen, pues está formando su grupo político) creer  que puede servir para algo más que para engañar gente.
Por eso es que pienso que el programa de Mauro Viale se llame "La pura verdad" y que Guillermo Moreno sea el entrevistado, es más que bizarro.
Nada es comparable con la Dictadura. Cualquier gobierno democrático por más malo que sea (y los hubo malos), siempre será mejor que un gobierno de facto. Lo dicho está absolutamente fuera de lugar y debe ser condenado. Hay un viejo axioma que dice que cuando vivís denunciando a los otros, lo haces porque definitivamente sos eso mismo que denuncias.
Videla tiró a gente de los aviones, y es el máximo genocida de la Historia Argentina. Pero otros mataron por la corrupción y la desidia. Mataron a chicos por desnutrición en el Norte Argentino; mataron con la Tragedia de Once, cuando a los trenes los hacían andar con problemas técnicos, sin repararlos y desviando los fondos destinados a ello a cuentas en el exterior. Mataron con las inundaciones en La Plata, donde de la forma más despiadada quisieron esconder la cantidad de muertos que el río se llevó. Mataron con la delincuencia a la que no combatieron y en cambio protegieron, porque también les era funcional. Les quitaron la comida a los pobres; les robaron la Salud en Hospitales sin insumos y sin médicos prestando la debida atención;  les quitaron la dignidad tirándoles migajas a cambio de votos; les robaron la Educación para embrutecerlos y convertirlos en personajes sin ideas propias a los cuáles pudieran manejar. Hay muchas formas de matar a un Pueblo o a mucha gente, y algunos las practicaron a todas. Hasta "suicidar" fiscales que denunciaron al Poder, o testigos como en la causa de Once, y varios más.
Dictadura, democracia, plutocracia, meritocracia...son instrumentos. No hay que defender una forma de gobierno, que es, como dije, solo un instrumento. Hay que defender y luchar por los intereses de las grandes mayorías, no por los privilegiados. Y por la soberanía de la Patria. Que le vaya bien a tal o cual gobierno es irrelevante. Al que le debe ir bien es al país. Y a su gente.
Hoy, la democracia electoral es lo más parecido a la democracia en la Antigua Grecia: una minoría con todos los derechos sustentada en una enorme mayoría de esclavos, sólo que en la Antigua Grecia les llamaban esclavos y ahora les llaman trabajadores, campesinos, desocupados, marginales...
No nos rasguemos las vestiduras. Vayamos al fondo de los asuntos, sin prejuicios, con honestidad intelectual y debate respetuoso.
Por eso es un disparate lo de Guillermo Moreno. El gobierno puede equivocarse y provocar efectos indeseados como también los provocó el kirchnerismo. Pero no creo que sean tan siniestros como para querer sacarle la comida a la gente. En todo caso habrá cosas que no funcionan y tendrán que tomar medidas correctivas urgentes en esos temas.
Ahora, decir esos disparates comparando un gobierno democrático con Videla, es demasiado.
Este australopitecus es el típico personaje malo y omnipotente de las malas películas de acción. Esos que terminan horriblemente mal, comidos por un monstruo o aplastados por una roca. Son tan malos y de nulo valor que su final no solo es querido por los espectadores, lo es también por el propio director de la película. Como dice Les Luthiers, a quiénes no puedo evitar recurrir, “la Bestia Abominable”.
Por eso hasta me alegro de que las barbaridades de uno hayan coincidido con el recuerdo imborrable del otro. Porque Mariano Moreno dijo, entre varias verdades, que:
“La verdad, como la virtud, tienen en sí mismas su más incontestable apología; a fuerza de discutirlas y ventilarlas aparecen en todo su esplendor y brillo: si se oponen restricciones al discurso, vegetará el espíritu como la materia; y el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo y el embrutecimiento, harán la divisa de los pueblos, y causarán para siempre su abatimiento, su ruina y su miseria”.
Y para culminar con otra de las genialidades del argentino más genial:
“El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Seremos respetables a las naciones extranjeras, no por riquezas, que excitarán su codicia; no por el número de tropas, que en muchos años no podrán igualar las de Europa; lo seremos solamente cuando renazcan en nosotros las virtudes de un pueblo sobrio y laborioso”.
                                 Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso



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