Millonarios – Editorial del 11
de diciembre de 2015
Para el
gabinete kirchnerista, la década que pasó fue pura ganancia. Los ministros del
gobierno saliente se convirtieron en multimillonarios durante los últimos años,
con un estilo de vida que raya el lujo en muchos casos.
Gracias a
sus inversiones inmobiliarias, la compra de bonos y el éxito en su actividad
privada, los funcionarios más identificados con Cristina Kirchner, al igual que
su jefa política, multiplicaron sus bienes durante la gestión. Algunos dejan
sus cargos investigados por enriquecimiento ilícito.
La
corrupción del gobierno que se va ha sido emblemática, y la ciudadanía podría
decirse que pide a gritos un traje a rayas (o varios). El peso de la ley debe
alcanzar a todos los que delinquen. Los malos ejemplos bajan como torrente
desde las altas cumbres del poder y de alguna forma estimulan hasta las
transgresiones del ciudadano común, que se siente habilitado por la impunidad
de los de arriba. En un momento en que muchos jueces ya han comenzado a
levantar la mano tímidamente, el milagro se hace probable.
El diario La
Nación publicó una lista de los bienes, encabezada por los de Guillermo Moreno,
cuyo patrimonio fue el que supuestamente más creció, ya que de $33.000 que
tenía cuando ingresó al gobierno, logró escalar hasta el cuarto lugar en el ranking,
con más de $4,3 millones declarados el año pasado.
De todas
maneras, si se rankea a los ministros por su fortuna, el titular de Salud y
gobernador electo de la provincia de Tucumán es, por lejos, el ministro más
rico del gabinete. Sus bienes ascienden a los $23 millones, un 234% más que
cuando asumió en 2009. Investigado por enriquecimiento ilícito, el funcionario
se caracterizó por la compra y venta de acciones y por las operaciones
inmobiliarias.
Pero,
paradójicamente, Carlos Zannini aparece como el más austero. El secretario
Legal y Técnico y excandidato a la vicepresidencia, apenas varió su patrimonio
y es uno de los funcionarios que no llegó a su primer millón: pasó de $500.000
a casi $800.000 declarados. De todas maneras, y como a mí me enseñaron a leer
entre líneas, el segundo de Zannini, Carlos Liuzzi, tiene más propiedades que
los elementos de la Tabla Periódica de Mendeléyev. Debe ser el funcionario que
más se enriqueció en toda la Administración Pública Nacional. Incluso en los
círculos cercanos al poder se comenta que sus bienes en realidad no son suyos,
sino que es el testaferro del “Chino”.
Nunca
olvidemos que, cuando se habla de lo declarado por estos ladrones
profesionales, no estamos teniendo en
cuenta la parte “negra” y por lo tanto no declarada de su patrimonio que,
normalmente, como lo calculan muchos contadores de la AFIP, incluido Echegaray,
se tiende a concluir que sus patrimonios son en realidad cuatro veces lo
declarado.
Toda esta gente, y muchos más que faltan en esa
lista (Florencio Randazzo, Axel Kicillof, Aníbal Fernández, Julio De Vido, Amado
Boudou, el mismo Echegaray, y Oscar Parrilli) como los Insfrán de Formosa con su gabinete; Los Capitanich
del Chaco con sus gabinetes;
los Alperovich y sus adláteres,
los Gioja, los Scioli, los Urribarri , los Maurice Closs de
Misiones, etc., está en similar situación. Se calcula, por estudios elaborados por
entidades extranjeras, que lo robado a
las arcas del estado argentino ronda los
35.000 millones de dólares,
en donde no tenemos que olvidarnos de incluir a los
empresarios transportistas, constructores, proveedores de
medicamentos, etc., etc., etc.
Amigos y blanqueadores de dinero profesionales que se encargaron de ordenarles
los patrimonios, mientras los
"patriotas" kirchneristas
se ocupaban de “atender
a los pobres” (que en realidad todavía no nos
dijeron cuántos son, porque parece que
es un secreto mayor que el de la fórmula de la Coca Cola).
De esta
década no debemos olvidarnos, de lo contrario en la próxima perderemos el país
completo a manos de otros grandes "patriotas", y ahí ya
no tendremos ninguna
oportunidad de volver a saludar la bandera, y menos de cantar el
himno, porque seremos colonia.
De Vido manejó el mayor presupuesto de la Nación
desde la primera hora. Había levantado una increíble mansión en Zárate, propia
de un jeque de Emiratos. Durante los primeros 5 años de la década famosa su
esposa fue la jefe de la Auditoria General de la Nación, ¿Quién se va a
encargar de revisar esas cuentas y sus aprobaciones?
Es una
aberración pensar que a un Jefe de Gabinete, Ministro de Justicia o de
Seguridad, como lo fue Aníbal Fernández, se le permita seguir ejerciendo de
abogado y de contador. Digo, porque justifica gran parte de su incremento
patrimonial en los ingresos profesionales. Me imagino los jueces totalmente
intimidados por su cargo y, claro, así habrá ganado todos los juicios. Pero lo
que no entiendo es de dónde sacaba el tiempo, porque cuando los Tribunales
están abiertos él debía estar trabajando como Jefe de Gabinete o como Ministro.
Leí hace poco el caso de un de Gendarme o policía (no recuerdo bien) que para
redondear su magro salario en sus horas libres cantaba en un pub por el
sándwich y la coca, y cuando se enteraron sus superiores le iniciaron un
sumario y lo cesantearon, por ejercer una profesión no permitida por el
reglamento. Qué estricto ¿no? Parece que
para los funcionarios más poderosos eso no ocurre, pese a que reciben sueldos
por lo menos diez veces mayores, y además se les permiten "licencias"
horarias para ejercer, como en este caso, de abogado exitoso.
Yrigoyen se
retiró pobre; Marcelo T. de Alvear, cuya fortuna era inconmensurable, cuando
dejó la presidencia la misma había disminuido considerablemente; Alfonsín se
fue con lo que tenía puesto: su departamento de siempre, en la Av. Santa Fe y
su casa de Chascomús; Elpidio González, que fue vicepresidente de Alvear, al
dejar el gobierno se ganaba la vida vendiendo anilinas y pomadas con una
valijita, casa por casa.
Me gustaría
saber, entonces, cuál es el secreto para hacer que el patrimonio de un
funcionario crezca exponencialmente como el de Etchegaray o Moreno. Evidentemente
hay una alta correlación entre ser político de primera línea y ser un exitoso
empresario. ¿No debería alguien investigar por qué aumentaron el patrimonio de
semejante manera? Por más que hayan “blanqueado”, eso por sí solo no significa
que no hayan cometido algún delito. Lo que hay que entender es que esta gente
es empleada del Estado, y el conflicto de intereses sí es un delito.
Milagros del
populismo. Tolerado por los habitantes, a cambio de fortunas los más poderosos,
y de migajas los más infelices. El subsidio clientelista es la herramienta para
que nunca salgan de su situación, bajo distintos relatos y gobiernos. Si alguna
vez se dan cuenta de los hechos, reeditarán la Revolución Francesa con la misma
furia de hace siglos.
Creo que fue
José Luis Manzano, en una entrevista, el que dijo: "el sistema está hecho
para robar. Cuando llegas a la función pública
te das cuenta de que todo está organizado para que te caiga en las
manos".
Si la corrupción
de los funcionarios públicos fuera severamente castigada, y en el caso de que
su robo al Estado causara la muerte, directa o indirecta (recuerden la Tragedia
de Once) de ciudadanos, la pena fuera el embargo de los bienes robados y cárcel
de por vida, los funcionarios públicos la pensarían bien antes de tocar un
cenicero.
“Todo lo que
una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá
haber trabajado para ello, pero sin recibirlo. El gobierno no puede entregar
nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona. Cuando la
mitad de las personas llega a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar
porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando ésta otra
mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo
que han logrado con su esfuerzo, eso, mi querido amigo, es el fin de cualquier
Nación. No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola". La cita no es de
“Cambiemos”. Es de Adrián Pierce Roger, pastor bautista estadounidense.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso
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