jueves, 17 de diciembre de 2015

Faltas de respeto

Faltas de respeto – Editorial del 18 de diciembre de 2015
El amigo lector sabe que hace ya un año y medio ocurrió en Basavilbaso un hecho repudiable que todavía no se ha podido esclarecer. Estoy hablando, por supuesto, de las pintadas que se hicieron en el frente de la Sinagoga Tfilá L’Moisés y en el de la Asociación Israelita, que consistieron en cruces esvásticas, leyendas que nos retrotraían al exterminio de judíos en la Alemania nazi, y referencias a este editorialista, en su condición de abogado.
Entiendo, y espero que esto se comprenda bien, que la gravedad de este hecho está dada, principalmente, en que por primera vez en sus ciento cuatro años de vida, las paredes del principal templo judío de nuestra localidad, y uno de los más importantes por su historia y su magnificencia simbólica en todo el país, fueron profanadas de esta forma, ya que si bien en oportunidades anteriores se produjeron hechos similares, fue el tapial exterior el objetivo, lo cual, por supuesto, no le quita tampoco relevancia a esos otros casos, ni mucho menos. Recuerdo, por ejemplo, al que supuestamente involucró a la persona de un colega, por ese entonces importante funcionario provincial, que, dicho sea de paso, tampoco se esclareció, que yo sepa.
Pero además de la valoración religiosa y social de la violación de un lugar santo (el nombre de la Sinagoga significa “una oración por Moisés”), a nosotros nos preocupa la relativamente escasa repercusión que, inducida o no, ha tenido el hecho en la comunidad de nuestra ciudad natal, pero particularmente en la de la dirigencia de la comunidad judía y, más allá de ello, en los mismos judíos de Basavilbaso.
Hace unos días leíamos en una red social la apelación que hacía una amiga para que se organizara una marcha para pedir por Grecia Arias, la niña que aún continúa desaparecida, supuestamente, en aguas del río Gualeguay. Nosotros mismos hemos sido promotores o difusores de otras que se hicieron, por ejemplo, en oportunidad del robo que sufriera uno de los mellizos Schlotthauer mientras caminaba por el acceso por Colonia N°2, y también en la que hace poco se realizara bajo el lema “Ni una menos”, obviamente en defensa de las mujeres agredidas en casos de violencia de género.
Sin embargo por este tema de la profanación del templo nadie reclamó, y estoy seguro de que si no fuera porque este medio actúa como un tábano socrático, aquél que el filósofo griego decía que se ubicaba al lado de un caballo grande y noble pero un poco lento, que necesitaba ser aguijoneado, la cuestión ya habría sido olvidada por todos, hasta que se produjera un nuevo y similar hecho, lo que resulta, lamentablemente, inexorable, porque así lo demuestra la Historia. Todo está como si nada hubiera pasado, aunque en realidad, si vamos al caso, todavía nada relevante pasó, aunque yo espero que pase. Y cuando digo esto no me refiero a que quiero que alguien vaya preso, sino solamente que se esclarezca. Vamos. Hay una realidad incontrastable. Las pintadas fueron hechas, y salvo algunos fenómenos paranormales, como los que suelen aparecer en manchas de humedad o los que solemos ver, con mucha buena voluntad, en las nubes, no queda duda de que alguna mano humana las realizó. Y duele muchísimo advertir que en un pueblo de menos de diez mil habitantes, en el que todos nos conocemos, no se haya podido descubrir quién fue el autor, y, peor todavía, la única actividad a tal fin la hayamos hecho quien esto firma, directamente afectado por la imputación, y los dos fiscales que intervinieron en el caso, sobre todo el que lo está llevando ahora, que realmente le está poniendo toda la pasión y todas las ganas, como debe ser, por otra parte. Y respecto a las autoridades comunitarias locales, recién ahora, por impulso de ese tábano socrático, están haciendo lo que deberían haber hecho desde el principio. Pero como escuché decir por ahí, parece que a algunos les importaba más a quién estaba dirigido que el hecho en sí. Y a esa persona en particular, que sabe que yo sé quién es, le recuerdo que el exterminio nazi comenzó de una manera similar, y muchos no creyeron que podía terminar de la manera que terminó. Algunos visionarios lograron irse a tiempo, y los otros, con su pasividad, permitieron que el movimiento siguiera creciendo hasta llegar al terrible “record” que ya casi ni siquiera se recuerda con un acto, por lo menos acá. Las cosas hay que decirlas, sobre todo cuando parece que algunos se las olvidan o se hacen los olvidados. Hay muchas cosas que no tienen explicación, y la condición humana nos obliga a buscárselas, porque si no nos dominará lo que Milan Kundera definía como “la insoportable levedad del ser”.
El pasado jueves por la noche, durante la jura de las nuevas autoridades, se produjo una situación por lo menos extraña, que yo creo que se podría haber evitado mediando un poquito más de conocimiento del tema, o, en caso de desconocimiento, de preocupación por conocer. Específicamente, en el momento en que el nuevo Secretario de Hacienda Cr. Mauricio Serebinsky, (Moishe, para los amigos de la infancia) se acercó al atril, el Presidente Municipal le tomó juramento “Por Dios, por la Patria y sobre estos Santos Evangelios”, lo que constituyó una aberración religiosa tanto de parte de quien tomó el juramento como de quién, sabiendo que estaba mal, igual lo hizo.
Desde ese día hasta hace solo un rato, muchísima gente me ha parado en la calle para comentar el hecho, la gran mayoría pretendiendo hacerme creer que yo estuve mal cuando en ese instante me levanté, cosa que no hizo ningún otro de los presentes, me acerqué hasta la ya asumida Secretaria de Gobierno para marcarle el error (que para mí fue más que eso) que se estaba cometiendo, y seguidamente me retiré del acto en clara manifestación de protesta por lo que había sucedido, pero básicamente porque nadie me había acompañado en el repudio a semejante desatino.
Pero lo que todos ignoran, salvo quien estaba al lado mío en mi casa cuando recibí los llamados, es que a los pocos minutos de terminado el acto atendí telefónicamente al nuevo funcionario, quién me explicó que había dejado un papel a “alguien” con los términos de su juramento, que, aclaro aquí, más allá de los que hemos escuchado por estos días en las Cámaras, son básicamente tres: ese que utilizó con todos Gustavo Hein; otro que dice solo “por Dios y por la Patria” (que es el que utilicé yo en mi jura como abogado), y que se efectúa con la mano derecha levantada y la palma hacia adelante; y, finalmente, el que dice solo “por la Patria”, utilizado mayoritariamente por quienes se manifiestan ateos, o sea que no creen en Dios. El segundo, que normalmente usamos quienes no somos cristianos, tiene una variante para los que somos judíos, y que consiste en poner la mano sobre el Tanaj, nombre que en hebreo recibe el libro que los cristianos denominan Antiguo Testamento, aunque no es exactamente igual, por lo menos en el orden de sus partes. Si mal no recuerdo, los concejales de nuestra fe que tuvo el HCD de nuestra ciudad lo hicieron de esa manera, y también, si mal no recuerdo, debe haber un ejemplar del Tanaj en el Municipio. La cuestión es saberlo, y saber dónde está. De todas maneras yo también tengo uno, hay varios en la Sinagoga, debe haber también en la sede de la Asociación Israelita y en la Biblioteca Lucienville. Pero como reza el dicho popular: “el que no sabe es como el que no ve”.
A continuación del llamado del Cr. Serebinsky (vuelvo al trato protocolar) recibí uno del nuevo Presidente Municipal, quien casi en el mismo tono, pero seguramente con más preocupación por la responsabilidad que le cabía, me pidió primero las disculpas del caso, que yo acepté no en función de Mario Arcusin, sino en mi condición de judío, y luego, seguramente consciente de la responsabilidad que le cabía a partir de ese momento, me explicó que había habido varias fallas en la organización del acto, atribuidas según él, en principio, al nerviosismo, pero, básicamente, a la falta de preparación adecuada para esta nueva realidad de parte del grupo que lo acompañaba, lo cual es atendible y entendible.
La conversación duró casi media hora, y aunque los términos de la misma son de índole privada y no corresponde que los divulgue acá, sí debo decir que Gustavo se comprometió y me comprometió a que la siguiéramos el día siguiente por la tarde (viernes), ya que, según él, le preocupaba mucho el tema y las posibles repeticiones de este tipo de hechos. No sé por qué razón, pese a que esperé su llamado, esa reunión nunca se concretó. Intenté verlo el lunes por la mañana en el Municipio, a él o a la Secretaria de Gobierno, y no lo logré. Llamé por teléfono martes y miércoles por la mañana, fui correctamente atendido por una de las empleadas administrativas, la que, luego de algunos instantes me comunicó que ya me llamarían a una reunión, respectivamente, para el martes (la primera vez) y para el miércoles (la segunda vez), por las que todavía estoy esperando.
Yo no soy nadie especial y por eso no pretendo un trato especial. Solo estoy pidiendo respeto.
"Los errores poseen su valor, aunque sólo en alguna ocasión. No todo el mundo que viaja a la India descubre América".
                                   Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso  







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