21 años y 6 meses
– Editorial del 17 de julio de 2015
Mañana, sábado 18 de julio, se cumplen veintiún años del atentado que
destruyó la sede de la AMIA en la por entonces Capital Federal, hoy Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, y, paradójicamente, también seis meses de la muerte
del Fiscal Alberto Nisman, que fue el que más fervientemente investigó el
atentado e intentó llegar hasta el fondo de la cuestión, tanto respecto a la
autoría como a los posteriores y variados intentos de encubrimiento.
Algunos de nosotros venimos diciendo claramente desde hace mucho tiempo
que nuestro inconsciente nos indica que nunca habrá justicia, primero porque,
claro está, la justicia lenta no es justicia, pero, primordialmente, porque
intereses diversos han desinteresado (valga la redundancia) totalmente del caso
a la sociedad argentina. En realidad solo preocupa a un grupo reducido de
personas, básicamente judíos (y no a todos, doy fe), que desde el dolor
directo, por haber perdido familiares allí, o por el dolor indirecto que
provoca cualquier acto, violento o no, de discriminación, sienten que la
desidia en la investigación, y los procederes mafiosos en la misma, aseguran la
repetición de este tipo de hechos, más o menos graves, pero discriminatorios al
fin.
La particularidad de este caso es que se perdió todo lo realizado
durante los primeros años de la investigación, teñidos por la indiscutible
relación entre el gobierno de Carlos Menem y gran parte de la telaraña que
cubría los datos válidos e inválidos, y que generó que se procesara al juez
Galeano y algunos de los supuestos partícipes, necesarios o no. El resto
sabemos que fue todo un invento arquitectónico realizado con fines
eminentemente políticos, tendiente a inculpar al Comisario Ribelli (y por ende
a Duhalde), por entonces en dura puja con Menem por la reelección. Todo eso
quedó invalidado por los siglos de los siglos y no puede haber, al respecto,
nuevas acusaciones. Acá rige el principio del Derecho Romano que los abogados
conocemos como “non bis in ídem”, o sea, no dos veces por la misma causa.
Básicamente la investigación “seria” manejó como hipótesis, por un
lado, la de que el edificio de la AMIA fue volado por una Traffic manejada por
un suicida, y la otra, por un volquete cargado de explosivos que fue dejado en
la puerta instantes antes del atentado.
La Corte Suprema de Justicia, en el año 2009, le dio un nuevo puntapié
(favorable) a la cuestión al modificar una parte del fallo original. Ya en 2004
el fiscal Nisman había sido designado al frente de la causa AMIA y del atentado
contra la embajada de Israel por el presidente Néstor Kirchner, a través de la
creación de una unidad especial para la investigación de dichos hechos, y el
mismo presidente sumó al jefe de contraespionaje de la ex SIDE (Secretaría de
Inteligencia del Estado), el agente especial Jaime Stiusso. Kirchner firmó el
acta de compromiso para el esclarecimiento de los atentados poniendo a
disposición (sic) de Nisman los expedientes de los servicios de inteligencia.
Néstor (o él, como dice nuestra Presidente) expresó textualmente: “Y
llegamos a este tipo de situación que nos avergüenza, que es una vergüenza
nacional; que lo explicó en forma meridiana el señor Canciller y que nosotros
lo dijimos en el discurso de iniciación del año legislativo y hoy lo volvemos a
reafirmar. El señor fiscal, doctor Nisman, tiene todas las carpetas del
Servicio de Inteligencia (SIDE) para hacer la investigación y llevarla a fondo;
todas y además todas las atribuciones para que el Estado esté a disposición de
él para que Dios quiera pueda encontrar justicia definitivamente. Nuestro apoyo
incondicional; apoyamos decididamente al éxito del doctor. Sufrimos lo que
sufren los familiares más la vergüenza de tener un Estado que durante tanto
tiempo no supo resolver o no quiso o encubrió. Porque no hay duda de que para
llegar a tanto encubrimiento debió existir y esperemos que la justicia avance
fuertemente en este tema”. Aclaro, por las dudas, que la transcripción es
textual y no la saqué de Clarín.
Nisman descartó la pista siria y su conexión local, y avanzó hacia la
pista iraní, que vinculaba la autoría del atentado con funcionarios de la
República Islámica de Irán y la organización terrorista Hezbolá. Por eso, en
2008 pidió la detención del expresidente Carlos Saúl Menem y del exjuez Juan
José Galeano por el presunto encubrimiento y falseamiento de pruebas, por haber
construido una causa ficticia, con pruebas armadas y otras destruidas, para
desviar la investigación y culpar exclusivamente a la policía local.
Y, de golpe, el martes 13 de enero de 2015, Nisman denunció que se
había producido una serie de actos con el fin de levantar las alertas rojas de
Interpol que permitían detener a varios ciudadanos iraníes imputados en la
causa AMIA como partícipes en el atentado. En su denuncia, Nisman sostiene que
los autores de esos actos fueron la presidente Cristina Fernández, el canciller
Héctor Timerman, el diputado Andrés Larroque, Luis D’Elía y Fernando Esteche.
Según Nisman, el Memorándum de Entendimiento suscripto entre Argentina
e Irán era una maniobra delictiva realizada con el fin de exculpar a los
iraníes, solicitando a Interpol que dejara sin efecto el pedido de captura
internacional, a cambio de destrabar las relaciones entre ambos países. La
denuncia sostiene que el gobierno pretendía imputar el atentado a unos llamados
“fachos locales”. La misma se fundamentaba en escuchas realizadas a un
dirigente comunitario argentino con lazos con el gobierno iraní, que conversa,
entre otros, con D’Elía y Esteche.
Inmediatamente después de realizada la denuncia, el secretario general
de Interpol de entonces, Ronald Noble, desmintió categóricamente que el
gobierno argentino haya solicitado alguna vez que se tomara esa acción y
denunció a su vez que Nisman estaba mintiendo. Lo que yo nunca entendí es por
qué nadie aclaró que Nisman no dijo que el gobierno hubiera solicitado eso. Lo
que dijo era que la intención del Tratado era esa, que no es lo mismo.
El fiscal presentó la denuncia ante el juzgado federal que conduce
Ariel Lijo, que tiene a cargo la investigación del atentado contra la AMIA.
Allí Nisman afirmaba que Cristina Fernández había dado órdenes a un agente de
la SIDE de su confianza o a Andrés Larroque, y que ambos ponían esas órdenes en
conocimiento de D’Elía o de Esteche. Y D’Elía las comunicaba al supuesto agente
iraní Alejandro Yussuf Khalil, que llamaba por teléfono a Irán a Moshen Rabbani
(uno de los prófugos del atentado de 1994). Según Nisman, las órdenes tenían el
objetivo de superar “la crisis energética argentina mediante un intercambio de
petróleo (iraní) por granos (argentinos)”
e “incluso venderle armas (a Irán)”.
“La baja de las notificaciones rojas constituyó el interés central
para las autoridades iraníes en este acuerdo y el canciller Timerman aceptó y
contribuyó a ello. Hizo todo lo posible para que ese objetivo fuera cumplido
por Interpol, más allá de sus declaraciones públicas en sentido contrario,
porque sostener la verdad, además de confesar su participación en el plan
delictivo, hubiese sido incompatible con los reclamos de justicia. La diligente
y a la vez inesperada, para los encubridores, actitud de Interpol,
específicamente de su secretario general, Ronald Noble, lo impidió”. Textual de Alberto Nisman, pág. 107 de su
denuncia.
Tengo yo un particular interés en saber qué se dirá en los actos que
se realizarán en las distintas comunidades judías de nuestro país mañana sábado,
y especialmente en el acto central de la misma AMIA, aunque también en el de
acá, ya que el escenario es totalmente distinto al de los años anteriores. Más
allá del “plus” de la muerte del fiscal, esta semana la Presidente trató en
duros términos a las instituciones de la comunidad judía argentina que
criticaron la gestión de Héctor Timerman en asuntos relacionados con el
atentado a la AMIA:
"Hoy pensé mucho en Héctor Timerman, nuestro Canciller. Hoy, 14
de julio, fue intervenido quirúrgicamente de una compleja patología. Héctor
sufrió mucho por cómo fue tratado por cierta dirigencia comunitaria que lo
llegó a agraviar calificándolo de traidor", dijo la mandataria.
Conocedor como soy de la historia del pueblo judío, sabía que se lo
acusó de deicidio, de arruinar cosechas, de socavar economías, de usar sangre
de niños en sus rituales, de intentar quedarse con la Patagonia, pero mi
capacidad de asombro se ve colmada por esta manifestación de que los judíos, de
tan malos que somos, podemos causar cáncer. Cuidado, Cristina, que así empezó
el nazismo en Alemania. Y ese no es el proyecto de país que yo quiero. Además,
le aclaro por mi cuenta, que no es válida su comparación respecto a que
Timerman es argentino de religión judía y Ud. es argentina de religión
católica. Eso me demuestra a mí que Ud. no solo no sabe hablar inglés, (“bad
informeishon”) sino que de los conceptos de Pueblo, Nación y Estado, que se
estudian en la primera materia de la carrera de Derecho, no tiene ni noción.
“Toda violación de la verdad no es solamente una especie de suicidio
del embustero, sino una puñalada en la salud de la sociedad humana” (Ralph W.
Emerson, poeta y pensador estadounidense).
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso
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