Sin vergüenzas - Editorial del
26 de junio de 2015
La realidad
política de Entre Ríos dio lugar en los últimos días de la pasada semana, sobre
el cierre de las listas para las PASO, a actitudes que, por lo menos a mí, que
soy el que firma esta página, me dieron vergüenza.
Ya algo
había adelantado en mi editorial anterior, quizás premonitoriamente, y porque
conozco a los protagonistas y a sus previsibles actitudes. Pero posteriormente
la realidad superó largamente mis augurios, seguramente porque ni siquiera el
conocimiento del panorama podría haberme indicado lo que finalmente se decidió
en los escritorios de la dirigencia política provincial, sin importarles para
nada lo que pensábamos, estábamos haciendo y haríamos a posteriori los
militantes que sostenemos la vida de los partidos, contra viento y marea y
soportando muchas veces el oprobio al que nos someten.
Otra vez,
como la semana pasada, voy a empezar “por casa”, o, mejor dicho, por lo que de
ella queda, ya que mejor debería haber dicho tapera. En el Congreso de la UCR
de Entre Ríos al que me refería en el anterior editorial, además de haberse
decidido “respetar” lo votado en Gualeguaychú respecto a que la alianza se
hacía con el Pro, dejando una “puertita” abierta a otras líneas políticas,
también, y con mucha vehemencia, se votó que cualquier frente que hiciera el
radicalismo en la provincia debía estar encabezado, indefectiblemente, por un
radical. Incluso hubo muchos dirigentes de peso que insinuaron que por
encabezado debía entenderse los dos términos de la fórmula, o sea gobernador y
vice e intendente y vice, reservando solo para las restantes partidos los
cargos legislativos, en proporción a su caudal electoral y a su importancia
como tales.
Pero así
como a una semana del cierre de listas nos vimos “sorprendidos” por
singularidades que parecían extraídas de una novela de García Márquez, ya que
si lográramos conseguir la grabación de lo que se dijo ese día la fantasía
superará largamente la de Macondo, más nos quedamos “como mudos y absortos” al
ir escuchando, paso a paso, (o PASO a PASO) los cambios que se hacían desde los
escritorios de Paraná y dos o tres ciudades más, que comenzaron con la quizás
sana intención de unificar la fórmula para no sufrir el desgaste de las
Primarias, pero que culminaron con una increíble (para mí que lo viví desde
adentro) fórmula De Angeli- Godoy, no solamente encabezada por un no radical
(más allá de las alguna vez manifestadas simpatías por este partido) sino
secundada por alguien que dejó el partido en muy malos términos, los que nunca
se aclararon convenientemente, y al que en un Congreso hace muchos años se
decidió abrirle nuevamente las puertas, cosa a la que hizo caso omiso. Y acá
debo hacer un “parate” para decir, porque nobleza obliga, que creo que el Cr.
Juan Carlos Lucio Godoy es uno de los más importantes dirigentes que dio el
radicalismo desde la vuelta de la democracia, y con quién me une una muy
particular relación porque fue mi profesor en el Colegio secundario. Pero esto
no significa, en primer lugar, que desconozca que no pertenece al partido, y,
además, que olvide lo que mencioné hace siete días respecto a que su sector
interno, o por lo menos la gente que le respondía cuando estaba militando en la
UCR, fue el que con más enjundia apoyó el criterio de que la coalición no debía
hacerse solo con el Pro, aduciendo, entre otras cosas, que dejábamos de lado a
los sectores más progresistas de la política provincial para aliarnos con el sector
más conservador.
Y quiso la
casualidad, y ahora viene muy a cuento, que el fin de semana pasado me
encontrara con uno de los próceres de la dirigencia entrerriana del
radicalismo, el Prof. Celomar Argachá, quién me comentó que estaba escribiendo
un libro sobre la historia del partido desde 1890 hasta 1914, poniendo el eje
en la transformación que lo llevó de ser un partido conservador a ser uno
progresista, como lo fue “hasta ayer”. Y fue él mismo quién me dijo que
estábamos recorriendo, mal que nos pesara, ahora, el camino inverso. Sus
dirigentes se juntaron acá con la derecha de “poncho y glifosato”.
En los
hechos, después de 124 años, esta será la primera vez que la UCR no llevará un
candidato propio, lo que, lógicamente, significa, tácitamente, una renuncia al
poder.
Pero eso no
sería quizás tan grave si no fuera porque la mayoría de los más altos
referentes provinciales, casi todos ellos vehementes oradores aquél día del
Congreso, han conseguido, a cambio de este renunciamiento institucional, ocupar
lugares de relevancia en las listas de diputados y senadores, tanto
provinciales como nacionales, por lo que en estos cuatro años en que nosotros
quedaremos en orfandad total, ellos se aseguran permanencia, ingresos y un
lugar de expectativa, si es que esto que ha pasado ahora no es el réquiem de la
UCR y ya no habrá nada que hacer dentro de cuatro años. Y en cuanto a lo que
alguna vez fue Renovación y Cambio, a la luz de algunos candidatos que están en
las listas, más que réquiem deberíamos decir QEPD, RIP o Z’L.
Aunque lo
que ha pasado en el orden local en la “casa del vecino” también es
cuestionable, no me va a dar el espacio para analizarlo tan profundamente como
lo hice con la “mía”, por lo que dejaré la cuestión para la próxima, ya que de
aquí a las PASO y luego hasta las generales, habrá tiempo suficiente.
Entonces,
volviendo a lo que pasó en la UCR, queda en evidencia que la supuesta autonomía
que tienen los radicalismos provinciales es solo una cuestión formal, que está
muy bien escrita, pero que de ahí a la realidad hay una larguísimo camino.
Vuelvo a recurrir al citado Congreso de San Salvador, porque al ser la máxima
instancia de decisión, lo que en él se dijo adquiere ahora suma importancia. Y
justamente fue el relator de la postura que finalmente ganó, y que hoy lleva a
que De Ángeli sea el candidato a gobernador, el Dr. Juan Carlos Arralde, que
justamente es de San Salvador, el que dijo más de dos veces que el partido no
estaba obligado a hacer lo que le decían desde el Comité Nacional. Pero, finalmente,
eso fue lo que se hizo. Bastó una llamada de Sanz, seguramente influido o
incitado por Mauricio Macri, y vaya uno a saber bajo qué promesa, para que se
bajara Atilio Benedetti de su candidatura y que ni siquiera aceptara ser
Diputado Nacional, lo que dicho sea de paso honra a su persona, y que como
lógica consecuencia también se bajara mi amigo Fabián Rogel, advirtiendo que
esto iba a terminar siendo una payasada con un final de libreto ya escrito.
A mí,
separando o no mi carácter de analista político en este semanario que dirijo de
mi condición de afiliado a la UCR, me importa poco ya si este “manejo” termina
dando resultado o no. Lo que sí digo es que, a la luz de estos acontecimientos,
los que me criticaron porque había aceptado integrar una fórmula en el orden
local con un representante del Frente Renovador de Entre Ríos al final terminan
siendo actores de reparto de una película clase “B”, cediendo el protagonismo a
un sello lleno de plata pero falto de ideas. La bronca me hizo escribir esta página
hoy domingo, cuando suelo hacerlo recién el miércoles, a horas del cierre de la
edición. Y mientras escribo me entero que en Mendoza ganó la alianza UCR- Pro.
Eso no hace más que reforzar lo que escribí más arriba. Las probabilidades de
que ocurra lo mismo en Entre Ríos son muchas, seguramente. Aunque más no sea
por el voto castigo. Pero en Mendoza fueron más valientes. Sostuvieron como
candidato a gobernador a Alfredo Cornejo, un radical. Ahí no se dio la
traspolación de la conocida frase “billetera mata galán”, y le hicieron caso a
Leandro Alem. No se doblaron.
La
perversión, más allá de estar presente en determinadas personas, está en el
sistema. Cuando cada partido tenía sus internas, las elecciones generales
tenían la finalidad de resolver quién gobierna. Ahora, con el invento de las
PASO, los negocios se anticipan a la voluntad popular y generan no solo un
espacio de cogobernabilidad sino que, al no ser realmente simultáneas en las
veinticuatro provincias argentinas, van generando, según quién gane y quién
pierda, una inducción expresa o tácita al voto. O sea, si en las primeras
provincias en las que se vota gana el oficialismo, esto será usado en la
publicidad oficial. En cambio, si pierden, le adjudicarán la derrota a un
complot de los medios. Porque eso hacen quienes, si no pueden cambiar las
circunstancias, cambian los puntos de vista.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso