Basta la salud
- Editorial del 8 de mayo de 2015
Este editorial, obviamente, es una consecuencia del anterior y de la
situación descripta en el mismo. O, mejor dicho, de las situaciones descriptas
en el mismo, ya que eran varias y de distinto origen y desarrollo.
Hace unos días, en un comentario hecho en la red, un amigo remarcaba la importancia que
tenía la ubicación de una coma en un texto, en ese caso de corte futbolístico,
por lo que no viene al caso la mención del párrafo. Pero sí debo decir que, así
como lo titulé de la manera que lo hice, también podría haber puesto
"¡Basta, la salud! (al estilo de la famosa frase de Bill Clinton: "es
la economía, estúpido"), e, incluso "Vasta la salud", y también,
en otra acepción de la palabra (y quizás más apropiada) "Basta la
salud" (acá aconsejo usar el diccionario).
Antes de continuar debo aclarar, nobleza obliga, que voy a volver a
hablar de la Salud Pública, en el sentido de que es, a mi entender, una de las
tres funciones básicas del Estado, junto a la Educación y a la Seguridad. Y
también, antes de que alguien salte horrorizado, diré que esta es una opinión
netamente política, aunque no partidaria, por lo menos por el momento. Y es
política precisamente porque esa ciencia es la que tiene como finalidad
principal, sino única, la de lograr el bienestar general.
Como decía más arriba, la pasada semana relataba un hecho que,
finalmente, tuvo hasta ahora un final feliz, que debería estar completándose en
las mismas horas en que usted está leyendo esta página. En efecto, luego de
muchas discusiones, amenazas y mala sangre, conseguí que mi tía fuera
trasladada al Hospital "San Martín" de Paraná, obviando el paso por
el de Concepción del Uruguay, básicamente porque un funcionario de mayor
categoría entendió las razones. Es claro que para eso fue necesario que se las
explique y le aclare qué era lo que pensaba hacer si no lo conseguía "por
las buenas". "Por las malas" significaba una Denuncia Penal por
Abandono de Persona, y un Recurso de Amparo para lograr el traslado, dos cosas
que, por suerte, no hicieron falta más allá de la simple mención. De la misma
manera, o sea con la convicción de que, como ya he dicho muchas veces acá,
"los derechos no se piden sino que se arrancan" (José Martí), en tres
días estaba disponible la prótesis y hoy viernes, alrededor de las diez de la
mañana, mi tía debe estar siendo objeto de una cirugía que le dé solución a su
quebradura de cabeza de fémur.
Pero este hasta ahora "final feliz" es el que me obliga a
seguir hilvanando ideas respecto a la situación de la Salud Pública en mi
provincia, hecho que, pareciera, se repite también en otras de nuestro país.
No sé si por obra y gracia de la casualidad o de la causalidad, a los
pocos días de mi comentario el Dr. Carlos Cherot, director del Hospital de Zona
"Justo José de Urquiza", y aludido directamente en mi editorial,
salió por los medios uruguayenses a expresar que: "en referencia a las denuncias
suscitadas desde la comunidad, tenemos problemas con la entrega de turnos
respecto de algunas especialidades por dos motivos particulares; el primero es
un notorio incremento en la demanda y el segundo motivo es la falta de
profesionales en esas especialidades".
Por supuesto, Dr. Cherot, que faltan y cada vez faltarán más
profesionales, si un médico residente en Entre Ríos gana la mitad que uno en
Santa Fe, aunque un amigo galeno me decía, quizás con razón desde su punto de
vista, que el problema no es que acá ganan poco sino que allá ganan mucho.
Entonces, utilizando el mismo criterio, y sin juzgar yo la cantidad y calidad
de los servicios que cada uno presta, podría decir, para no salir de la
provincia, que me parece ilógico que ese médico residente, que en muchos casos
sostiene la Salud Pública con su presencia cotidiana, gane un diez por ciento
de lo que gana un Director del Iosper, la obra social de los empleados públicos
de Entre Ríos.
Estos días de permanencia en hospitales y de contacto con los
efectores de la Salud Pública me han llevado a advertir cosas buenas y cosas
malas, que creo necesario resaltar, en algunos casos para congratularnos, y en
otros para intentar lograr, entre todos, una solución.
Demás está decir que creo que el factor humano, salvando excepciones
puntuales y mínimas, es de suma excelencia, y justamente ayuda a ocultar, en muchos casos, las gravísimas
carencias que, desde tiempos inmemoriales, sufre esa pauperizada Salud Pública.
Faltan drogas, jeringas, gasas, camas, y otras cosas más, sino en cantidad sí
en calidad.
Esto tiene mucho que ver con que la Argentina, y sus provincias, no
están en desarrollo, como se pretende hacer creer, sino en franco
subdesarrollo, lo que provoca que la primera etapa de estudio de la Salud
provenga no de ella misma sino de la Economía.
¿Qué podemos esperar de un gobierno que destina millones y millones a
propaganda, pongámosle por caso, para el "sueño entrerriano"?
Si nos pusiéramos a analizar los presupuestos nacionales y
provinciales dedicados tanto a la salud como a la educación más de uno se daría
cuenta hacia dónde va el dinero que debería ser para todos pero es para unos
pocos. Pero de este tema no se habla. Debemos recordar que un hasta hace poco
Ministro de Salud de la Nación es quien mintió en las estadísticas de su
provincia para decir que los niños ya no se morían de hambre, cuando la desnutrición
se había duplicado. ¡Qué podemos esperar de estos ineptos!
Y en realidad no debemos echarle la culpa de esto, o por lo menos no
de manera directa, a la Sra. Presidente, que no tiene problemas en el área
salud porque es un área que no le compete. Y eso porque hace unos veinte años,
cuando también gobernaba en este país el PJ con Carlos Menem, el Banco Mundial le exigió reducir el gasto
público nacional, y él, cumplidor como pocos, accedió, pasando la educación y
la salud a las provincias y municipios. Por eso es que desde entonces el
Gobierno Nacional se ocupa solo de emitir políticas sanitarias, y tiene
presupuesto solo para la actividad ministerial.
Si bien la atención de la salud pública es lo que la mayoría de las
personas objeta por deficiente, la realidad es que todos los servicios públicos
en nuestro país son, en esencia, malos y caros. Todo esto es como consecuencia
de la falta de políticas de estado de los gobiernos de turno en cada una de las
áreas correspondientes, y de la falta de controles por eficientes profesionales
que garanticen que el sistema funcione. Muchas veces no es porque no tengan
presupuesto adecuado, sino porque lo utilizan o desvían con otros fines. En
nuestro país cada vez retrocedemos más en lugar de avanzar. Y si, como dije
antes, la política es el arte de lograr el bienestar general, todo esto que
está pasando es consecuencia lógica de los mediocres dirigentes políticos que
tenemos y que, supuestamente, nos conducen.
Yendo a los hechos concretos, la atención en el Hospital "San
Martín" de Paraná es excelente. Más allá de la cuestión familiar que me
involucra, la asistencia al paciente por parte de los médicos, de las
enfermeras, del personal de cocina y de maestranza es inmejorable. Pero la
infraestructura es sumamente deficitaria. Hay sectores que se caen a pedazos, y
caminando como me tocó hacerlo durante todo este fin de semana por las veredas
circundantes, da vergüenza observar cómo los baños desagotan cual lluvia los
efluentes a la vereda (sí, así es, sin exagerar), y los patios interiores están
cubiertos de basura, generando un evidente foco infeccioso, cosa que pareciera
que nadie con facultades de solucionarlo ve. No funcionan los ascensores, la
comida es básica, falta una adecuada coordinación de horarios y de tareas, lo
que complica muchas veces la asistencia de los familiares al enfermo que deben
cuidar, etc., etc.
El país gasta dinero en Fútbol para Todos y en una Aerolínea
deficiente, pero permite que la gente sea mal atendida en los hospitales
públicos. ¿Estos son los derechos humanos tan mentados por el poder de turno?
"La culpa, querido Brutus, no es de nuestras estrellas, sino de
nosotros mismos que consentimos en ser inferiores". Esto le hace decir
Shakespeare al personaje central de una de sus máximas tragedias literarias:
Julio Cesar.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso
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