jueves, 14 de mayo de 2015

Nos durmieron el nene

Nos durmieron el nene - Editorial del 15 de mayo de 2015
“Y que sueñen con los angelitos, les desea Anteojito”. Esta canción, que escuchábamos en los primeros tiempos de la televisión argentina, a la hora en que los chicos nos teníamos que ir a dormir, me vino a la memoria cuando escuché a la Sra. Presidente “retar” a los precandidatos del PJ porque se resistían a “bajarse” para reducir el número de pretendientes a la corona y a la continuidad del proyecto, que, obviamente, la Sra. Fernández ve peligrar. Y más, todavía, cuando leí la carta que el Gobernador de nuestra provincia, Don Sergio Urribarri, que era uno de los que más resistía los embates, aunque se fue quedando sin argumentos, si es que alguna vez los tuvo.
El problema para él es que ya se había gastado toda la pólvora, y que, aunque está demostrado que en el PJ eso no pesa mucho, su postura ferozmente contraria a Scioli hacía que, aún ganando el peronismo, no le quedaran a él demasiadas opciones de “trabajo”.
Me puse a buscar en algunos viejos apuntes de la facultad, obviamente de la odiada Finanzas, la diferencia conceptual entre los términos “Gastar” e “Invertir”. Aunque aparente son palabras que tienen muchos significados y que incluso podrían entenderse como sinónimos, es importante reconocer la diferencia que existe entre ambos conceptos, ya que ello puede suponer muchos beneficios para la economía familiar y pública.
Gastar puede entenderse simplemente como comprar un bien. Si compramos un par de zapatos o una camisa nueva, estaremos simplemente gastando nuestro dinero. Este gasto generalmente responde a una necesidad o a la satisfacción de un deseo. Y así como digo zapatos o camisas, digo carteles, gigantografías, spots publicitarios, viajes por el país, etc.
Por otro lado, invertir supone la compra de un activo con la intención de que este nos proporcione algún beneficio en el futuro. Por ejemplo, si compramos focos de bajo consumo para nuestra casa, estaremos reduciendo los gastos, lo que supone una inversión. También si hacemos una campaña política, invertir significa prever las posibilidades de que luego, de alguna manera, el dinero que se puso se recupere en acceso a las decisiones, en obras, en protagonismo, en participación, etc.
Invertir es una buena decisión, aunque gastar tampoco es algo malo. Gastar resulta necesario sobre todo para satisfacer las necesidades básicas de cada uno. Sin embargo, siempre hay que tener en mente que no todo gasto es una inversión. En este caso, y quizás como nunca antes, aprender a diferenciar qué es una inversión y qué es un gasto hubiese sido útil para prevenir futuras (y actuales) crisis económicas con las que, seguramente, pagaremos todos los entrerrianos esta insólita aventura.
Encima, como para el kirchnerismo "la verdad es lo que dice Cristina", nunca aceptarán que no los vota nadie, y que no los conoce ni el almacenero de la esquina. Cristina debió decirles, uno por uno, "a vos no te vota nadie.... bájate", y ahí los iluminó la luz de la verdad revelada y, arrodillados ante el conocimiento absoluto, decidieron (por ahora él y Bossio) bajarse.
Y la razón por la cual ninguno quería largar o aflojar está basada en que están luchando por los restos de lo que, eventualmente, Cristina pueda dejar. De lo contrario van a tener que ir a trabajar, y no saben de qué. No les alcanzaría un sueldo de 30 o 40 mil pesos si “laburaran” de su profesión (los que la tienen) y entonces los que les queda es aferrarse al poder y lograr alguna migaja.
Y para los entrerrianos el problema es que mientras las protestas sindicales crecen, también aumenta el colosal endeudamiento de un Estado asfixiado financieramente hasta límites incontrolables. Y no nos engañemos, la falta del ballotage en el sistema electoral de la provincia y el empleo de recursos de los que la oposición no dispone, podrían ser la carta de continuidad de su gestión, con otros nombres, es cierto, pero con gente que aceptó todo lo que Urribarrri hizo, o por lo menos dejó que lo haga. Es muy probable que vuelvan a ganar, aun dándose magros guarismos (la dispersión del voto antagónico jugaría a su favor), pero también es  muy probable, o casi certero, que ganarán con claros interrogantes para la futura gobernabilidad. Su reemplazante en el sillón de Urquiza –sea del signo que fuere- recibirá un caballo de Troya y una Caja de Pandora.
Los comprovincianos de Urribarri deberíamos haberle dicho al país que quien se proponía a sí mismo para gobernarlo ha ignorado el imperio constitucional en Entre Ríos al promulgar una ley (la 13.352/15) que le autoriza indebidamente a contratar empresas constructoras para obras públicas en forma directa, eludiendo el artículo 80º, el cual impone que “toda enajenación de los bienes del fisco o del municipio, compras y demás contratos susceptibles de licitación, se harán en esta forma y de un modo público, bajo pena de nulidad y sin perjuicio de las responsabilidades emergentes”. ¡Y ya que estamos, parece que acá también le cae el sayo a alguno que otro!
Los que alguna vez hemos salido, como pasó esta semana, a protestar contra la demora en el pago de los salarios, lo que no solamente vulnera un derecho constitucional sino que, además, nos hace pagar intereses por mora en las facturas de servicios o en los resúmenes de la tarjeta, y hasta en la cuenta del almacén, deberíamos solicitarle la devolución de los gastos (ya que no inversiones) que hizo para difundir su ingenua precandidatura en la ciudades de Mar del Plata, Buenos Aires y los cientos de carteles distribuidos por todos lados (lo vimos en verano en todo el recorrido de la Ruta 7 que lleva a Mendoza, en lo que para nosotros fue una pesadilla más que un sueño); los panfletos y el pago a quienes los distribuyeron, más la movilidad de él y su comitiva. ¿O acaso, estimado lector, Ud. cree que lo pagó Urribarrri de su bolsillo? De acuerdo a sus ingresos declarados no podría haberlo hecho, lo que supongo que la AFIP ya habrá verificado. Así que lo pagamos todos los entrerrianos, que no acabamos de salir del absurdo para entrar en el ridículo. Aconsejo leer (o releer, pasados ya casi veinte años) el libro “Robo para la Corona”, de Horacio Verbitsky, un férreo defensor del “proyecto” que, parece, ahora se está dando cuenta de que la historia se repite.
Gobernador: nosotros sabemos que Ud. no se bajó porque la presidente se lo pidió. Se bajó porque sabía que su intención de voto era del 0,01%, y como si fuese poco, en el programa de Tinelli no hubo ningún humorista que lo imite. Tienen imitadores Carrió, Macri, Massa y Scioli, pero Ud. ni eso tiene. Y eso, en este país, funciona mejor  que una encuesta.
Pero como para el kirchnerismo "la verdad es lo que dice Cristina", nunca aceptarán que no los vota nadie, y que no los conoce ni el almacenero de la esquina.
"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder". Don José de San Martín.
Y para los que no están de acuerdo con que use tantas frases de cierre que no son mías, y aun cuando yo firmo la página y yo decido lo que pongo en ella, voy a reescribir una versión “aggiornada” de lo que dijo el Padre de la Patria: La soberbia y el menosprecio son utilizados por mentes de bajo coeficiente intelectual y nula moralidad. Las mentes de elevado intelecto no necesitan rebajar a nadie.
Si se investigara de dónde salió la plata que se gastó en su corta campaña de precandidato, y la misma se devolviera, en una de esas los alumnos de la Uader tendrían aulas propias donde estudiar, los hospitales tendrían los insumos que necesitan (con fondos públicos y no con el esfuerzo de sus cooperadoras), el Iosper proveería en tiempo y forma los medicamentos y le pagaría a las clínicas y otros prestadores como corresponde, y las rutas entrerrianas no serían una colección de pozos.
“La soberbia nunca baja de donde se sube, pero siempre cae de donde se subió”. Francisco de Quevedo y Villegas. Escritor español del Siglo de Oro.
                                          Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso


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