Nos durmieron el nene -
Editorial del 15 de mayo de 2015
“Y que
sueñen con los angelitos, les desea Anteojito”. Esta canción, que escuchábamos
en los primeros tiempos de la televisión argentina, a la hora en que los chicos
nos teníamos que ir a dormir, me vino a la memoria cuando escuché a la Sra.
Presidente “retar” a los precandidatos del PJ porque se resistían a “bajarse”
para reducir el número de pretendientes a la corona y a la continuidad del
proyecto, que, obviamente, la Sra. Fernández ve peligrar. Y más, todavía,
cuando leí la carta que el Gobernador de nuestra provincia, Don Sergio
Urribarri, que era uno de los que más resistía los embates, aunque se fue
quedando sin argumentos, si es que alguna vez los tuvo.
El problema
para él es que ya se había gastado toda la pólvora, y que, aunque está
demostrado que en el PJ eso no pesa mucho, su postura ferozmente contraria a
Scioli hacía que, aún ganando el peronismo, no le quedaran a él demasiadas
opciones de “trabajo”.
Me puse a
buscar en algunos viejos apuntes de la facultad, obviamente de la odiada
Finanzas, la diferencia conceptual entre los términos “Gastar” e “Invertir”.
Aunque aparente son palabras que tienen muchos significados y que incluso
podrían entenderse como sinónimos, es importante reconocer la diferencia que
existe entre ambos conceptos, ya que ello puede suponer muchos beneficios para
la economía familiar y pública.
Gastar puede
entenderse simplemente como comprar un bien. Si compramos un par de zapatos o
una camisa nueva, estaremos simplemente gastando nuestro dinero. Este gasto
generalmente responde a una necesidad o a la satisfacción de un deseo. Y así
como digo zapatos o camisas, digo carteles, gigantografías, spots
publicitarios, viajes por el país, etc.
Por otro
lado, invertir supone la compra de un activo con la intención de que este nos
proporcione algún beneficio en el futuro. Por ejemplo, si compramos focos de
bajo consumo para nuestra casa, estaremos reduciendo los gastos, lo que supone
una inversión. También si hacemos una campaña política, invertir significa
prever las posibilidades de que luego, de alguna manera, el dinero que se puso
se recupere en acceso a las decisiones, en obras, en protagonismo, en
participación, etc.
Invertir es
una buena decisión, aunque gastar tampoco es algo malo. Gastar resulta
necesario sobre todo para satisfacer las necesidades básicas de cada uno. Sin
embargo, siempre hay que tener en mente que no todo gasto es una inversión. En
este caso, y quizás como nunca antes, aprender a diferenciar qué es una inversión
y qué es un gasto hubiese sido útil para prevenir futuras (y actuales) crisis
económicas con las que, seguramente, pagaremos todos los entrerrianos esta
insólita aventura.
Encima, como
para el kirchnerismo "la verdad es lo que dice Cristina", nunca aceptarán
que no los vota nadie, y que no los conoce ni el almacenero de la esquina.
Cristina debió decirles, uno por uno, "a vos no te vota nadie....
bájate", y ahí los iluminó la luz de la verdad revelada y, arrodillados
ante el conocimiento absoluto, decidieron (por ahora él y Bossio) bajarse.
Y la razón
por la cual ninguno quería largar o aflojar está basada en que están luchando
por los restos de lo que, eventualmente, Cristina pueda dejar. De lo contrario
van a tener que ir a trabajar, y no saben de qué. No les alcanzaría un sueldo
de 30 o 40 mil pesos si “laburaran” de su profesión (los que la tienen) y
entonces los que les queda es aferrarse al poder y lograr alguna migaja.
Y para los
entrerrianos el problema es que mientras las protestas sindicales crecen,
también aumenta el colosal endeudamiento de un Estado asfixiado financieramente
hasta límites incontrolables. Y no nos engañemos, la falta del ballotage en el
sistema electoral de la provincia y el empleo de recursos de los que la
oposición no dispone, podrían ser la carta de continuidad de su gestión, con
otros nombres, es cierto, pero con gente que aceptó todo lo que Urribarrri
hizo, o por lo menos dejó que lo haga. Es muy probable que vuelvan a ganar, aun
dándose magros guarismos (la dispersión del voto antagónico jugaría a su
favor), pero también es muy probable, o
casi certero, que ganarán con claros interrogantes para la futura
gobernabilidad. Su reemplazante en el sillón de Urquiza –sea del signo que
fuere- recibirá un caballo de Troya y una Caja de Pandora.
Los
comprovincianos de Urribarri deberíamos haberle dicho al país que quien se
proponía a sí mismo para gobernarlo ha ignorado el imperio constitucional en
Entre Ríos al promulgar una ley (la 13.352/15) que le autoriza indebidamente a
contratar empresas constructoras para obras públicas en forma directa,
eludiendo el artículo 80º, el cual impone que “toda enajenación de los bienes
del fisco o del municipio, compras y demás contratos susceptibles de
licitación, se harán en esta forma y de un modo público, bajo pena de nulidad y
sin perjuicio de las responsabilidades emergentes”. ¡Y ya que estamos, parece
que acá también le cae el sayo a alguno que otro!
Los que
alguna vez hemos salido, como pasó esta semana, a protestar contra la demora en
el pago de los salarios, lo que no solamente vulnera un derecho constitucional
sino que, además, nos hace pagar intereses por mora en las facturas de
servicios o en los resúmenes de la tarjeta, y hasta en la cuenta del almacén, deberíamos
solicitarle la devolución de los gastos (ya que no inversiones) que hizo para
difundir su ingenua precandidatura en la ciudades de Mar del Plata, Buenos
Aires y los cientos de carteles distribuidos por todos lados (lo vimos en
verano en todo el recorrido de la Ruta 7 que lleva a Mendoza, en lo que para
nosotros fue una pesadilla más que un sueño); los panfletos y el pago a quienes
los distribuyeron, más la movilidad de él y su comitiva. ¿O acaso, estimado
lector, Ud. cree que lo pagó Urribarrri de su bolsillo? De acuerdo a sus
ingresos declarados no podría haberlo hecho, lo que supongo que la AFIP ya
habrá verificado. Así que lo pagamos todos los entrerrianos, que no acabamos de
salir del absurdo para entrar en el ridículo. Aconsejo leer (o releer, pasados
ya casi veinte años) el libro “Robo para la Corona”, de Horacio Verbitsky, un
férreo defensor del “proyecto” que, parece, ahora se está dando cuenta de que
la historia se repite.
Gobernador:
nosotros sabemos que Ud. no se bajó porque la presidente se lo pidió. Se bajó
porque sabía que su intención de voto era del 0,01%, y como si fuese poco, en
el programa de Tinelli no hubo ningún humorista que lo imite. Tienen imitadores
Carrió, Macri, Massa y Scioli, pero Ud. ni eso tiene. Y eso, en este país,
funciona mejor que una encuesta.
Pero como
para el kirchnerismo "la verdad es lo que dice Cristina", nunca
aceptarán que no los vota nadie, y que no los conoce ni el almacenero de la
esquina.
"La
soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que
se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder". Don José de San
Martín.
Y para los
que no están de acuerdo con que use tantas frases de cierre que no son mías, y
aun cuando yo firmo la página y yo decido lo que pongo en ella, voy a
reescribir una versión “aggiornada” de lo que dijo el Padre de la Patria: La
soberbia y el menosprecio son utilizados por mentes de bajo coeficiente
intelectual y nula moralidad. Las mentes de elevado intelecto no necesitan
rebajar a nadie.
Si se
investigara de dónde salió la plata que se gastó en su corta campaña de
precandidato, y la misma se devolviera, en una de esas los alumnos de la Uader
tendrían aulas propias donde estudiar, los hospitales tendrían los insumos que
necesitan (con fondos públicos y no con el esfuerzo de sus cooperadoras), el
Iosper proveería en tiempo y forma los medicamentos y le pagaría a las clínicas
y otros prestadores como corresponde, y las rutas entrerrianas no serían una
colección de pozos.
“La soberbia
nunca baja de donde se sube, pero siempre cae de donde se subió”. Francisco de
Quevedo y Villegas. Escritor español del Siglo de Oro.
Dr.
Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso
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