Las Guerras Púnicas –Editorial
del 31 de octubre de 2014
Las Guerras
Púnicas fueron tres guerras que enfrentaron entre los años 264 a. C. y 146 a.
C. a las dos principales potencias del Mediterráneo occidental de la época:
Roma y Cartago.
Reciben su
nombre del nombre latino usado por los romanos para referirse a los
cartagineses y a sus ancestros fenicios. Por su parte, obviamente, los
cartagineses llamaron a estos conflictos "guerras romanas", como no
podía ser de otra manera. Pero como a la historia la escriben los que ganan,
como dice en su canción Lito Nebbia, hasta nosotros han llegado como Guerras
Púnicas.
Al final de
la Tercera de esas guerras, después de décadas de un conflicto muy sangriento,
Roma conquistó todas las posesiones cartaginesas y arrasó la ciudad de Cartago
(Delenda est Cartago, o destruida sea Cartago), su capital, con lo que la hizo
desaparecer de la faz de la tierra.
Antes de que
el lector se devane los sesos tratando de entender para qué este editorialista
se fue tan atrás, y qué tema tendrá que ver con romanos y cartagineses, voy a
aclarar que, más allá de que no viene mal aprender un poquito, la referencia es
lateral, y nada tiene que ver específicamente con la cuestión a tratar hoy.
Simplemente
quiero decir que cuando dicto Historia en el colegio secundario, como lo hago
este año, hablo de hechos de los que, por supuesto, no he participado. Para
aventar dudas, sobre todo en aquellos que me hayan visto las canas (no hablemos
de los alumnos, porque para ellos un profesor de 22 años es igual "el
viejo de Historia"), yo no estuve como cronista en aquellas guerras
púnicas, como tampoco estuve en la Revolución Francesa, ni con Ricardo Corazón
de León en las Cruzadas, ni mucho menos con San Martín en sus campañas
libertadoras. Sin embargo hablo de estos temas en clase, no leyendo de un libro
frente a ellos, sino volcando el acopio de los conocimientos que sobre estas y
otras cuestiones fui acumulando con el paso de los años, por lecturas y
"de oídas". Como para demostrar lo mismo en otros campos, no todos
los peronistas de pura cepa han estado en la Plaza el 17 de Octubre de 1945, ni
todos los radicales el 26 de julio de 1890 en la llamada Revolución del Parque.
Sin embargo no nos privamos de hablar de ello, dando opiniones, cuestionando, analizando
y "bajando línea".
Ahora, sí,
entonces, después de este largo pero necesario introito, me voy a dedicar a
reflexionar respecto a lo que quiero decir hoy.
La pasada
semana, justo en un día como hoy, cargado de actividades, se desarrolló en el
SUM de la Escuela N° 91 una capacitación destinada principalmente a docentes, a
cargo de la Magister Julia Bernik, nacida, criada, formada y educada en
Basavilbaso (trato de no mezclar lo afectivo) y del Lic. Carlos Sklyar, de
quién se resaltó que era descendiente de una familia judía colonizada en
nuestra ciudad, pese a que sus lazos personales con esta pequeña aldea eran
hasta esa fecha casi (o totalmente) inexistentes.
Yo no pude
estar presente, como dicen los políticos, por "compromisos contraídos con
anterioridad", básicamente porque el miércoles es el día de cierre de la
edición del semanario, y es muy complicado restarle horas de trabajo. Pero,
haciendo honor al "introito", recibí comentarios variados respecto al
contenido de la misma, y voy a intentar dar mi opinión respecto a algunos de
ellos.
En principio
el lector conoce mi postura respecto a la costumbre que tenemos en estos
pueblos de provincia de "adorar" lo que viene de afuera, sin pensar a
veces que lo mismo lo tenemos acá. Y con esto quiero dar lugar a la convicción
de que lo que dijo Julia fue más o menos lo que luego dijo la eminencia que nos
visitó. Y no me quedan dudas, absolutamente, de que hay en Basavilbaso algunos
más que podrían haber complementado la charla "casi" con los mismos
conocimientos.
Y todo eso
más allá de que comparto totalmente lo que me dijo días después un colega,
respecto a que, sin dejar de reconocer los avances que hubo en la educación,
que de todas maneras no son tantos como se pregonan, muchas de las cosas que
dijo Sklyar no son tan así, y seguramente él mismo no se formó con esos métodos
que ahora propone. Yo buscaría y ahondaría un poco más en las razones de la más
que importante deserción escolar, tanto a nivel secundario como universitario.
Si no nos ponemos a trabajar en serio en eso, y no analizamos números y causas,
estamos "al horno con papas", como se dice en la calle. Sin ir más
lejos, hace cuarenta años nos recibíamos no más de cuarenta en dos colegios
secundarios que había en Basso, mientras que ahora terminan casi doscientos.
Sin embargo el porcentaje de los que luego terminan una carrera terciaria o
universitaria no se condice con ese aumento. ¿Por qué? En una de esas puede ser
el tema de una próxima "capacitación". Eso sí, sin miedos y sin tabúes.
Y volviendo
al tema de los "extranjeros", y sin llegar al extremo xenofóbico que
está demostrando nuestro gobierno nacional a través de algunos conspicuos
representantes, vuelvo a iterar que últimamente se nos ha dado por negar lo
nuestro, no solamente lo que conocemos y quizás por eso no apreciamos, sino
también lo que ni siquiera intentamos conocer. Así como Julia Bernik podría
venir más seguido a hablar sobre la materia que domina, hay varios graduados
universitarios más o menos jóvenes, que viven acá o que han resuelto no volver,
generalmente porque no pueden ejercer su especialidad aquí, que son buscados
desde otros lugares del país y del extranjero, e ignorados en su propio pueblo.
Hace algunas
semanas disentía con un lector respecto
a lo que él suponía eran faltas de críticas a la gestión local, pero ahora debo
aceptar que, por ahí, los medios de comunicación somos cómplices de esto que
estoy denunciando, al resaltar los logros de los deportistas, por ejemplo, y no
hacerlo con aquellos que se destacan en otros ámbitos, sobre todo en lo que
tiene que ver con lo cultural, lo educativo, lo intelectual y lo científico.
En Crónica
solemos publicar cuando alguno de nuestros conocidos o exalumnos culmina sus
estudios universitarios, pero después, a veces por pudor propio o respeto al
pudor ajeno, no seguimos haciendo notar sus logros.
Andrés
Conte, por ejemplo, pasó hace poco seis meses en Francia, más precisamente en
el Paris Tech, Instituto Tecnológico de París, una institución pública de
educación superior francesa que reúne doce de las más prestigiosas escuelas de
ingeniería de París, y con la cual la UNL tiene un convenio de doble titulación
o, como en este caso, de un intercambio en su especialidad, que es la de
Ingeniero en Recursos Hídricos.
Gabriel
Zabal, que fue mi alumno en la Escuela Técnica, trabajó en el Parque Nacional
Galápagos, donde prestó colaboración en el área de Comunicación Ambiental,
abocado a la realización "de un film institucional que tendrá como fin ser
la carta de presentación de la institución a nivel mundial".
Por estas
horas, alguien muy relacionado a este editorialista está participando como
expositora en un Congreso en la ciudad de Puerto Madryn, sobre el tema
específico de su Maestría en Administración Estratégica de Negocios, que es
"Calidad de Productos", y a su regreso, desde el fin de semana, será
una de las pocas representantes argentinas en un Congreso sobre
"Evaluación Económica y Financiera de Proyectos de Inversión" en la
Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República del Uruguay. Pero acá
esas cosas no se saben.
Y se sabe
que el Coro Municipal "Magnificat" va a participar el fin de semana
en una serie de actuaciones fuera de la provincia, a las que fue especialmente
invitado, porque el mismo coro se encargó de publicitarlo. Y a su regreso va a
cantar, el lunes, en el aniversario del Club Ramsar Juniors, cuyos dirigentes
decidieron que corresponde darle el lugar a alguien "de acá", sin
aceptar imposiciones, como hicieron otros.
Pero esto
tiene poca prensa. Y poco reconocimiento. Y poco Decreto de Ciudadano Ilustre.
Y poco regalo de libros e historias familiares…y podría seguir citando
ausencias. Será por eso, quizás, que a nuestro pueblo le falta Identidad.
Porque tratamos de importarla cuando la tenemos acá. Y porque, como dijo Erich Fromm, "No se
puede defender lo que no se ama, y no se puede amar lo que no se
conoce".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso