jueves, 28 de agosto de 2014

¿Loca ella y loco yo? Segunda parte especial

El tema que desarrollamos la pasada semana, y que tenía que ver particularmente con lo sucedido en nuestra ciudad a partir del envío de un Proyecto de Ordenanza por parte del Departamento Ejecutivo Municipal, su tratamiento en comisiones y su posterior votación y rechazo en una sesión ordinaria del Honorable Concejo Deliberante, nos había movido, ni bien la terminamos de firmar, a comenzar a pensar respecto a la problemática en general de los Poderes Legislativos, a manera de aporte para lograr su "puesta en valor".
Obviamente que las posteriores declaraciones del Presidente Municipal, Silvio Valenzuela, respecto a esta misma cuestión y al modo en que pretendía que prosiguiera, ratificaron esa decisión y le pusieron algunos otros ingredientes que intenta motivar a rever las funciones de cada Poder dentro del Estado, por lo menos en lo que teóricamente hemos aprendido desde aquella Instrucción Cívica de 5º año del Colegio, hasta llegar a las distintas materias que en nuestra carrera de Derecho nos enseñaron acerca de  la división de poderes, a su naturaleza jurídica, y al rol que cada uno de ellos debe cumplir, y por ende, sus integrantes.
Volviendo al disparador que ha resultado este caso en particular, sobre todo por el cambio de opiniones de la noche a la mañana respecto a las mayorías necesarias, y el posterior veto del Intendente, y dejando de lado, como ya dijimos más arriba, lo meramente coyuntural, que podrá terminar de una o de otra forma, nosotros entendemos que estas idas y vueltas tan peligrosas nos deben dejar una enseñanza.
Las reglas electorales argentinas ponen la decisión de la elección del candidato a legislador en manos de los jefes partidarios locales más que en las de los votantes del distrito, y esto limita la capacidad de desarrollar una carrera legislativa profesional, reduce sus incentivos para especializarse y, paralelamente, para desarrollar instituciones legislativas fuertes, a la vez que promueve la delegación de acuerdos políticos cruciales a acuerdos laterales entre la rama ejecutiva y la legislativa, con los magros resultados de los que hemos sido testigos.
Debido a que los electores votan por una lista y no por un individuo, y la lista es diseñada por los jefes partidarios locales, y asumiendo que estas listas son largas, la capacidad para ejercer el cargo de los individuos a los ojos de los electores no es tan importante para ser elegido. Solo hay dos factores que lo determinarán: primero, si logra ingresar a la lista, y segundo, el éxito electoral del partido. Como el legislador tiene poco impacto sobre el segundo factor, que finalmente logre reingresar a la lista depende tanto de su propio interés, como de si el jefe partidario local lo ubica allí. Es por eso que, bajo dichas reglas electorales, los líderes partidarios locales tienen un impacto notorio en el desarrollo de la función de los legisladores, afectando, además, su comportamiento como miembros del Cuerpo. Y eso quedó demostrado acá, porque en un mes aceptaron pelear por la aprobación, para terminar "tragándose el sapo" del veto.  Y ahora, según el mismo Intendente, "Esto nos servirá de experiencia para no volver a equivocarnos en algunos procesos que se tienen que hacer...vamos a trabajar en las próximas horas para realizar otra Ordenanza, consensuada con la totalidad de los Concejales, y ojalá que esto llegue a feliz término".
Nosotros estamos convencidos de que las barreras institucionales impuestas a la elección generan, entonces, lo que los norteamericanos denominan "shirking" (el incentivo a eludir las responsabilidades legislativas). Es decir que los políticos proveerán niveles de esfuerzo sub óptimos, tanto desde una perspectiva "informacional" como desde una "institucional".
Es por eso, justamente, que la mayoría de los legisladores argentinos (concejales, diputados y senadores nacionales y provinciales) son "legisladores amateurs", pero a la vez también son, claramente, "políticos profesionales".
A nosotros nos parece que no sirve de nada explicar, como lo hizo Valenzuela, que promoverá "la política de venta, porque se evita que estos espacios se ocupen ilegalmente, o sean convertidos en mini basurales y se ofrezcan como posibilidad para los vecinos, y que muchos pudieron tener su terreno gracias a esta política, con un financiamiento muy conveniente para los vecinos". Eso es cierto, pero no es necesario apelar a Maquiavelo. A ver si queda claro: el fin no justifica los medios. Y tampoco creemos, por esas mismas razones que explicamos antes respecto al principio de la división de poderes, que el Legislativo deba convertirse en una mera escribanía del Ejecutivo.
immanuel Kant pone un especial énfasis en la exigencia de separar los poderes legislativo y ejecutivo, pues ve en la unión de esos dos poderes el espectro del despotismo. Con el principio de la división de poderes Kant se propone garantizar la universalidad de la voluntad unida en el ejercicio de las tres funciones del estado: que el soberano (el pueblo) legisle para que las leyes emanen de su voluntad unida; que el poder ejecutivo gobierne y que los jueces hagan justicia ateniéndose a las leyes. Sólo gracias a la representación y a la división de poderes las leyes son dadas y aplicadas de acuerdo con la voluntad unida del pueblo.
Charles de Secondant, Barón de Montesquieu, señor de la Brede, autor entre otras obras del  Espíritu de las leyes (1748), fue el teórico de la separación de poderes, y el que le dio el significado de que cada poder tiene una función específica y que no puede inmiscuirse un poder indebidamente en las funciones del otro. Se trata más bien de una distribución o división de funciones, necesitada de una serie de relaciones, controles e intervenciones mutuas y recíprocas. Y no hay que olvidarse, a la hora de decir "vamos a trabajar juntos", que la separación de poderes constituyó el resultado histórico de la lucha contra el absolutismo, se limitó el poder omnímodo del ejecutivo, se evitó la concentración de poder en manos de un solo titular y así se logró el respeto a los derechos y libertades de los ciudadanos.
Pero también pensamos que quedó "en orsai" el partido político más antiguo de la Argentina. Estamos hablando, obviamente, de la Unión Cívica Radical, en su versión local. En esta misma edición de Crónica publicamos un comunicado que consideramos totalmente extemporáneo, ya que Silvina Pérez se  merecía un acompañamiento en tiempo y forma, y no una espera condicionada a los resultados. No se puede jugar el partido del domingo con el diario del lunes. A muchos de los dirigentes del radicalismo les vendría bien releer (o leer) a Hipólito Yrigoyen, que, por ejemplo, decía: "Si la UCR  cayera en el error de confundirse con el medio imperante, tendría que convocarse nuevamente a la voluntad nacional porque se habría falseado su misión histórica y perdido su carácter político. Sería menester condensar nuevas fuerzas para continuar la lucha cada vez más dificultosa, porque a los males previstos y conocidos se habría agregado esta tremenda apostasía a su fe. Y no hay drama más siniestro que la pérdida de la fe de un pueblo". O, mejor todavía, a Leandro Alem, cuando en su testamento político expresaba: "¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!".
Es más, la frase con la que termina ese comunicado, sumamente precisa, como todo lo que dijo Alfonsín, debería haberse publicado la misma noche de la sesión, el 3 de julio: "…el pluralismo es la base sobre la que se erige la democracia y significa reconocimiento del otro, capacidad para aceptar las diversidades y discrepancias como condición para la existencia de una sociedad libre. La democracia rechaza un mundo de semejanzas y uniformidades que, en cambio, forma la trama íntima de los totalitarismos. Pero este rechazo de la uniformidad, de la unanimidad, de ninguna manera supone la exaltación del individualismo egoísta, de la incapacidad para la construcción de empresas colectivas…".
¿Por qué esperaron tanto?
                                           Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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