jueves, 17 de abril de 2014

Cleptocracia

Cleptocracia - Editorial del 18 de abril de 2014 Obviamente, el título de esta nota se vincula, en principio, al raro acto, transmitido en cadena nacional, que la Señora Presidente protagonizó en Tecnópolis para inaugurar, precisamente, el “Encuentro Federal de la Palabra”. Cuando Pepe Soriano, parafraseando a Neruda, dijo “se llevaron el oro, se llevaron la plata, se llevaron todo, pero nos dejaron las palabras”, se produjo uno de esos momentos que, cada tanto, la historia nos regala. Bastaba con ver la cara desencajada de Cristina para saber a quiénes les cabía el sayo. “Confieso que he vivido” es el título de un libro en el que se recogen las memorias del poeta chileno Pablo Neruda. El libro se editó postumamente, recogiendo las impresiones del autor casi hasta el mismo momento de su muerte. En su versión libre, Soriano recitó que “los conquistadores se llevaron todo, se llevaron el oro, pero nos dejaron las palabras.” Cristina lo miraba extasiada, muy segura de estar del lado de las palabras y no de los que se llevaron todo. Pero la realidad de la matriz corrupta que instalaron en el Estado demuestra que los que se llevaron todo, todavía están en el gobierno. No hace falta recordar lo que escribimos ya aquí sobre Lázaro Báez, Amado Boudou, Rudy Ulloa, Ricardo Jaime y otros personajes del “riñón” kirchnerista que se transformaron en millonarios como por arte de magia. Algún día Cristina, si es que estamos realmente en una República, en su nombre y en el de su marido fallecido, deberá dar muchas explicaciones en los Tribunales. Pareció una metáfora del destino que mientras se decían las palabras que Pablo Neruda dejó para su “Confieso que he vivido”, casi en paralelo se inauguraba un lavadero, en esta tierra llena de dinero sucio de la corrupción y los narcos que mantiene un blanqueo de capitales abierto casi hasta la eternidad. Pero además de dejar palabras huecas, los Kirchner y muchos de sus funcionarios, como aquellos conquistadores españoles, también se llevaron cosas. Porque también están procesados Greppi y Fariña, en un tejido de relaciones y empresas cuyos hilos llegan hasta los casos Ciccone y “Sueños Compartidos”. Como para ir entrando en el otro tema, voy a recordar la letra, quizás premonitoria, de la canción “Nuestro amo juega al esclavo”, de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, el viejo grupo del Indio Solari: Mucha tropa riendo en las calles con sus muecas rotas cromadas y por las carreteras valladas escuchás caer tus lágrimas Nuestro amo juega al esclavo de esta tierra que es una herida que se abre todos los días a pura muerte, a todo gramo. -Violencia es mentir- Formidables guerreros en jeeps los titanes del orden viril ¿Qué botines esperan ganar? si nunca un perro mira al cielo. Si hace falta hundir la nariz en el plato lo vamos a hacer, por los tipos que huelen a tigre tan soberbios y despiadados -Violencia es mentir-. Mientras que según la Real Academia Española, extorsión significa: “Amenaza de pública difamación o daño semejante que se hace contra alguien, a fin de obtener de él dinero u otro provecho”, acá en Entre Ríos es lícito presionar. Es “políticamente correcto”. Queda claro entonces que negociar con “zonas liberadas” y sobre la base de las armas no es negociación, sino extorsión. Mientras que discutir la retribución por la contraprestación de un servicio, eso es negociar. Con el Indio Solari pasó algo similar, aunque los voceros oficialistas explican ahora como un apoyo a la cultura la exención de tasa municipal al multimillonario músico, que en lugar de llevarse unos 40 millones de pesos de ganancia tras el recital del sábado, según los cálculos de ediles gualeguaychuenses de la oposición, embolsó unos 42 millones de pesos. ¡Ahora resulta que se trata de un apoyo a la cultura! No parecía eso cuando el intendente de Gualeguaychú, Juan José Bahillo, admitía que los gerentes de esa empresa llamada “Indio Solari” le exigían la exención bajo la amenaza de levantar campamento e irse si no accedían a otorgarle el privilegio reclamado. ¿Qué hubiera pasado si la autoridad municipal hubiese aplicado el criterio de igualdad frente a la ley, el rechazo a formas extorsivas, y hubiese dado una respuesta de mayor dignidad? Es difícil imaginar lo que no pasó. Si Bahillo fue instigado para aprobar la exención por alguna otra autoridad pública de mayor poder, nunca lo va a decir, pero en este “sueño entrerriano” todo es posible. Transformar un bochorno en un hecho político digno de ser destacado es una habilidad del gobierno. En el manual oficialista que tiene como premisa mostrar que todo, absolutamente todo, está bien, y que no existen problemas y que nadie se equivoca, allí -en ese manual– se explica el método para convertir en buena noticia un hecho que debería ruborizar a las autoridades públicas. Entonces, la noticia será que Aerolíneas Argentina llega a Paraná después de 25 años, y no que la Líneas Aérea de Entre Ríos pierde la ruta de mayor demanda: la que une, precisamente, la capital entrerriana con la capital argentina, que ahora quedó en manos de la empresa que maneja La Cámpora, en detrimento de la firma de todos los entrerrianos. La reciente visita de Carlos “Indio” Solari sumó otro capítulo en la saga de hechos bochornosos convertidos en buenas noticias. Guste o no, el señor Carlos Solari hizo lo mismo que hicieron los malos policías de diciembre que hoy están detenidos en Concordia. Es cierto que el apriete de Solari tiene más glamour y mayor consenso de militantes K. Pero llegado el caso es lo mismo: “Me aumentás o no cuido la seguridad”. “Me eximís de pagar impuestos o no toco”. El mundo entero sabe que la eximición a Solari no es política cultural, es privilegio, es abuso, es atropello que nadie debería esperar de un artista popular. ¿Alguien puede imaginar a Yupanqui amenazar con no tocar si no le daban el trato privilegiado de no pagar los impuestos? La actitud miserable de la troupe Solari es otro tema, seguramente menos grave que la permisividad estatal frente a la extorsión. Allá Solari y sus seguidores con su historia. Allá los que izan hipotéticas banderas anticorporativas, pero hacen la vista gorda a quien reclamó llevarse la plata que debería tener como destino el tesoro común de todos los ciudadanos de Gualeguaychú. Allá los que creen que Solari es un rebelde, en lugar de un artista que acaba de embolsar plata pública. Allá los que se comieron el amague de creer que estaban frente a un cantor comprometido, pero que se negó a hacer un guiño hacia la lucha antipastera, y eso admitiendo neutralidad política: “Ha sido una constante la determinación (de Solari) de que sus shows sean exclusivamente de índole artística”, como contestó por carta a la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú el representante del líder del rock nacional. Cada quien tiene ídolos o, si se prefiere, personas inspiradoras que quieren, que pueden o que merecen como referencias. Eso es privativo de cada persona. Hay millones de argentinos que disfrutan de Tinelli y algunos cientos de miles que leen Borges. Ya se sabe, porque lo dijo Serrat: “Cada quien es cada cual y baja las escaleras como quiere” (o como puede). Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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