jueves, 27 de marzo de 2014

Mnemósine

Mnemósine - Editorial del 28 de marzo de 2014 En la mitología griega Mnemósine, o Mnemosina, era la personificación de la memoria. Esta Titánide era la hija de Gea y Urano, y la madre de las Musas con Zeus. Luego de esta breve explicación etimológica del título elegido, vamos a entrar de lleno en el tema de hoy, que tiene que ver, por supuesto, con el mes que estamos transcurriendo, y básicamente con el Día de la Memoria, que se recordó el pasado lunes 24. Como mi visión de la Memoria, y así lo enseño desde hace más de veinte años en el colegio, no puede ser ni selectiva ni solo retrospectiva, sino que debe abarcar todo lo que ocurrió, de verdad, y servir para que en el futuro no se vuelvan a repetir los mismos problemas que causaron ese y otros golpes, es que pretendo hoy analizar un poco lo que se ha dicho y lo que se ha hecho por estos días, y que tiene que ver, directa o indirectamente, con la fecha y con sus implicancias. La memoria es la capacidad de adquirir, almacenar y recuperar información. Somos quienes somos gracias a lo que aprendemos y recordamos. Sin memoria seríamos incapaces de percibir, aprender o pensar, no podríamos expresar nuestras ideas ni tendríamos una identidad personal, porque sin recuerdos sería imposible saber quiénes somos y nuestra vida perdería sentido. Pero también es cierto que si recordásemos todo estaríamos tan enfermos como si no recordásemos nada. El olvido es necesario para nuestra salud mental ya que los recuerdos pasados sin importancia han de desaparecer para dar paso a los nuevos. Además, si la persona tiene recuerdos dolorosos que pueden causarle problemas de salud como la ansiedad, el olvido es necesario para poder continuar viviendo tranquilamente. Por ello existe el olvido por represión (olvido motivado e inconsciente) y por supresión (intento consciente de no pensar algo). Es por eso que quizás lo que más me preocupa, a la luz de la mayoría de los discursos y de las declaraciones (otra vez faltó la palabra directa de la Sra. Presidente) es que lo único que falta es que el 24 de marzo termine siendo un acto de homenaje a Néstor Kirchner, por el solo hecho de haber convertido en Museo de la Memoria al predio de la ESMA, donde funcionó, es cierto, uno de los mayores centros clandestinos de represión en la última dictadura. ¡Valiente! ¿Acaso él presentó Amparos para pedir por la libertad de los que eran ilegalmente detenidos? ¿Participó de las primeras marchas de las Madres de Plaza de Mayo pidiendo por la aparición con vida de los desaparecidos? ¿Acaso brindó asilo en su casa a personas perseguidas por el Proceso? ¿O es que él fue el que juzgo a los militares en 1985? Y esto no es una cuestión de partidismo, sino de mera verdad. ¡Tantas veces he dicho acá que si Alfonsín no hubiese hecho el Juicio a las Juntas, nada de lo que pasó después hubiese pasado! La hipocresía de cierta clase dirigente que está en el poder hizo que Kirchner, en aquél famoso discurso de 2004, dijera "vengo a pedir perdón en nombre del Estado argentino por 20 años de silencio", y a la sociedad le faltó la valentía necesaria para decirle que mentía. No hubo de ninguna manera silencio del Estado, por lo menos en esos años en que, por primera vez en la historia del mundo, un gobierno democrático juzgaba y condenaba a los integrantes del anterior gobierno de facto. Y a eso, les guste o no les guste, lo hizo el radicalismo de la mano de Alfonsín, porque en la campaña presidencial del año 83, el partido peronista con Ítalo Argentino Luder a la cabeza, proponía aceptar la ley de autoamnistía de los militares para no ser juzgados, o sea que prefería guardar silencio. Y es más, cuando gana las elecciones el radicalismo, ellos se niegan a integrar la CONADEP, y siguen guardando silencio, no así el Estado argentino, que enjuicia y condena a los militares todavía poderosos. Pasa ese período, salpicado, es verdad, por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que alguna vez la Historia se encargará de demostrar que fueron un mal para salvar de otro mal mayor, gana las elecciones el peronismo (Menem) ¿y qué hace?: indulta a los militares genocidas, o sea vuelve a guardar silencio, o lo que es peor, habla en favor de los que hicieron el daño. Y, finalmente, cuando llega este gobierno, encuentra a los militares debilitados y en la lona, y con gran fanfarria y mucho autobombo, vuelve a procesarlos, lo que no está mal que hiciera, ya que era por delitos imprescriptibles por los que todavía no habían sido juzgados, como el robo y apropiación de bebés. Lo que sí me parece una bajeza total es que con un discurso falso se mienta y se engañe a la juventud diciendo que los otros no hicieron nada, o negando lo ocurrido antes de ese 24 de marzo, en hechos como el asalto al Regimiento de Monte 21 de Formosa, el 5 de octubre de 1975, o sea en "plena democracia". Será por todo eso, seguramente, que fue tan fuerte el afiche con el que la Juventud Radical salió a recordar la fecha. Y por supuesto que muchos se enojaron, pero para ellos, siempre sirve lo de Tácito: "Irritarse por la crítica es reconocer que era merecida". Pero, como decía más arriba, no hay memoria sin aplicación de ella para el futuro. Es por eso que quiero recordar, también gracias a la Memoria, la tapa del diario "Clarín" del 26 de marzo de 1976, o sea la correspondiente a dos días después del golpe del autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional". La misma anunciaba, con letras destacadísimas, que "el derecho de huelga quedó suspendido temporariamente", y lo mismo destacó el Dr. Christian Barreto, Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Basavilbaso, quién en su discurso para la fecha recalcó que hubo un "avasallamiento de derechos del que fuimos víctimas todos los habitantes, y fue tal, que a su paso, arrasó con todo lo que la democracia implica". Y enumeró: "se disolvió el Congreso, se destituyó la Suprema Corte, se le prohibió a los trabajadores hacer huelga" (textual). Resulta paradójico que no se tenga en cuenta que este gobierno elegido democráticamente (¿eso quiere decir democrático?), también está prohibiendo a los trabajadores hacer huelga, de una manera más solapada, quizás, pero también más traicionera, porque la encubre con los descuentos por el "día no trabajado, día no cobrado", que torna totalmente ilusorio el derecho constitucional, o recurre a jueces complacientes para lograr sentencias arbitrarias y hechas a medida, para dictar conciliaciones obligatorias sacadas de la galera o preparar medidas cautelares como si los que paran fueran deudores morosos o delincuentes. Quizás deba recordar aquí algunas frases con las que los medios de lo que ahora el kirchnerismo llama "la Corpo", pero en este caso en los EEUU de fines del siglo XIX, calificaron el reclamo del 1º de Mayo de 1886, que diera lugar hoy a la celebración del Día del Trabajo por haber conseguido la jornada laboral de 8 horas: "indignante e irrespetuoso", "delirio de lunáticos poco patriotas", y manifestaban que era "lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo". Por suerte estaba de Presidente Andrew Johnson, que promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo la jornada laboral que todavía hoy tenemos. ¡Que si llega a estar Urribarri, todavía lucharíamos para conseguirla! Finalmente los sectores patronales accedieron, y el éxito fue tal, que la Federación de Gremios y Uniones Organizadas expresó su júbilo con estas palabras: "Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales. El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían permanecido indiferentes a la agitación sindical". Pero es claro, el llamado "Crimen de Chicago" costó la vida de muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no existe un número exacto, pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de bala o torturados. Algunos amigos, cuando tocamos este tema, nos hablan de la doble lealtad, que supuestamente les impide, como docentes, reclamarle a un gobierno de su mismo signo político un aumento de sueldos en base a paros. Pero esa doble lealtad no existe. En realidad lo que pasa es que hay dos tipos de patriotas. Los que aman a su país y los que aman al gobierno de su país. Y lógicamente los gobiernos consideran más patriotas, y premian, a estos últimos. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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